La mierda, el analfabetismo y la depuración
NICOLÁS PÉREZ HIDALGO /
Hoy toca hablar de gestión (de mala gestión) y de depuración. De surrealismo y de conflicto social, del clásico enfrentamiento entre el norte y el sur, y de distribución injusta de impuestos. En definitiva, hoy toca hablar del analfabetismo científico-técnico (o interesado), de la mierda y de depurarla.
Esta historia de hoy, empieza cuando la Unión Europea (hace ya unos cuantos años) presiona para que se depuren las aguas que nuestros núcleos de población vierten alegremente a los cauces de regueros, arroyos o ríos. En algunos casos, véase el Órbigo, se decide apostar por una depuración integral de toda la cuenca y se pone dinero 'como si no costara' para conseguirlo, ¡veremos a quien toca pagar la fiesta! En otras zonas, se deciden por un sistema de pequeñas depuradoras 'regaladas' y cargadas de posteriores conflictos, véase la depuración en el Parque Regional de Picos de Europa en las hemerotecas de los periódicos. A escala de pequeños ayuntamientos, la apuesta ha sido en su mayoría por construir depuradoras con alto coste de construcción y también alto coste de mantenimiento, depuradoras que permiten salir mucho en las fotos, porque están financiadas por la institución superior de turno. La opción de apostar por depuradoras 'verdes' y de bajo coste de construcción, y sobre todo de mantenimiento, es casi testimonial, pero existen buenos ejemplos en Bustillo de Cea, Gordoncillo y Gradefes.
Uno de los municipios que apostaron por la construcción de una depuradora es San Justo de la Vega, que agrupa a cuatro núcleos de población: Celada, Nistal, San Román y San Justo. Se puso la depuradora al sur de San Justo (alto coste en su construcción, y en su posterior mantenimiento) y a ella llegan las aguas residuales de los dos pueblos del norte: San Román y San Justo, mientras los pueblos del sur: Celada y Nistal, mantienen un sistema de depuración a base de fosas sépticas, que no están conectadas a la 'gran' depuradora. Como es habitual, se estableció la correspondiente 'Ordenanza fiscal reguladora de la tasa por el servicio de tratamiento y depuración de aguas residuales' (B.O.P., 27-11-2011) a la que nadie prestó atención y no hubo alegaciones.
Cuando ahora empiezan a llegar los recibos, los vecinos se dan cuenta de la injusticia y se empiezan a hacer preguntas. ¿Cómo es posible que los vecinos del sur, Celada y Nistal, que no tratan sus aguas residuales en la depuradora paguen lo mismo que los vecinos del norte, San Justo y San Román, que sí lo hacen? ¿Cómo es posible que paguen más por la gestión de sus aguas residuales que por el agua de abastecimiento? Piden al alcalde explicaciones y él contesta que estas cosas, no van con él, que todo es legal. Y el conflicto social ya está montado: a unos, los del norte, les interesa que los del sur paguen el costoso mantenimiento de la depuradora (si son más a repartir, toca pagar menos), y a los del sur no les gusta pagar por un servicio que no reciben.
Y todo ello, se deriva de una mala decisión científico-técnica sobre la elección del sistema de depuración y de la aplicación caciquil de una ordenanza, que debería ajustarse a la realidad de la depuración en el municipio. Si se hubiera apostado por una depuración verde el coste de construcción y mantenimiento de la depuradora hubiese sido mucho menor y si se hubiese ajustado la ordenanza para que pagaran los costes del servicio los que lo reciben, otro gallo cantaría. ¡Así, los tribunales dirán!
En breve habrá que volver a elegir a nuestros gestores en los ayuntamientos. Y hay tiempo suficiente para que la gente vaya aparcando los 'ideales' y vayan viendo quién es buen o mal gestor de lo público. Porque hay que plantearse ya, que hay que depurar de mediocres, incompetentes, jetas, trincones y analfabetos las salas de plenos de nuestros ayuntamientos.
NICOLÁS PÉREZ HIDALGO /
Hoy toca hablar de gestión (de mala gestión) y de depuración. De surrealismo y de conflicto social, del clásico enfrentamiento entre el norte y el sur, y de distribución injusta de impuestos. En definitiva, hoy toca hablar del analfabetismo científico-técnico (o interesado), de la mierda y de depurarla.
Esta historia de hoy, empieza cuando la Unión Europea (hace ya unos cuantos años) presiona para que se depuren las aguas que nuestros núcleos de población vierten alegremente a los cauces de regueros, arroyos o ríos. En algunos casos, véase el Órbigo, se decide apostar por una depuración integral de toda la cuenca y se pone dinero 'como si no costara' para conseguirlo, ¡veremos a quien toca pagar la fiesta! En otras zonas, se deciden por un sistema de pequeñas depuradoras 'regaladas' y cargadas de posteriores conflictos, véase la depuración en el Parque Regional de Picos de Europa en las hemerotecas de los periódicos. A escala de pequeños ayuntamientos, la apuesta ha sido en su mayoría por construir depuradoras con alto coste de construcción y también alto coste de mantenimiento, depuradoras que permiten salir mucho en las fotos, porque están financiadas por la institución superior de turno. La opción de apostar por depuradoras 'verdes' y de bajo coste de construcción, y sobre todo de mantenimiento, es casi testimonial, pero existen buenos ejemplos en Bustillo de Cea, Gordoncillo y Gradefes.
Uno de los municipios que apostaron por la construcción de una depuradora es San Justo de la Vega, que agrupa a cuatro núcleos de población: Celada, Nistal, San Román y San Justo. Se puso la depuradora al sur de San Justo (alto coste en su construcción, y en su posterior mantenimiento) y a ella llegan las aguas residuales de los dos pueblos del norte: San Román y San Justo, mientras los pueblos del sur: Celada y Nistal, mantienen un sistema de depuración a base de fosas sépticas, que no están conectadas a la 'gran' depuradora. Como es habitual, se estableció la correspondiente 'Ordenanza fiscal reguladora de la tasa por el servicio de tratamiento y depuración de aguas residuales' (B.O.P., 27-11-2011) a la que nadie prestó atención y no hubo alegaciones.
Cuando ahora empiezan a llegar los recibos, los vecinos se dan cuenta de la injusticia y se empiezan a hacer preguntas. ¿Cómo es posible que los vecinos del sur, Celada y Nistal, que no tratan sus aguas residuales en la depuradora paguen lo mismo que los vecinos del norte, San Justo y San Román, que sí lo hacen? ¿Cómo es posible que paguen más por la gestión de sus aguas residuales que por el agua de abastecimiento? Piden al alcalde explicaciones y él contesta que estas cosas, no van con él, que todo es legal. Y el conflicto social ya está montado: a unos, los del norte, les interesa que los del sur paguen el costoso mantenimiento de la depuradora (si son más a repartir, toca pagar menos), y a los del sur no les gusta pagar por un servicio que no reciben.
Y todo ello, se deriva de una mala decisión científico-técnica sobre la elección del sistema de depuración y de la aplicación caciquil de una ordenanza, que debería ajustarse a la realidad de la depuración en el municipio. Si se hubiera apostado por una depuración verde el coste de construcción y mantenimiento de la depuradora hubiese sido mucho menor y si se hubiese ajustado la ordenanza para que pagaran los costes del servicio los que lo reciben, otro gallo cantaría. ¡Así, los tribunales dirán!
En breve habrá que volver a elegir a nuestros gestores en los ayuntamientos. Y hay tiempo suficiente para que la gente vaya aparcando los 'ideales' y vayan viendo quién es buen o mal gestor de lo público. Porque hay que plantearse ya, que hay que depurar de mediocres, incompetentes, jetas, trincones y analfabetos las salas de plenos de nuestros ayuntamientos.