Eloy Rubio Carro
Domingo, 06 de Septiembre de 2020

Antes del fuego. Las pérdidas de una generación

Violeta Serrano. 'antes del fuego'; Índigo Editoras, 2020

 

 

 

 

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Tres partes componen "Antes del fuego" de Violeta Serrano.

 

1. " La importancia de huir". 2. “El amor” y 3. "La conquista de América".

 

Poesía existencial que reasume, como en muchos poetas jóvenes, el compromiso que se había perdido en la poesía española con el advenimiento de los novísimos. Pero cuando la poesía se quiere comunicación suele dejar de lado la cuestión esencial de su modo específico de comunicación. Pienso que para Violeta la poesía tiene una justificación de naturaleza ética exterior al poema; también introspectiva, lo que la salva de caer en el prosaísmo periodístico al que a menudo se asoma al dar cuenta de una experiencia con pretensiones universalizadoras. Por eso 'Antes del Fuego' es lo que pretende ser, una voz generacional de quienes andaban por la veintena en la anterior crisis. Lo artístico sería un aditamento más de un proyecto ético, tal vez social de mayor calado.

 

En 'La importancia de huir’ se muestra ya el tipo versal que recorrerá todo el poemario. Abundancia de anáforas en condicional que introducen un pasado ya sido o posible que desmiente al final del poema “Y sin embargo salí / a no fumar ni adelgazar el otoño / salí para extraviarme / para poner a remojo la envidia / y la confortabilidad.” (13), con algunos guiños culturalistas, en el caso de este poema al atrevimiento de Enrique González Martínez en ‘Tuércele el cuello al cisne', o en el poema ‘Pienso en Madrid como una idealización’ (52)  al comienzo de ‘Hijos de la ira’: “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres…” etc.

 

Huir, será de España, de la casa de España, de sus temores compulsivos, pero sobre todo destacará la voluntad de ser libre. Aunque por momentos una cierta ambigüedad pone en escena sus dudas, sus torpezas juveniles que enmascara como seguridad, o incluso, puede en el mismo poema morderse la cola de la firmeza tomando decisiones que aparenten dubitabilidad. Desde luego el poema ‘No tengo a quien parecerme” (16) refleja esta ambigüedad pues no se sabe si aparenta tomar las decisiones de los otros o si es ella la que impera en esas decisiones que los otros parecen tomar sobre ella. En todo caso siempre ir hacia adelante, aunque el futuro se conciba en esperanza desesperanzada.

 

Algunos de los poemas de esta primera parte tienen un aire paradojal: Seguir adelante para contravenir el pronóstico. ‘No aborrezco la desgana’ (21), o el ya comentado ‘No tengo a quién parecerme’(16) y también ‘Podría haberme sentido una cuota / y conformarme’(11): “No me da miedo perderme en la certeza / de que lo desconocido gira en torno a mi esperanza / y entonces saber / que para cuando sea el futuro una llamada / lograré alcanzar su sinsentido.” (21)

 

 

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‘El amor’ (segunda parte del poemario) acaece luego de la huida a 12.000 km: "Me casé a 12.000km / del lugar donde nací." (27). Este es un poema representativo de esta segunda sección, la boda luego de una huida, como de comedia, pero una comedia en la que la representación está exenta: "Estábamos muy lejos de casa (el padre, la madre y ella) / casi nadie nos había visto caer / o pedir distancia o gritos de respeto. / Éramos los extranjeros desconocidos / y por eso podíamos ser / exactamente lo que quisiéramos." (27)

 

La segunda estrofa es una mirada a un pasado juvenil que le produce extrañeza, como si fuera de otra. Pasado inconmensurable con el presente que podría desmentir ese futuro presentido. Le extraña esa forma monstruosa de su pasado que sin embargo ha traído esta posibilidad: ¡Como hemos cambiado!

 

Aborda en otra estrofa la forma de “pasar el sino” de la generación a la que pertenece, una generación de huida y amor y de conquista, un tanto esquizofrénica entre el aquí y allá. No todos lo soportarán: "Hoy vivimos en cualquier país / que contenga nuestra felicidad. / A veces no nos llega ni el océano / y debemos planear / viajes infructuosos e incluso / una vida posible en otro tiempo." (28)

 

Para volver a la conciencia del matrimonio cuando la pareja se siente un poco huérfana y se reconcilia con la generación de los padres, una familiaridad que se expresa muy a propósito con la técnica del coloquialismo: "El dorado de mi dedo me pesó / la primera vez que lavé con él los platos. / Oí el mismo sonido que cuando chica / abrir? ¿lo escuchaste vos también? / "Sí", me dijo."(29) Tal vez con este “‘Sí’, me dijo” se ajusten las bodas del cielo y el infierno.

 

Otro poema destacable de esta sección es el que comienza: ‘Suponiendo que te ame para siempre’. Un poema en el que, desde lo ya conseguido, se imagina el futuro en la vejez de la pareja, como para poner una corona sobre el esfuerzo de una vida entera.

 

"Suponiendo qué…", será el retintín anafórico que introduce las estrofas. Supone los deterioros de la vejez, de las manías, de los delirios personales, para terminar en el reconocimiento de que todo eso solo será posible en una realidad inventada, solipsista. ‘Basta de patria ya, todo patrañas’, que diría Luis López Álvarez. Pero la realidad de cada presente no es una cadena lógica en la que supuestas las premisas y respetando las reglas advendría la conclusión El argumento ontológico solo obliga a la aceptación de un Dios pensado, y eso solo si lo piensas: "Suponiendo que todo lo anterior / y acaso más / fuese posible / entonces conformaría toda la arena de Atacama / en un reloj de Sal y de mentiras / solo para hacerte creer / que el tiempo es solo mío / y que no hay patria." (42)

 

 

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La tercera parte del libro tiene por título "La conquista de América", con una apropiación de la cultura latinoamericana, tal vez esa pertenencia fuera ya anterior a su viaje. Lo que se da ahora es una apropiación de los escritores en sus espacios vitales: Alfonsina Storni, Ernesto Che Guevara, Juan Rulfo, Borges etcétera. Dejan de ser escritores pensados en la impresión de incorporarse.

 

El primero de los poemas, ‘Mar del plata de Capriasca’ (48), una biografía poetizada de Alfonsina, ya nos sitúa entre el allí (Europa, España) y el acá (Argentina, Buenos Aires.): "(...) entonces Alfonsina hubiese buscado / otra manera de caminar por el cielo / y se hubiese ido a dormir / en Mar del Plata / con un manto distinto / al del silencio."(49)

 

Ese estar acá atrae en contrarréplica el allá dejado, incluso fantasmáticamente cuando escribe: ‘Pienso en Madrid como una idealización.’ (52) Poemas estos últimos con alguna brizna culturalista, incluso metapoética: "He tenido que irme muy lejos / para desear conquistar / una ciudad / que nunca pronunció mi nombre." (53), que pone en claro que el ánimo de conquista de Violeta Serrano es de ida y vuelta.

 

Es frecuente en los poemas de este libro la reiteración anafórica con variaciones a lo largo de las estrofas. "Nada será igual…, Nada será ni parecido… Nada será como…” En ocasiones un solo verso merece el poema: "Nada será como lo recordamos / porque en ese transcurso de moneda y lagunas / cambiamos el color y la anatomía / y los aguaceros hicieron un trabajo suficiente / como para borrar la huella imprevisible / el suspiro anterior a nuestra fuga" (54), como una anteriorización escéptica de juicios de futuro contrafácticos.

 

Hay también poemas de batalla como el que comienza ‘He visto a los dueños de la tierra…’ y una justificación paródica de ‘El Che’ en ‘Los descuidos de Ernesto’.(55) El culturalismo renace biográfico en el poema ‘Justificaciones históricas de Juan Rulfo’ (63). Un poema largo con un Juan Rulfo en primera persona y algún que otro modismo latinoamericano: "Y quise otro / en la contradicción constante / que todos los hombres llevan a cuestas. / Sin excepción. / En esa verdad me convencí / de que los fantasmas son lo más parecido / a la realidad de un sueño." (70)

 

La última parte de esta tercera sección del libro atañe a las metamorfosis y es para mí la mejor del libro, pues si la emoción no ha faltado nunca, aquí es más intimista y reveladora si cabe, con mayor caza de la lengua, en terminología de Agamben: una caza obsesiva y feroz, y cuyo objeto iría hacia la palabra misma.

 

Hay como un cambio de mirada. La lucha contra la pobreza deja de ser, por ejemplo, consigna, distintivo identitario, y es ahora un pinchazo de amoniaco al olfato. Algo que efectivamente da asco físico y no solo mental, como cuando la postura de ‘progresista Europea’ de la que viene huyendo: "Entonces solo quise huir muy lejos / justo hacia el lugar exacto / del que había venido." (74) Dando la vuelta al mundo para ser otra.

 

Por eso de ser, ‘Las instantáneas de la pobreza’, un poema más de batalla generacional ,se transmuta en su final en una herida al olfato: "Habrá que requisar los sueños de los devotos / para rememorar las misas clandestinas. / Generar un espíritu de nuevas ansias / aprender a atardecer / de la misma forma / que mueren los niños." (78) Esa esperanza desesperada llega al cinismo en ‘Perdonen si resulto impresionada’: "Perdonen si reconfortó a los payasos / diciendo que fui feliz / creando mi propio abismo." (79) Aunque tal vez  solo se trate ya de un cinismo del pasado.

 

Hay en estos poemas una acusación grave a las generaciones precedentes, a su cultura del esfuerzo recompensado, produciendo una ruptura, una ruptura guiada por la propia poeta desencantada que se pone a los pies de los caballos de la verdad: "No nos pusimos a los pies de la verdad / creamos nuestra propia incertidumbre / y tiramos botellas contra los espejos / que nos pretendían convencer / que ya nada sería lo mismo." (81) Pero también hay una reasunción de los modos pregeneracionales con la conciencia del esfuerzo sin esperanzas, aunque no quepa duda que la duda cabe.

 

En el último poema del libro, tal vez el más desesperanzado de todos, pues se toma conciencia de lo tardío de una decisión desesperada: "Has podido saturarte y no lo has hecho. / Has decidido avanzar hacia la noche / como si la luz fuese solo obra del desierto." (87) y finaliza: "Te reafirmaste en tu lugar imponderable / quisiste revolver los beneficios / pero te diste cuenta demasiado tarde / de que había que salir antes del fuego / antes de que el humo fuese más grande / que la distancia del océano." (87)

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