Lo mejor de la huerta

Por la mañana, con la fresca, los productores de pimientos y hortalizas de la huerta de Villares comenzaron a colocar el fruto de sus cosechas en el centro de la localidad riberena. Todos se afanaban en poner a la vista de los compradores los ajos, pimientos, patatas y demás verduras.

Era pronto, muy pronto, cuando empezaron su labor domininical, tanto es así que el panadero que pasa todos los días a esas horas, le fue imposible acceder a sus clientes.

Una vez montados los puestos, los agricultores fueron a sus huertos en busca de algún pimiento más por si las ventas se disparaban y no quedaba producto en las jaulas, mientras al cargo de la venta quedaba el abuelo de la casa en algún caso, en otros la abuela y en algún que otro, el niño que recitaba de memoria lo que el padre le dijo la noche anterior:

-¡Venga, señora tengo los mejores pimientos de la huerta, recién cortados de la planta. No han pasado ni por la cámara!

-¿A cómo los pimientos, niño?, le pregunta un curioso sin ánimo de comprar.

A lo que el niño responde de carrerilla como la tabla de multiplicar:

- A 2 € el kilo de los rojos, sin son estos verdes de vena a 1.85 €, y si son por cajas a 6 € la docena.

-Y aquellos otros?, vuelve a preguntar el posible cliente. 

Esta pregunta descolocó al niño, porque no estaba en su cabeza que el señor iba a preguntar, y para salir del paso le contestó:

- Espere que viene ahora mi padre y se lo dice.

Pero el chaval reaccionó por que el cliente se iba sin comprar y le contestó en voz alta:

-¡ Me parece que a 10!

Tarde, el cliente se fue y no le escuchó.

Mientras tanto en la feria el puesto de los pendoneros de San Feliz ofrecía infusiones, en el del Ayuntamiento de Villares estaban cargando las cámaras de cerveza, el responsable del de las avellanas empezaba a cascar alguna para que se vieran lo hermosas que eran -lo que se come, por que la cáscara ya se ve-.

Así comenzaba en esta mañana de domingo la Feria de Villares, en la que participaron más de un centenar de vendedores