Max Alonso
Sábado, 14 de Noviembre de 2020

El brazo roto

[Img #51631]

 

 

Me rompí un brazo por pisar mal. Un tema en el que tengo alguna experiencia pues era la tercera vez que me rompía uno. La rotura no fue nada sencilla, la segunda vez,  por un resbalón, en este caso en la nieve. No me tuvieron que operar pero me quitaron la escayola y me escayolaron tres veces a lo largo de mes y medio que tuve que dormir sentado en una butaca. La tercera vez la cosa no fue tan complicada pero también fastidiosa. Cuando llegó el día de liberarme de la escayola el traumatólogo me explicó la situación: “Ahora deberás hacer recuperación pero hay un problema. Tardarán más de dos meses en darte cita. Si quieres yo te enseño a hacer unos ejercicios, los haces y te recuperas”. A mí me sorprendió la situación de la demora. El médico le quitó importancia: “Así es como están las cosas”. “¿Si hubiera sido otra enfermedad grave?”-le pregunté-. “Pues lo mismo”, me explicó. “Mi hermana trabaja en cardiopatías en Andalucía y la lista de espera que tienen es de más de cuatro meses.”“¿Entonces se morirá la gente?”“Sí”, me respondió.

 

No era una pandemia que llegara por sorpresa y en plan hecatombe, pues lo mío no era grave. El médico me enseñó los ejercicios y cuando me llamaron del servicio de recuperación ya estaba recuperado. Ocurría en tempos de paz y bonanza. Yo ya estaba jubilado, pero si hubiera estado en activo hubiera tenido que aguantar dos meses de baja, por causa administrativa, a la espera de que llegara mi hora. La misma administración que inducía ese disparate era la que financiaba el despropósito empresarial. ¡Como para entenderlo! Cuando había sitios que ocurría el mismo disparate y los enfermos se morían.

 

Esto ocurría en Madrid en tiempos normales. ¿Qué se puede esperar que ocurra en tiempos del coronavirus con una presidenta alocada, manejada como un títere. Lo que sucede a los madrileños es cosa de ellos. Como lo que ocurría con Trump era responsabilidad de los que le votaban. Que el voto sea secreto no es para lavarse las manos. La responsabilidad de los actos de los elegidos alcanza a los electores que le confían la gestión. En este caso a un presidente que generó los tiempos de la inquina y la mentira. De un presidente que antes de desalojarle la mitad de sus tuits fueron censurados por la plataforma por contener mentiras y que las cadenas de la televisión cortaron sus intervenciones cuando incurría en la ilegalidad tras las votaciones.

 

Traigo a colación esta situación ahora que lo del coronavirus parece que no acaba de superarse para recordar a aquellos políticos que son malos gestores, pero tantas voces dieron e insensateces propusieron. Ellos a lo suyo, hasta en sede parlamentaria, sin percatarse que la gente se moría. Hubo unos, de Vox, que aprovecharon sus intervenciones para desvariar, sin aportar ninguna solución. Hubo otros, del PP, que sus intervenciones las aprovechaban para continuar en su estrategia de la confrontación, ladrando y dando mordiscos, sin hacer propuestas sensatas,  buscando arañar votos.  Hubo otros más, ERC y PNV, que aprovecharon la petición de si se ampliaba la prórroga del Estado de Alarma para plantear otro de sus chantajes en busca de lo que a ellos les interesaba. La vida de los españoles, no. Hasta el extremo de que el ministro de Sanidad tenía que reiterar sin éxito: “Sean serios, señorías, que la gente se está muriendo”. Cuestión baladí para presentarla en donde estaban nuestros representantes. Sí, los del PSOE y Podemos se salvaban. A ellos les tocaba tirar del carro.

 

Este fue el espectáculo que contempló quien sabe de lo que habla porque siguió los debates. A uno no le queda más remedio que reiterarse. ¿No es para eso para lo que están ellos para buscar el bienestar de la gente? ¿No es bienestar evitar que la gente se muera de mala manera?

 

Así de clara es la verdad. Muchos políticos cobran su sueldo por dedicarse a conseguir votos para ellos. Lo malo que hagan se olvida mientras cada español tenemos en el voto la solución del problema. Viendo esto a uno le entran ganas de ponerse elitista y pensar como Platón que lo mejor es que gobiernen los mejores. Lo malo es que eso es fascismo porque los mejores ¿Quiénes son?

 

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.