ENTREVISTA
Amarú Vanegas: La devoción poética
La literatura venezolana en los últimos 25 años se ha potenciado con la presencia de escritoras que han asumido, desde su propia voz, un discurso múltiple, directo, desgarrador, que desnuda la intimidad y eleva la cotidianidad hasta trascender a un lenguaje renovado, donde las imágenes construyen una estética de un tiempo fragmentado, quizás también decadente, pero a la vez singularmente propicio para explorar otros discursos con otras propuestas.
Esto es lo que revela la poesía de Amarú Vanegas (Mérida, 1977). Una poética de la devoción permanente a la escritura, a la pintura, al teatro, a la música y toda forma de arte.
El cuerpo poético que transita en la obra de Vanegas está cruzado por fragmentos de un mundo que es lenguaje en formas diversas. En ello, la poeta construye una verdad que es asumida como compromiso de existencia, de plenitud y a la vez, de ofrenda a la vida.
Cierto que es una escritura con versos que laceran, desgarran, pero también encuentran su belleza, su propia pasión de íntima amorosidad, sensualidad en la metáfora libre que transita y vive el poema.
De imágenes cargadas de ancestrales historias que se repiten una y otra vez, sin embargo, encuentran su propia identidad en la seducción de esto que ahora somos. Vanegas reflexiona, deja que su poética argumente en lo silente, en la mirada apolínea que soporta la densidad de su obra poética.
Graduada como ingeniero en la Universidad de Los Andes, posee una maestría en literatura, además de ser actriz y productora de teatro.
Entre sus principales libros, destacan: Mortis, (2001); El canto del pez, (2007); Criptofasia, Premio del V Concurso de Relatos StoryBox, España (2016); Dioses proscritos, Premio Internacional de Poesía Candelario Obeso, Colombia (2016); Añil, Premio Internacional de Poesía Alfonsina Storni, España (2019); Fisuras, Premio Ediciones Embalaje del XXXV Encuentro de Poetas Colombianas, Colombia (2020).
Ha realizado recitales de poesía y tertulias artísticas, tanto en Venezuela como en Colombia, Ecuador, Chile, Uruguay, Argentina, entre otros. Varios de sus textos poéticos han sido incluidos en antologías internacionales, y ha sido traducida al inglés, polaco, portugués y lituano.
![[Img #51712]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2020/7423_unnamed.jpg)
Entre sus poemas que mantiene inéditos presentamos el siguiente texto.
Civilización
Me lo arrancaron, sí.
Lanzaron sus pedazos
a ese vacío
que ningún cuerpo
puede alcanzar.
Me dejaron los pechos
colgantes,
humedecidos.
Me enseñaron el revés
del purgatorio,
rasgaron mis ojos.
Derramaron mi leche
en el fuego carnal de
los oficios,
esa boca de los
dioses.
Me exprimieron, me
mordieron,
me chuparon. Frotaron
mi sexo
y las axilas conjurando
el olor animal de lo
sagrado.
La violencia es materia
viva, piedra
que rompe el grito
desde el miedo,
una prodigiosa voz
sobrenatural
que nos enloquece
con su rol mitológico.
Algo se funda
a modo de estaca en
nuestro pecho
y desde la oscuridad
nos afilan
como toros
perfectibles
en los cuernos de la
luna,
con esa misma idea
órfica.
Soy una pequeña
criatura bio-lógica,
puedo despiojarme en
manada
mientras mis hijos
revientan
su fiebre cada día en
mi boca.
Sonrío porque mis
hábitos discursivos
han azulado la palabra,
balbuceo los residuos
del mercurio
y algo dentro de mí
instaura la
prerrogativa del rey
y de los dioses.
El sentido espiritual
del incesto es
la esencia de nuestra
frontera primitiva:
dulce grano de uva
que me alza a lo
divino.
Me indujeron la idea
de persecución,
las alucinaciones, la
culpa solo mía.
Cuando en realidad el
peso recae
sobre todo sueño
humano.
Tomé el largo cuchillo
de sacrificios
y hechizada por una
visión onírica
acepté mi error de
oveja perdida.
(Este poema hará parte del libro “Fiebre” que será publicado en Nueva York, en 2021)
Juan Guerrero: En varios de tus textos poéticos se evidencia un lenguaje marcado por la informalidad, franco, directo y hasta crudo. ¿Es una marca de estos tiempos terribles, grises y fragmentados?
Amarú Vanegas: La literatura es una apuesta y debemos hacer propuestas que pongan en riesgo las estructuras del lenguaje convencional, romper con la idea de que la lírica debe ser un ejercicio apegado a los cánones estéticos de la belleza, porque la modernidad nos ha llevado a la fragmentación del ser con sus prisas y caos.
Para mí, la belleza tiene muchos matices; a veces sórdidos, a veces descarnados y la poesía es una forma de registrarlos.
¿Toda palabra es poetizable?
Para mí, sí. Toda palabra es un universo y la poesía es la que permite erigir las bases que fundan la palabra.
Al leer tus textos queda apenas un ritmo y cierta cadencia que es el soporte donde el verso libre se desplaza en una voz que indaga su propia existencia. ¿Importa más el tema, el sentimiento, que la propia estructura en tu poesía?
A mi poesía no le gusta apegarse a fórmulas; entre sus principios está beber del germen del pensamiento filosófico, pero no se conforma con la mera razón, también sufre y goza en el cuerpo. Intento capturar los instantes en imágenes que se revelan como un cuadro de trazos diversos. La imagen, como fruto poderoso, es el corazón de mi propuesta.
Un rasgo que observo, en parte (o gran parte) de tu obra, es ese sentido de ‘teatralidad’ de la vida. ¿Abordas el hecho poético como una actuación?
Soy actriz, he vivido una relación muy estrecha entre poesía y escena, de hecho, cuando participo en invitaciones a festivales, encuentros y ferias, mi participación es dinámica y performática. Cada poema se convierte en una máscara, un universo con rostro propio que se vitaliza en la cercanía de los que escuchan y presencian, no sé leer mi poesía, debo memorizarla y darle vuelo.
Debo entender, entonces, que percibes la poesía como un ‘hecho’, materializado, ¿es carne y sangre en tu ser y hacer?
Te podría decir que, la poesía, es más grande que las pretensiones de cualquier poeta. Es un absoluto, nada le falta. Quienes nos entendemos con ella estamos para desnudar un poco esa visión, corriendo el riesgo de obnubilarnos con la potencia de su resplandor.
![[Img #51710]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2020/3220_unnamed-2.jpg)
La divinidad, Dios, entendida como creación, no religión, es luz, resplandor, instante único que revela su esencia. Dicen quienes de ello saben, que ese resplandor es lucidez (de luz), no inteligencia, que atrapa y hasta petrifica (la mujer de Lot). ¿Vives el riesgo?
Son justamente el susto ante la inmensidad, la adrenalina y la intensidad de la poesía, las razones que me hacen volver a ella, primero te acercas con curiosidad y cuando te atrapa vuelves con devoción. Sentir el filo de su cuchillo, el haz descomunal que la sustenta, su mordida, es como intentar ver lo divino, no puedes dejar de anhelarlo, aunque sea peligroso.
He leído que tu acercamiento a la poesía ocurre desde que eras casi una niña. Leer a Ramos Sucre o a Sylvia Plath, a los diez años, sería como leer un libro en otra lengua. ¿Qué imágenes tienes de esos tiempos?
Leer a Ramos Sucre, a Sylvia Plath y otras voces duras de la poesía, me permitió entrar en un firmamento adulto a muy corta edad. Había muchas cosas que no comprendía del todo, pero me inquietaban, me hacían pensar en la posibilidad del mundo más allá de la poesía romántica, amorosa, contemplativa o complaciente.
He tenido una vida dura desde muy pequeña. Me fui de mi casa a los 15 años, enfrenté la vida con el pecho abierto desde entonces. Estudié mi pregrado con mucho sacrificio, trabajando, ingeniándomelas. Por eso entendí siempre la literatura descarnada, quizá en parte por eso me relaciono tan bien con el arte crudo.
Recuerdo que leía a Giuseppe Ungaretti y esas imágenes capturadas de la Primera Guerra Mundial, cuando él era un soldado, y hay algo muy significativo que él decía sobre su poesía y es que la guerra le revelaba el lenguaje, decía las imágenes en forma rápida y rasgada porque el tiempo podía faltar. Así su palabra era rápida, intensa, con una carga de significado fulminante. Yo fui una niña que creció muy pronto, y he vivido cosas dolorosas, trágicas, he vivido mi propia guerra siendo ciudadana de la frontera: ciudadana de puente.
Mi poesía es retadora, busca transformar esos espacios desgarrados en una estética de vida en medio del caos, sin discursos edificantes, tampoco victimizado, simplemente se trata de entender las razones de cada historia y el infinito de posibilidades para abordar la vida. Todo aprendizaje lo atesoro y lo agradezco.
![[Img #51714]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2020/3646_unnamed-4.jpg)
Amarú, ¿crees que tu lenguaje poético, descarnado, rompe con la manera como se ha venido haciendo poesía en Venezuela?
Creo que otras propuestas poéticas en Venezuela, también bordean una estética del desgarramiento que si bien, son distintas, han profundizado en estos temas como una necesidad del discurso y del lenguaje. La poesía cobra sentido de mayor verdad, en cada generación, nos toca sentirla y algunas personas creemos que es vital traducirla en emociones orgánicas.
Hablas de ‘emociones orgánicas’. ¿Acaso también, orgiásticas y orgásmicas?
Cuando hablo de emociones orgánicas, me refiero a emociones vitales y verdaderas, que se distancian del artificio, experimentar la poesía con verdad, con honestidad, dejando las poses y los intereses de lado. También en lo auténtico caben la sensualidad y el erotismo, precisamente cuando se les da un tratamiento verdaderamente digno.
Ese espacio del artificio, de ‘emociones no vitales’, según tú, que no lo aborda la poesía. ¿Cómo hablar, entonces, de plenitud, de totalidad, de transgresión e irreverencia?
La transgresión pertenece, precisamente, al reino de lo real y de lo total. Trasgredir es romper el límite, ir más allá. Cuando una emoción es orgánica –entiéndase verdadera-, se erige desde todos sus gradientes para acercarse a lo absoluto que caracteriza a la poesía.
Cuando hablo del artificio, me refiero a cierta costumbre que se asume en ocasiones para establecer estereotipos en la poesía, que ciertamente hacen que pierda cualquier connotación transgresora.
![[Img #51711]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2020/3091_unnamed-3.jpg)
Siendo la poesía un absoluto y el hombre, en tanto ser limitado, una parcial verdad, ¿hay espacio para acceder a una verdad superior, o, por el contrario, ella siempre será el reflejo de él?
En mi opinión, el ser humano no podría alcanzar el grado de iluminación que la poesía contiene en su propio centro, por tanto, la poesía no puede estar supeditada a ser un reflejo de éste.
Estamos, al parecer, limitados por la percepción de nuestros sentidos. ¿Es posible abordar la poesía con otra percepción, ¿acaso, sinestésica?
La poesía es una experiencia inaprensible, no podemos apropiarnos de ella, apenas logramos acercarnos someramente con los pocos recursos de los que disponemos. Cada quien tendrá que afinar al máximo sus sentidos para intentar percibir lo que mejor se pueda y vivir la experiencia sin proyectar expectativas, como cuando te enamoras, o con la devoción del feligrés.
¿Te ha servido este tiempo de encierro ‘inducido’, para afinar los sentidos y poder escribir poesía?
Mi vida normal no se diferencia mucho de lo que nos ha tocado vivir en el confinamiento. Tengo mis rutinas de escritura, lectura y reflexión diarias, completamente necesarias para este oficio. Lo que ha cambiado, durante este año es que no he podido asistir a los eventos literarios en los que participo como invitada, sobre todo en Colombia, y ese tiempo sí lo he podido invertir para darle forma y culminar algunos proyectos pendientes.
Terminé un poemario que tenía empezado y estoy terminando otro que comencé en este período, además inicié un libro de cuentos y un proyecto de puesta en escena para teatro. También he podido aceptar las propuestas para ser parte del consejo editorial de dos importantes revistas literarias internacionales.
Ya que mencionas revistas literarias y encuentros de escritores, ¿cómo valorarías la producción literaria venezolana en sus nuevos escritores?
Esta nueva generación de escritores venezolanos viene con las baterías recargadas, son curiosos, comprometidos e innovadores. Apuestan por la literatura con convicción y se toman en serio el oficio, la sorpresa es que están haciendo sus esfuerzos por resolver los poemas y no sólo quedarse en el lugar común de expresar asuntos sentimentales, como a veces pasa con poetas nóveles. Tengo grandes esperanzas con la poesía de nuestro país.
¿Crees que las redes sociales y la diáspora, han potenciado la presencia de la literatura venezolana en el mundo?
Sí que lo creo. Tanto las redes sociales como la diáspora, han ayudado a visibilizar nuestra literatura en el mundo y dentro de Venezuela también.
Ya para terminar, Amarú. Quisiera tu opinión con relación a la literatura y el arte en general, y esta nueva realidad que se plantea, del hombre de este tiempo en medio de la pandemia y los cambios políticos.
No concibo a la literatura como un hecho aislado, siempre se alimenta de otras disciplinas en general y del arte en particular; viene a ser un territorio transversalizado que teje una urdimbre compleja. En mi caso, la poesía es un punto de encuentro que bebe de otras artes, soy una espectadora de cine, de la plástica, el teatro, la danza, la música y de cada una surge algo para alimentar al poema.
El confinamiento y la pandemia inevitablemente, están marcando la pauta para una literatura que tendrá su impronta en la convulsión que estos tiempos impregnan. Es parte de nuestro tiempo y seguirá dando pautas, lo mismo pasa con los hechos políticos y sociales, a razón de ellos la literatura contará con una sensibilidad especial, cada experiencia que nos afecta, aunque intentemos dar la espalda a la realidad, ella estará allí para decirnos: esto es lo que tenemos y lo que somos.
Esto es lo que revela la poesía de Amarú Vanegas (Mérida, 1977). Una poética de la devoción permanente a la escritura, a la pintura, al teatro, a la música y toda forma de arte.
El cuerpo poético que transita en la obra de Vanegas está cruzado por fragmentos de un mundo que es lenguaje en formas diversas. En ello, la poeta construye una verdad que es asumida como compromiso de existencia, de plenitud y a la vez, de ofrenda a la vida.
Cierto que es una escritura con versos que laceran, desgarran, pero también encuentran su belleza, su propia pasión de íntima amorosidad, sensualidad en la metáfora libre que transita y vive el poema.
De imágenes cargadas de ancestrales historias que se repiten una y otra vez, sin embargo, encuentran su propia identidad en la seducción de esto que ahora somos. Vanegas reflexiona, deja que su poética argumente en lo silente, en la mirada apolínea que soporta la densidad de su obra poética.
Graduada como ingeniero en la Universidad de Los Andes, posee una maestría en literatura, además de ser actriz y productora de teatro.
Entre sus principales libros, destacan: Mortis, (2001); El canto del pez, (2007); Criptofasia, Premio del V Concurso de Relatos StoryBox, España (2016); Dioses proscritos, Premio Internacional de Poesía Candelario Obeso, Colombia (2016); Añil, Premio Internacional de Poesía Alfonsina Storni, España (2019); Fisuras, Premio Ediciones Embalaje del XXXV Encuentro de Poetas Colombianas, Colombia (2020).
Ha realizado recitales de poesía y tertulias artísticas, tanto en Venezuela como en Colombia, Ecuador, Chile, Uruguay, Argentina, entre otros. Varios de sus textos poéticos han sido incluidos en antologías internacionales, y ha sido traducida al inglés, polaco, portugués y lituano.
![[Img #51712]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2020/7423_unnamed.jpg)
Entre sus poemas que mantiene inéditos presentamos el siguiente texto.
Civilización
Me lo arrancaron, sí.
Lanzaron sus pedazos
a ese vacío
que ningún cuerpo
puede alcanzar.
Me dejaron los pechos
colgantes,
humedecidos.
Me enseñaron el revés
del purgatorio,
rasgaron mis ojos.
Derramaron mi leche
en el fuego carnal de
los oficios,
esa boca de los
dioses.
Me exprimieron, me
mordieron,
me chuparon. Frotaron
mi sexo
y las axilas conjurando
el olor animal de lo
sagrado.
La violencia es materia
viva, piedra
que rompe el grito
desde el miedo,
una prodigiosa voz
sobrenatural
que nos enloquece
con su rol mitológico.
Algo se funda
a modo de estaca en
nuestro pecho
y desde la oscuridad
nos afilan
como toros
perfectibles
en los cuernos de la
luna,
con esa misma idea
órfica.
Soy una pequeña
criatura bio-lógica,
puedo despiojarme en
manada
mientras mis hijos
revientan
su fiebre cada día en
mi boca.
Sonrío porque mis
hábitos discursivos
han azulado la palabra,
balbuceo los residuos
del mercurio
y algo dentro de mí
instaura la
prerrogativa del rey
y de los dioses.
El sentido espiritual
del incesto es
la esencia de nuestra
frontera primitiva:
dulce grano de uva
que me alza a lo
divino.
Me indujeron la idea
de persecución,
las alucinaciones, la
culpa solo mía.
Cuando en realidad el
peso recae
sobre todo sueño
humano.
Tomé el largo cuchillo
de sacrificios
y hechizada por una
visión onírica
acepté mi error de
oveja perdida.
(Este poema hará parte del libro “Fiebre” que será publicado en Nueva York, en 2021)
Juan Guerrero: En varios de tus textos poéticos se evidencia un lenguaje marcado por la informalidad, franco, directo y hasta crudo. ¿Es una marca de estos tiempos terribles, grises y fragmentados?
Amarú Vanegas: La literatura es una apuesta y debemos hacer propuestas que pongan en riesgo las estructuras del lenguaje convencional, romper con la idea de que la lírica debe ser un ejercicio apegado a los cánones estéticos de la belleza, porque la modernidad nos ha llevado a la fragmentación del ser con sus prisas y caos.
Para mí, la belleza tiene muchos matices; a veces sórdidos, a veces descarnados y la poesía es una forma de registrarlos.
¿Toda palabra es poetizable?
Para mí, sí. Toda palabra es un universo y la poesía es la que permite erigir las bases que fundan la palabra.
Al leer tus textos queda apenas un ritmo y cierta cadencia que es el soporte donde el verso libre se desplaza en una voz que indaga su propia existencia. ¿Importa más el tema, el sentimiento, que la propia estructura en tu poesía?
A mi poesía no le gusta apegarse a fórmulas; entre sus principios está beber del germen del pensamiento filosófico, pero no se conforma con la mera razón, también sufre y goza en el cuerpo. Intento capturar los instantes en imágenes que se revelan como un cuadro de trazos diversos. La imagen, como fruto poderoso, es el corazón de mi propuesta.
Un rasgo que observo, en parte (o gran parte) de tu obra, es ese sentido de ‘teatralidad’ de la vida. ¿Abordas el hecho poético como una actuación?
Soy actriz, he vivido una relación muy estrecha entre poesía y escena, de hecho, cuando participo en invitaciones a festivales, encuentros y ferias, mi participación es dinámica y performática. Cada poema se convierte en una máscara, un universo con rostro propio que se vitaliza en la cercanía de los que escuchan y presencian, no sé leer mi poesía, debo memorizarla y darle vuelo.
Debo entender, entonces, que percibes la poesía como un ‘hecho’, materializado, ¿es carne y sangre en tu ser y hacer?
Te podría decir que, la poesía, es más grande que las pretensiones de cualquier poeta. Es un absoluto, nada le falta. Quienes nos entendemos con ella estamos para desnudar un poco esa visión, corriendo el riesgo de obnubilarnos con la potencia de su resplandor.
![[Img #51710]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2020/3220_unnamed-2.jpg)
La divinidad, Dios, entendida como creación, no religión, es luz, resplandor, instante único que revela su esencia. Dicen quienes de ello saben, que ese resplandor es lucidez (de luz), no inteligencia, que atrapa y hasta petrifica (la mujer de Lot). ¿Vives el riesgo?
Son justamente el susto ante la inmensidad, la adrenalina y la intensidad de la poesía, las razones que me hacen volver a ella, primero te acercas con curiosidad y cuando te atrapa vuelves con devoción. Sentir el filo de su cuchillo, el haz descomunal que la sustenta, su mordida, es como intentar ver lo divino, no puedes dejar de anhelarlo, aunque sea peligroso.
He leído que tu acercamiento a la poesía ocurre desde que eras casi una niña. Leer a Ramos Sucre o a Sylvia Plath, a los diez años, sería como leer un libro en otra lengua. ¿Qué imágenes tienes de esos tiempos?
Leer a Ramos Sucre, a Sylvia Plath y otras voces duras de la poesía, me permitió entrar en un firmamento adulto a muy corta edad. Había muchas cosas que no comprendía del todo, pero me inquietaban, me hacían pensar en la posibilidad del mundo más allá de la poesía romántica, amorosa, contemplativa o complaciente.
He tenido una vida dura desde muy pequeña. Me fui de mi casa a los 15 años, enfrenté la vida con el pecho abierto desde entonces. Estudié mi pregrado con mucho sacrificio, trabajando, ingeniándomelas. Por eso entendí siempre la literatura descarnada, quizá en parte por eso me relaciono tan bien con el arte crudo.
Recuerdo que leía a Giuseppe Ungaretti y esas imágenes capturadas de la Primera Guerra Mundial, cuando él era un soldado, y hay algo muy significativo que él decía sobre su poesía y es que la guerra le revelaba el lenguaje, decía las imágenes en forma rápida y rasgada porque el tiempo podía faltar. Así su palabra era rápida, intensa, con una carga de significado fulminante. Yo fui una niña que creció muy pronto, y he vivido cosas dolorosas, trágicas, he vivido mi propia guerra siendo ciudadana de la frontera: ciudadana de puente.
Mi poesía es retadora, busca transformar esos espacios desgarrados en una estética de vida en medio del caos, sin discursos edificantes, tampoco victimizado, simplemente se trata de entender las razones de cada historia y el infinito de posibilidades para abordar la vida. Todo aprendizaje lo atesoro y lo agradezco.
![[Img #51714]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2020/3646_unnamed-4.jpg)
Amarú, ¿crees que tu lenguaje poético, descarnado, rompe con la manera como se ha venido haciendo poesía en Venezuela?
Creo que otras propuestas poéticas en Venezuela, también bordean una estética del desgarramiento que si bien, son distintas, han profundizado en estos temas como una necesidad del discurso y del lenguaje. La poesía cobra sentido de mayor verdad, en cada generación, nos toca sentirla y algunas personas creemos que es vital traducirla en emociones orgánicas.
Hablas de ‘emociones orgánicas’. ¿Acaso también, orgiásticas y orgásmicas?
Cuando hablo de emociones orgánicas, me refiero a emociones vitales y verdaderas, que se distancian del artificio, experimentar la poesía con verdad, con honestidad, dejando las poses y los intereses de lado. También en lo auténtico caben la sensualidad y el erotismo, precisamente cuando se les da un tratamiento verdaderamente digno.
Ese espacio del artificio, de ‘emociones no vitales’, según tú, que no lo aborda la poesía. ¿Cómo hablar, entonces, de plenitud, de totalidad, de transgresión e irreverencia?
La transgresión pertenece, precisamente, al reino de lo real y de lo total. Trasgredir es romper el límite, ir más allá. Cuando una emoción es orgánica –entiéndase verdadera-, se erige desde todos sus gradientes para acercarse a lo absoluto que caracteriza a la poesía.
Cuando hablo del artificio, me refiero a cierta costumbre que se asume en ocasiones para establecer estereotipos en la poesía, que ciertamente hacen que pierda cualquier connotación transgresora.
![[Img #51711]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2020/3091_unnamed-3.jpg)
Siendo la poesía un absoluto y el hombre, en tanto ser limitado, una parcial verdad, ¿hay espacio para acceder a una verdad superior, o, por el contrario, ella siempre será el reflejo de él?
En mi opinión, el ser humano no podría alcanzar el grado de iluminación que la poesía contiene en su propio centro, por tanto, la poesía no puede estar supeditada a ser un reflejo de éste.
Estamos, al parecer, limitados por la percepción de nuestros sentidos. ¿Es posible abordar la poesía con otra percepción, ¿acaso, sinestésica?
La poesía es una experiencia inaprensible, no podemos apropiarnos de ella, apenas logramos acercarnos someramente con los pocos recursos de los que disponemos. Cada quien tendrá que afinar al máximo sus sentidos para intentar percibir lo que mejor se pueda y vivir la experiencia sin proyectar expectativas, como cuando te enamoras, o con la devoción del feligrés.
¿Te ha servido este tiempo de encierro ‘inducido’, para afinar los sentidos y poder escribir poesía?
Mi vida normal no se diferencia mucho de lo que nos ha tocado vivir en el confinamiento. Tengo mis rutinas de escritura, lectura y reflexión diarias, completamente necesarias para este oficio. Lo que ha cambiado, durante este año es que no he podido asistir a los eventos literarios en los que participo como invitada, sobre todo en Colombia, y ese tiempo sí lo he podido invertir para darle forma y culminar algunos proyectos pendientes.
Terminé un poemario que tenía empezado y estoy terminando otro que comencé en este período, además inicié un libro de cuentos y un proyecto de puesta en escena para teatro. También he podido aceptar las propuestas para ser parte del consejo editorial de dos importantes revistas literarias internacionales.
Ya que mencionas revistas literarias y encuentros de escritores, ¿cómo valorarías la producción literaria venezolana en sus nuevos escritores?
Esta nueva generación de escritores venezolanos viene con las baterías recargadas, son curiosos, comprometidos e innovadores. Apuestan por la literatura con convicción y se toman en serio el oficio, la sorpresa es que están haciendo sus esfuerzos por resolver los poemas y no sólo quedarse en el lugar común de expresar asuntos sentimentales, como a veces pasa con poetas nóveles. Tengo grandes esperanzas con la poesía de nuestro país.
¿Crees que las redes sociales y la diáspora, han potenciado la presencia de la literatura venezolana en el mundo?
Sí que lo creo. Tanto las redes sociales como la diáspora, han ayudado a visibilizar nuestra literatura en el mundo y dentro de Venezuela también.
Ya para terminar, Amarú. Quisiera tu opinión con relación a la literatura y el arte en general, y esta nueva realidad que se plantea, del hombre de este tiempo en medio de la pandemia y los cambios políticos.
No concibo a la literatura como un hecho aislado, siempre se alimenta de otras disciplinas en general y del arte en particular; viene a ser un territorio transversalizado que teje una urdimbre compleja. En mi caso, la poesía es un punto de encuentro que bebe de otras artes, soy una espectadora de cine, de la plástica, el teatro, la danza, la música y de cada una surge algo para alimentar al poema.
El confinamiento y la pandemia inevitablemente, están marcando la pauta para una literatura que tendrá su impronta en la convulsión que estos tiempos impregnan. Es parte de nuestro tiempo y seguirá dando pautas, lo mismo pasa con los hechos políticos y sociales, a razón de ellos la literatura contará con una sensibilidad especial, cada experiencia que nos afecta, aunque intentemos dar la espalda a la realidad, ella estará allí para decirnos: esto es lo que tenemos y lo que somos.






