Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 05 de Diciembre de 2020

Dolor de cuello

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Me vuelvo hacia la izquierda y un dolor tremendo en el cuello me hace rectificar la postura, posiciono entonces mi cabeza, acompañada por supuesto del cuello y del resto del cuerpo, hacia el lado derecho, pero es poco rato el que puedo aguantar en esa colocación, instintivamente mi cuerpo gira de nuevo hacia la izquierda,  pero la tensión tan fuerte de los nervios del cuello no me permite estar mucho tiempo recostada hacia ese lado y el dolor me obliga a situarme en el centro, mirando al techo, un techo bajo, sin mucha perspectiva; no, no me siento a gusto en esa postura. Qué desazón, ni en la izquierda ni en la derecha encuentro acomodo, pero necesito posicionarme en algún lado para poder dormir aunque sea forzando mi nivel de dolor, así que intento de nuevo acomodarme en la izquierda que es hacia donde se inclina mi cuerpo de una manera instintiva. Con decisión consigo mantenerme en esta postura el rato suficiente para caer por un rato en los brazos de Morfeo. Y así entre girar hacia la izquierda, la derecha y el centro paso la noche tratando de solventar un intenso dolor de cuello.

 

¿Por qué el cuello acumulará tanta tensión? ¿De dónde viene esta tensión?

 

Busco en mamá Google, y dice: La tensión en el cuello es una dolencia muy común hoy en día y tiene su origen en la distensión de los músculos de la zona a causa de nuestro estilo de vidadonde influyen una serie de factores que se pueden, y deben, evitar.

 

¿Cuál es nuestro estilo de vida que nos hace tanto daño en el cuello?¿Es que no  vivimos en un estado de bienestar?

 

En las rotaciones de la noche me da por pensar que lo que en un tiempo se llamaba ‘estado de bienestar’ ahora deberíamos llamarlo ‘estado de malestar’.

 

Y pienso que era ‘bienestar’ cuando los jóvenes estudiaban una carrera y sabían que al final del esfuerzo encontraban la compensación de un trabajo digno que le iba a permitir vivir el ciclo de la vida felizmente. Cuando se te pinchaba una rueda en la carretera y se paraba el primer coche a ayudar a cambiar la rueda. Cuando te podías independizar de la familia alquilando un piso sin problemas incluso siendo estudiante. Cuando la gente se saludaba por la calle con una sonrisa. Cuando era impensable que los políticos se insultaran públicamente y menos en el forogubernativo. Cuando la oratoria era un “arte de hablar en público con elocuencia, con la finalidad de persuadir o conmover al auditorio”. Cuando la ética y la moral eran valores sagrados, como el respeto, la honestidad, la responsabilidad, la empatía…Cuando no existía un liberalismo a ultranza en el que el dinero es la única finalidad personal con lemas como “yo, mi, me, conmigo” o “maricón el último” que es lo mismo que decir lo que dice Trump cuando dice “Americafirst” aunque en realidad quiera decir “Trumpfirst”. Cuando la palabra stress apenas había salido del diccionario.

 

Eso pensaba yo esta mañana y comparaba aquel modus vivendi blando y relajado con las tensiones continuas que nos asediandía a día. Hay una sensación de ‘acoso y derribo’ a la clase media. Esa clase que en un momento dado igualó bastante a la sociedad consiguiendo que los de abajo y muy abajo subieran peldaños y los instalados históricamente arriba bajaran algunos escalones. Esa clase media feliz en su día por tener acceso a un bienestar aquellos que no lo tenían y mantener su bienestar los que lo tenían, esa clase media ya no es feliz.

 

Los que se han aprovechado de la nueva fórmula del liberalismo entendido a su manera, es decir, entendido como la posibilidad de aprovecharse de lo ajeno para hacerlo propio son los que han atravesado la barrera de ‘los valores’ y se han posicionado en el lado de los ‘nuevos gansters’ y  han vuelto a abrir la brecha social y esta vez mucho más grande y más insalvable. Son pocos, pero no tan pocos.

 

La gran masa social que es la productiva, y la base y el sostén de la sociedad, vive hoy atosigada por la cantidad de deberes que les imponen y la cantidad de derechos que están perdiendo.

 

Se da una sensación en el ambiente de estado policial, de una sutil amenaza  que sobrevuela sobre las sencillas vidas del contribuyente por parte de un ente superior que puede ser el Estado o el Supraestado. Una especie de fuerza con intención de amedrentar y achicar el espíritu de la clase media, por lo que parece con intención de que esta clase media produzca y sostenga las desenfrenadasambiciones de los que han conseguido pasarse al lado de los que acumulan sin miramiento, es decir de los corruptos. Los gobiernos, queriendo sosegar y contentar el espíritu del alterado hormiguero reparte unas míseras prestaciones sociales mientras que ellos se auto contentan engordando aún más su ya orondas nóminas.

 

Hoy el estado de bienestar ya no es extensible a la gran mayoría de la población sino a unos pocos, los que manejan el cotarro.

 

Puf. Qué de vueltas da la cabeza.

 

A mí me tensiona la injusticia, y hay tanta…; las mentiras, y las hay tan grandes…; la mangancia, y la hay tan gorda…

 

Comprendoque la tensión de mi cuello no me deje dormir.

 

O témpora o mores

 

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