Las cartas que se intercambiaron los niños de Villagatón y los Reyes Magos en 1958

Por los años 1956, 57 y 58, las cartas a los Magos todavía pedían juguetes vinculados a la vida futura, al medio rural, un caballo, unas campanillas, una cocinita, una muñeca, algunos no concretaban y solicitaban desde su humildad que lo que les plugiera: “Nos conformamos con lo que su excelencia y divina bondad nos quieran enviar, les será agradecido, les saluda atentamente el niño que su mano besó”. “Me gustaría que me mandaran una muñeca que me gusta mucho, si no la tienen me traen ustedes lo que les parezca porque yo soy de buen conformar”, escribe María Elena Pérez.

Las niñas Elvirita y Choni, el 3 de enero de 1958, temían que por la fecha avanzada se hayan agotado los regalos, escriben desde Villagatón: “Porque, aunque nosotras casi nos pasamos la vida aquí, nuestros padres residen en Brañuelas y quizá los Reyes de Villagatón no nos traigan nada.”

El niño Emilio Nuevo escribía esta preciosa carta: “Ya se acercan a su día otra vez más, el día en que los niños los esperamos con mucha alegría y muy contentos, pues como el Niño Jesús os esperaba, también nosotros os esperamos. ¡Con lo que a mí me gusta jugar! Yo quería un parchís, o un libro o  lo que tengáis de voluntad. Bueno hasta otro año.”

Ángel Pérez por su parte les decía a los Reyes de Oriente que “(…) en espera de que no tengan miedo al mal tiempo yo les pido de aguinaldo un juego de carpintería que me gusta mucho, pero si no lo tienen con la voluntad de Vds me conformo y quedo muy agradecido y por hoy nada más.”  Mari luz Nuevo, de aquellas, pedía un estuche de labor, mientras que Sabina Vallinas una enciclopedia.

Los reyes por aquellos años traían lo que podían. No se sabe si por entonces algún niño de La Cepeda encontraría, como en el poema de Hernández, sus abarcas vacías, sus abarcas desiertas. Lo que si recibirían sería cumplida respuesta, uno a uno en carta mecanografiada de los propios Reyes.

Algunos sobres, por la premura quedaron sin abrir, pero ya sabemos que los Reyes son mágicos y que basta expresar un deseo para que ellos lo conozcan.