Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 30 de Enero de 2021

El sentido de la vida

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Los seres humanos nos planteamos con cierta frecuencia, y con incierta angustia, cual es el sentido de nuestra vida.

 

“El sentido de la vida radica en la trascendencia”, afirma el antropólogo Viktor Frankl quien considera que no deberíamos preguntarnos por el sentido de la vida a nosotros mismos porque nosotros no tenemos la respuesta. Sostiene que la respuesta la debemos encontrar en el fluir de nuestra propia vida “descubriendo y encarnando valores”. Pero puntualiza que cuando hablamos del ‘sentido último’ de nuestra existencia la respuesta, entonces, transciende nuestra capacidad de comprensión.

 

El antropólogo afirma que la vía para encontrar y descubrir el sentido de nuestra vida no la encontraremos a través del intelecto o la filosofía sino que descubriremos ese inquietante enigma de la vida a través de los diversos caminos de la experiencia cotidiana. Y para comprender mejor su teoría establece tres tipos diferentes de aquellos valores que nos darán respuestas en las experiencias de la vida cotidiana.

 

 

Los valores de Creación

 

Se refieren a lo que el ser humano realiza en forma de trabajo, creación, transformación. En la labor lo que cuenta es la entrega concreta, la intensidad con la que se aplica a la tarea y no el tipo de trabajo que se realiza. No es tan importante el qué cosa, sino el cómo. ”Lo que hace de la vida algo insustituible e irremplazable, algo único, algo que sólo se vive una vez, depende del hombre mismo, depende de quién lo haga y de cómo lo haga, no de lo que se haga.”

 

 

Valores de Experiencia

 

Se refieren a lo que el ser humano recibe gratuitamente del mundo, en forma de vivencia artística, filosófica, literaria, etc. Contemplar la belleza de la naturaleza es uno de los mejores modos de encontrar el sentido de la vida. Pero la experiencia más profunda en este segundo camino es el encontrarse con otro ser humano y descubrir en él su unicidad, su irrepetibilidad, “Esta es la experiencia trascendente del encuentro humano que admite diversos niveles que recorren todos los tipos de amistad hasta llegar al amor profundo.”

 

Para el antropólogo el amor si es verdadero y auténtico, no se detiene en lo psicofísico, sino que alcanza el yo profundo, la personalidad del otro. La relación física/erótica es sólo una expresión del amor. El amor será verdaderamente amor cuando sea comprendido como expresión de la espiritualidad.

 

El amor es, por tanto, la orientación directa hacia la persona misma del ser amado, en cuanto algo único e irrepetible, rasgos que hacen de él una persona espiritual.

 

 

Valores de Actitud

 

Encontrar sentido al trabajo, a la creación, al arte, es más fácil. En cambio, encontrarle el sentido al sufrimiento no lo es. Para los valores de creación necesitamos aptitudes, capacidad creadora; para los valores de experiencia, capacidad de sentir y vivenciar; para los valores de actitud, capacidad de sufrimiento. Y no la poseemos naturalmente, no se trae consigo al nacer, tenemos que adquirirla, conquistarla en el padecimiento mismo de la vida.

 

La sociedad y los medios de comunicación social no nos preparan para el sufrimiento o la vivencia de lo espiritual: inciden en el valor del éxito, la eterna juventud y el poder mal entendido. Por ello, cuando alguien se enfrenta de repente con la realidad ineludible de un dolor físico, moral, psicológico o espiritual, se sacuden los cimientos de su seguridad, se derrumba y hasta se degrada muchas veces. “Cuando la espiritualidad humana se bloquea, el hombre hace regresión en dirección de sus ancestros animales.”

 

Para Frankl, es en el sufrimiento donde se manifiesta la grandeza del ser humano, el temple de su espíritu, porque sólo en el padecimiento se encuentra la confrontación consigo mismo, con su capacidad no sólo de trabajar y de gozar sino también de sufrir. “Sufrir significa tomar postura frente al propio dolor y esto equivale a estar ´por encima´ de él”.

 

En el sincero sufrimiento el hombre tiene la oportunidad de “cumplir su propio sentido y darse plenitud a sí mismo.” “¡El dolor pertenece a la esfera más íntima y personal del hombre. ¡El hombre no educado por el dolor permanece siempre niño! ¡La última ley de la historia es el sufrimiento!”

 

“El crecimiento, la maduración, el enriquecimiento de una vida humana están ligados al dolor y a la pregunta ¿por qué sufrir? El porqué del dolor es una respuesta sin palabras.” Como lo es el amor, el otro factor fundamental del enriquecimiento humano. El amor tampoco tiene un porqué, el amor surge y se da, sin justificaciones.

 

Amor y dolor se generan y maduran en el silencio. El dolor nos construye, nos da el sentido de nosotros mismos, y el amor nos proyecta nos otorga el sentido de trascendencia. Amor y dolor son ingredientes básicos que dan significado a la vida.

 

El antropólogo insiste en la importancia de tomar conciencia de que somos únicos e irrepetibles, y que tenemos la libertad, y responsabilidad, de manejar los valores necesarios para encontrar el sentido de trascendencia a nuestra existencia.

 

O témpora o mores

 

PD. Teresa Lemus de Vanek: El sentido trascendente de la vida en Viktor Frankl

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