María José Cordero
Sábado, 13 de Febrero de 2021

Embozados

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Las calles se llenan de embozados transeúntes que arrastran su impotencia en este tiempo aciago que nos ha tocado vivir. Discurren los días y no se ve el final de este túnel oscuro en donde estamos sitiados. Es una batalla con un enemigo que no da la cara, se agazapa entre las sombras y lo desconocido; transita a nuestro lado y elige una víctima al azar; nos ningunea con soberbia; se exhibe orgulloso ante la ignorancia…No da tregua.

           

A pesar de ir casi de incógnito por la calles, aún hay personas que te miran fijamente a los ojos, esa ventana al mundo, y preguntan si tú eres tú… ¿Qué ocurriría si los labios tuvieran la posibilidad de ver? ¿Qué pasaría si nos cubrieran los ojos y tuviésemos la boca despejada? Colocándonos en la hipótesis de que los labios viesen… ¿Se nos distinguiría por la sonrisa? ¿Se nos diferenciaría por el rictus de amargura de nuestra boca?

           

En estos tiempos de incredulidad, quizás nos hemos dado cuenta que la mirada busca, sufre, sonríe, vive. Forma parte de nuestra genuina personalidad, de nuestro acercamiento al otro o nuestro hermetismo. Los ojos saludan, te muestran amistad o, por el contrario, rechazo.

           

A pesar del embozo se nos distingue, a pesar del sigilo se nos descubre. Somos paseantes recelosos de un mundo a la deriva. Hay quien discute sobre no sé qué paranoias y se resiste a creer en la ola cruenta de defunciones por el virus maldito. Establece una guerra entre la verdad y su verdad. O, la posibilidad de una verdad opuesta a la suya. No creen que la vacuna sea la solución, pero tampoco se hubieran vacunado de la polio, la difteria, el tifus, la tosferina o la viruela.

           

También hay pandemia de ignorancia. Ha surgido como las placas de de ciertos depósitos de un pozo ciego. Todo son conspiraciones y más conspiraciones, elemento de persuasión que utilizan algunos sinvergüenzas para campar a su antojo por el poder. Tienen el brillo fatuo de la fruslería, el oropel cansino de la manipulación y me cansan hasta el aburrimiento, pero resisto, no pienso desesperar, la vida, en algún momento, nos espera.

           

Recluida en mi guarida, aguardo la resurrección de la inteligencia, aquí sobre este muro.

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