Carnaval. Aforismos
![[Img #52735]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2021/2757_p1100820-copia.jpg)
- Contemplando un día cualquiera la ciudad podemos observar la enorme cantidad de disfraces que surgen en ella: diferentes tipos de trabajadores, soldados, policías, personas con delantales, con batas, con monos, con gorros, personas ricas vestidas de ricos, personas pobres vestidas de pobres, personas ricas vestidas de pobres, personas pobres vestidas de ricos, niños vestidos de niños, niños vestidos de mayores, niños vestidos con uniformes, todos iguales, personas vestidas a la moda, otras vestidas con modelos más antiguos, y todos ellos sin la conciencia de ir disfrazados.
- Cada profesión, cada personalidad y cada situación tienen su disfraz.
- El Carnaval, además de una fiesta, es la reivindicación de que existe otro ser humano con mi misma piel, que también soy yo, pero que no puede ser habitualmente del todo él.
- El hecho de que haya algún nexo de unión entre los miembros de un grupo de Carnaval hace pensar que el ser humano no es un ser aislado, individual, sino que establece lazos con quienes son más cercanos a él, y que hay patrones que aceptan, al menos, algunas otras personas.
- En el Carnaval actual no se trata tanto de disfrazarse de otro, sino de quitarse por una vez el disfraz que uno mismo lleva puesto todos los días, para que aparezca el yo que suele estar oculto.
- Para algunos, el Carnaval es el día más serio del año, porque en él puede hacer su aparición un yo más auténtico que el que se muestra todos los días.
![[Img #52734]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2021/7476_p1420139-1.jpg)
- Hay quienes se identifican tanto con el disfraz de cada día que no toleran quitárselo, porque se han autoengañado hasta tal punto que creen que con él puesto son más ellos mismos.
- El disfraz de cada día es el símbolo de aquello a lo que le entregamos la mayor parte de nuestro tiempo, de nuestra vida.
- Un buen disfraz de Carnaval debe producir en el espectador belleza, risa o crítica. Los que muestran, sobre todo, la dificultad o la complejidad de su realización figuran en Carnaval como podían hacerlo en un pase de modelos o en cualquier otro sitio.
- El origen más cercano a nosotros del Carnaval parece que está en la despedida del consumo de carne que hacían los cristianos el miércoles de ceniza y que duraba todos los viernes de la cuaresma. Los tres días anteriores a dicho miércoles, los de “carnestolendas” o “Antruejo”, se celebraba el Carnaval. Hoy este sentido de la fiesta prácticamente se ha perdido y celebramos el Carnaval, como cualquier otro festejo, porque toca celebrarlo.
Desde sus orígenes más remotos, el Carnaval era un periodo de crítica, de permisividad y de espontaneidad. Hoy no en todos los lugares se celebra con estas características, y, en aquellos en los que si se ponen en práctica, no se entiende que luego caigan en el olvido: la crítica no siempre está bien vista, la permisividad es perseguida y la espontaneidad es absorbida por la rutina.
- No debería ser tan difícil que todos los días del año se viviesen como si fuera Carnaval.
- El virus SARS-CoV-2 apareció inicialmente disfrazado de chino. Posteriormente, en su particular Carnaval, ha ido vistiéndose de británico, de brasileño e, incluso, de sudafricano, pero lamentablemente no se le ve en ningún Desfile.
- Al terminar el Carnaval se suele quemar al dios MOMO, que encarna las burlas, la ironía y el sarcasmo. Propongo que en cuanto pueda celebrarse el Carnaval en las calles, se indulte a este dios y se queme en su lugar al diablo de la Covid-19.
- Contemplando un día cualquiera la ciudad podemos observar la enorme cantidad de disfraces que surgen en ella: diferentes tipos de trabajadores, soldados, policías, personas con delantales, con batas, con monos, con gorros, personas ricas vestidas de ricos, personas pobres vestidas de pobres, personas ricas vestidas de pobres, personas pobres vestidas de ricos, niños vestidos de niños, niños vestidos de mayores, niños vestidos con uniformes, todos iguales, personas vestidas a la moda, otras vestidas con modelos más antiguos, y todos ellos sin la conciencia de ir disfrazados.
- Cada profesión, cada personalidad y cada situación tienen su disfraz.
- El Carnaval, además de una fiesta, es la reivindicación de que existe otro ser humano con mi misma piel, que también soy yo, pero que no puede ser habitualmente del todo él.
- El hecho de que haya algún nexo de unión entre los miembros de un grupo de Carnaval hace pensar que el ser humano no es un ser aislado, individual, sino que establece lazos con quienes son más cercanos a él, y que hay patrones que aceptan, al menos, algunas otras personas.
- En el Carnaval actual no se trata tanto de disfrazarse de otro, sino de quitarse por una vez el disfraz que uno mismo lleva puesto todos los días, para que aparezca el yo que suele estar oculto.
- Para algunos, el Carnaval es el día más serio del año, porque en él puede hacer su aparición un yo más auténtico que el que se muestra todos los días.
- Hay quienes se identifican tanto con el disfraz de cada día que no toleran quitárselo, porque se han autoengañado hasta tal punto que creen que con él puesto son más ellos mismos.
- El disfraz de cada día es el símbolo de aquello a lo que le entregamos la mayor parte de nuestro tiempo, de nuestra vida.
- Un buen disfraz de Carnaval debe producir en el espectador belleza, risa o crítica. Los que muestran, sobre todo, la dificultad o la complejidad de su realización figuran en Carnaval como podían hacerlo en un pase de modelos o en cualquier otro sitio.
- El origen más cercano a nosotros del Carnaval parece que está en la despedida del consumo de carne que hacían los cristianos el miércoles de ceniza y que duraba todos los viernes de la cuaresma. Los tres días anteriores a dicho miércoles, los de “carnestolendas” o “Antruejo”, se celebraba el Carnaval. Hoy este sentido de la fiesta prácticamente se ha perdido y celebramos el Carnaval, como cualquier otro festejo, porque toca celebrarlo.
Desde sus orígenes más remotos, el Carnaval era un periodo de crítica, de permisividad y de espontaneidad. Hoy no en todos los lugares se celebra con estas características, y, en aquellos en los que si se ponen en práctica, no se entiende que luego caigan en el olvido: la crítica no siempre está bien vista, la permisividad es perseguida y la espontaneidad es absorbida por la rutina.
- No debería ser tan difícil que todos los días del año se viviesen como si fuera Carnaval.
- El virus SARS-CoV-2 apareció inicialmente disfrazado de chino. Posteriormente, en su particular Carnaval, ha ido vistiéndose de británico, de brasileño e, incluso, de sudafricano, pero lamentablemente no se le ve en ningún Desfile.
- Al terminar el Carnaval se suele quemar al dios MOMO, que encarna las burlas, la ironía y el sarcasmo. Propongo que en cuanto pueda celebrarse el Carnaval en las calles, se indulte a este dios y se queme en su lugar al diablo de la Covid-19.