Juan José Alonso Perandones, alcalde de Astorga
Viernes, 26 de Febrero de 2021

OPINIÓN / Más que clamor en estos concejales hay escozor

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Dicen los actuales concejales del PP, en este tiempo de pandemia, doloroso y de difícil gestión, que lo que realmente existe es un clamor en toda la ciudad, a propósito de unas subvenciones concedidas al Ayuntamiento. Ya hay que ser pretenciosos para atribuirse un conocimiento de lo que sienten todos los astorganos. Yo creo que no, que en caso de existir alguna sensación, más que de clamor, será de escozor, y tan solo en ellos, y  en aquellos de sus seguidores que regurgitan sus excesos verbales y se regustan con tan agrio sabor.

 

En esta última exhibición para armar bulla, ante los medios, cuyo motivo es el destino de dos subvenciones otorgadas por la Junta de Castilla y León, mezclan estos concejales toda una suerte de cuestiones, como las que dicen existentes ‘colas del hambre’ con el desarrollo industrial, el turismo… Y dedican un amplio espacio a presentar como un derroche inversor, a costa de los astorganos, algunas dotaciones, desarrolladas, fundamentalmente, en mandatos de mi anterior etapa, que me cupo el honor de presidir. A desmentir estas peregrinas apreciaciones dedicaremos los últimos párrafos.

   

Lo que importa, primeramente,  es el futuro, y a eso estamos. Las dos subvenciones otorgadas por la Junta están relacionadas con el empleo y la inversión, dentro de la denominada Agenda 2030. Fueron anunciadas hace dos meses, y ya ha finalizado el plazo de presentación de solicitudes. Con retardo andan, pues, estos concejales, y desorientados, quizás intencionadamente, respecto a los requisitos y fines de estas subvenciones, que no son para repartirlas, como boletos  de lotería, en los establecimientos. Otros ayuntamientos han optado por ejecutar obras de alumbrado, en jardines, pavimentación… Nuestra elección ha sido la Biblioteca Municipal, pues necesita la remodelación de la planta baja; después de 37 años, y con intervenciones parciales, es necesario un proyecto uniforme, de conjunto, en su salón de actos, salas de exposiciones, acorde con el equipamiento necesario actualmente para tales funciones, etc.  Algunos, en una de estas subvenciones concedidas, por ignorancia supina o simulada, al constar en su convocatoria la palabra “covid”, han  difundido que es para material sanitario o similar adscrito a la pandemia, cuando se trata de un Fondo Extraordinario de inversión pública para paliar sus efectos económicos.

   

Por otra parte, existe toda una comparsa, figurante en las cloacas digitales, que va transmitiendo la perversa falsedad de que cualquier subvención que se consigue se puede destinar a lo que el Ayuntamiento quiera.  Partamos de un ejemplo muy sencillo, astorganos hay que han pedido subvención para cambiar su caldera, pues bien, ese dinero que les otorgan no lo pueden destinar a comprar una mesa de cocina. La ejecución de obra en la Biblioteca favorece el temporal empleo, cumple un fin social y patrimonial; facilita un espacio para la formación, la divulgación y exposición; es el edificio cultural municipal más disfrutado por la ciudad, y una de las dotaciones garante de su positiva imagen. 

 

En cuanto al enjuiciamiento de mi labor pasada (siempre se ha de entender con mis compañeros), a la  que dedican párrafos, permítanme una licencia, porque una cosa es no reconocer nuestro trabajo y otra despreciarlo. Ni con cuatro legislaturas estos concejales, visto lo visto, alcanzarían la inversión y subvenciones de una cualquiera de las que tuve el honor de presidir en la anterior etapa; falta por ver, por supuesto, cómo finaliza esta en condiciones tan excepcionales, pues  queda aún camino por recorrer, y no solo a nuestro grupo, evidentemente. 

 

No procede un recuento de la transformación, mejoras urbanísticas y equipamientos que la ciudad tuvo en legislaturas bajo nuestra responsabilidad; quien no quiere verlas no las reconocerá nunca. Pero concédanme la licencia de dar una respuesta ante las obras que mencionan, para indicar, falsamente, un gasto astronómico, a ellas dedicadas, de los caudales municipales. En cuanto al Teatro Gullón, su costo de rehabilitación supuso un importe de 4.781.335, 31 euros (no como dicen unos 2.500.000 euros), sufragados íntegramente por el Ministerio de Fomento, incluso la redacción del proyecto; por poco espabilado que uno sea,  entenderá que tal inversión no le cayó a la ciudad del cielo. En la casa de los Panero tampoco las arcas municipales han aportado 1.200.00 euros (ellos dicen que es esta cantidad, en los Plenos aseguran que  ignoran su cuantía); partamos, si es su deseo, de ese supuesto; aun así el Ayuntamiento no habría aportado más del 37 %; por poco despejado que uno sea de mente, tampoco pensará que las subvenciones obtenidas para esta casa llegaron por estar a por uvas.

   

Y, por fin, recalan, para desacreditar, en la Harinera; bien, si tenemos la suerte de poder, al menos, evitar su ruina y salvar, junto a su destacada arquitectura industrial, la importante maquinaria que atesora desde fines del siglo XIX (de molturación de cereales, del chocolate, de fideos…), volverán a caer  en el mismo error que cuando no votaron a favor de que Astorga adquiriese los fondos más valiosos, conservados en España,  para su Museo del Chocolate; es decir, que con estos concejales, entre otros bienes, no tendríamos hoy este excepcional museo. Y, en fin, toda una retahíla de otros desaciertos, que en las actas municipales recogidos están. He de decir, no obstante,  que no todos sus compañeros han mostrado esta inquina contra los bienes patrimoniales de la ciudad, sino que, incluso, han tenido su parte en la ejecución o redacción de sus proyectos; y a ellos, como un ciudadano más, estoy agradecido. 

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