Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 10 de Abril de 2021

Alfonso XIII y su inconsciente desmemoria

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En esta semana hace 90 años del 14 de abril del 1931, fecha que  cambió el rumbo de la Historia de nuestro país.

 

El rey Alfonso XIII nació con la alegría de vivir y con la satisfacción de estar por encima de todo y todos los que le rodeaban ya que fue tratado como rey desde que asomó la cabeza a este mundo. Dicen que era alegre, muy sonriente y simpático,  pero creo que no llegó a ‘campechano’. Ese gentil rasgo de carácter fue una evolución en dos generaciones.

 

Jose Maria Carretero fue un periodista de finales del s.XIX y principios del s. XX muy activo y muy reconocido y considerado en su época. Se encontró en uno de los mejores restaurantes de Budapest (antes de que la preciosa ciudad quedara arrasada por la Segunda Guerra Mundial), en el Hotel Danubio, con el ex rey Alfonso XIII que, ya en el exilio, se paseaba alegre y elegantemente, como un dandi, por los lugares más exquisitos de la Europa de pre-guerra,con su empaque de rey sin más ocupación que la de disfrutar de su condición y su dinero. Consiguió hacerle una entrevista personal.

 

“Pregúntame lo que quieras, -le anima el exrey-  habla sin reparos. Aquí no hay Gabinete de Prensa, ni ministros, ni palaciegos, ni mucho menos protocolo. Por mi parte, sólo hay un hombre que va con la conciencia tranquila por todos los caminos del Mundo. Puedo asegurarte que nada existe recóndito en mi alma que supere a la satisfacción del deber cumplido hasta el sacrificio, que es una forma, como otra cualquiera, del heroísmo. ¿Cómo puede a mí inquietarme  ninguna pregunta, ni ningún comentario, ni ninguna crítica?... Mi verdad tiene más fuerza que los muros más densos. Y ¿qué importa que la retrasen si al fin ha de imponerse?”

 

El entrevistador le pregunta  “¿Por qué abandonó Vuestra Majestad España el 14 de abril de 1931?”

 

“Vamos a invertir la pregunta, contesta sin vacilar Alfonso XIII, “¿Qué hice yo para que España me abandonase el 12 de abril?... Yo no abandoné España. Yo fui echado de España, y a mi juicio no había otra solución que la que adopté. Porque, como ya he dicho muchas veces, no quise que por mi causa personal se derramase una sola gota de sangre española. Desde que conocí los resultados de la votación del 12 de abril vi claramente lo que me quedaba de hacer: o provocar un acto de fuerza o marcharme…” ( ¿le echaron o se fue generosamente? ¿?)

 

“Pero -le replica el entrevistador, de simpatías monárquicas- aquella votación municipal, de carácter puramente administrativo, no entrañaba un plebiscito sobre la forma de régimen. Y aunque tal hubiera sido el resultado, si acusó cinco mil concejales republicanos dio, en cambio, veinte mil monárquicos.”

 

“Pero –responde el rey exiliado- me habían vencido en casi todas las capitales… En Madrid principalmente. Hasta en el distrito de Palacio obtuvo casi la unanimidad la candidatura republicana. Es decir, que la capital de España, que es mi pueblo, se manifestó contra la Monarquía. ¿Qué iba a hacer?... Estoy seguro, como tú, como todos, de que aquellas manifestaciones, que no eran una revolución, ni siquiera un motín, sino unas algaradas callejeras, hubieran acabado con unas cargas de la Guardia de Seguridad. Pero eso era ponerme personalmente frente al pueblo, que es lo que más he amado… A mí, mis enemigos de ahora, que son mis aduladores de antes, podrán culparme de todo menos de haber desdeñado la opinión de mi país… Oponerme a ella hubiera sido emprender el camino de una dictadura personal…”

 

“¿Y por qué no?” –le interrumpe el periodista- “Vuestra Majestad tenía ya la experiencia de otra dictadura, a la que, sin serlo, se le tribuyó un carácter personal.”

 

“Es cierto –responde Alfonso XIII- Se me ha combatido mucho diciendo que yo fui el instigador, el responsable del acto de Primo de Rivera en septiembre de 1923. Y es mentira, absolutamente mentira, que yo estuviera previamente de acuerdo con el general. Fui el primer sorprendido con la noticia, y esto te demuestra  lo bien que mi Gobierno tenía montado los servicios de información, que recibí durante una fiesta de noche en mi palacio de Miramar, de que Primo de Rivera se había sublevado… Luego, cuando yo le pregunté a mi Gobierno si, dada la actitud del Ejercito, me respondía del orden en España y del sostenimiento de la Monarquía, nadie supo contestar concretamente. Tuve que elegir, pues, entre el hundimiento y la salvación, no mía, sino de España… Y la prueba de que acerté fue el entusiasmo delirante con que el pueblo acogió la Dictadura.”(En ese momento preside el Gobierno el astorgano Manuel García Prieto y su versión no coincide en absoluto con esta que da el exrey)

 

“Vuestra Majestad ¿está satisfecho de ella?”

 

“Completamente. El general Primo de Rivera era, ante todo, un perfecto militar y un hombre honrado, sin egoísmo alguno. Le faltaron, sin duda, colaboraciones leales, ayudas técnicas con preparación suficiente para acometer todos los problemas de un Estado; pero su maravillosa intuición, su gran talento natural, le capacitaban para todas las empresas de gobierno. Dígase lo que se quiera, fue simpático al pueblo…”

 

“Esto es que Vuestra Majestad no cree que la Dictadura no fue un error político”

 

“No, decididamente, no. Aunque confesarlo me cueste un íntimo dolor, porque nadie más creyente que yo en la teoría constitucional y democrática. No creo que nadie pueda hacer más que yo hice por orientar mis actuaciones en un sentido democrático. He sido el primer Rey europeo que llamó a consulta a sus adversarios políticos…”

 

“Y ¿está Vuestra Majestad arrepentido por ello?”

 

“Hay momentos en que sí… Hoy pienso, con cierta tristeza, que la equivocación acaso no fue mía, sino del sistema político que practicaba. El constitucionalismo y el parlamentarismo convierten a un Monarca en una figura ineficaz y decorativa. La única víctima personal de la Constitución fui yo… Cuando veo a España debatiéndose en convulsiones de odio y de ruina, me pregunto ¿para eso pedían a gritos mi caída?  Quisiera, aún a costa de mi supremo sacrificio personal, que España viviera una larga época de paz y de progreso… Pero si algo me consuela del dolor de ver lo que está sufriendo es que ahora los que vuelvan, sin egoísmo ni pasión, los ojos al pasado, tal vez empiecen a hacerme un poco de justicia y se digan: ‘Con Alfonso XIII España era otra España’.”

 

Alfonso XIII, como casi todo el mundo, tiene una memoria muy selectiva y muy subjetiva. Con el tiempo y el estudio de su reinado efectivamente se puede decir que “España era otra España” pero no estoy muy segura de que esta aseveración coincida con el sentido que él quería dar a esta frase, más bien todo lo contrario.

 

Nuestra memoria particular, y también el tiempo, manipula los recuerdos que suelen escorar hacia nuestro favor. El Rey en el exilio se olvida de sus participaciones y responsabilidades, una de las más significativas, y de trágicas consecuencias en su reinado, fue la del ‘Desastre de Annual’, derrota militar española en Marruecos, en 1921, en la que murieron,de una manera absurda y un findesatinado, 9.454 españoles y 2.500 indígenas. La ciudadanía Española estaba tremendamente indignada y culpaba al monarca de aquel desastre. La investigación sobre aquel terrible suceso dio pie a un expediente llamado el Expediente Picasso. Una Historia dice que el apoyo de Alfonso XIII a la Dictadura (que por supuesto sí hizo) entre otras cosas le sirvió al Rey para evitar que los resultados del Expediente Picasso salieran a la luz pues le iban a dejar en una situación muy comprometida, y los ánimos de la población estaban muy exaltados con ese asunto.

 

Así las cosas, Alfonso XIII,  a punto de cumplir los 45 años,salió de España y vivió disfrutando de su independencia constitucional y familiar hasta fundir sus recursos económicos,que tenía previamente depositados en cuentas Suizas e  Inglesas, en el ‘buen vivir’. Finalmente  murió en el Gran Hotel de Roma a los 54. Su mujer, la reina Victoria Eugenia, ya le había abandonado hacía tiempo.

 

Hay cosas que se heredan, como el amor al dinero, a los lujos  y las mujeres. Cosas del ADN.

 

O témpora o  mores

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