Nawal el Saadawi
![[Img #53554]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2021/5829__d25ecab9a6f4dd6b06feaa529c49c88e6098c63f_010bae90.jpg)
El día amaneció con sol, y yo había quedado con Carmiña en Pedregueira, quizás no el lugar más bello de la Costa de la Morte, pero si un lugar desde donde se puede apreciar con misteriosa serenidad, un mar embravecido azotar incesante las rocas del acantilado. No es un secreto que quedarse frente al mar ayuda a relajarse y experimentar sensación de bienestar. Aleixo, su marido, suele decir que el ruido del mar y el vaivén de las olas favorecen su salud mental.
Me gusta quedar con ellos durante mis estancias en A Coruña, y en ésta ocasión Carmiña había propuesto un tema muy interesante para tratar. Quería que habláramos sobre Nawal El Saadawi. Para ser sinceros, sería ella quien lo hiciera sobre una mujer a la que tuvo el honor de conocer cuando coincidieron en Nueva York, dando clases en la misma Universidad.
El pasado 21 de marzo, tras una vida de lucha por la emancipación y los derechos de las mujeres, falleció a los 89 años la feminista egipcia más importante del mundo árabe. Escritora, médica y activista, llegó a escribir 60 libros en los que desentrañó el sistema patriarcal y el sexo femenino, además de señalar prácticas como el uso del velo o la ablación. Algo por lo que tuvo que huir de su tierra natal en 1993, pudiendo regresar a inicios del 2000. Eterna candidata al Novel de Literatura, peleó toda su vida contra la violencia amparada en la tradición o la religión, considerando que todas las religiones eran represivas. Que el cristianismo, el islamismo y el judaísmo, eran las tres religiones monoteístas que dominaban al mundo, calificándolas como un sistema machista, racista, militar y fanático que oprimían particularmente a las mujeres”.
Aleixo, sin dejar de balancearse suavemente en la mecedora, enciende un cigarrillo, y manteniendo la mirada sobre el enfurecido romper de las olas, comenta como con siete años, la activista, ya había desafiado a Dios. Se refería a una carta de protesta que le había dirigido, debido a que ella sacaba buenas notas y su hermano no, en la que le pedía que fuera justo y la tratara como a él. De no lo hacerlo, dejaría de creer.
Carmiña apunta cómo en La cara oculta de Eva, un clásico de la literatura árabe moderna, Saadawi relata dolorosamente y denuncia abiertamente la opresión y los abusos que sufren las mujeres en el mundo islámico, analizando y detectando con precisión las causas, a la vez que describe el papel histórico de la mujer árabe en la religión y la literatura. Además dice coincidir con la autora del libro, cuando a lo largo de una entrevista dijo: que “creía que una persona no podía ser feminista y a la vez aprobar o tolerar el velo islámico, ya que en eso no se ejerce la libertad de elección, y admitirlo es aceptar la esclavitud”. Mirándome fijamente, me explica como el velo comenzó con el judaísmo y el cristianismo. Representaba el castigo a Eva por haber accedido al conocimiento comiendo del árbol de la ciencia, simbolizando el corte de la cabeza.
Para Nawal El Saadawi, éste era el problema: “convierte a las mujeres en cuerpos sin cabeza. Afirmando que el islam lo había heredado del cristianismo, en el que cuanto más devota era una mujer, más se cubría”. Poniendo como ejemplo a las monjas.
The Guardian la calificaba como “la figura más destacada sobre la situación de las mujeres en el mundo árabe”. El País, consideraba que era “La principal feminista árabe y la primera en denunciar en sus libros la mutilación de las mujeres”.
En el libro La hija de Isis Nawal cuenta como a los seis años, la mujer que cuidaba de ella y sus hermanos, entró en la habitación buscando su pequeño cuerpo bajo las sábanas, con una cuchilla de afeitar en la mano. No supo lo que estaba ocurriendo pero sí el dolor que la atravesaba y la sangre que salía de entre sus piernas de niña. Su madre estaba presenciándolo, pero no la culpa.
Ella también había sido mutilada y no conocía otra posibilidad.
Carmiña se sirve un poco más de café del termo que habían llevado y del que todavía salían algunos hilillos de humo, luego nos lo pasó y entre Aleixo y yo nos lo repartimos, mientras él, reflexionaba en voz alta diciéndonos la envidia que le daban los lugareños, pues sabían mucho del mar y él pensaba que era porque llevaban siglos e incluso milenios mirando al horizonte.
En una entrevista, continúa Carmiña, le preguntaban si las mujeres poderosas ayudaban a alcanzar la igualdad. “Algunas mujeres no lo entienden. Creen que ser feminista es odiar a los hombres. Y nada de eso: yo amo a los hombres progresistas. Y a las mujeres progresistas. No me gustan las que para mandar se vuelven patriarcales, y la mayoría de las que llegan a ministras o consiguen presidir algo lo hacen. Ese tipo de personas no ayudan a las mujeres. Las perjudican. Por eso las mujeres poderosas para mí son las que luchan contra la desigualdad en su propia familia, en sus trabajos y en su vida cotidiana”, había contestado la activista.
Saadawi, estuvo casada y divorciada en tres ocasiones, formó parte de las protestas en la Revolución Egipcia del 2011. A sus casi 80 años, estuvo en la plaza Tahrir, en El Cairo, exigiendo la destitución del líder Hosni Mubarak.
Aleixo mira el reloj y nos aconseja dejar la conversación para otro día, se ha hecho la hora de comer y todavía nos queda una media hora hasta llegar a la casa de su madre, donde degustaremos el lacón con grelos que prometió prepararnos. Nos alejamos dejando atrás un mar embravecido que esconde receloso fantasmas, misterios y leyendas solo transmitidas de padres a hijos, mientras en nuestras cabezas sigue paseándose la historia de Nawal El Saadawi, doctora egipcia, escritora y militante feminista.
![[Img #53554]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2021/5829__d25ecab9a6f4dd6b06feaa529c49c88e6098c63f_010bae90.jpg)
El día amaneció con sol, y yo había quedado con Carmiña en Pedregueira, quizás no el lugar más bello de la Costa de la Morte, pero si un lugar desde donde se puede apreciar con misteriosa serenidad, un mar embravecido azotar incesante las rocas del acantilado. No es un secreto que quedarse frente al mar ayuda a relajarse y experimentar sensación de bienestar. Aleixo, su marido, suele decir que el ruido del mar y el vaivén de las olas favorecen su salud mental.
Me gusta quedar con ellos durante mis estancias en A Coruña, y en ésta ocasión Carmiña había propuesto un tema muy interesante para tratar. Quería que habláramos sobre Nawal El Saadawi. Para ser sinceros, sería ella quien lo hiciera sobre una mujer a la que tuvo el honor de conocer cuando coincidieron en Nueva York, dando clases en la misma Universidad.
El pasado 21 de marzo, tras una vida de lucha por la emancipación y los derechos de las mujeres, falleció a los 89 años la feminista egipcia más importante del mundo árabe. Escritora, médica y activista, llegó a escribir 60 libros en los que desentrañó el sistema patriarcal y el sexo femenino, además de señalar prácticas como el uso del velo o la ablación. Algo por lo que tuvo que huir de su tierra natal en 1993, pudiendo regresar a inicios del 2000. Eterna candidata al Novel de Literatura, peleó toda su vida contra la violencia amparada en la tradición o la religión, considerando que todas las religiones eran represivas. Que el cristianismo, el islamismo y el judaísmo, eran las tres religiones monoteístas que dominaban al mundo, calificándolas como un sistema machista, racista, militar y fanático que oprimían particularmente a las mujeres”.
Aleixo, sin dejar de balancearse suavemente en la mecedora, enciende un cigarrillo, y manteniendo la mirada sobre el enfurecido romper de las olas, comenta como con siete años, la activista, ya había desafiado a Dios. Se refería a una carta de protesta que le había dirigido, debido a que ella sacaba buenas notas y su hermano no, en la que le pedía que fuera justo y la tratara como a él. De no lo hacerlo, dejaría de creer.
Carmiña apunta cómo en La cara oculta de Eva, un clásico de la literatura árabe moderna, Saadawi relata dolorosamente y denuncia abiertamente la opresión y los abusos que sufren las mujeres en el mundo islámico, analizando y detectando con precisión las causas, a la vez que describe el papel histórico de la mujer árabe en la religión y la literatura. Además dice coincidir con la autora del libro, cuando a lo largo de una entrevista dijo: que “creía que una persona no podía ser feminista y a la vez aprobar o tolerar el velo islámico, ya que en eso no se ejerce la libertad de elección, y admitirlo es aceptar la esclavitud”. Mirándome fijamente, me explica como el velo comenzó con el judaísmo y el cristianismo. Representaba el castigo a Eva por haber accedido al conocimiento comiendo del árbol de la ciencia, simbolizando el corte de la cabeza.
Para Nawal El Saadawi, éste era el problema: “convierte a las mujeres en cuerpos sin cabeza. Afirmando que el islam lo había heredado del cristianismo, en el que cuanto más devota era una mujer, más se cubría”. Poniendo como ejemplo a las monjas.
The Guardian la calificaba como “la figura más destacada sobre la situación de las mujeres en el mundo árabe”. El País, consideraba que era “La principal feminista árabe y la primera en denunciar en sus libros la mutilación de las mujeres”.
En el libro La hija de Isis Nawal cuenta como a los seis años, la mujer que cuidaba de ella y sus hermanos, entró en la habitación buscando su pequeño cuerpo bajo las sábanas, con una cuchilla de afeitar en la mano. No supo lo que estaba ocurriendo pero sí el dolor que la atravesaba y la sangre que salía de entre sus piernas de niña. Su madre estaba presenciándolo, pero no la culpa.
Ella también había sido mutilada y no conocía otra posibilidad.
Carmiña se sirve un poco más de café del termo que habían llevado y del que todavía salían algunos hilillos de humo, luego nos lo pasó y entre Aleixo y yo nos lo repartimos, mientras él, reflexionaba en voz alta diciéndonos la envidia que le daban los lugareños, pues sabían mucho del mar y él pensaba que era porque llevaban siglos e incluso milenios mirando al horizonte.
En una entrevista, continúa Carmiña, le preguntaban si las mujeres poderosas ayudaban a alcanzar la igualdad. “Algunas mujeres no lo entienden. Creen que ser feminista es odiar a los hombres. Y nada de eso: yo amo a los hombres progresistas. Y a las mujeres progresistas. No me gustan las que para mandar se vuelven patriarcales, y la mayoría de las que llegan a ministras o consiguen presidir algo lo hacen. Ese tipo de personas no ayudan a las mujeres. Las perjudican. Por eso las mujeres poderosas para mí son las que luchan contra la desigualdad en su propia familia, en sus trabajos y en su vida cotidiana”, había contestado la activista.
Saadawi, estuvo casada y divorciada en tres ocasiones, formó parte de las protestas en la Revolución Egipcia del 2011. A sus casi 80 años, estuvo en la plaza Tahrir, en El Cairo, exigiendo la destitución del líder Hosni Mubarak.
Aleixo mira el reloj y nos aconseja dejar la conversación para otro día, se ha hecho la hora de comer y todavía nos queda una media hora hasta llegar a la casa de su madre, donde degustaremos el lacón con grelos que prometió prepararnos. Nos alejamos dejando atrás un mar embravecido que esconde receloso fantasmas, misterios y leyendas solo transmitidas de padres a hijos, mientras en nuestras cabezas sigue paseándose la historia de Nawal El Saadawi, doctora egipcia, escritora y militante feminista.






