Esteban Carro Celada
Domingo, 11 de Abril de 2021

El Bierzo a son de jota de vendimiadores (II)

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CUATROCIENTOS OBREROS DE FELIPE V

 

¡Aún se puede recordar la cantarera de los cuatro­cientos obreros vendimiadores de Los Barrios en 1737 cuando Felipe V derrama sus nostalgias versallescas en la Granja! Y en las plazas barrocas de Los Barrios se vendía el vino y junto a ellas, en la prosperidad dieciochesca, y se elevaban hidalguías y noblezas, apoyadas en la economía boyante de los caldos de la vid.

 

Quizá sean los envidiosos de esta parte privilegia­da del Bierzo quienes dicen esa coplilla que hallé en un pupitre-bargueño de Molinaseca:

 

“Si vas a Los Barrios

las medidas cortas,

y los cuartales, largos".

 

Claro que en Salas, dentro de una casa, en calle porticada, hay un abanico con esta inscripción:

 

"En Molina

 te venden la cena

y cenan con ella.”

 

Pero en Molina, a pesar de esos versillos malmedidos, se escuchan relojes de San Lorenzo y de la Torre, que miden mejor las lunas menguantes para la poda. No lo establece ningún calendario, lo ase­gura un refrán.

 

 

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PULPO DA FEIRA

 

Con pulpo de ‘feira’ entra muy bien el vino de Cacabelos, tanto en Androyo, como en Perejón.

 

También sería imperdonable olvidar que Villafranca, en su calle del Agua, está llena de banderas alegres de la paz. Arriarlas bien para que no queden a media asta por defunción del vino degollado en agua. ¡Qué no! Y ahora, con vino, no vendría mal un buen queso de la montaña.

 

Ah, y no olvidarse que los tostados se dan por aquí y es delicioso beberlos aún, con tipismo above­dado, en la bodega jesuística de San Nicolás.

 

El Bierzo todo es una interminable geografía del vino, un mapa en que se entrecruzan los meridianos de los blancos finos con los recios, llamados ‘ma­chos’, y con los verdes de las alturas.

 

 

SOLA SABE A VINO

 

Por encima de los 12 y 14 grado nuestro vino berciano, el de Cacabelos. el de Cabañas, el de Villafranca, el de Los Barrios de Salas, por solo citar unos pocos, tales con aguja, otros blancos en rama, tintos de mucho y medio color, ¿a qué sabe este vino? Solo sabe a vino. Es su mejor elogio.

 

Pero el vino de Cacabelos —y el de Los Barrios- puede beberse en Maragatería, robando gallinas, jun­to a la moza del caldo, como lo hizo Luis Antonio, un día de tornaboda.

 

 

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DE NUEVO NOÉ

 

Si Noé tuviera que plantar otra viña, sería en Es­paña y dentro de ella en Los Barrios. El vino se hace ahora en un palacio de serenidad funcional. Sa­len las uvas de los viejos lagares, de las entrañables técnicas primitivas, para unirse todas, en concejo, en el abrazo unitario de la Cooperativa ‘Cepas del Bierzo’.

 

Pero si usted invita a una ronda a sus muchos ami­gos, si quiere crear cordialidad, si está ansioso de regalar al paladar de un invitado, habrá de beber y hacer beber vino de Los Barrios. Corre por los mos­tradores, se encarama en las mesas de todos, se lle­va democráticamente al campo, en la bahía oscura de una bota de pez. El vino de Los Barrios debe ser pregonado en bando municipal, como cada año se hace en Ponferrada para establecer las banderas blancas de los cosecheros propios.

 

Vinos de Los Barrios que hay que analizarlos con intuición de poeta, pero con regusto de degustador. En sus colores reside toda la pureza y variación de la paleta de los pintores con sus gamas. Oler un vi­no de Los Barrios es como besar la madre que no sabe a tierra y es tierra enamorada, y la esposa y la novia. ¿Huele a qué? Su perfume es distinto. Es un aroma que amanece esplendorosamente desde los la­bios hasta los ojos.

 

 

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AMARILLOS COMO UN PEINE DE ORO

 

Mirar este vino a la trasparencia de la luz es en­contrar unas pupilas de mucha intensidad, es perci­bir mundos indescriptibles, para los que la palabra se vuelve enana, primeriza y tartamuda.

 

¿También se ven dentro de él pupilas azules? Ca. Negrísimas, negras como el azabache de la Puerta del Perdón de Villafranca, vinos casi mora­dos como el jubón de Doña Urraca, amarillos como el peine de oro de las princesas de Truro, que trans­portaban colores de camuesa en el rostro bebiendo vino de Los Barrios.

 

En definitiva, un día llegaron junto a mí la Reina, el Rey y el Alfil del ajedrez mozárabe de Peñalba, se cuadraron. Y me dijeron sin más: "Hemos de hacer los honores al mejor vino, el que tiene condecoraciones de aroma, de paladar imperial y de sus buenos 14 grados regios". El Rey, el Alfil, la Reina del ajedrez mozárabe de Peñalba, del que tanto sabe Menéndez  Pidal, se apea­ron de sus caballos y con una reverencia entre cortesana y galante, dijeron estas palabras:

 

DIOS SALVE AL REY, SU MAJESTAD EL VINO DE LOS BARRIOS.

 

 

Ponferrada, 22 septiembre 1968 1ª FIESTA DE LA VENDIMIA

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