OPINIÓN / ¿Energía verde?
![[Img #53679]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2021/8730_4434_9210_bei-inversion-planta-talayuela-proyectos-destacada.png)
A todo el mundo, la perspectiva de acabar con las viejas energías nos parece algo positivo. La energía solar y eólica se nutren de componentes naturales como es el sol y el viento, pero no están exentas de daños colaterales muy importantes e inquietantes. Las energías renovables son una ayuda para reducir el consumo de combustibles fósiles pero si no se implantan con sensatez, pueden suponer también un grave riesgo para el medio ambiente.
Desgraciadamente, al igual que la fiebre del oro en su tiempo, hoy en día estamos lidiando con la fiebre de los grandes “parques” solares y eólicos. En vez de hacer un plan sostenible de estas energías se va a lo fácil, a lo barato, para que las grandes compañías se lucren de forma exponencial y rápida, sacrificando en este proceso la riqueza medioambiental, la agricultura sostenible, la vida de la gente.
Nos vamos a centrar en los mega proyectos que amenazan a nuestras comarcas de La Sequeda y Maragatería. Hay muchas mentiras en estos proyectos. Las primeras son de orden léxico, llamándoles “parques” o “huertos” solares. Porque de parques o huertos no tienen nada. La segunda mentira es hablar de inyección de dinero para la zona. Si el ayuntamiento se va a beneficiar económicamente, esto no significa que se revierta en los ciudadanos. Nada más lejos, porque los ciudadano/as que vivimos allí vamos a perder calidad de vida, perder el valor de nuestras casa, perder la salud por el impacto contaminante que tienen estas instalaciones. Otra gran mentira es hacernos creer que la población va a aumentar. Los operarios que trabajen en estos proyectos estarán poco tiempo y no se van a quedar aquí. Por ende, esto no resuelve los problemas demográficos, sino que los empeora.
El desastre medioambiental que amenaza a nuestras tierras empieza con la composición de las placas solares, siendo fabricadas con materiales peligrosos, incluyendo muchos que son cancerígenos. Seguramente se usarán herbicidas en grandes cantidades para impedir el crecimiento de hierba y arbustos que puedan representar un riego de incendio (las compañías reconocen que se trata de unos terrenos particularmente sujetos a riesgos de incendios).
El impacto sobre la riqueza medioambiental de la zona resultaría devastador, eliminando su delicado equilibrio, eliminando flora y fauna, alterando los humedales, destruyendo zonas donde las aves migratorias tienen su refugio. Por lo tanto, todas estas modificaciones extremadamente traumáticas, pueden resultar no solamente en la erradicación del valor paisajístico, sino en un aumento de las temperaturas, en un cambio de clima, en un aumento de invasiones de especies no nativas, en la erradicación de hábitat de la fauna salvaje y desaparición de la misma.
¿Y qué decir de la gente? ¿de esos pueblos rodeados por un millón de placas fotovoltaicas de unos 10 metros de altura? ¿En qué se convertiría su vida con contaminación visual dada la proximidad de estas placas, contaminación acústica (ya que las placas emiten ruido), contaminación electromagnética, contaminación por uso de herbicidas?
El ayuntamiento, desgraciadamente en vez de defender a sus ciudadano/as y votantes, hace omisión de sus planes electorales, nos desoye y se hace cómplice de esta barbaridad. En palabras del alcalde: ¡Hay que luchar para que tengamos tren y ambulatorio!… (véase la intervención del alcalde de Valderrey en la concentración del Burgo Ranero). Sr alcalde, no creemos que vayamos a necesitar tren. ¿Quién querría apearse en Valderrey? En todo caso podría servir para marcharse con las maletas a cuestas de un lugar que no reconoceríamos. En cambio ¡eso sí! vamos a necesitar los ambulatorios ya que vamos a enfermar de depresión por lo menos…o quizás de cáncer debido a los contaminantes. La verdadera cárcel que nos aguarda es estar rodeados de un millón de placas, muros y vallas que las rodeen, dejándonos encerrados en este horror.
A todo el mundo, la perspectiva de acabar con las viejas energías nos parece algo positivo. La energía solar y eólica se nutren de componentes naturales como es el sol y el viento, pero no están exentas de daños colaterales muy importantes e inquietantes. Las energías renovables son una ayuda para reducir el consumo de combustibles fósiles pero si no se implantan con sensatez, pueden suponer también un grave riesgo para el medio ambiente.
Desgraciadamente, al igual que la fiebre del oro en su tiempo, hoy en día estamos lidiando con la fiebre de los grandes “parques” solares y eólicos. En vez de hacer un plan sostenible de estas energías se va a lo fácil, a lo barato, para que las grandes compañías se lucren de forma exponencial y rápida, sacrificando en este proceso la riqueza medioambiental, la agricultura sostenible, la vida de la gente.
Nos vamos a centrar en los mega proyectos que amenazan a nuestras comarcas de La Sequeda y Maragatería. Hay muchas mentiras en estos proyectos. Las primeras son de orden léxico, llamándoles “parques” o “huertos” solares. Porque de parques o huertos no tienen nada. La segunda mentira es hablar de inyección de dinero para la zona. Si el ayuntamiento se va a beneficiar económicamente, esto no significa que se revierta en los ciudadanos. Nada más lejos, porque los ciudadano/as que vivimos allí vamos a perder calidad de vida, perder el valor de nuestras casa, perder la salud por el impacto contaminante que tienen estas instalaciones. Otra gran mentira es hacernos creer que la población va a aumentar. Los operarios que trabajen en estos proyectos estarán poco tiempo y no se van a quedar aquí. Por ende, esto no resuelve los problemas demográficos, sino que los empeora.
El desastre medioambiental que amenaza a nuestras tierras empieza con la composición de las placas solares, siendo fabricadas con materiales peligrosos, incluyendo muchos que son cancerígenos. Seguramente se usarán herbicidas en grandes cantidades para impedir el crecimiento de hierba y arbustos que puedan representar un riego de incendio (las compañías reconocen que se trata de unos terrenos particularmente sujetos a riesgos de incendios).
El impacto sobre la riqueza medioambiental de la zona resultaría devastador, eliminando su delicado equilibrio, eliminando flora y fauna, alterando los humedales, destruyendo zonas donde las aves migratorias tienen su refugio. Por lo tanto, todas estas modificaciones extremadamente traumáticas, pueden resultar no solamente en la erradicación del valor paisajístico, sino en un aumento de las temperaturas, en un cambio de clima, en un aumento de invasiones de especies no nativas, en la erradicación de hábitat de la fauna salvaje y desaparición de la misma.
¿Y qué decir de la gente? ¿de esos pueblos rodeados por un millón de placas fotovoltaicas de unos 10 metros de altura? ¿En qué se convertiría su vida con contaminación visual dada la proximidad de estas placas, contaminación acústica (ya que las placas emiten ruido), contaminación electromagnética, contaminación por uso de herbicidas?
El ayuntamiento, desgraciadamente en vez de defender a sus ciudadano/as y votantes, hace omisión de sus planes electorales, nos desoye y se hace cómplice de esta barbaridad. En palabras del alcalde: ¡Hay que luchar para que tengamos tren y ambulatorio!… (véase la intervención del alcalde de Valderrey en la concentración del Burgo Ranero). Sr alcalde, no creemos que vayamos a necesitar tren. ¿Quién querría apearse en Valderrey? En todo caso podría servir para marcharse con las maletas a cuestas de un lugar que no reconoceríamos. En cambio ¡eso sí! vamos a necesitar los ambulatorios ya que vamos a enfermar de depresión por lo menos…o quizás de cáncer debido a los contaminantes. La verdadera cárcel que nos aguarda es estar rodeados de un millón de placas, muros y vallas que las rodeen, dejándonos encerrados en este horror.