El Camino de Santiago (XI y XII)
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EL PAPA CALIXTO
Hay un libro que escribió el papa Calixto, continúa relatando Esteban Carro Celada, cuando todavía tenía los pies veloces para poder andar cincuenta kilómetros al día, y por aquí vino y volvió a Santiago. Con la intención de escribir un itinerario legendario hasta con los cacareos de los gallos milagrosos de Santo Domingo la Calzada. Aquí, en esta calle, bajo la arcada de la casa, que era del clérigo de coro Martín Domínguez, le contó a una vieja, que tenía un rosario de cuentas abultadas, la leyenda de las conchas que llevan los peregrinos.
Sin lugar a dudas Esteban Carro se refiere al Codex Calixtinus, el manuscrito iluminado de mediados del siglo XII. En su introducción lo hace suyo el papa Calixto II, aunque no está escrito por él sino por varios autores anónimos a lo largo de los siglos, con la intención de hacer una guía para los peregrinos que hacen el Camino de Santiago. Con consejos, descripciones de las rutas y de las obras de arte, así como de las costumbres locales y de las gentes que viven a lo largo del camino.
De acuerdo con este texto, Esteban cuenta como un príncipe, del lejano norte de los fiordos, llegó a lomos de su caballo fogoso y apasionado. Iba por la costa de Compostela, a orillas del mar en el que se metió el caballo en su carrera y el príncipe cayó al agua y se sintió abogado. Rezó una oración a Santiago y de inmediato se encontró ileso en tierra firme, con todo su cuerpo cubierto de las conchas marinas. Este es el origen de que los peregrinos las recojan para volver del camino, como testimonio de un milagro. Esta primera crónica del Camino de Santiago se escribió para promocionarlo y atraer a los peregrinos pasa Compostela.
LA CASA DEL MARQUÉS
En esta misma calle se divisa la Casa de la Torre que levantó Alvar Osorio. Los Osorio, marqueses de Astorga, custodiaban el pendón de Clavijo. Los peregrinos a su paso entraban a verlo porque en aquella batalla tuvo tan especial intervención el Apóstol Santiago. Fue cuando apareció sobre su caballo blanco luchando contra los musulmanes y les proporcionó a los cristianos tan favorable victoria.
Desde el siglo XVI resonaron los atabales de la fiesta y el son de la piel de becerros de los panderos, que acompañan al pendón de Clavijo, ondeando al viento, cuando cada año camina desde el Ayuntamiento a la Catedral cumpliendo la tradición. En el día de la Asunción hace el camino para la entrega al Cabildo los 60.000 ducados a los que el señor marqués se había comprometido. Se la festeja con la ida y vuelta en la que la zuiza, así se llama, va acompañada de cincuenta zuizones.
Esteban Carro se deja llevar por su pluma poética para evocar a Santiago que cabalgaba sobre relojes y clepsidras de los monjes y ante el peto de los más fornidos caballeros. Posiblemente se van contra todo aludiendo a la tradición de siglos cuando los peregrinos llegaban hasta aquí al final de la calle, a donde estuvo el pendón y entraban a contemplarlo.
En su arrobo, llega a evocar que por esa calle es por donde pudo pasar hasta el mismo Santiago, en sus tiempos mortales, pues en aquellos tiempos partiendo del antiguo foro de Astúrica Augusta pasaba la santidad, el trono y el episcopado. Alude al paso de Fernando I de León, que va lozano en su caballo. Las viejas aguardan admirando a un rey bravo, llamado el Magno o el Grande, que provino de Navarra, hijo de Sancho III de Pamplona, donde anduvo de caza por el Roncal y los Pirineos. Vino en peregrinación a Astorga y también de batalla, pues la conquistó para su dominio.
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OBISPOS Y REYES
Alude al año 1085 cuando la ciudad contaba con Osmundo, un obispo jacobeo que fundó el puente del morillo en Compostilla de Ponferrada. Como vino Alfonso VI el Emperador y se alojó en el palacio que tenía en Astorga y tuvo su corte en la ciudad como eje de la cristiandad. También hizo camino de romero, añade, el Cid Campeador, como cantan los romanceros gallardos y galanes. El Emperador Alfonso concedió, en el año 1087, gracias imperiales a todos los canónigos que vivieran en las cercanías de la Catedral.
Este rey, emperador fastuoso de los hombres de armas y de los ropajes de seda y oro y con toda la corte madrugadora con los gallos del poema del mío Cid. Aquí, sigue escribiendo inflamado, unió Jerusalén con Santiago, porque el que viene es un rey de cruzadas. Se inflama más de poesía cuando añade sobre el obispo: “Gallardo en su caballo de blanco temblor y el báculo de arriba abajo, en una pieza apoyado en el arzón. Con los pliegues de su manto episcopal plegados meticulosamente como en cualquier sarcófago o estatua yacente del gótico de Reims, en 1355. Este obispo va tomando nota de lo que aquí ve para corregir su catedral.”
“Y el duque de Borgoña, con sus espoliques y su pequeña corte a lo provenzal. Los reyes católicos que pasan a ofrendar el voto, contraído por España ante Santiago, desde los días lejanos del siglo IX. En aquella casa que está levantando enfrente, en la calle que va a San Miguel –cuando su iglesia estaba en la plaza que ya sólo conserva su nombre- un escultor graba con la gubia en la madera de las juntas un número: 1483.”
Antiguamente el Camino de Santiago iba por las eras de San Martín a Puerta Obispo, por Alcalde Costilla y Villafranca, pero más tarde y a la vez muy antiguamente se rompió esta senda. El camino que de verdad transitaban las personas piadosas iba por la catedral.
Detrás de la Torre Furada había un horno con humo caritativo de pan de pobres. Por aquí se iba a la calle Postas, -como se sigue llamando- con cierto peligro hasta que se fundó la Orden de Caballería de Santiago Apóstol, que nació en León para proteger a los peregrinos y fue dirigida inicialmente por Pedro Fernández, de la diócesis de Astorga y del pueblo de Fuenteencalada, como aquel mojón del coto que el rey concedió al abad Gaucelmo de Foncebadón.
Contó con doce pecadores del reino que prometieron irse a Tierra Santa a proteger a los romeros de Jerusalén, para dejar el camino limpio y esponjado para la devoción. Advirtieron entonces la conveniencia de montar en estas tierras una hermandad para proteger a los peregrinos de los peligros del pillaje interior y de los de los de la musulmanería.
No son raras estas historias de la Rúa Mayor, ahora Pío Gullón, en la que entre el siglo XIX y XX nacieron los tres ministros que Astorga ha dado al gobierno de España. El primero el propio Pío Gullón. El segundo García Prieto y el tercero Gabriel Franco.
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CALEYA YERMA
Tras la Rúa Mayor esta la calle Postas y su prolongación es Caleya Yerma, hoy Calle Santiago, donde estaba la iglesia o capilla dedicada al Apóstol. Enfrente estaba la de San Felipe Neri, pequeña que tenía en la puerta un cuartel de hierro calado. Cuando calentaba el sol y le daba de frente la luz no penetraba hasta su única nave. Por eso resultaba difícil distinguir el retablo dedicado a Santiago. Recordaba el viaje tras el martirio del Apóstol en Jerusalén en las tablas pintadas por el Maestro de Astorga. En ellas estaba el mar Mediterráneo por el que navegaron los restos traídos por sus discípulos hacia Galicia.
Venían en una barca sin marinos y sin timonel. Al llegar a Padrón los discípulos bajaron el cuerpo y lo depositaron en tierra firme. Se proponían darle sepultura en tierras de Lupa. Una matrona o reina, dedicada a los cultos paganos, los de los druidas, que practican las noches de luna. Los discípulos le encomiendan el cadáver de Santiago rescatado tras su martirio y ésta les envía al gobernador del César que, como seguidores de Cristo, les encarcela hasta que un ángel les libera.
De nuevo acuden ante Lupa que les promete que construirá un mausoleo para enterarlo en el monte Illicino. Allí habitaba un dragón con cuerpo de serpiente alada, venenosa, que desapareció al hacer la señal de la cruz. Los bueyes bravos se amansaron y fueron uncidos para tirar a la carreta en la que estaban depositados los restos y lo llevaron hasta el lugar señalado por la reina Lupa. No es un lugar cualquiera sino en el que hoy se levanta la Catedral de Compostela. Lupa ante tanto prodigio, pues su intención no había sido buena, se convirtió al cristianismo y abjuró de sus viejos ídolos.
Así es la historia que se cuenta en las tablas del retablo del Maestro de Astorga. Acabaron en el retablo de la capilla del cementerio de la ciudad hasta el siglo XIX y luego desaparecieron vendidas a un museo, todas menos una que está en la Catedral. Alguna de estas tablas reapareció a finales de 2020 para ser vendida en pública subasta, que quedó desierta y sin que ninguna voz las reclamara.
Por la calle que conduce a la capilla de San Esteban, también de la cofradía de las Cinco Llagas y que está junto a la iglesia de Santa Marta. Hemos de pasar por la Celda de las Emparedadas, en la que se recluían en soledad para purgar sus pecados. Se aprecia por un ventanuco que hay en la fachada, por la que podían ver a los peregrinos de camino hacia Compostela buscando su propio perdón en un mundo de pecadores.
![[Img #53828]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/3212_concha-kuuc-u60910898536aug-624x385leonoticias.jpg)
LA CONCHA, EL ARCA Y LA ESTRELLA
En la iglesia de Santa Marta, patrona de la ciudad en la que nació, enseguida se ve a San Roque peregrino. Está en el altar más cercano a la puerta de entrada. Con su vestimenta tradicional, el perro ladrando y un ángel con su cáliz.También la calabaza para el agua del camino y el bordón para escalar las cumbres y ayudarse en el cansancio.
San Roque de Montpellier fue un peregrino occitano canonizado en el año 1584 y es uno de los tres patrones del peregrino, junto con San Cristóbal y San Rafael. El nombre de Cristóbal significa portador de Cristo con una historia que podría proceder de alguna leyenda griega como la de la barca de Caronte. Transportó a sus hombros un niño sin saber que era Cristo, por eso su imagen está muy extendida entre los conductores.
San Rafael, segundo de los patronos, es el arcángel que acompañó a Tobías en un largo y peligroso viaje para conseguir una esposa piadosa. Esta fue Sara, que había visto morir a siete de sus pretendientes debido a que un demonio, llamado Asmondeo, estaba enamorado de ella y mataba a sus novios la noche de bodas. Rafael se presentó como Azarías, hijo de Ananías. No el que mandó matar a Santiago Apóstol sino el sumo sacerdote judío, puesto en ese cargo por Herodes, rey de Calias y hermano de Herodes Agripa I. Fue enviado a Roma para ser juzgado por ciertas dificultades que había habido entre los judíos y los samaritanos y fue absuelto por el emperador Claudio.
![[Img #53829]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/2880_unnamed.jpg)
Asmondeo el demonio que se había apoderado de Sara, hija de Raquel, en el Talmud aparece en historias en las que cuentan que Salomón llegó a atraparle y le obligó construir el templo de Jerusalén. En otra leyenda medieval judía se cuenta que Asmondeo y Salomón se cambiaron el uno por el otro durante varios años. En otras se presenta como rey de los demonios, de una forma similar a como los cristianos consideran a Satanás, y como amante de Liliit, después de que está abandonara a Adán. Es también uno de los nombres, con el que se conocerá a Lucifer, quien tras tentar a Eva con el fruto del árbol del bien y del mal y tras la caída se emparejó con Liliit, la primera mujer de Adán y con ella engendró a miles de demonios. También se le atribuye la paternidad del mago Merlín y en la Edad Media cuando se enumeran los siete pecados capitales a Asmondeo se le identifica como el demonio de la lujuria.
Rafael al final del viaje que hace con Tobías le enseña como curar la ceguera de su padre y le confiesa ser el arcángel Rafael, uno los que permanecen en la presencia de Dios. Le enseña cómo acabar con Asmondeo. Pescando un pez y extrayéndole las vísceras que al quemarlas le alejará para siempre dejando libre a Sara. A la vez que patrono de los peregrinos se le considera protector de los novios y los noviazgos, aunque no promotor de los mismos como era Eros, el dios de los griegos.
En el islam es considerado como el responsable de anunciar la fecha del Juicio Final, con dos toques de cuerno. El primero para avisar a quien pueda verle y un segundo toque para el comienzo del Juicio. Además será el encargado por Dios para aniquilar toda la creación.
De San Roque sus hagiógrafos cuentan que era hijo del gobernador de Montpellier y que quedó huérfano cuando contaba vente años. Vendió todas sus posesiones, lo repartió entre los pobres y partió de peregrinación a Roma. En ese tiempo se desencadenó una epidemia de peste que diezmó a toda Europa. Él se dedicó a curar a los enfermos por toda Italia haciendo sobre ellos la señal de la cruz. A los que morían les enterraba, cuando nadie se atrevía a tocar los cadáveres. Cuando acabó contagiado se refugió en un bosque en donde comía un pan, que cada día le traía su perro, hasta que sanó y volvió a la ciudad en donde siguió cuidando y sanando a la gente.
En Santa Marta también hay muchas conchas compostelanas en su decoración barroca. A su lado en el palacio de Gaudí se encuentra el escudo de la ciudad de Compostela. En una vidriera en el salón del trono, aparte de la concha y la estrella del sepulcro del Apóstol, hay un arca, la del enterramiento, como en una pequeña peregrinación y un pequeño jubileo con la Puerta Santa, la puerta de entrada, que es un anticipo del arte de la gran peregrinación.
EL PAPA CALIXTO
Hay un libro que escribió el papa Calixto, continúa relatando Esteban Carro Celada, cuando todavía tenía los pies veloces para poder andar cincuenta kilómetros al día, y por aquí vino y volvió a Santiago. Con la intención de escribir un itinerario legendario hasta con los cacareos de los gallos milagrosos de Santo Domingo la Calzada. Aquí, en esta calle, bajo la arcada de la casa, que era del clérigo de coro Martín Domínguez, le contó a una vieja, que tenía un rosario de cuentas abultadas, la leyenda de las conchas que llevan los peregrinos.
Sin lugar a dudas Esteban Carro se refiere al Codex Calixtinus, el manuscrito iluminado de mediados del siglo XII. En su introducción lo hace suyo el papa Calixto II, aunque no está escrito por él sino por varios autores anónimos a lo largo de los siglos, con la intención de hacer una guía para los peregrinos que hacen el Camino de Santiago. Con consejos, descripciones de las rutas y de las obras de arte, así como de las costumbres locales y de las gentes que viven a lo largo del camino.
De acuerdo con este texto, Esteban cuenta como un príncipe, del lejano norte de los fiordos, llegó a lomos de su caballo fogoso y apasionado. Iba por la costa de Compostela, a orillas del mar en el que se metió el caballo en su carrera y el príncipe cayó al agua y se sintió abogado. Rezó una oración a Santiago y de inmediato se encontró ileso en tierra firme, con todo su cuerpo cubierto de las conchas marinas. Este es el origen de que los peregrinos las recojan para volver del camino, como testimonio de un milagro. Esta primera crónica del Camino de Santiago se escribió para promocionarlo y atraer a los peregrinos pasa Compostela.
LA CASA DEL MARQUÉS
En esta misma calle se divisa la Casa de la Torre que levantó Alvar Osorio. Los Osorio, marqueses de Astorga, custodiaban el pendón de Clavijo. Los peregrinos a su paso entraban a verlo porque en aquella batalla tuvo tan especial intervención el Apóstol Santiago. Fue cuando apareció sobre su caballo blanco luchando contra los musulmanes y les proporcionó a los cristianos tan favorable victoria.
Desde el siglo XVI resonaron los atabales de la fiesta y el son de la piel de becerros de los panderos, que acompañan al pendón de Clavijo, ondeando al viento, cuando cada año camina desde el Ayuntamiento a la Catedral cumpliendo la tradición. En el día de la Asunción hace el camino para la entrega al Cabildo los 60.000 ducados a los que el señor marqués se había comprometido. Se la festeja con la ida y vuelta en la que la zuiza, así se llama, va acompañada de cincuenta zuizones.
Esteban Carro se deja llevar por su pluma poética para evocar a Santiago que cabalgaba sobre relojes y clepsidras de los monjes y ante el peto de los más fornidos caballeros. Posiblemente se van contra todo aludiendo a la tradición de siglos cuando los peregrinos llegaban hasta aquí al final de la calle, a donde estuvo el pendón y entraban a contemplarlo.
En su arrobo, llega a evocar que por esa calle es por donde pudo pasar hasta el mismo Santiago, en sus tiempos mortales, pues en aquellos tiempos partiendo del antiguo foro de Astúrica Augusta pasaba la santidad, el trono y el episcopado. Alude al paso de Fernando I de León, que va lozano en su caballo. Las viejas aguardan admirando a un rey bravo, llamado el Magno o el Grande, que provino de Navarra, hijo de Sancho III de Pamplona, donde anduvo de caza por el Roncal y los Pirineos. Vino en peregrinación a Astorga y también de batalla, pues la conquistó para su dominio.
OBISPOS Y REYES
Alude al año 1085 cuando la ciudad contaba con Osmundo, un obispo jacobeo que fundó el puente del morillo en Compostilla de Ponferrada. Como vino Alfonso VI el Emperador y se alojó en el palacio que tenía en Astorga y tuvo su corte en la ciudad como eje de la cristiandad. También hizo camino de romero, añade, el Cid Campeador, como cantan los romanceros gallardos y galanes. El Emperador Alfonso concedió, en el año 1087, gracias imperiales a todos los canónigos que vivieran en las cercanías de la Catedral.
Este rey, emperador fastuoso de los hombres de armas y de los ropajes de seda y oro y con toda la corte madrugadora con los gallos del poema del mío Cid. Aquí, sigue escribiendo inflamado, unió Jerusalén con Santiago, porque el que viene es un rey de cruzadas. Se inflama más de poesía cuando añade sobre el obispo: “Gallardo en su caballo de blanco temblor y el báculo de arriba abajo, en una pieza apoyado en el arzón. Con los pliegues de su manto episcopal plegados meticulosamente como en cualquier sarcófago o estatua yacente del gótico de Reims, en 1355. Este obispo va tomando nota de lo que aquí ve para corregir su catedral.”
“Y el duque de Borgoña, con sus espoliques y su pequeña corte a lo provenzal. Los reyes católicos que pasan a ofrendar el voto, contraído por España ante Santiago, desde los días lejanos del siglo IX. En aquella casa que está levantando enfrente, en la calle que va a San Miguel –cuando su iglesia estaba en la plaza que ya sólo conserva su nombre- un escultor graba con la gubia en la madera de las juntas un número: 1483.”
Antiguamente el Camino de Santiago iba por las eras de San Martín a Puerta Obispo, por Alcalde Costilla y Villafranca, pero más tarde y a la vez muy antiguamente se rompió esta senda. El camino que de verdad transitaban las personas piadosas iba por la catedral.
Detrás de la Torre Furada había un horno con humo caritativo de pan de pobres. Por aquí se iba a la calle Postas, -como se sigue llamando- con cierto peligro hasta que se fundó la Orden de Caballería de Santiago Apóstol, que nació en León para proteger a los peregrinos y fue dirigida inicialmente por Pedro Fernández, de la diócesis de Astorga y del pueblo de Fuenteencalada, como aquel mojón del coto que el rey concedió al abad Gaucelmo de Foncebadón.
Contó con doce pecadores del reino que prometieron irse a Tierra Santa a proteger a los romeros de Jerusalén, para dejar el camino limpio y esponjado para la devoción. Advirtieron entonces la conveniencia de montar en estas tierras una hermandad para proteger a los peregrinos de los peligros del pillaje interior y de los de los de la musulmanería.
No son raras estas historias de la Rúa Mayor, ahora Pío Gullón, en la que entre el siglo XIX y XX nacieron los tres ministros que Astorga ha dado al gobierno de España. El primero el propio Pío Gullón. El segundo García Prieto y el tercero Gabriel Franco.
CALEYA YERMA
Tras la Rúa Mayor esta la calle Postas y su prolongación es Caleya Yerma, hoy Calle Santiago, donde estaba la iglesia o capilla dedicada al Apóstol. Enfrente estaba la de San Felipe Neri, pequeña que tenía en la puerta un cuartel de hierro calado. Cuando calentaba el sol y le daba de frente la luz no penetraba hasta su única nave. Por eso resultaba difícil distinguir el retablo dedicado a Santiago. Recordaba el viaje tras el martirio del Apóstol en Jerusalén en las tablas pintadas por el Maestro de Astorga. En ellas estaba el mar Mediterráneo por el que navegaron los restos traídos por sus discípulos hacia Galicia.
Venían en una barca sin marinos y sin timonel. Al llegar a Padrón los discípulos bajaron el cuerpo y lo depositaron en tierra firme. Se proponían darle sepultura en tierras de Lupa. Una matrona o reina, dedicada a los cultos paganos, los de los druidas, que practican las noches de luna. Los discípulos le encomiendan el cadáver de Santiago rescatado tras su martirio y ésta les envía al gobernador del César que, como seguidores de Cristo, les encarcela hasta que un ángel les libera.
De nuevo acuden ante Lupa que les promete que construirá un mausoleo para enterarlo en el monte Illicino. Allí habitaba un dragón con cuerpo de serpiente alada, venenosa, que desapareció al hacer la señal de la cruz. Los bueyes bravos se amansaron y fueron uncidos para tirar a la carreta en la que estaban depositados los restos y lo llevaron hasta el lugar señalado por la reina Lupa. No es un lugar cualquiera sino en el que hoy se levanta la Catedral de Compostela. Lupa ante tanto prodigio, pues su intención no había sido buena, se convirtió al cristianismo y abjuró de sus viejos ídolos.
Así es la historia que se cuenta en las tablas del retablo del Maestro de Astorga. Acabaron en el retablo de la capilla del cementerio de la ciudad hasta el siglo XIX y luego desaparecieron vendidas a un museo, todas menos una que está en la Catedral. Alguna de estas tablas reapareció a finales de 2020 para ser vendida en pública subasta, que quedó desierta y sin que ninguna voz las reclamara.
Por la calle que conduce a la capilla de San Esteban, también de la cofradía de las Cinco Llagas y que está junto a la iglesia de Santa Marta. Hemos de pasar por la Celda de las Emparedadas, en la que se recluían en soledad para purgar sus pecados. Se aprecia por un ventanuco que hay en la fachada, por la que podían ver a los peregrinos de camino hacia Compostela buscando su propio perdón en un mundo de pecadores.
LA CONCHA, EL ARCA Y LA ESTRELLA
En la iglesia de Santa Marta, patrona de la ciudad en la que nació, enseguida se ve a San Roque peregrino. Está en el altar más cercano a la puerta de entrada. Con su vestimenta tradicional, el perro ladrando y un ángel con su cáliz.También la calabaza para el agua del camino y el bordón para escalar las cumbres y ayudarse en el cansancio.
San Roque de Montpellier fue un peregrino occitano canonizado en el año 1584 y es uno de los tres patrones del peregrino, junto con San Cristóbal y San Rafael. El nombre de Cristóbal significa portador de Cristo con una historia que podría proceder de alguna leyenda griega como la de la barca de Caronte. Transportó a sus hombros un niño sin saber que era Cristo, por eso su imagen está muy extendida entre los conductores.
San Rafael, segundo de los patronos, es el arcángel que acompañó a Tobías en un largo y peligroso viaje para conseguir una esposa piadosa. Esta fue Sara, que había visto morir a siete de sus pretendientes debido a que un demonio, llamado Asmondeo, estaba enamorado de ella y mataba a sus novios la noche de bodas. Rafael se presentó como Azarías, hijo de Ananías. No el que mandó matar a Santiago Apóstol sino el sumo sacerdote judío, puesto en ese cargo por Herodes, rey de Calias y hermano de Herodes Agripa I. Fue enviado a Roma para ser juzgado por ciertas dificultades que había habido entre los judíos y los samaritanos y fue absuelto por el emperador Claudio.
Asmondeo el demonio que se había apoderado de Sara, hija de Raquel, en el Talmud aparece en historias en las que cuentan que Salomón llegó a atraparle y le obligó construir el templo de Jerusalén. En otra leyenda medieval judía se cuenta que Asmondeo y Salomón se cambiaron el uno por el otro durante varios años. En otras se presenta como rey de los demonios, de una forma similar a como los cristianos consideran a Satanás, y como amante de Liliit, después de que está abandonara a Adán. Es también uno de los nombres, con el que se conocerá a Lucifer, quien tras tentar a Eva con el fruto del árbol del bien y del mal y tras la caída se emparejó con Liliit, la primera mujer de Adán y con ella engendró a miles de demonios. También se le atribuye la paternidad del mago Merlín y en la Edad Media cuando se enumeran los siete pecados capitales a Asmondeo se le identifica como el demonio de la lujuria.
Rafael al final del viaje que hace con Tobías le enseña como curar la ceguera de su padre y le confiesa ser el arcángel Rafael, uno los que permanecen en la presencia de Dios. Le enseña cómo acabar con Asmondeo. Pescando un pez y extrayéndole las vísceras que al quemarlas le alejará para siempre dejando libre a Sara. A la vez que patrono de los peregrinos se le considera protector de los novios y los noviazgos, aunque no promotor de los mismos como era Eros, el dios de los griegos.
En el islam es considerado como el responsable de anunciar la fecha del Juicio Final, con dos toques de cuerno. El primero para avisar a quien pueda verle y un segundo toque para el comienzo del Juicio. Además será el encargado por Dios para aniquilar toda la creación.
De San Roque sus hagiógrafos cuentan que era hijo del gobernador de Montpellier y que quedó huérfano cuando contaba vente años. Vendió todas sus posesiones, lo repartió entre los pobres y partió de peregrinación a Roma. En ese tiempo se desencadenó una epidemia de peste que diezmó a toda Europa. Él se dedicó a curar a los enfermos por toda Italia haciendo sobre ellos la señal de la cruz. A los que morían les enterraba, cuando nadie se atrevía a tocar los cadáveres. Cuando acabó contagiado se refugió en un bosque en donde comía un pan, que cada día le traía su perro, hasta que sanó y volvió a la ciudad en donde siguió cuidando y sanando a la gente.
En Santa Marta también hay muchas conchas compostelanas en su decoración barroca. A su lado en el palacio de Gaudí se encuentra el escudo de la ciudad de Compostela. En una vidriera en el salón del trono, aparte de la concha y la estrella del sepulcro del Apóstol, hay un arca, la del enterramiento, como en una pequeña peregrinación y un pequeño jubileo con la Puerta Santa, la puerta de entrada, que es un anticipo del arte de la gran peregrinación.