Emilia Pardo Bazán, una de sus últimas entrevistas
![[Img #53855]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/7552_emiliaok.jpg)
El 12 de mayo próximo se cumplen cien años de la muerte de la escritora. En su recuerdo rescato esta entrevista realizada por El caballero audaz en el último año de su vida.
-Cuénteme, doña Emilia, cosas de su niñez.
-De mi niñez lo único que puedo decir es que a los seis años leía El Quijote asiduamente. Yo no recuerdo haber pasado en mi vida un día sin leer, y cuando por casualidad lo indago preguntándoselo a mi madre, tampoco ella lo recuerda; puede ser que a los tres años leyese. De pequeña mi admiración era la Biblia.
- ¿Fue usted hija única?
- Sí señor, y es cosa rara, porque mis padres era jóvenes y sanos y, sin embargo, no tuvieron más hijos que yo. Mi pobre padre era muy feminista y me educó en una amplia libertad de conciencia: “Mira, hija mía –decíame muchas veces-, los hombres somos muy egoístas, y si te dicen alguna vez que hay cosas que pueden hacer los hombres y las mujeres no, di que es mentira, porque no puede haber dos morales para los sexos.”
- ¿Cuántos años tiene usted?
- Verá usted, nací en La Coruña el 16 de septiembre de 1852.
- ¿Estuvo usted en Galicia?
- Hasta que me casé, a los quince años, y en seguida nos trasladamos a la Corte.
- ¿A qué edad comenzó usted a escribir?
- ¡Oh! Yo escribí versos desde muy niña, ahora bien, nunca me hice ilusiones de ser poeta porque comprendía que mis versos eran muy malos; por eso después he resistido la tentación en que cayeron Valera y Marcelino (Menéndez Pelayo) y otros grandes prosistas que sintieron el vértigo de la rima. Yo, a pesar de que Campoamor decía que “la prosa era la jerga animal del género humano”, soy una enamorada de la prosa bella. Me deleita tanto o más leer una página del Quijote que un romance de Góngora o una erótica de Villegas.
- ¿Cuál fue la primera novela que publicó usted?
- Pascual López, la cual tuvo mucho éxito. Esto fue en el año 1876 al 77. Ya, después, hice otros libros, entre ellos San Francisco de Asís.
- ¿Tiene usted muchos libros publicados?
- ¡Oh, muchos! Creo que pasan de sesenta. La obra que mayor éxito ha tenido de todas ha sido Los pazos de Ulloa, que se ha traducido a diez o doce idiomas, ¡hasta el rumano! Sin embargo yo creo que la que está mejor hecha artísticamente hablando es Bucólica y, no obstante, no es la que más éxito ha tenido, a mi juicio, por ser una novela corta.
- ¿Le ha producido a usted mucho la literatura?
- Verá usted. Yo empecé a escribir seriamente y a cobrar en el año 1886; hasta la actualidad, hace unos treinta años, calculando todos los años, uno por más otro por menos, a quince mil pesetas, son unos noventa mil duros, que es el cálculo más aproximado.
- ¿Quiénes han sido sus grandes amigos?
- Por lo pronto Castelar, que me quería como a una hermana. Tuvo para mí una verdadera devoción, hasta el punto que en su gran conferencia en la Sorbona, a la única pluma española que citó fue la mía. Otro gran amigo que tuve fue don Antonio Cánovas y su mujer, el duque de Rivas lo es en la actualidad, y Galdós… Galdós y yo nos queremos mucho.
- ¿Qué opina usted sobre el desenvolvimiento literario actual? (1912)
- Mire usted, si nos detenemos a examina fragmentariamente la producción, no estamos en decadencia, ahora bien, la corriente general no tiene aquel brío que tenía en otras épocas. A mí algunos de los poetas modernos me gustan mucho, pero encuentro que ninguno hinca la personalidad, vamos, que no se diferencian grandemente. De prosistas hay una hornada buena. A mí me gustan mucho Azorín, Unamuno Répide y algún otro.
La condesa de Pardo Bazán está sentada en un sillón frente a su mesa, tomando una taza de té. En un ángulo de la habitación, junto a la chimenea, arde una estufa de gas. Sentados alrededor del calor de la estufa se encuentran las hijas de doña Emilia, su madre y el general Cavalcanti (marido de una de ellas) .La estancia es grande. La escritora dice que no puede trabajar en habitaciones pequeñas porque le falta respiración, se ahoga. El entrevistador refleja el momento de la entrevista.
“Doña Emilia está muy constipada; de vez en cuando un golpe de tos corta la palabra en su garganta; entonces, su cara , pujada y sajona, se pone bermeja, sus cabellos plateados se desaliñan un poco, y la enorme perla de calabaza que, presa de un hilillo de platino, pende de su cuello carnoso, rebota y salta sobre su amplio escote. Pero vuelve a ser dueña de sus palabras y continúa hablando con sugestiva simpatía. En su charla, castizamente castellana, se impone, dominadora, su luminosa imaginación de macho talentoso”.
La escritora acaba diciendo con cierta sorna: “Qué sé yo por qué será, pero tengo la evidencia de que si se hiciese un plebiscito para decidir ahorcarme o no, la mayoría de las mujeres españolas votarían que ¡sí!”.
Quedaba mucho camino todavía para que las mujeres españolas decidieran,o las dejaran, mirar más allá de la mirada de sus maridos, de sus hombres, de los hombres.
O Témpora o mores
![[Img #53855]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/7552_emiliaok.jpg)
El 12 de mayo próximo se cumplen cien años de la muerte de la escritora. En su recuerdo rescato esta entrevista realizada por El caballero audaz en el último año de su vida.
-Cuénteme, doña Emilia, cosas de su niñez.
-De mi niñez lo único que puedo decir es que a los seis años leía El Quijote asiduamente. Yo no recuerdo haber pasado en mi vida un día sin leer, y cuando por casualidad lo indago preguntándoselo a mi madre, tampoco ella lo recuerda; puede ser que a los tres años leyese. De pequeña mi admiración era la Biblia.
- ¿Fue usted hija única?
- Sí señor, y es cosa rara, porque mis padres era jóvenes y sanos y, sin embargo, no tuvieron más hijos que yo. Mi pobre padre era muy feminista y me educó en una amplia libertad de conciencia: “Mira, hija mía –decíame muchas veces-, los hombres somos muy egoístas, y si te dicen alguna vez que hay cosas que pueden hacer los hombres y las mujeres no, di que es mentira, porque no puede haber dos morales para los sexos.”
- ¿Cuántos años tiene usted?
- Verá usted, nací en La Coruña el 16 de septiembre de 1852.
- ¿Estuvo usted en Galicia?
- Hasta que me casé, a los quince años, y en seguida nos trasladamos a la Corte.
- ¿A qué edad comenzó usted a escribir?
- ¡Oh! Yo escribí versos desde muy niña, ahora bien, nunca me hice ilusiones de ser poeta porque comprendía que mis versos eran muy malos; por eso después he resistido la tentación en que cayeron Valera y Marcelino (Menéndez Pelayo) y otros grandes prosistas que sintieron el vértigo de la rima. Yo, a pesar de que Campoamor decía que “la prosa era la jerga animal del género humano”, soy una enamorada de la prosa bella. Me deleita tanto o más leer una página del Quijote que un romance de Góngora o una erótica de Villegas.
- ¿Cuál fue la primera novela que publicó usted?
- Pascual López, la cual tuvo mucho éxito. Esto fue en el año 1876 al 77. Ya, después, hice otros libros, entre ellos San Francisco de Asís.
- ¿Tiene usted muchos libros publicados?
- ¡Oh, muchos! Creo que pasan de sesenta. La obra que mayor éxito ha tenido de todas ha sido Los pazos de Ulloa, que se ha traducido a diez o doce idiomas, ¡hasta el rumano! Sin embargo yo creo que la que está mejor hecha artísticamente hablando es Bucólica y, no obstante, no es la que más éxito ha tenido, a mi juicio, por ser una novela corta.
- ¿Le ha producido a usted mucho la literatura?
- Verá usted. Yo empecé a escribir seriamente y a cobrar en el año 1886; hasta la actualidad, hace unos treinta años, calculando todos los años, uno por más otro por menos, a quince mil pesetas, son unos noventa mil duros, que es el cálculo más aproximado.
- ¿Quiénes han sido sus grandes amigos?
- Por lo pronto Castelar, que me quería como a una hermana. Tuvo para mí una verdadera devoción, hasta el punto que en su gran conferencia en la Sorbona, a la única pluma española que citó fue la mía. Otro gran amigo que tuve fue don Antonio Cánovas y su mujer, el duque de Rivas lo es en la actualidad, y Galdós… Galdós y yo nos queremos mucho.
- ¿Qué opina usted sobre el desenvolvimiento literario actual? (1912)
- Mire usted, si nos detenemos a examina fragmentariamente la producción, no estamos en decadencia, ahora bien, la corriente general no tiene aquel brío que tenía en otras épocas. A mí algunos de los poetas modernos me gustan mucho, pero encuentro que ninguno hinca la personalidad, vamos, que no se diferencian grandemente. De prosistas hay una hornada buena. A mí me gustan mucho Azorín, Unamuno Répide y algún otro.
La condesa de Pardo Bazán está sentada en un sillón frente a su mesa, tomando una taza de té. En un ángulo de la habitación, junto a la chimenea, arde una estufa de gas. Sentados alrededor del calor de la estufa se encuentran las hijas de doña Emilia, su madre y el general Cavalcanti (marido de una de ellas) .La estancia es grande. La escritora dice que no puede trabajar en habitaciones pequeñas porque le falta respiración, se ahoga. El entrevistador refleja el momento de la entrevista.
“Doña Emilia está muy constipada; de vez en cuando un golpe de tos corta la palabra en su garganta; entonces, su cara , pujada y sajona, se pone bermeja, sus cabellos plateados se desaliñan un poco, y la enorme perla de calabaza que, presa de un hilillo de platino, pende de su cuello carnoso, rebota y salta sobre su amplio escote. Pero vuelve a ser dueña de sus palabras y continúa hablando con sugestiva simpatía. En su charla, castizamente castellana, se impone, dominadora, su luminosa imaginación de macho talentoso”.
La escritora acaba diciendo con cierta sorna: “Qué sé yo por qué será, pero tengo la evidencia de que si se hiciese un plebiscito para decidir ahorcarme o no, la mayoría de las mujeres españolas votarían que ¡sí!”.
Quedaba mucho camino todavía para que las mujeres españolas decidieran,o las dejaran, mirar más allá de la mirada de sus maridos, de sus hombres, de los hombres.
O Témpora o mores






