Aidan Mcnamara
Sábado, 08 de Mayo de 2021

Pablo Iglesias desde el punto de vista del profano, sin superliga

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Habiendo buena gastronomía, música y sexo no entiendo los deportes, pero de vez en cuando me doy cuenta de que forman parte de nuestro mundo.

 

Evidentemente están en todas partes como un clima o la política. Como muchos, estoy harto de la violencia lingüística. Seguro que también soy culpable. Cuando los políticos tiran palabras al aire como fascista o comunista insultan las almas de Primo Levi y Aleksander Solzhenitsyn. Y la palabra libertad no es tan promiscua: normalmente (en las democracias consolidadas) toma sus cañas con la fraternidad y la igualdad.

 

El miércoles por la noche, tan de noche, que ya era jueves – me alertaban los seres humanos que limpian las calles- me puse a pensar en pensar. Inevitablemente, tras un rato de escuchar a los pájaros - a veces aciertan y una melodía (bueno en plan vanguardista radical) les sale – abrí el ordenador para consultar un par de cosas.

 

Normalmente, soy inmune cuando se trata de la publicidad. Pero sé que este pensamiento es falaz. La publicidad, cuando te interesa, la llamas otra cosa para disfrazar tu debilidad - la curiosidad forma parte del magnetismo de los sueños a la venta y claro que uno pica.

 

Me captó la atención un titular de Marca, aunque estaba buscando una biografía de Pablo Iglesias. 

 

https://www.marca.com/tiramillas/actualidad/2021/05/05/60926b69268e3e4f608b45e5.html

 

Veo que los futbolistas - muchos – tienen una opinión fuerte sobre el hombre. Rata es un término que aparece varias veces. Y, aun sabiendo que los futbolistas suelen tener un vocabulario reducido, pensé:

 

Espero que sus influenciados sepan que tampoco sus señorías jugadoras viven en Carabanchel, ni reciben balas en sobres, ni tienen tantas carreras, ni hablan varios idiomas, ni tienen opiniones formadas sobre el cine, la historia y la cultura en general, ni han tenido tanto impacto sobre la historia reciente de España. (Añado que Podemos es objeto de estudio en todas las facultades de Europa y más allá.)

 

Lo bueno del fútbol es que nos recuerda al capitalismo salvaje. Competitividad continua sin descanso, sueldos injustos, narscinismo (hablando de publicidad - ¿Tu hija quiere volar con Emirates?), hipocresía machista (homofobia oculta), el circo a base del pan de los inocentes, evasión fiscal, el dominio de la agenda política (no sale la poesía en el telediario), y su atuendo feo (como mucha arquitectura contemporánea).

 

Otras cosas buenas del fútbol: se jubilan muy pronto y sus biografías son aburridas, escritas de manera negra por pobres que van de periodistas, y destinados a un público que no las van a leer… es que hay partido - me informaré en Twitter sin contexto.

 

Iglesias y Venezuela, Irán (¿?) y su ruptura beatlesca con Iñigo son cosas que no controlo. Es muy pronto para torear conbulolandia. De todos modos, nadie es perfecto y no es malo que algunos ganen su vida por el bien de los más pisados. Es una meta más noble que una red de opio (con los berberechos invitados). 

 

Pablo Iglesias ha abandonado el carnaval necesario y estoy seguro de que a sus hijos no les hará falta un pin parental ni sufrirán de las tradiciones supersticiosas de los pasados tribales.

Ahora bien, jugar al balompié en la playa es divertido. Felices vacunas.

 

P.D.

 

A menudo pienso que la civilización, en Occidente, es lo bueno que sobrevive a los ciclos electorales. Entiendo que la democracia es la tensión y el compromiso entre el bien de la comunidad y los derechos del individuo.

 

Ya son las seis y cuarto. Fuera hay un tipo limpiando ventanas. ¿Es éste un ejemplo de la libertad? Claro, soy libre de contratar a alguien para que limpie mis ventanas... pero todavía es de noche. ¿Corre tanta prisa? El tío empieza a silbar. (Los pájaros se han ido a tomar algo.) No sé cómo ve los resultados de su esfuerzo. No sé lo que es el progreso en un mundo de trabajo precario. Al lado del gran escaparte de la tienda, que tiene un letrero que reza Saneamientos, está aparcada la furgoneta de la empresa Cristalimp. Yo estoy cansado. Leo la palabra pensando en inglés y sonrío. Es verdad: Cristo cojea.    

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