Mercedes Unzeta Gullón
Domingo, 16 de Mayo de 2021
Las mártires de Somiedo, Beatas

Aires de Guerra X

Los astorganos siguen, impresionados y desconcertados, los turbadores acontecimientos nacionales a través de sus periódicos. El 4 de agosto El Pensamiento Astorgano publica una impresionante alocución sin firma, se supone que de cosecha propia, que interpreta y arbitra la terrible y penosa situación generada por los militares señaladoscomo gloriosos y salvadores.

 

El titular reza: Los que desangran a España.

 

El glorioso alzamiento nacional tiene que exigir cuentas rigurosísimas a los gobernantes criminales que han dado rienda suelta a esta ola de sangre.

 

Defensores falaces de una democracia antiespañola y anárquica, no han querido rendirse ahora ante el más vigoroso impulso de la voluntad nacional.

 

A sabiendas de que su criminal resistencia sería incapaz de contener este gesto heroico de España, han preferido desatar la anarquía en muchas ciudades españolas, llevar el luto y la desolación a millares y millares de hogares y contemplar cómo se destruye una gran parte de nuestro ya menguado patrimonio.

 

Es la resistencia más cruel y criminal que se registrará en la historia de las revoluciones.

 

Caerán sintiendo el placer de dejar a España bañada en sangre.

 

La ciudad se enciende en ardores patrios con estas intelectuales proclamas y se suceden más y más donativos. Como rasgo ejemplar destaca el periódico el del

 

“joven y culto abogado astorgano y exjuez municipal don Gerardo Bardón Fernández ha visitado al señor Alcalde, poniendo a su disposición todos los bienes de su pertenencia, por si los precisase para la noble causa de España. El señor Alcalde agradeció mucho tan generoso rasgo…También visitan al señor Alcalde un grupo de señores que se ofrecen a incorporarse en lo que sea y cuando sea necesario para suplir escasez de gente joven".

 

La contienda sigue su curso. Burgos comunica que la región catalana se declara independiente y forma gobierno. En La Coruña se fusilan, sobre la marcha, al gobernador, Pérez Carballo, a un comandante y a un capitán de Asalto. El buque insigne Almirante Cervera, asaltado tres días después de la sublevación por oficiales y marinos en el Ferrol, donde estaba atracado, se echa a la mar tras fusilar al capitán de navío al mando, Juan Sandalio Sanchez-Ferragut. El buque, llamado también el Chulo del Cantábrico por su impunidad para bombardear ciudades como Santander o Gijón y minar puertos, equipado con seis cañones y 566 marinos, ya había participado en el bombardeo de la costa asturiana durante la insurrección del 34 y ahora está de nuevo bombardeando el puerto de Gijón y participando en la vigilancia y bloqueo de la navegación por la costa cantábrica. En Valencia la situación en estos momentos es muy crítica. Alemania e Italia activan sus acciones en la península.

 

 

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A través de las ondas de Unión Radio Sevilla llegan las ardientes palabras del teniente general Queipo de Llano, quien en uno de sus discursos llega a decir:

 

“Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad y de paso también a sus mujeres. Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berren y pataleen”.

 

Este ideario, proclamado por uno de los más altos dignatarios del febril movimiento insurrecto, respalda de legalidad el bárbaro furor de violaciones a un sinfín de mujeres, jóvenes y niñas. La fogosidad y el ensañamiento masculinoquedan indultados.

 

Se sigue fusilando y matando a todos aquellos que no comparten ideas e ideales ajenos. La violencia va increscendo.

 

 

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En casa de la viuda de Gullón se sigue trabajando sin descanso en la costura y en la recepción y distribución de enseres. Hay preocupación en la familia por la falta de noticias del hijo pequeño, Chema, que había ido a Múnich a estudiar alemán por el verano con dos amigos. Los acontecimientos en España entorpecen la comunicación y la falta de noticias les tiene muy inquietos. Las cartas las manda su madre a través de Portugal donde se ha refugiado su prima Emilia Rodriguez de Cela con toda su familia, pero no sabe si llegan o no llegan porque no tiene contestación. No saben nada desde que se marchó hace más de un mes. “Aquí como siempre te digo, estamos muy bien y tranquilos, haciendo una vida muy buena y acordándonos mucho de toda la familia de la que no sabemos nada, ya te decía en mi última carta que los tíos están en Hendaya (realmente estaban en San Sebastián, se refiere a Manuel García Prieto, Marqués de Alhucemas, y su mujer María Montero Ríos,) y de los demás no sé. Aquí hay mucho entusiasmo en todos los sitios que vamos, pero por la radio ya te enterarás de todo, así que no te digo nada, cuando vengas”. En Astorga la familia se reúne constantemente para darse apoyo. “te estoy escribiendo desde casa de la tía Julia (madre de Octavia, beata)  me dicen todos recuerdos suyos. Aquí estamos todos bien. El Ejército va ganando sitios, ya va todo el mundo con el lazo de la verdadera bandera y se saluda con el saludo fascista ¡Viva España! Recibe un fuerte abrazo de tu hermana. Pilín"

 

A mediados de agosto, en vista de que parece que la sublevación se está convirtiendo en una guerra dura, cruenta y sin fin, el otorrino don Julio Matinot presidente de la Junta Diocesana de Acción Católica, se pone de acuerdo con el presidente de la Cruz Roja de Astorga, Fidel Giménez Arias, para organizar unos cursos de damas enfermeras. Están llegando muchos heridos de las zonas de mayor conflicto y de los enfrentamientos de la comarca,  por eso, para estar preparados para lo que pudiera venir y para ayudar a atender a los heridos que están llegando, Matinot y Giménez acaban considerando la conveniencia de preparar a un grupo de enfermeras bajo la bandera de la Cruz Roja; bandera que ofrece una garantía de prestigio y respeto en todos los conflictos bélicos nacionales e internacionales.

 

 

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La mujer de Julio Matinot, Pepita Gavela, persona muy sociable y querida, se encarga de organizar a las jóvenes que se apuntan a los cursos, que fueron muchas y con mucho entusiasmo, entre ellas las hermanas Gullón, Pilín y Maca, su prima Octavia y sus amigas las Monteserín. Las futuras enfermeras estaban muy animadas y muy alegres con la idea de aprender para ser útiles y serviciales en esta guerra.

 

 

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Maca (María del Carmen) Gullón, la hermana de Pilín escribe sobre el curso de enfermería que hicieron, naturalmente en la ciudad astorgana: Se crearon dos hospitales de sangre además de uno que no se usó, pero los otros dos estaban llenos de heridos. Estamos desde las ocho y media de la mañana hasta la misma hora de la noche, no vamos a casa más que para comer y enseguida otra vez nos vamos. Claro que esta semana estamos de turno porque cuando acabemos el curso iremos por las mañanas.

 

Ayudamos a las curas, limpiamos los cuartos, hacemos las camas, después subimos la comida y por la noche limpiamos el instrumental y lo preparamos para el día siguiente, luego damos la merienda y después la cena, en fin no paramos de trabajar.”

 

El clero participa activamente en la nueva situación de la ciudad. El seminario da alberge durante la noche a un buen número de ‘movilizados’ y los Padres Redentoristas sirven diariamente desayuno, comida y cena a falangistas.

 

Los precios de los productos más imprescindibles van subiendo como la espuma siendo cada vez más necesaria y más difícil su adquisición. El 6 de agosto el alcalde Fonseca firma un bando en el que conmina a los industriales a mantener los precios de sus productos a los establecidos antes del inicio de la guerra bajo máxima sanción.

 

La Comandancia militar, que es la que manda, amplía el horario de cierre de los establecimientos una hora más, de las 21h.a las 22h.

 

La Falange Española de Astorga publica la siguiente nota en El Pensamiento:

 

“El fabricante de alfombras de esta plaza, don Angel Nistal Meneses, dando una prueba de patriotismo y generosidad ha regalado una alfombra artística valorada en 1.000pts que se rifará en Astorga destinando su producto por mitad para Falange de Astorga y para la suscripción patriótica. Dicha alfombra se expondrá en un comercio de esta plaza.”

 

 

Como ejemplarizante relata el mismo diario la muerte de dos milicianos ejecutados en Ávila, dando por supuesto que el hecho de defender la República no les da derecho a ser cristianos.

 

"Desde que leyeron la sentencia hasta el instante de la ejecución ininterrumpidamente dieron muestras de una contrición y de un fervor piadoso verdaderamente emocionante. Lloraban esos desgraciados, principalmente, al morir condenados como malos españoles y como malos cristianos".(P.A. agosto 1936)

 

La guerra consume mucho dinero así que la maquinaria de la Administración de los lugares conquistados a la República se pone rápidamente en marcha y decreta el pago inminente de los impuestos de los contribuyentes. La nueva Hacienda pública de esta media España necesita llenar sus arcas.

 

El 6 de agosto y después de un combate de cuatro horas cae Villablino a las 14.30; localidad estratégicamente importante en el Frente Norte por su población minera solidaria con la República y con sus vecinos asturianos resistentes a la imposición del “nuevo orden”. El Ejército sublevado es consciente de la importancia de someter a los ‘rebeldes’ mineros asturleoneses que tienen marcado a fuego todavía el dolor y la rabia de la brutal represión que sufrieron hace tan solo dos años, cuando la revolución del 34.

 

El sábado día 8 de agosto con gran manifestación el señor Roa de la Vegaizó, en los balcones de la Diputación de León, izó la bandera bicolor.

 

El 11 de agosto el Ayuntamiento de Astorga prepara un importante convoy de varios camiones con obsequios para el frente.

 

Del Gobierno Civil llegan las órdenes de requisar todos los aparatos de radio, coches y bicicletas, armamento y municiones, bajo amenaza de la aplicación inflexible de sanciones su incumplimiento, y obliga al Ayuntamiento a aleccionar a todos para que “acaten este patriótico y santo movimiento”.

 

El día 13 de agosto, tras un juicio sumarísimo por el delito de  “rebelión contra la Patria y resistencia a la fuerza pública”, el fiscal pide la última pena, la pena de muerte, para los dos hombres más relevantes del Ayuntamiento de la ciudad de Astorga hasta el 20 de julio: el alcalde Miguel Carro Verdejo y el director médico del Centro de Seguridad e Higiene, Idelfonso Cortés; reclusión perpetua para cuatro de los concejales (Belarmino Lasalle, Nicolás Rodríguez, Domingo García y Ricardo Carro); 15 años para otro  (Demetrio Giménez) y absolución para los tres restantes (Narciso Hernández, Leoncio Nistal y Timoteo Blanco) que en el momento del asalto de los sublevados a esa Institución se encontraban todos dentro del edificio cumpliendo con su obligación de la defensa de la ley y el orden. Parece ser que el capitán, señor Nonide, se encargó de la defensa de los procesados y leyó un brillante informe, según la prensa.

 

 

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Curiosamente son los rebeldes los que acusan de ‘rebeldía’ y los atacantes los que acusan de ‘resistencia’.

 

El estremecimiento de esta sentencia se recoge con silencio en la ciudad. El miedo tiene atrapados los corazones de todos aquellos, que eran muchos, casi toda la población, quienes creían en la honestidad, el honor y el bien hacer de los dos personajes claves del municipio astorgano: el alcalde Verdejo y el médico Cortés. Ante la arbitraria sentencia cundió un temeroso mutismo en la ciudad por prevención a cualquier represalia por manifestar la consideración de integridad e impecable dignidad de estas personas enjuiciadas. Tan sólo el secretario del Ayuntamiento don José Diez Novo, jugándose el puesto y quizás algo más, y su mujer Purificación Rodríguez Ucieda, tuvieron la valentía de presentarse ante las autoridades como testigos de cargo para abogar con efusión y coraje por los condenados. Desgraciadamente no tuvieron éxito sus réplicas y, afortunadamente, ellos no tuvieron represalias por su osadía.

 

A los tres días de esta sentencia, y a menos de un mes de haber sido desalojados a la fuerza del Ayuntamiento, el  legítimo alcalde de la ciudad, elegido por votación popular, Miguel Carro Verdejo (de 41 años), y el médico Idelfonso Cortés Rivas (con 32 años), apresados los dos el mismo día 20 de julio en que se subleva el Comandante de la Plaza, Elías Gallegos, ambos hombres muy queridos en la ciudad, fueron fusilados al amanecer del domingo 16 de agosto, por un piquete de infantería, frente a la tapia oeste del cementerio de la ciudad. La muerte injusta y arbitraria siempre llegaba al alba. “Los reos se negaron a recibir los auxilios espirituales” ¡Dios le haya perdonado!”, reza el periódico El Pensamientodel 18 de agosto.

 

 

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Es el mismo día, 18 de agosto, en el que en la pequeña ciudad de Astorga se lee con consternación, y calladamente, este trágico final de dos hombres buenos, cuando un nuevo amanecer va a horrorizar al mundo. En la alborada de este día 18 de agosto, al norte de la ciudad de Granada es asesinado el “español integral y católico” (como él mismo se definía) Federico García Lorca. Quizás por su puesto de funcionario de la República, quizás por envidias o rencores familiares, o quizás simplemente por esa grosera y obscena sed de sangre que agitaba las madrugadas.

 

El 14 de agosto el periódico anuncia como “detenciones importantes”: 

 

Han sido detenidos en la capital por la Guardia civil el ingeniero industrial don Mariano M., exconcejal de este Ayuntamiento y el maestro nacional don Manuel Fernandez Cabal, que se hallaban escondidos. Se concede importancia a estas detenciones por suponérseles complicados en los sucesos que ensangrientan a España.

 

Siguen amontonándose noticias de fusilamientos por parte de los dos bandos: políticos, militares, ex dirigentes, religiosos, maestros, simpatizantes, sospechosos… la muerte está servida.

 

En Consejo de guerra sumarísimo en León son condenados a la última pena y ejecutados inmediatamente en Puente Castro Lorenzo García Silva de Cacabelos, “por hacer armas y llevar dinamita”, y Dimas Pueyo Llaneza y Francisco Ferreiro, de Murias de Paredes, por agresión a la fuerza armada y usar correajes del Ejército de la Guardia Civil

 

Los últimos remplazos se movilizan, y de los pueblos llegan muchos jóvenes para incorporarse a filas.

 

(*) Si quieres consultar los capítulos publicados: 

ENFERMERAS MÁRTIRES DE SOMIEDO

 

 

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