Mercedes Unzeta Gullón
Viernes, 21 de Mayo de 2021
Las mártires de Somiedo, Beatas

Aires de Guerra XV

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Estamos  ya en otoño y este año hace especialmente frío; los braseros en las casas no consiguen caldear el ambiente y se pasa casi más frío dentro de casa que fuera en la calle. Es también época de lluvias, y los soldados se mueven bajo continuos chaparrones, necesitan ropa seca.

 

Isaac Martín Granizo, farmacéutico de León, ha inventado dos fórmulas para impermeabilizar las ropas de los soldados. Para dos decímetros cuadrados de tela. Fórmula1: parafina, 1 gramo; aceite de linaza, 2,50 gramos; aguarrás, 5 c.c. La fórmula 2 consiste en aumentar la parafina a 1,50 gramos. Garantiza su efectividad e informa de que el coste para un metro de tela viene a ser de 1 peseta.  No consta si el ejército llega a utilizar este sistema para los uniformes de la tropa.

 

 

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Otro martes, día 13 de octubre, hay nueva conversación en el mercado. El Pensamiento Astorgano, este día, publica retazos de una carta de uno de los oficiales astorganos, que está en el destacamento del Puerto de Somiedo, a otro oficial en Astorga.

 

“No puede figurarse como agradecen ahora las mantas los soldados, después de unos días  de helada, el martes pasado nevó algo y desde ayer a las 5h. de la tarde que empezó otra vez, no ha cesado aún y eso que son las once de la mañana;  así es que siguiendo de esta forma es un procedimiento para que desaparezcan los rojos ya que todos seríamos blancos.

 

Mire de la manera de que puedan enviarnos unos cuantos pares de calcetines más, con objeto de que nada más bajar las avanzadillas puedan ponerse unos calcetines secos.

 

El personal nada nuevo puedo decir, que cada vez estoy más contento de mandarles, es gente que lo mismo se quedan sin comer dos días sin reclamar nada, que en las avanzadillas voluntarios esperan que asome un rojo para tirarle.”

 

En vista de los fríos cada vez más intensos, el Gobernador Civil demanda de nuevo poner a tricotar a las niñas esta vez en las escuelas, cada niña un par de calcetines. El Ayuntamiento donará el material para ello. También pide que las alumnas que tenga capacidad para ello confeccionen un par de calzoncillos “cuyo coste correrá a cargo de las familias de las alumnas como generosa donación a los defensores de la Patria”.

 

El maestro de Camponaraya es pasado por las armas junto con dos personas más.

 

Se publican los maestros que son destituidos en Astorga según disposición de la orden del 19 de agosto. Doña Carmen Lasanta San Emeterio; don Gerardo Fernández Moreno, don Honorio García Alvarez y don Antonio Alonso Alonso.

 

En el Frente Norte se espera que en plazo muy breve lleguen las columnas gallegas a apoyar la defensa de Oviedo, rompan el cerco y se acabe el  asedio de la ciudad por los republicanos.

 

 

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El coronel Aranda, máximo representante militar en Oviedo, se unió a la sublevación y se hizo fuerte en la ciudad. Ante ese movimiento las fuerzas republicanas cercaron la capital asturiana. Se da una situación revertida a la vivida justamente dos años antes, en octubre del 34, cuando los mineros revolucionarios se habían hecho fuertes en Oviedo. En aquel momento la respuesta gubernamental (bienio conservador), orquestada desde Madrid por los generales Franco y Goded, fue durísima utilizando las tropas de la Legión y de Regulares traídas de Marruecos. Ahora, con el Frente Popular en el poder, los mineros no están dispuestos a que se repita la masacre anterior y están envalentonados en su determinación de impedir que de nuevo los mismos generales, quienes ahora son los sublevados, se impongan por la fuerza en el curso político del país. Tienen cercada a la capital, pero les está costando entrar.

 

El coronel Aranda, atrincherado en Oviedo, resiste el cerco aunque se encuentra en situación límite de resistencia ya sin víveres, sin agua ni electricidad. La esperanza de su salvación la tiene puesta en las tropas que vienen por la costa desde Galicia, zona en poder de los llamados nacionales desde los principios de la sublevación. Los republicanos lo saben y lo temen. Si llegan los refuerzos no tienen nada que hacer. Pero el 17 de octubre la columna de Galicia logrará enlazar con los sitiados, sumarse a las fuerzas de Aranda y levantar el cerco de la ciudad. Los republicanos, agotadas sus municiones, tendrán que retirarse. Un duro golpe para los defensores de la República.

 

Al inicio de la sublevación las fuerzas franquistas habían tomado rápidamente la iniciativa de ocupar, por columnas militares, los puertos situados en la línea divisoria entre León y Asturias. Desde esa estratégica situación perseguían controlar y reforzar, llegado el momento, el avance  de las columnas franquistas hacia Oviedo para levantar el cerco y, también, impedir, con sus posiciones en el alto de las montañas de la Cordillera Cantábrica, el paso de republicanos asturianos hacia el sur. Pero las fuerzas republicanas estaban centradas en el asedio de Oviedo y tratando de acabar con la sublevación de los cuarteles de Gijón por lo que descuidan el controlar los distintos frentes de las maniobras franquistas en las montañas;  tan sólo se movían por esas alturas grupos dispersos de milicianos que se limitaban a vigilar los pasos montañosos. El pueblo de Santa María del Puerto, el punto más alto de los altos de Somiedo, había sido ocupado por los franquistas el día 23 de agosto. 

 

Santa María del Puerto o El Puerto de Somiedo, es una braña vaqueira, situada a 1.485 metros de altitud, de la Cordillera Cantábrica, a cuyos pastos suben en verano el ganado desde los 200 m. del Concejo de Belmonte. Es un lugar, en el límite de las dos provincias, habitado solamente en verano. En cuanto se anuncian en octubre las primeras nieves personas y ganado bajan de las montañas hasta la primavera siguiente. El poblado se queda cubierto de nieve y vacío durante el otoño e invierno.

 

Dos compañías de fusiles, una escuadra de morteros y media sección de ametralladoras con 480 soldados pertenecientes al Regimiento Burgos, del Ejército nacional, ocupa El Puerto. Un poblado formado fundamentalmente por cabañas de piedra, de forma circular y techadas en cúpula con tapinos, pero también con algunas casas. El comandante Berrocal instala la Comandancia en la casona más grande del lugar. Allí se instalan los mandos, el médico, el cura y más tarde las tres enfermeras astorganas.

 

El enclave es estratégico. El poblado está rodeado de altas colinas rocosas, por lo que el Comandante sitúa en lo alto de esas peñas unas posiciones de defensa. Los milicianos asturianos se mueven dispersos por la zona, poco armados y poco organizados pero con un espíritu empeñoso y muy rebelde a la nueva autoridad que pretende imponerse en el país. La altitud de estas peñas permitirá al comandante Berrocal otear mejor los movimientos de ese enemigo ágil que conoce bien las montañas y se mueve con ligereza.

 

La situación es tranquila. Salvo alguna razia dispersa o algún pequeño enfrentamiento esporádico de individuos disgregados, no hay mayor problema que la paciencia en la vigilancia y la espera al desarrollo de los acontecimientos. Se trata de una posición de defensa y de barrera, no de ataque, ya que toda la potencia ofensiva de las fuerzas franquistas del norte se ha centrado en la toma de Oviedo.

 

Aun así el comandante decide instalar un hospital de sangre para atender a los enfermos y heridos de las pequeñas escaramuzas y refriegas con los grupos de milicianos que andan por la montaña defendiendo la República. Surgen más heridos de enfermería de lo que en principio se pensaba así que el médico Luis Viñuela Herrero necesita ayuda. Es un joven médico de 24 años con la carrera recién acabada que ha venido con el Batallón desde León. El capitán Nonide sugiere reclamar esas enfermeras que necesitan a Astorga ya que el viene con su compañía de esa ciudad y conoce bien a las jóvenes que se han preparado para ello. El comandante Berrocal toma nota y hace caso al capitán, cursa la petición de enfermeras a Astorga.

 

 

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El médico don Julio Matinot, quien se había encargado de la instrucción de las enfermeras, recibe la petición militar de tres enfermeras para la Comandancia de El Puerto de Somiedo. Matinot considera la petición, sabe que es un lugar perdido en la montaña, seguramente nada cómodo ni acogedor pero no parece demasiado peligroso, no hay fuego cruzado, y conoce también las muchas ganas que tienen las jóvenes de participar en algo más que en el avituallamiento. Con estos razonamientos decide trasladar la petición al grupo de las jóvenes enfermeras.

 

Seis son las nuevas enfermeras que se ofrecen voluntarias para subir a las montañas. Como de momento tan sólo han pedido que vayan tres se decide hacer un sorteo para elegir a las tres primeras y se acuerda hacer relevo en una semana para que suban las siguientes. En el sorteo salen elegidas Pilín Gullón, su hermana Maca y Olga Monteserin. La madre de las hermanas Gullón no se queda nada contenta de que suban sus dos hijas al mismo tiempo así que se considera que vaya primero la mayor, Pilín, y que Maca suba en el siguiente turno. En el lugar de Maca se pone la prima Octavia. Es el momento clave que estaban esperando. Les parece mucho más compromiso con la causa estar en un hospitalillo de campaña en un destacamento militar que estar tricotando y cosiendo en la casa familiar. Así que se quedan muy contentas de poder pasar de la retaguardia a la vanguardia de esta lucha por una idílica España. Ya sólo queda esperara recibir la orden militar de subida a los altos de Somiedo.

 

 

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Finalmente el sábado 17 de octubre Pilín, Olga y Octavia reciben la siguiente citación de la Asamblea de la Cruz Roja de Astorga:“Habiéndole correspondido destacase en calidad de enfermera con destino al frente de batalla en El Puerto de Somiedo, ruego se sirva estar preparada para desplazarse a dicho punto, a cuyo objeto procurará estar mañana domingo del actual en el local de la intendencia sito a espaldas de la Casa-Ayuntamiento, a las ocho horas de la mañana, para salir al mencionado punto. Lo que encarezco a V., agradeciéndole de paso su valerosa colaboración, en bien de nuestro Ejército y Milicias armadas. Astorga 17 de octubre de 1936.”

 

Después de tantos días de espera una citación tan fría y de un día para otro no le parece nada adecuado a la madre de Pilín que se inquieta por los modales marciales y, además, se angustia ante la marcha inminente de su hija. Va a hablar con Matinot y para tranquilizarla Matinot se ofrece a subir a las enfermeras en su coche, a lo que la madre de Pilín se apunta también, se va a quedar más tranquila si acompaña a su hija y ve el sitio donde van a estar trabajando.

 

 

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El Pensamiento Astorgano saca la siguiente nota el mismo día 17 de octubre

 

“Enfermeras al frente. Con destino al frente de Somiedo saldrán mañana como damas enfermeras de la Cruz Roja las distinguidas señoritas astorganas: Pilín Gullón, Octavia Iglesias y Olga Monteserín. Deseamos un feliz viaje a tan abnegadas señoritas.”

 

 

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Justamente es ese mismo día, el 17 de octubre, que la ciudad de Oviedo ha sido liberada del cerco republicano, recibiendo estos un duro revés en su campaña de frenar el avance franquista. Esta importante pérdida les hará recomponer su estrategia. Pensarán en una venganza.

 

(*) Si quieres consultar los capítulos publicados: 

ENFERMERAS MÁRTIRES DE SOMIEDO

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