Las mártires de Somiedo, Beatas
Aires de Guerra XVI
![[Img #54095]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/5293_ejercito-popular.jpg)
Tras la caída de Oviedo en manos de los sublevados, el 17 de octubre, el alto mando republicano considera necesario dirigir los golpes hacia otros frentes. El reciente fracaso les impulsa a realizar una ofensiva rápida y eficaz que garantice una victoria significativa y levante los ánimos de los milicianos. Así que deciden atacar otro frente organizando un golpe sorpresivo a los militares insurrectos.
Acuerdan concentrar sus esfuerzos en la defensa de la zona montañosa de Somiedo. Recuerdan que en la braña de El Puerto hay un destacamento militar instalado desde agosto que no pudieron recuperar entonces. Se trata de algunas compañías de los batallones del Regimiento de Burgos, comandadas por el Comandante Berrocal. Deciden que este será su blanco.
Para ello centralizan su organización en el pueblo asturiano de Pola de Somiedo, tan solo a 15 kilómetros de El Puerto, el punto más alto y limítrofe de las dos provincias, donde están asentadas las fuerzas franquistas. Hasta Pola de Somiedo llega de Pola de Lena (localidad a 70 km. de distancia por la montaña asturiana) José García González –“el comandante García”-, con la misión de formar un batallón con los grupos de milicianos dispersos por la montaña. A los milicianos asturianos se les va a dar un asesoramiento militar urgente a cargo del sargento de infantería RodulfoTuñón Rodríguez, y a los refugiados leoneses en esta comarca, considerados con mayor experiencia, se les va a encargar el manejo de las ametralladoras. A mediados de octubre está constituido finalmente el batallón 'José Guerra Pardo' (nombre de un minero fusilado en la revuelta de 1934) al mando del comandante García y el capitán Barrero (quienes un año después serán asesinados en Zamora).
Este batallón cuenta con setecientos ochenta y ocho combatientes entre hombres y algunas mujeres, organizados en seis compañías. Pero el armamento con el que cuentan es excesivamente precario, tan sólo la mitad de las personas del batallón están armadas, y con poca cosa: fusiles y bombas de mano de fabricación casera y solamente cuatro ametralladoras, nada que ver con el moderno y abundante equipamiento con el que cuentan las tropas franquistas aunque su número de combatientes es mucho menor.
![[Img #54094]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/5647_jose-garcia.jpg)
La tarde del sábado 17 la casa de los Gullón se llena de familiares y amigos para despedir a las valientes enfermeras que han sido convocadas para subir a la montaña. Hay alegría pero también mucho nerviosismo, cierta angustia y bastante excitación. Se preparan para una gran aventura no exenta de peligro. Lloros y júbilos se alternaban con besos y abrazos. Poco pudieron dormir esa noche entre preparativos y agitación.
A las ocho horas en punto de la mañana del día 18 de octubre se encontraban las tres enfermeras en el lugar convocado, el local de intendencia, detrás del Ayuntamiento, listas para partir. La viuda de Gullón está intranquila, no le acaba de convencer que su hija se marche de casa en estas circunstancias nacionales tan revueltas, pero menos aun que se vaya a una zona peligrosa como es la zona asturiana con los mineros soliviantados, por eso ha decidido acompañarla. Se suma así a la comitiva para conocer ese lugar tan remoto en donde van a estar viviendo y trabajando su queridísima hija Pilín, su sobrina Octavia y Olga, la hija de su muy querido amigo Demetrio Monteserín.
Dos coches salieron esa mañana para El Puerto de Somiedo, uno conducido por el médico Julio Matinot en el que van doña Pilar con su hija y su sobrina; en el otro coche va Olga con el jefe de ambulancias de Astorga, Paco Zamarreño, que conduce el coche de su padre que él mismo ha transformado en ambulancia, un flamante y novísimo auto americano Graham Paige. Salen temprano porque el recorrido es largo y los caminos para llegar difíciles y malos. Y, por fin, el domingo 18 al medio día llegan a El Puerto de Somiedo. Allí las están esperando para celebrar con ellas una solemne misa de campaña. Hay un gran alborozo en el ambiente, la Comandancia está de fiesta, ha llegado la noticia de que el día anterior han acabado con el asedio de Oviedo. En el comedor de la Comandancia se prepara una espléndida comida con brindis por el éxito. Todo es alegría y buen humor. Ese día nos deja un importante reportaje gráfico que será el recuerdo de la llegada y la despedida definitiva.
![[Img #54097]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/2210_somiedo-1.jpg)
![[Img #54098]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/5934_somiedo-2.jpg)
![[Img #54099]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/1560_somiedo-3.jpg)
![[Img #54100]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/5843_somiedo-4.jpg)
Después del café, de la sobremesa y de hacerse unas fotos para el recuerdo, que serían un único y triste recuerdo, los coches se vuelven para Astorga con una doña Pilar afligida. Su impresión del lugar la deja reflejada en una carta a su ‘tío Manolo’ y su mujer María:
“Es un pueblo de lo más miserable y malo que os podéis imaginar, no tiene ni luz. Se alumbran con candil y las casas son malísimas y en una de las mejores han instalado la enfermería de la Cruz Roja… En el pueblo no hay casi vecinos pues todos se fueron con los rojos. Ella escribe diciendo que allí carecen de todo pero que está encantada de poder dar algo a este Glorioso Ejército Salvador de España. Aquello es friísimo, de modo que como veis no puede ser peor sitio.”
Con ayuda del médico Luis Viñuelas y de José Fernández Marva, jefe de la Falange de Villafranca del Bierzo, un joven de 28 años, las enfermeras pudieron acondicionar el almacén que les habían asignado como hospitalillo. A ello ayudó para las tareas de oficios los obreros especializados que encontraron entre los cuatrocientos hombres de la guarnición. Finalmente quedaron todos muy satisfechos con el buen acondicionamiento de la nave con una sala para los heridos y otra para los enfermos que eran más numerosos, pero no se consiguió la instalación de agua corriente, había que traerla de alguna de las muchas fuentes del pueblo.
Pilín escribe a su casa desde Somiedo
Os pongo estas letras más porque la brigada no se marchó hasta hoy por la mañana y ayer por la noche os pusimos la carta. Olga escribirá otro día porque se está arreglando. Se nos había olvidado deciros que nos mandéis 12 o 14 sábanas de las que hicimos en casa pues nos hacen bastante falta para la enfermería. También mandar de casa de Octavia novelas entre ellas las del Debate para los enfermos, y mandarnos cinta de la bandera que nos piden y no tenemos. No os olvidéis de que aquí estamos todos muy pobres y si hay algún alma caritativa que nos quiera mandar algo se les agradecerá en el alma. Adiós y que repito que estamos todas contentísimas y que todo el mundo nos trata con mucho cariño y están pendientes de nosotras. A Olga que le manden también caramelos y mantecadas, que nos mandéis con las sábanas las fundas. A todos recuerdos y con un ¡Viva España y el Ejército! Se despide vuestra hija y hermana PILIN
No os olvidéis de mandar el mono para el Capellán que vayáis de parte de Octavia a Acción Popular a por él y si es color crudo mejor que gris.
El domingo 25 de octubre a Pilín le toca estar de guardia. Por la noche escribe en su diario con todo detalle la crónica del día. Es la única página recuperada de su diario y entregada a la familia Gullón.
“Después de desayunar, Octavia y Olga arreglaron las habitaciones, estuve pasando el reconocimiento con el médico y el practicante. Vimos a unos ocho enfermos y luego pasamos a los cuatro que había en cama. Todos ellos pasaron la noche bien y por la mañana ninguno tenía fiebre. Estando con ellos me llamaron Octavia y Olga diciéndome que habían llegado de Astorga Santiago Herrero, Pepe Aragón y el comandante Chinchilla y nos traían cuatro o cinco paquetes con los encargos que habíamos pedido. Traen sábanas y fundas para la enfermería, camisas y calzoncillos para los soldados y dos cazuelas y un cazo par hervir y cocer lo de los enfermos. También nos traían a Olga y a mí las capas azules que tanto deseábamos y batas y delantales. Las capas nos han gustado tanto a Olga como a mí, y estamos locas de estrenarlas. Luego subí a la enfermería con los de Astorga y estoy charlando con ellos y sé que estáis todos bien y me entregan tres cartas: una es de casa, de Pedro Revilla y de Pilar Calderón. Octavia y Olga se marchan pues acaban de llegar tres chicos y tres chicas de Cabrillares a almorzar aquí, yo me quedo en la enfermería para hacer las camas, cambio y arreglo, y cuando oigo tocar a misa salgo volando con la capa nueva que la estreno, por cierto que le toca mal día, a ratos está lloviendo, menos mal que durante la misa no llovía. Luego, al acabar esta, yo me voy a la enfermería para dar de comer a mis dos enfermos que son los únicos que no se han levantado, y cuando terminan me voy al gabinete en donde están de tertulia Olga y Octavia con las tres de Cabrillanes. Después vamos a comer, aquí nos reunimos 28 personas, yo me senté a la izquierda de nuestro comandante (Berrocal), Olga a su derecha y Octavia a la derecha del comandante Chinchilla. Dirige la comida el alférez Bosch, que por cierto lo hace con mucho acierto. Después de una comilona espléndida en la que había entremeses y cuatro platos, además de café con leche y copas, pero yo a pesar de no beber ‘ahora por vez primera’ bebí cognac y anís y luego pasamos al gabinete y estuvimos hablando y enseñándoles aquello, luego bajaron y yo me tuve que quedar para poner el termómetro a los enfermos; de forma que estando con ellos llegó Paco Villa que venía de San Emiliano a hacernos una visita.”
![[Img #54101]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/680_manuscrito-de-pilin.jpg)
![[Img #54102]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/1112_maunuscrito-por-detras.jpg)
Al día siguiente, lunes 26, escribe una nota rápida a la familia dando cuenta ‘del recibí’ de los paquetes enviados el día anterior para que se la lleven los que vuelven este día a Astorga.
Recibí todo, está bien. Con la capa estoy encantada. Las batas me están muy bien pero las hubiera preferido abiertas atrás pero con el mismo cuello. Un abrazo fuertísimo a D.Magín y a Delfi, recuerdos a todas las muchachas. Octavia está enfadadísima por no haberla escrito su madre. Devuelvo una tartera, no mandarme más sábanas. Adiós. PILIN
La escribe en un trozo de hoja de su cuaderno/diario que arranca a la carrera y por detrás de esa nota se puede leer parte de una anotación anterior en la que cuenta quienes subieron en coche desde Astorga con ellas: “subimos a las nueve de la mañana….el Puerto de Somiedo Octavia…. En uno de los coches iban Mary….su niño pequeño, Pepe Aragón….Herminia Seco, Mª Berta la del….el otro, mamá, Octavia”
Pero parece que los que vuelven a Astorga no tienen tanta prisa como ella pensaba así que Pilín aprovecha para escribir una larga carta a su hermana Maca contándole su vida en Somiedo y aprovecha, también, para hacerle un montón de encargos. La acaba a tiempo para entregársela a Pepe Aragón, que vuelve este día. Aragón se la entrega el mismo día a la familia. Es una carta escrita a lápiz. La última carta escrita con los últimos desesos.
![[Img #54096]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/8136_las-tres-con-abuela-grises-1200.jpg)
(*) Si quieres consultar los capítulos publicados:
Tras la caída de Oviedo en manos de los sublevados, el 17 de octubre, el alto mando republicano considera necesario dirigir los golpes hacia otros frentes. El reciente fracaso les impulsa a realizar una ofensiva rápida y eficaz que garantice una victoria significativa y levante los ánimos de los milicianos. Así que deciden atacar otro frente organizando un golpe sorpresivo a los militares insurrectos.
Acuerdan concentrar sus esfuerzos en la defensa de la zona montañosa de Somiedo. Recuerdan que en la braña de El Puerto hay un destacamento militar instalado desde agosto que no pudieron recuperar entonces. Se trata de algunas compañías de los batallones del Regimiento de Burgos, comandadas por el Comandante Berrocal. Deciden que este será su blanco.
Para ello centralizan su organización en el pueblo asturiano de Pola de Somiedo, tan solo a 15 kilómetros de El Puerto, el punto más alto y limítrofe de las dos provincias, donde están asentadas las fuerzas franquistas. Hasta Pola de Somiedo llega de Pola de Lena (localidad a 70 km. de distancia por la montaña asturiana) José García González –“el comandante García”-, con la misión de formar un batallón con los grupos de milicianos dispersos por la montaña. A los milicianos asturianos se les va a dar un asesoramiento militar urgente a cargo del sargento de infantería RodulfoTuñón Rodríguez, y a los refugiados leoneses en esta comarca, considerados con mayor experiencia, se les va a encargar el manejo de las ametralladoras. A mediados de octubre está constituido finalmente el batallón 'José Guerra Pardo' (nombre de un minero fusilado en la revuelta de 1934) al mando del comandante García y el capitán Barrero (quienes un año después serán asesinados en Zamora).
Este batallón cuenta con setecientos ochenta y ocho combatientes entre hombres y algunas mujeres, organizados en seis compañías. Pero el armamento con el que cuentan es excesivamente precario, tan sólo la mitad de las personas del batallón están armadas, y con poca cosa: fusiles y bombas de mano de fabricación casera y solamente cuatro ametralladoras, nada que ver con el moderno y abundante equipamiento con el que cuentan las tropas franquistas aunque su número de combatientes es mucho menor.
La tarde del sábado 17 la casa de los Gullón se llena de familiares y amigos para despedir a las valientes enfermeras que han sido convocadas para subir a la montaña. Hay alegría pero también mucho nerviosismo, cierta angustia y bastante excitación. Se preparan para una gran aventura no exenta de peligro. Lloros y júbilos se alternaban con besos y abrazos. Poco pudieron dormir esa noche entre preparativos y agitación.
A las ocho horas en punto de la mañana del día 18 de octubre se encontraban las tres enfermeras en el lugar convocado, el local de intendencia, detrás del Ayuntamiento, listas para partir. La viuda de Gullón está intranquila, no le acaba de convencer que su hija se marche de casa en estas circunstancias nacionales tan revueltas, pero menos aun que se vaya a una zona peligrosa como es la zona asturiana con los mineros soliviantados, por eso ha decidido acompañarla. Se suma así a la comitiva para conocer ese lugar tan remoto en donde van a estar viviendo y trabajando su queridísima hija Pilín, su sobrina Octavia y Olga, la hija de su muy querido amigo Demetrio Monteserín.
Dos coches salieron esa mañana para El Puerto de Somiedo, uno conducido por el médico Julio Matinot en el que van doña Pilar con su hija y su sobrina; en el otro coche va Olga con el jefe de ambulancias de Astorga, Paco Zamarreño, que conduce el coche de su padre que él mismo ha transformado en ambulancia, un flamante y novísimo auto americano Graham Paige. Salen temprano porque el recorrido es largo y los caminos para llegar difíciles y malos. Y, por fin, el domingo 18 al medio día llegan a El Puerto de Somiedo. Allí las están esperando para celebrar con ellas una solemne misa de campaña. Hay un gran alborozo en el ambiente, la Comandancia está de fiesta, ha llegado la noticia de que el día anterior han acabado con el asedio de Oviedo. En el comedor de la Comandancia se prepara una espléndida comida con brindis por el éxito. Todo es alegría y buen humor. Ese día nos deja un importante reportaje gráfico que será el recuerdo de la llegada y la despedida definitiva.
Después del café, de la sobremesa y de hacerse unas fotos para el recuerdo, que serían un único y triste recuerdo, los coches se vuelven para Astorga con una doña Pilar afligida. Su impresión del lugar la deja reflejada en una carta a su ‘tío Manolo’ y su mujer María:
“Es un pueblo de lo más miserable y malo que os podéis imaginar, no tiene ni luz. Se alumbran con candil y las casas son malísimas y en una de las mejores han instalado la enfermería de la Cruz Roja… En el pueblo no hay casi vecinos pues todos se fueron con los rojos. Ella escribe diciendo que allí carecen de todo pero que está encantada de poder dar algo a este Glorioso Ejército Salvador de España. Aquello es friísimo, de modo que como veis no puede ser peor sitio.”
Con ayuda del médico Luis Viñuelas y de José Fernández Marva, jefe de la Falange de Villafranca del Bierzo, un joven de 28 años, las enfermeras pudieron acondicionar el almacén que les habían asignado como hospitalillo. A ello ayudó para las tareas de oficios los obreros especializados que encontraron entre los cuatrocientos hombres de la guarnición. Finalmente quedaron todos muy satisfechos con el buen acondicionamiento de la nave con una sala para los heridos y otra para los enfermos que eran más numerosos, pero no se consiguió la instalación de agua corriente, había que traerla de alguna de las muchas fuentes del pueblo.
Pilín escribe a su casa desde Somiedo
Os pongo estas letras más porque la brigada no se marchó hasta hoy por la mañana y ayer por la noche os pusimos la carta. Olga escribirá otro día porque se está arreglando. Se nos había olvidado deciros que nos mandéis 12 o 14 sábanas de las que hicimos en casa pues nos hacen bastante falta para la enfermería. También mandar de casa de Octavia novelas entre ellas las del Debate para los enfermos, y mandarnos cinta de la bandera que nos piden y no tenemos. No os olvidéis de que aquí estamos todos muy pobres y si hay algún alma caritativa que nos quiera mandar algo se les agradecerá en el alma. Adiós y que repito que estamos todas contentísimas y que todo el mundo nos trata con mucho cariño y están pendientes de nosotras. A Olga que le manden también caramelos y mantecadas, que nos mandéis con las sábanas las fundas. A todos recuerdos y con un ¡Viva España y el Ejército! Se despide vuestra hija y hermana PILIN
No os olvidéis de mandar el mono para el Capellán que vayáis de parte de Octavia a Acción Popular a por él y si es color crudo mejor que gris.
El domingo 25 de octubre a Pilín le toca estar de guardia. Por la noche escribe en su diario con todo detalle la crónica del día. Es la única página recuperada de su diario y entregada a la familia Gullón.
“Después de desayunar, Octavia y Olga arreglaron las habitaciones, estuve pasando el reconocimiento con el médico y el practicante. Vimos a unos ocho enfermos y luego pasamos a los cuatro que había en cama. Todos ellos pasaron la noche bien y por la mañana ninguno tenía fiebre. Estando con ellos me llamaron Octavia y Olga diciéndome que habían llegado de Astorga Santiago Herrero, Pepe Aragón y el comandante Chinchilla y nos traían cuatro o cinco paquetes con los encargos que habíamos pedido. Traen sábanas y fundas para la enfermería, camisas y calzoncillos para los soldados y dos cazuelas y un cazo par hervir y cocer lo de los enfermos. También nos traían a Olga y a mí las capas azules que tanto deseábamos y batas y delantales. Las capas nos han gustado tanto a Olga como a mí, y estamos locas de estrenarlas. Luego subí a la enfermería con los de Astorga y estoy charlando con ellos y sé que estáis todos bien y me entregan tres cartas: una es de casa, de Pedro Revilla y de Pilar Calderón. Octavia y Olga se marchan pues acaban de llegar tres chicos y tres chicas de Cabrillares a almorzar aquí, yo me quedo en la enfermería para hacer las camas, cambio y arreglo, y cuando oigo tocar a misa salgo volando con la capa nueva que la estreno, por cierto que le toca mal día, a ratos está lloviendo, menos mal que durante la misa no llovía. Luego, al acabar esta, yo me voy a la enfermería para dar de comer a mis dos enfermos que son los únicos que no se han levantado, y cuando terminan me voy al gabinete en donde están de tertulia Olga y Octavia con las tres de Cabrillanes. Después vamos a comer, aquí nos reunimos 28 personas, yo me senté a la izquierda de nuestro comandante (Berrocal), Olga a su derecha y Octavia a la derecha del comandante Chinchilla. Dirige la comida el alférez Bosch, que por cierto lo hace con mucho acierto. Después de una comilona espléndida en la que había entremeses y cuatro platos, además de café con leche y copas, pero yo a pesar de no beber ‘ahora por vez primera’ bebí cognac y anís y luego pasamos al gabinete y estuvimos hablando y enseñándoles aquello, luego bajaron y yo me tuve que quedar para poner el termómetro a los enfermos; de forma que estando con ellos llegó Paco Villa que venía de San Emiliano a hacernos una visita.”
Al día siguiente, lunes 26, escribe una nota rápida a la familia dando cuenta ‘del recibí’ de los paquetes enviados el día anterior para que se la lleven los que vuelven este día a Astorga.
Recibí todo, está bien. Con la capa estoy encantada. Las batas me están muy bien pero las hubiera preferido abiertas atrás pero con el mismo cuello. Un abrazo fuertísimo a D.Magín y a Delfi, recuerdos a todas las muchachas. Octavia está enfadadísima por no haberla escrito su madre. Devuelvo una tartera, no mandarme más sábanas. Adiós. PILIN
La escribe en un trozo de hoja de su cuaderno/diario que arranca a la carrera y por detrás de esa nota se puede leer parte de una anotación anterior en la que cuenta quienes subieron en coche desde Astorga con ellas: “subimos a las nueve de la mañana….el Puerto de Somiedo Octavia…. En uno de los coches iban Mary….su niño pequeño, Pepe Aragón….Herminia Seco, Mª Berta la del….el otro, mamá, Octavia”
Pero parece que los que vuelven a Astorga no tienen tanta prisa como ella pensaba así que Pilín aprovecha para escribir una larga carta a su hermana Maca contándole su vida en Somiedo y aprovecha, también, para hacerle un montón de encargos. La acaba a tiempo para entregársela a Pepe Aragón, que vuelve este día. Aragón se la entrega el mismo día a la familia. Es una carta escrita a lápiz. La última carta escrita con los últimos desesos.
(*) Si quieres consultar los capítulos publicados: