Aidan Mcnamara
Sábado, 22 de Mayo de 2021

Me han puesto el 'chis'

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España nunca deja de sorprenderme. Sí, me han puesto el chip y lo van a rematar o pulir dentro de cuatro semanas. He notado unos efectos secundarios extraordinarios: estoy feliz, productivo, activo en general - ya puedo pasear por la noche -, y muy consciente de que tengo la suerte de vivir en el primer mundo.

 

La pandemia ha sido maravillosa en cuanto a ciertos usos y costumbres. La gente ya sabe lo que es la puntualidad, formar una cola, hablar sin escupir, respetar tu espacio, mirarte a los ojos y escuchar, comprender las prioridades de la existencia, celebrar el curro de la gente normal, entender que si hay déficit de papel higiénico se puede comprar el Hola, montar tertulias en la tele con científicos que dialogan sin insultar, modificar un negocio empleando la tecnología digital… Ya, ya sé que los muertos no podrán leer este periódico ni cenar con sus seres queridos.

 

Los fieles (por ejemplo, mi madre, que no es española, pero que sí va de copas (Tío Pepe) con jesuitas) han aprendido que se puede oír misa on line y ser amado por Dios sin comulgar. Es verdad también que hay más conversos: he leído varias confesiones en las últimas semanas de famosos que ya no son negacionistas por haber sido ingresados gracias a la honestidad y la imparcialidad del virus. Los más civilizados de mis amigos han entendido que en lugar del ocio nocturno existe el sexo y (en caso de hartazgo) la alegría de compartir historias y anécdotas mediante la celebración de una birtual, o sea, unas birras con Zoom, gracias a la fibra óptica.

 

Ahora bien, reconozco que la pandemia no ha terminado y que una persona chipeada aún puede ser un portador pasivo y que, aunque lejos de abandonar la mascarilla, me parece inconcebible de cara a la nueva normalidad o tiempos neonormales (dicho sin coña) que visitar un ambulatorio o un hospital no conlleve la obligatoriedad de tapar la nariz y la boca por respeto a los pacientes y al personal. A veces la humanidad sólo aprende a base de sustos. Sin embargo, mi nuevo chip es bastante inocuo: todavía no me creo ni una cuarta parte de las tonterías que dicen los políticos en cuanto a la fecha definitiva para la inauguración de la variante… de Pajares.

 

Sé que esta columna es de usar y tirar: ahorro al lector mis reflexiones sobre los israelíes. Algunas vacunas nacen moribundas (por ejemplo, Nuremberg 1945/46) y sé que la paciencia no debe inocular contra el sentido de urgencia … pero ya saben ustedes: el poder suele controlar la justicia. 

 

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