Invisibles
![[Img #54109]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2021/590_10952553_10204420562731562_114210516394622475_o.jpg)
Andrés, la primera noche que pasó en la calle, apenas se dio cuenta de que lo estaba. Pronto, quizás en la tercera, mientras colocaba cartones a modo de colchón en la entrada de un comercio para poder dormir, fue consciente que seguramente sería esa noche, la siguiente y muchas más, pero lo que no podía imaginarse era que su situación fuera a durar eternamente. En su bolsillo apenas había dos euros, no tenía para ir a una pensión y sus amigos habían dejado de serlo.
Sin saber cómo, los días fueron pasando, los meses… Llevaba ya seis meses y todavía se le acercaba algún conocido que lamentando verle en aquella situación le daba algún consejo o algunas monedas para que comprara comida. Otros solo le recordaban el drama que llevaba encima y lo jodido que estaba, presagiando que nunca volvería a ser lo que había sido, hiciera lo que hiciera nunca llegaría a tener trabajo ni las relaciones que había tenido.
El motivo principal que le llevó a la situación actual solo él lo conoce, aunque sí me ha contado que perdió su trabajo por ajuste de plantilla en la empresa en que trabajaba, lo que desencadenó un conflicto familiar que acabó en separación, perdió la custodia de sus hijos, su casa… Cuando se quiso dar cuenta se vio en la calle, algo que ha creado una cortina de niebla en su interior y un duro caparazón en su exterior, en el que esconde su verdadero yo, donde guarda dormido su talento, su gran valía como ser humano; dejando que divaguen en su mundo y advirtiendo cómo en ocasiones llega a sentirse rechazado por él mismo.
La ciudad en ocasiones se le ha presentado hostil, provocándole cierto miedo al principio, ahora ya no. Otras le ha hecho sentir vergüenza de sí mismo, por el aspecto que lleva y que le hace presuponer sospechoso de incomodar al resto de la gente, algo que por otra parte no se ajusta a la realidad. Él no eligió la calle, fue la calle quien lo eligió a él. Solo pretende pasar inadvertido, pero cuando una persona va mal vestida, siempre cargada de bolsas, con largas barbas y en ocasiones hasta tiene mal olor, casi es imposible no provocar ese sentimiento de precaución, y aunque no es justo, él lo entiende y lo considera normal.
Los prejuicios sociales impiden ver la dureza de la vida de personas como Andrés, ante las que generalmente se muestra indiferencia, rechazo e incluso desprecio. No es fácil para nuestra sociedad entender que lo que reclaman es aquello que reclamaríamos para nosotros mismos: cariño, respeto, atención, que se acuerden de tu nombre, que te echen en falta… Cosas tan normales que el resto de la sociedad, por tenerlas, las obviamos.
No hace mucho tiempo leí la historia de un hombre sin hogar, que realmente pensaba que era invisible. Pero un día un niño se le acercó y le entregó su cochecito de juguete. El hombre estaba emocionado y sorprendido. ¿Puedes verme? ¿De verdad puedes verme? ¿Cómo puedes verme si soy invisible?
Sin techo, sin hogar, pero son invisibles porque no queremos verlos. Posiblemente esto cambiaría si fuésemos conscientes de que puede pasarnos a cualquiera.De hecho, ahora mismo le está pasando a gente que nunca se lo hubiese imaginado.
Andrés, la primera noche que pasó en la calle, apenas se dio cuenta de que lo estaba. Pronto, quizás en la tercera, mientras colocaba cartones a modo de colchón en la entrada de un comercio para poder dormir, fue consciente que seguramente sería esa noche, la siguiente y muchas más, pero lo que no podía imaginarse era que su situación fuera a durar eternamente. En su bolsillo apenas había dos euros, no tenía para ir a una pensión y sus amigos habían dejado de serlo.
Sin saber cómo, los días fueron pasando, los meses… Llevaba ya seis meses y todavía se le acercaba algún conocido que lamentando verle en aquella situación le daba algún consejo o algunas monedas para que comprara comida. Otros solo le recordaban el drama que llevaba encima y lo jodido que estaba, presagiando que nunca volvería a ser lo que había sido, hiciera lo que hiciera nunca llegaría a tener trabajo ni las relaciones que había tenido.
El motivo principal que le llevó a la situación actual solo él lo conoce, aunque sí me ha contado que perdió su trabajo por ajuste de plantilla en la empresa en que trabajaba, lo que desencadenó un conflicto familiar que acabó en separación, perdió la custodia de sus hijos, su casa… Cuando se quiso dar cuenta se vio en la calle, algo que ha creado una cortina de niebla en su interior y un duro caparazón en su exterior, en el que esconde su verdadero yo, donde guarda dormido su talento, su gran valía como ser humano; dejando que divaguen en su mundo y advirtiendo cómo en ocasiones llega a sentirse rechazado por él mismo.
La ciudad en ocasiones se le ha presentado hostil, provocándole cierto miedo al principio, ahora ya no. Otras le ha hecho sentir vergüenza de sí mismo, por el aspecto que lleva y que le hace presuponer sospechoso de incomodar al resto de la gente, algo que por otra parte no se ajusta a la realidad. Él no eligió la calle, fue la calle quien lo eligió a él. Solo pretende pasar inadvertido, pero cuando una persona va mal vestida, siempre cargada de bolsas, con largas barbas y en ocasiones hasta tiene mal olor, casi es imposible no provocar ese sentimiento de precaución, y aunque no es justo, él lo entiende y lo considera normal.
Los prejuicios sociales impiden ver la dureza de la vida de personas como Andrés, ante las que generalmente se muestra indiferencia, rechazo e incluso desprecio. No es fácil para nuestra sociedad entender que lo que reclaman es aquello que reclamaríamos para nosotros mismos: cariño, respeto, atención, que se acuerden de tu nombre, que te echen en falta… Cosas tan normales que el resto de la sociedad, por tenerlas, las obviamos.
No hace mucho tiempo leí la historia de un hombre sin hogar, que realmente pensaba que era invisible. Pero un día un niño se le acercó y le entregó su cochecito de juguete. El hombre estaba emocionado y sorprendido. ¿Puedes verme? ¿De verdad puedes verme? ¿Cómo puedes verme si soy invisible?
Sin techo, sin hogar, pero son invisibles porque no queremos verlos. Posiblemente esto cambiaría si fuésemos conscientes de que puede pasarnos a cualquiera.De hecho, ahora mismo le está pasando a gente que nunca se lo hubiese imaginado.