Mercedes Unzeta Gullón
Viernes, 28 de Mayo de 2021
Las mártires de Somiedo, Beatas

Aires de Guerra XXII

El 12 de febrero de 1937 no se sabe ningún detalle, sólo que han sido fusilados oficiales y enfermeras. A partir de aquí el Ejército ‘nacional’ irá recabando información con las declaraciones de todo aquel que estuvo en la zona, de los que fueron haciendo prisioneros, y entre ellos de todo aquel que perteneció al batallón ‘Guerra Pardo’, estos fueron perseguidos sin tregua.

 

En aquel ataque por sorpresa, el 27 de octubre de 1936, el Ejército franquista sufrió una significativa emboscada (El Copo) por parte del ‘enemigo’ en la que perdió muchos hombres, alrededor de 300 de un solo golpe, rápida y fácilmente, y con pocas bajas del lado contrario. Es una derrota vergonzosa para un Ejército que iniciaba su ‘campaña’ como ‘vencedor’ contando con los exitosos inicios de la contienda. Este importante fracaso no es posible asumirlo públicamente porque tendría un efecto desmoralizador en sus filas. Así es que se decide centralizar la atención del fracaso en el fusilamiento de las tres enfermeras; en la maldad de los milicianos con unas jóvenes mujeres con espíritu de entrega.

 

Realmente los hechos son crueles e indignos. Cruel es el fusilamiento de unas enfermeras que están en una acción humanitaria, y bajo el respeto de una institución humanitaria Internacional; respeto que hasta ahora había sido observado en cualquier conflicto bélico, siendo esta la primera vez que se no se ha tenido en consideración. Este incomprensible e indigno acto merma el valor y el éxito de la victoria de los milicianos asturianos y, precisamente por ello, va a ser utilizado por los sublevados franquistas como justificante para desencadenar una rabiosa persecución en la montaña asturiana, aunque su motivo en el fondo quizás no sea tanto la ejecución de las enfermeras, como la revancha de su deshonrosa derrota.

 

¿Qué les mueve a los milicianos republicanos a matar a las enfermeras? Los milicianos asturianos, en este momento, tienen muchos heridos tras la pérdida de la batalla en Oviedo, necesitan médicos y enfermeras para su asistencia. De hecho estos profesionales que van cogiendo prisioneros se los llevan a sus hospitales para que atiendan a los suyos. ¿Por qué a las tres enfermeras del Puerto de Somiedo las fusilan? ¿Por qué no se las llevan a trabajar a alguno de sus  hospitales? ¿Quizás la presión de la presencia de los militares franquistas que ya están tomando los altos de Somiedo les hace tomar una decisión violenta? En el ataque a El Puerto han muerto más de 300 soldados franquistas y los que han cogido presos los han llevado prisioneros a Gijón. ¿Por qué no se las llevaron también a ellas y al médico? La pregunta tiene una incógnita como respuesta ¿Por qué?  En mi análisis llego a la conclusión de que el resentimiento social, y por lo tanto vital, empujado por la furia generada por la violencia del momento ha sido uno de los principales motivos de unas mujeres para matar a otras mujeres.

 

 

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Exhumación de los cuerpos, traslado a Astorga, entierro y beatificación

      

Tras la terrible noticia del asesinato de las tres jóvenes enfermeras se suceden en su ciudad los homenajes por parte de las autoridades, las asociaciones humanitarias, la prensa y la Iglesia. Su valor, su humanitarismo y su fe son ensalzados en escritos, oraciones, discursos y homilías. El lloro es unánime. Su juventud, su entrega caritativa y su actitud sensible, compasiva y piadosa, hacen de estas muertes un gran sinsentido y ocasionan a sus familias un dolor lacerante.

 

 

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En los primeros meses de 1937 las tropas de los sublevados, ya han tomado bajo su control el País Vasco, avanzan de este a oeste en el Frente Norte. A finales de agosto de este año han conseguido hacerse con Santander. Ante este avance las tropas republicanas van retrocediendo hacia Asturias, donde se concentran y se quedan aisladas pues Galicia llevaba tiempo en manos de los militares ‘nacionales’. Después de duros combates, en septiembre las tropas del general Fidel Dávila Arrondo (sucesor del general Mola muerto el 3 de junio de 1937) avanzan desde Santander y consiguen abrir un pasillo de entrada en las tierras asturianas que, a excepción de Oviedo y el corredor que une la capital con Galicia, seguían en manos de los republicanos que se resistían fuertemente a caer en manos de los militaresinsurrectos.

      

Como si la casualidad ofreciera una satisfacción de desquite, el 27 de octubre de 1937, el día que justamente se cumplía un año exacto de la victoria de los milicianos republicanos en Somiedo en el ataque por sorpresa al destacamento militar franquista en los altos del Puerto, y el fusilamiento de los mandos y de las tres enfermeras de la Cruz Roja, ese día exactamente, un año más tarde, se da por terminada la Campaña del Norte, pues finalmente obtienen la victoria sobre Gijón y Avilés los que fueron vencidos hace un año. Eran las últimas resistencias. El 27 de octubre de 1937 se da por conquistada ‘la rebelde’ Asturias.

 

Y quizás fuera producto de otro desquite o quizás tan sólo de la barbarie de los hombres enardecidos por la violencia que se genera en el espíritu humano y la enajenación a la que llega en un estado de enfrentamientos y odios, el 27 de octubre, a un año exacto de la toma de Somiedo por los milicianos republicanos, las tropas del comandante Emilio Molina, al mando de la 6ª Brigada Navarra Carlista, llegan al Monasterio de Valdediós, en el concejo asturiano de Villaviciosa, en donde se habían refugiado a causa de la guerra el personal y los enfermos del hospital psiquiátrico de Oviedo 'La Cadellada', y organizan una orgiástica matanza. La narración de los acontecimientos dice que 14 enfermeras y una niña de 15 años fueron abusadas, violadas y asesinadas junto con cuatro celadores, y el resto hasta 33 personas fueron llevadas prisioneras y desaparecidas para siempre. Se ha logrado exhumar en el año 2003 el cuerpo de 12 mujeres y cinco hombres, ocho de ellas enfermeras, y 14 de los 17 cuerpos con el cráneo fracturado por disparos.

 

 

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“Asturias ya es de los nuestros”. Ha llegado el momento de recuperar los cuerpos de los fusilados que habían quedado en zona republicana. Ahora se tiene el campo libre para investigar, interrogar y averiguar dónde están los cuerpos de las tres enfermeras. Durante todo este tiempo, y a pesar de la multitud de homenajes, misas y rezos que se les han dedicado, todavía las familias no pueden cerrar su duelo porque no han visto ni tenido a su lado a sus queridas hijas. Su primera esperanza era verlas vivas, pero siendo ya eso imposible ahora necesitan ver sus cuerpos para despedirlas y tratar de cerrar las ansiedades y las emociones de un año de dolor.

 

 

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El 3 de noviembre de 1937 el periódico La Luz de Astorga informa que ha habido una reunión en el Ayuntamiento para establecer los pasos necesarios para trasladar los cuerpos de las jóvenes astorganas desde Somiedo a Astorga. Se acuerda solicitar de la autoridad competente el traslado de los restos mortales de las tres víctimas desde Somiedo a esta ciudad, en cuyo cementerio serán inhumados provisionalmente. También acuerdan exponer al señor obispo que sean trasladados dichos restos a la Catedral.

    

La comisión organizadora de homenaje a las enfermeras cuenta ya, el 21 de diciembre, con todas las autorizaciones precisas y espera que el temporal de nieve permita la exhumación de los cadáveres para su traslado a Astorga. Se llama al arquitecto de la Dirección General de Bellas Artes, señor Cárdenas, para que diseñe el mausoleo de las enfermeras en la Catedral.

      

El 29 de enero de 1938 publica El Pensamiento Astorgano

 

La Comisión que esta madrugada salió para Somiedo con el fin de recoger los restos de las heroínas astorganas ha comunicado telefónicamente desde Villablino la imposibilidad de proseguir su viaje debido a la enorme cantidad de nieve acumulada en el puerto.”

 

Esta comisión que salió en busca de los cuerpos estaba formada por Demetrio Monteserín como representación de familiares de las víctimas, varios comisionados del Ayuntamiento, Cruz Roja y Falange de Astorga, dice El Pensamiento.

      

Sorteando la abundancia de nieve, la comisión logró llegar el sábado 29, por la noche, a Pola de Somiedo por el puerto de Leitariegos. El domingo 30 se procedió a la exhumación de los cadáveres que estaban enterrados en el prado llamado de D. Juan.

      

El hijo de un desenterrador de los cinco que se ocuparon de abrir la fosa y sacar los cuerpos de las tres enfermeras y los dos falangistas, que entonces tenía 10 años, da información de la  exhumación, recogida por la familia Gullón: “Las enfermeras estaban perfectamente reconocibles. Pilín, con cabello rubio, estaba tapada por el vestido de Octavia y algo ladeada por ser la más alta. Olga seguía con sueesparadrapo en la cara. Los cinco estaban tumbados boca arriba y Olga por más pequeña estaba en los pies. Las enfermeras estaban vestidas, pues según quitaban la tierra la misma ropa hizo de andas para sacarlas.”

 

Otro desenterrador, Ángel Alba Cabezas afirma que los cuatro cuerpos estaban boca arriba y el quinto, el de Olga, que era la más joven, estaba colocado a los pies de los otros y que los cinco estaban boca arriba.

        

La labor de identificación no ofrece ninguna dificultad, pues las mártires parecen como si conservaran el don de la incorruptibilidad; llevan dieciséis meses bajo tierra pero el frío y las humedades de las nieves han conservado en muy buen estado los cuerpos. Están enterradas en una zanja de tierra con sus uniformes de enfermeras junto con los dos falangistas, y absolutamente reconocibles. Son depositadas en los féretros y estos en arcas de zinc que las familias han llevado junto con banderas de lana y banderas con crespón con las que se cubren las arcas. Los dos falangistas son enterrados de nuevo en un lugar cercano.

 

Suscrita por las autoridades de Pola y por los comisionados -el jefe local de la Falange y el secretario de la Cruz Roja señor Aragón- se levanta un acta de entrega de los tres cadáveres en “un acto sencillo y emocionante”.

 

La comitiva con los tres féretros de zinc sellados se puso en marcha por la tarde de ese mismo día. Hacen el regreso por el puerto de Pajares llegando a Astorga sobre las tres de la madrugada del día 31.

 

 

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La capilla ardiente está preparada en el Salón de Plenos del Ayuntamiento y allí se instalarán los féretros envueltos en las banderas bicolor. En todos los edificios oficiales ondean las banderas a media asta y la población enluta la ciudad con colgaduras con crespones en sus balcones. Ese lunes cierran todos los comercios de la localidad y durante todo el día doblaron las campanas de los distintos templos de la ciudad.

 

 

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Son las 11 y al Ayuntamiento han ido llegando las autoridades provinciales, las de la localidad y las diversas comisiones, mientras que en la plaza bulle la multitud. Se organiza la comitiva para dirigirse a la Catedral.

 

A las 11 de la mañana sale del Ayuntamiento la comitiva que va a trasladar los féretros hasta la Catedral. El periódico local La luz de Astorga la califica de “gloriosa y triunfal”.

 

“Precede la Patria con sus banderas enrolladas entre crespones; luego las Cruces parroquiales con sus respectivas asistencias; después los féretros llevados a hombros de familiares, miembros de la Cruz Roja, de camaradas de la F.E.T con escolta de damas enfermeras, por fin el duelo familiar en el que formaba parte el General Ibañez como presidente de la Asamblea provincial de la Cruz Roja y el duelo de honor formado por el Rdmo. Prelado, Gobernadores Militar y Civil, jefe provincial de F.E.T., presidente de la Diputación, Comandante Militar de la Plaza, alcaldes de León,  Astorga y demás autoridades; y por último cierra la marcha la banda municipal de música interpretando marchas fúnebres y la milicia de la F.E.T. con los flechas en correcta formación. La multitud es inmensa, apiñándose en todas partes ocupa totalmente la Plaza Mayor”.

 

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Por la calle Lorenzo Segura, plaza del Obispo Alcolea… llega la brillante comitiva a la Catedral donde el Cabildo se hace cargo de los cadáveres. Ante la puerta principal se les rinde su postrer homenaje.

 

El Jefe provincial de Prensa y Propaganda de la Falange, camarada Robles quien hace un exaltado elogio de las tres heroínas que murieron por defender la santa hermandad de la Falange con el grito de ¡Arriba España! da los ¡presentes! reglamentarios.

 

Leen unas cuartillas de fervorosa exaltación el señor Matinot, como presidente de la Cruz Roja, y el alcalde señor González; el comandante de la Plaza, señor Bermúdez resalta los nobles ideales por los que murieron Pilar, Olga y Octavia. Los gritos finales son llama patriótica que se enciende para el momento del sepelio.

 

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Se reza una misa en el altar mayor y un responso final acompañado con la música sacra de Lorenzo Perosi, y al fin son depositadas en los nichos.

 

 

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En julio de 1948 se procederá a realizar el traslado de los restos de las “mártires astorganas” al mausoleo erigido para ellas por “la Asamblea Suprema de la Cruz Roja”, y proyectado por el arquitecto Cárdenas, en la Capilla de San Juan de la Catedral. Este acontecimiento estuvo revestido de la mayor relevancia y boato al ser presidido por Doña Carmen Polo de Franco que llegó a la ciudad con todo su séquito expresamente para este acto de exhumación y homenaje.

 

 

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El 11 de junio, ya del 2019, el Papa rubrica con su firma que  fueron asesinadas por odio a la fe. La iglesia las eleva al culto como mártires y beatas.

 

El domingo 15 de septiembre del 2019 el arzobispo metropolitano y obispo de Oviedo, ofició un acto litúrgico de acción de gracias en la Catedral de Astorga, en el que se hizo lectura pública del Decreto del Papa por el que se elevaba a las mártires de Somiedo a la categoría de beatas y ya se las puede venerar.

 

Este sábado 29 de mayo de 2021 se las beatifica oficialmente con un acto solemne en la Catedral oficiado por el cardenal Semeraro, prefecto de la Congregación de Santos del Vaticano, acompañado de una cohorte obispal.

 

 

(*) Si quieres consultar los capítulos publicados: 

ENFERMERAS MÁRTIRES DE SOMIEDO

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