Redacción
Sábado, 12 de Junio de 2021

Un corazón de luz en Astorga en memoria de Olivia y Rocío Caíz

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Astorga transformaba en la noche de este viernes la indignación por los asesinatos de la niña Olivia en Tenerife y Rocío Caíz, la joven de 17 años de Estepa (Sevilla), en un corazón de luz. Más de 60 personas se unieron en la Plaza Mayor al dolor que recorre España por las muertes violentas de mujeres, niños y niñas a manos de sus padres, novios, parejas y maridos.

 

 

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Portando velas en señal de duelo, las personas que acudieron a la convocatoria de la Plataforma por la Igualdad y Contra la Violencia de Astorga y el Ayuntamiento, arroparon en un gran círculo a la actriz Carmen Castrillo, la encargada de leer el manifiesto basado en el artículo 'La violencia de género es un problema político' de la profesora de universidad y feminista Juana Gallego.   

 

"Para que cambie la percepción social de los asesinatos de mujeres a manos de sus maridos o exparejas hace falta trasladar su tratamiento a las páginas de Política, y abordarlos como asesinatos políticos, porque política es la situación de desigualdad que subyace en ellos, así como política es la consideración que de las mujeres continúan teniendo no pocos hombres, que aún creen que son de su propiedad". Así comenzaba el manifiesto con el eco en las cabezas de las y los participante de la 17 mujeres y dos menores asesinados en lo que va de año. Una cifra que desde 2013 ya suponen 1.095 mujeres y 39 los menores asesinados por sus padres o las parejas o exparejas de sus madres. La estadística todavía no recoge a la pequeña Olivia ni tampoco la menor de 17 años asesinada en Sevilla, Rocío Caíz, tal y como confesó también la pasada madrugada su expareja. 

 

 

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La concentración de Astorga repondió a la llamada de colectivos feministas de España de manifestar a las puertas de todos los Ayuntamientos este viernes la repulsa de la violencia machista. Una llamada que se hizo viral en pocas horas después de que la pasada madrugada se confirmase que el cuerpo sin vida de una menor encontrado en Canarias era el de Olivia, la mayor de las dos hermanas que llevaban desaparecidas más de un mes.

 

 

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Manifiesto íntegro: La violencia de género es un problema político (abril 2012)

 

Para que cambie la percepción social de los asesinatos de mujeres a manos de sus maridos o exparejas hace falta trasladar su tratamiento a las páginas de Política, y abordarlos como asesinatos políticos, porque política es la situación de desigualdad que subyace en ellos, así como política es la consideración que de las mujeres continúan teniendo no pocos hombres, que aún creen que son de su propiedad. Las mujeres asesinadas o agredidas lo son, en la gran mayoría de los casos, porque han elegido hacer uso de su libertad, la libertad que les corresponde como sujetos de pleno derecho. 

 

Por tanto, las mujeres que no pueden abandonar a sus parejas si lo desean, que son amenazadas si lo hacen, que no pueden iniciar otra relación, o empezar una nueva vida, solas o acompañadas, son rehenes políticos de unos hombres incapaces de relacionarse en pie de igualdad, como rehenes políticos son esas mujeres que por arriesgarse a cruzar un país solas, o a desafiar las normas patriarcales o a iniciar un camino propio sufren la violencia de esos hombres que se sitúan en una posición de superioridad y creen estar legitimados para usar la fuerza en el cuerpo femenino.

 

Como en el caso de los amenazados por ETA –desaparecido ya ese riesgo, afortunadamente – hay que dar credibilidad a las mujeres que denuncian amenazas; es necesario que los poderes públicos establezcan mecanismos eficaces de protección, que dediquen fondos y personas a combatir el problema, poniendo escoltas si es preciso a aquellas que denuncien amenazas.

 

No podemos seguir tolerando que en España mueran un mínimo de 50 mujeres al año por querer utilizar la libertad a la que tienen derecho, sin que en muchas ocasiones se las haya creído cuando han denunciado. Y también hay que lograr que aquéllas que no han interpuesto denuncias puedan expresar públicamente su problema, porque no es creíble que un hombre mate a su pareja o expareja sin que previamente haya habido un largo proceso de desencuentro.

 

Sólo cuando la violencia contra las mujeres sea representada en los medios de comunicación como un problema político la percepción que la sociedad tiene de este tipo de acontecimientos cambiará, porque entenderá que es un problema social de primera magnitud que hace falta abordar colectivamente, que es como se abordan los problemas sociales. Y entonces muchas mujeres amenazadas que no han denunciado se sentirán capaces de hacerlo porque notarán la solidaridad de los demás, y el clima propicio para romper un vínculo indeseado si es eso lo que desean hacer. Y podrán hacer uso de su libertad (ya sea separarse o emprender un viaje en solitario) sin miedo a que un hombre las viole, sodomice, maltrate, apalee, les pida favores sexuales a cambio de protección o las asesine.

 

Mientras no sea así la sociedad seguirá asistiendo impávida a los crímenes o a la violencia contra las mujeres, desentendiéndose de este problema como si no le concerniera y mirando para otro lado a la menor ocasión.

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