Miguel García Bañales
Domingo, 20 de Octubre de 2013
Esos mitos de la Guerra Civil (II)
Que Azaña ordenó el tiro a la barriga en los sucesos de Casas Viejas
Al Gobierno de la República, desde el principio, se le plantea un gran problema: el único cuerpo represivo que tiene el Estado es la Guardia Civil y, cuando esta se siente desbordada, actuará el Ejército. La Guardia Civil, dado su carácter militar y su dominio, excesivamente, represivo del territorio, acentuado, fundamentalmente, en la Dictadura de Primo, no parece el cuerpo más adecuado para un régimen republicano, que pretende resolver los problemas de orden público de otra manera. El Gobierno republicano tomará la decisión de crear un cuerpo de seguridad nuevo, con medios antidisturbios y que desarrolle esa nueva visión del orden público, la Guardia de Asalto: esto se produce en febrero de 1932. Hasta ese momento se protegerá el orden público con unas fuerzas de seguridad en cierto modo improvisadas, “las compañías de seguridad o de vanguardia”, pero, fundamentalmente, seguirá actuando la Guardia Civil.
En mayo de 1931 vendrán los graves sucesos de la quema de conventos en Madrid, ahí principalmente, y en el resto de España. Ya a finales de abril se había ordenado el procesamiento del general Berenguer, sucedió a Primo en la Dictadura, por el fusilamiento de los capitanes Galán y Hernández en 1930 como consecuencia de los sucesos de Jaca: ingresa en prisión el 28 de abril. El Consejo Supremo de Guerra y Marina le dejará libre, por lo que Azaña disolverá este tribunal, pasando la jurisdicción al Tribunal Supremo: como dije en el artículo anterior, estos tribunales eran residuales de la Monarquía.
El día 10 de mayo en Madrid se reúnen en el Círculo Monárquico para elegir el comité directivo para las próximas elecciones. El enardecimiento provoca el que se escuche en la calle la Marcha Real y los gritos de viva el Rey. Se producirá un incidente entre dos monárquicos y un taxista, al contestar este al viva el Rey con un viva la República: los monárquicos la emprenden a golpes con el taxista. Al intentar los compañeros del taxista ayudarle, se formará una gran pelea al bajar más monárquicos. Poco más tarde se aglomerará la gente de manera pacífica, hasta que corrió el rumor de que el taxista había muerto, es entonces cuando se oyen voces: ¡mueran los monárquicos!, ¡tirémosles por el balcón! Llegará la Guardia Civil y la de Seguridad, la gente los recibe pacíficamente, que procederá al desalojo de los monárquicos, pero en la salida varios de estos serán maltratados.
Poco antes había llegado Maura, Ministro de Gobernación y que intenta resolver el problema pacíficamente, el cual les habla a los manifestantes, pero estos no le hacen ni caso, aunque sí le dirán: ¿y Berenguer?, ¿y Berenguer? Tras varias vicisitudes cercarán el edificio del periódico monárquico ABC e intentarán quemarlo, el director estaba en el incidente del Círculo Monárquico, el edificio será defendido, ante la presión, desde el interior por la Guardia Civil. Caerá herido un niño, de los manifestantes, de un disparo, que más tarde fallecerá: en el registro policial de este edificio se encontrarán armas. Más tarde se producirán asaltos a armerías y después la quema de conventos, principalmente de monjas.
La actitud del Partido Socialista parece impecable, tanto por la actitud de Prieto intentando apaciguar a las masas, la declaración de la Casa del Pueblo en contra de la huelga general convocada, la actitud de parte de los manifestantes en contra de los asaltos a armerías, y la actitud colaboradora de los socialistas para apagar los incendios: esto último lo dirán tanto Largo Caballero como Carrillo en sus memorias.
Los incidentes se achacarán a extremistas de izquierdas y de derechas, pero la propaganda católica lo achacará a la izquierda, en general. La quema de iglesias y conventos se extenderá por toda España.
En Astorga las monjas de Santa Clara, que se encuentran enfermas, abandonarán el convento, seguramente se fueron al de Santi Espíritu, o, no sintiéndose seguras en este, quizás se refugiaron en la casa de algún particular: aquí no habrá ningún incidente e incluso el periódico de izquierdas, El Combate, se lamentará por los tristes sucesos ocurridos en el país.
En estos días de mayo se expulsará al Cardenal Segura y se ordenará la entrada en prisión, otra vez, del general Berenguer.
La tesis del Gobierno es de no seguir la línea dura represiva de épocas pasadas, pero se sentirá desbordado. Aunque seguirá una línea que podíamos llamar 'blanda', la Guardia de Asalto normalmente no irá armada en el bienio reformista, no le quedará más remedio, ante la intensidad de la violencia, que ordenar que se actúe con contundencia. Los efectos de los sucesos serán demoledores en cuanto a destrucción de patrimonio y amedrentamiento de las personas, y, fundamentalmente, marcarán un camino de agitación y represión que aprovechará la extrema derecha y la extrema izquierda.
Así lo vemos en el caso de Castilblanco, a finales de diciembre de 1931, que tras una manifestación de entre 300 o 400 personas y al tener la Guardia Civil la orden del alcalde para disolverla, cuando llegaban a la Casa del Pueblo el presidente de esta le pidió al cabo de la Guardia Civil, que iba acompañado de tres números, que no disparara (era lo habitual llegar, avisar, en algún caso no, y disparar), pero, como el presidente sujetara al cabo del brazo, uno de los guardias disparó, siendo entonces cuando la multitud se abalanza sobre ellos disparándoles, apedreándoles y acuchillándoles, también se ensañaron con los cadáveres.
Pocos días después se producirán los sucesos de Arnedo, cuando ya se había solucionado un conflicto laboral en este pueblo y se produce una manifestación popular. Estando preparada para reprimir la Guardia Civil, se produce un disparo que hiere a un guardia civil en el pié (no está clara la procedencia del disparo, el médico dice, inicialmente, de la propia Guardia Civil), es entonces cuando esta dispara produciéndose una gran cantidad de muertos, entre ellos un niño pequeño, y muchos heridos.
Ambos sucesos se producen en confrontación con los socialistas, es decir no tiene nada que ver con el movimiento anarquista de estas fechas: dirá Azaña que este último estaba financiado por March.
Por ambos sucesos la Guardia Civil será por el primero glorificada y por el segundo despreciada: cesarán a Sanjurjo. Este, que era su jefe, clamará contra los socialistas, echándoles a estos la culpa de la agitación social.
La sociedad del momento, era época de crisis económica, será una sociedad que despierta de una gran represión de la Dictadura y con unas ansias tremendas de reclamar contra las condiciones laborales y, también, vitales. El hambre, lo que lleva a la pérdida del miedo, incrementa las protestas. La sociedad está acostumbrada a resolver sus problemas violentamente, algunos van armados.
La Guardia Civil es un cuerpo represor por su naturaleza. El aislamiento y lo reducido de sus miembros ante núcleos importantes de población le lleva a actuaciones expéditas y contundentes, no solo para poder imponerse, si no también para su propia seguridad. Su eficiencia en las investigaciones vendrá acompañada de lo que se llamará 'hábil' interrogatorio: en la represión del 34 se denunciarán múltiples torturas y que recogerá Gordón Ordás en su informe. Su actuación le llevará al repudio de las clases populares que les ven siempre relacionándose y protegiendo los intereses del poderoso: curiosamente, muchos de los perseguidos, antes de la República, serán sus jefes en el ejercicio del orden público, o sea los alcaldes: lo cual no llevarán muy bien.
Como ya vimos en febrero de 1932 se crea la Guardia de Asalto para evitar estas situaciones; en principio, “bienio reformista”, no irán armados, excepto en situaciones extremas, después, en el 'bienio negro', irán siempre armados. En Astorga, tras un suceso violento con la Guardia Civil, se pedirá la Guardia de Asalto, la cual llegará a mediados de 1933.
A principios del 33 se producirá otra sublevación anarquista, dice Azaña que también financiada por March. Prácticamente finalizada ésta se producirán los sucesos de Casas Viejas, en ellos se declarará allí el comunismo libertario causando la muerte de dos miembros de la Guardia Civil. Resolverá el conflicto la Guardia de Asalto con la muerte de varias personas que se encontraban en una choza, la cual queman al resistirse estas a abandonarla y habiendo matado estas, también, a dos guardias de asalto: de los fallecidos, algunos no participaron en los sucesos. El conflicto por orden del Gobierno lo resuelve la Guardia de Asalto, al mando del capitán Rojas. Este, personaje funesto, es el que empezada la Guerra realizará una penosa represión por la carretera de Granada a Motril al mando de unidades falangistas. Rojas decide, ya finalizados los sucesos, fusilar a varios detenidos, unos doce. El escándalo fue mayúsculo porque se intenta tapar por el Director General de Seguridad, Meléndez. Rojas para salvarse intentará implicar a Meléndez, el cual parece que habla de rapidez y contundencia pero no de asesinatos. Se compinchean muchos de los implicados en el suceso y, también, los de la investigación, pero será un teniente el que se negará a participar en esto. Descubierto todo por este último, Rojas intentará implicar al Gobierno en ello, aunque al final reconocerá que no es verdad. Aparece entonces un documento firmado por varios oficiales que certifican que la orden procedía del Gobierno, este documento pasará por las manos del abogado de March, y más tarde, también, es cuando aparece otro personaje funesto, que será el capitán Barba, diciendo que Azaña había dado la orden “del tiro a barriga”. Barba, gran conspirador, será fundador de la UME, organización clandestina militar que se dedicará a propagar y agitar en los cuarteles hasta la sublevación del 36: fracasará, este año, en la sublevación de Valencia. Todo esto lo desmontará tanto el Tribunal Supremo como el Tribunal de Responsabilidades declarando a Meléndez y a Azaña sin responsabilidad. La finalidad de los conspiradores es pasarle factura a Meléndez, era militar, por haber hecho fracasar el Golpe de Sanjurjo y el objetivo principal será eliminar de la esfera política a Azaña. El mensaje del 'tiro a la barriga' caló en parte de la izquierda y esto tendrá mucha influencia en los resultados catastróficos de Azaña en las elecciones de 1933. De estos últimos sucesos algún anarquista implicado acusará a los dirigentes de este movimiento libertario de cobrar de la oligarquía, ya que les extraña su espontáneo bienestar económico y su impunidad, pues no fueron detenidos.
Tanto en febrero como en mayo de este año 1933 se intentará atentar contra Azaña dos veces, ambas preparadas por los anarquistas, aunque de la segunda se dirá que estaba financiada por March, que en ese momento está en la cárcel.
El objetivo de quitar a Azaña de la esfera política no se consigue, ya que, aunque los resultados electorales son malos, su influencia en toda la izquierda es trascendente, por lo que lo intentarán más tarde, en el año 1934, cuando lo implican en los sucesos revolucionarios de octubre: en principio como dirigente y, como esto no es viable, lo implicarán después por las armas procedentes del asunto Turquesa (desembarco de armas en Asturias). Lo procesarán y encarcelarán hasta que el Tribunal Supremo dirá: “no ha lugar”. Puesto en libertad, intentarán abrirle una investigación parlamentaria por una entrega de armas, en el año 32, a los portugueses disidentes con la dictadura de Salazar en Portugal: de esto último, en el Parlamento, le defenderá incluso José Antonio Primo de Rivera.
Es tal la persecución y obsesión con Azaña por parte de la derecha, la tradicional y la republicana, que llevará al centro-derecha republicano a plantear el Frente Popular y que firmará con la izquierda republicana el 12 de abril de 1935 con tres principios básicos: recuperar los derechos constitucionales, que se estaban perdiendo, recuperar la actividad sindical y conceder la amnistía por los sucesos del 34. Muy pronto, el 14 de abril, el socialista Indalecio Prieto se adhiere a este consenso.
La conspiración, también, será obsesiva con Azaña, hasta tal punto que preparan un atentado para el mes de mayo de este año 1935, en el que estarán implicados: el capitán Díaz Criado y el inspector Carlavilla. El primero implicado en el asesinato de unos obreros en Sevilla, en el verano de 1931, y empezada la Guerra represor en Sevilla con Queipo de Llano. El segundo, íntimo de Mola y ferviente anticomunista ya en la época de Primo, era el editor de los folletos que difundía la UME en los cuarteles. La Dirección General de Seguridad lo supo y no hizo nada.
Ya preparando las elecciones de 1936 el Partido Socialista presenta una propuesta de programa al Frente Popular y en alguno de sus puntos pedirá la disolución del Ejército y la Guardia Civil, los cuales no se aceptan. Esto lo explotará la UME difundiendo con gran éxito en los cuarteles que el Frente Popular quiere disolver el Ejército y la Guardia Civil, lo cual, como vemos, no es cierto. El Frente Popular ganará por muy poca diferencia las elecciones y Azaña será Presidente del Consejo de Ministros, seguramente las dos cosas fruto de tanto hostigamiento.
Que Azaña ordenó el tiro a la barriga en los sucesos de Casas Viejas
Al Gobierno de la República, desde el principio, se le plantea un gran problema: el único cuerpo represivo que tiene el Estado es la Guardia Civil y, cuando esta se siente desbordada, actuará el Ejército. La Guardia Civil, dado su carácter militar y su dominio, excesivamente, represivo del territorio, acentuado, fundamentalmente, en la Dictadura de Primo, no parece el cuerpo más adecuado para un régimen republicano, que pretende resolver los problemas de orden público de otra manera. El Gobierno republicano tomará la decisión de crear un cuerpo de seguridad nuevo, con medios antidisturbios y que desarrolle esa nueva visión del orden público, la Guardia de Asalto: esto se produce en febrero de 1932. Hasta ese momento se protegerá el orden público con unas fuerzas de seguridad en cierto modo improvisadas, “las compañías de seguridad o de vanguardia”, pero, fundamentalmente, seguirá actuando la Guardia Civil.
En mayo de 1931 vendrán los graves sucesos de la quema de conventos en Madrid, ahí principalmente, y en el resto de España. Ya a finales de abril se había ordenado el procesamiento del general Berenguer, sucedió a Primo en la Dictadura, por el fusilamiento de los capitanes Galán y Hernández en 1930 como consecuencia de los sucesos de Jaca: ingresa en prisión el 28 de abril. El Consejo Supremo de Guerra y Marina le dejará libre, por lo que Azaña disolverá este tribunal, pasando la jurisdicción al Tribunal Supremo: como dije en el artículo anterior, estos tribunales eran residuales de la Monarquía.
El día 10 de mayo en Madrid se reúnen en el Círculo Monárquico para elegir el comité directivo para las próximas elecciones. El enardecimiento provoca el que se escuche en la calle la Marcha Real y los gritos de viva el Rey. Se producirá un incidente entre dos monárquicos y un taxista, al contestar este al viva el Rey con un viva la República: los monárquicos la emprenden a golpes con el taxista. Al intentar los compañeros del taxista ayudarle, se formará una gran pelea al bajar más monárquicos. Poco más tarde se aglomerará la gente de manera pacífica, hasta que corrió el rumor de que el taxista había muerto, es entonces cuando se oyen voces: ¡mueran los monárquicos!, ¡tirémosles por el balcón! Llegará la Guardia Civil y la de Seguridad, la gente los recibe pacíficamente, que procederá al desalojo de los monárquicos, pero en la salida varios de estos serán maltratados.
Poco antes había llegado Maura, Ministro de Gobernación y que intenta resolver el problema pacíficamente, el cual les habla a los manifestantes, pero estos no le hacen ni caso, aunque sí le dirán: ¿y Berenguer?, ¿y Berenguer? Tras varias vicisitudes cercarán el edificio del periódico monárquico ABC e intentarán quemarlo, el director estaba en el incidente del Círculo Monárquico, el edificio será defendido, ante la presión, desde el interior por la Guardia Civil. Caerá herido un niño, de los manifestantes, de un disparo, que más tarde fallecerá: en el registro policial de este edificio se encontrarán armas. Más tarde se producirán asaltos a armerías y después la quema de conventos, principalmente de monjas.
La actitud del Partido Socialista parece impecable, tanto por la actitud de Prieto intentando apaciguar a las masas, la declaración de la Casa del Pueblo en contra de la huelga general convocada, la actitud de parte de los manifestantes en contra de los asaltos a armerías, y la actitud colaboradora de los socialistas para apagar los incendios: esto último lo dirán tanto Largo Caballero como Carrillo en sus memorias.
Los incidentes se achacarán a extremistas de izquierdas y de derechas, pero la propaganda católica lo achacará a la izquierda, en general. La quema de iglesias y conventos se extenderá por toda España.
En Astorga las monjas de Santa Clara, que se encuentran enfermas, abandonarán el convento, seguramente se fueron al de Santi Espíritu, o, no sintiéndose seguras en este, quizás se refugiaron en la casa de algún particular: aquí no habrá ningún incidente e incluso el periódico de izquierdas, El Combate, se lamentará por los tristes sucesos ocurridos en el país.
En estos días de mayo se expulsará al Cardenal Segura y se ordenará la entrada en prisión, otra vez, del general Berenguer.
La tesis del Gobierno es de no seguir la línea dura represiva de épocas pasadas, pero se sentirá desbordado. Aunque seguirá una línea que podíamos llamar 'blanda', la Guardia de Asalto normalmente no irá armada en el bienio reformista, no le quedará más remedio, ante la intensidad de la violencia, que ordenar que se actúe con contundencia. Los efectos de los sucesos serán demoledores en cuanto a destrucción de patrimonio y amedrentamiento de las personas, y, fundamentalmente, marcarán un camino de agitación y represión que aprovechará la extrema derecha y la extrema izquierda.
Así lo vemos en el caso de Castilblanco, a finales de diciembre de 1931, que tras una manifestación de entre 300 o 400 personas y al tener la Guardia Civil la orden del alcalde para disolverla, cuando llegaban a la Casa del Pueblo el presidente de esta le pidió al cabo de la Guardia Civil, que iba acompañado de tres números, que no disparara (era lo habitual llegar, avisar, en algún caso no, y disparar), pero, como el presidente sujetara al cabo del brazo, uno de los guardias disparó, siendo entonces cuando la multitud se abalanza sobre ellos disparándoles, apedreándoles y acuchillándoles, también se ensañaron con los cadáveres.
Pocos días después se producirán los sucesos de Arnedo, cuando ya se había solucionado un conflicto laboral en este pueblo y se produce una manifestación popular. Estando preparada para reprimir la Guardia Civil, se produce un disparo que hiere a un guardia civil en el pié (no está clara la procedencia del disparo, el médico dice, inicialmente, de la propia Guardia Civil), es entonces cuando esta dispara produciéndose una gran cantidad de muertos, entre ellos un niño pequeño, y muchos heridos.
Ambos sucesos se producen en confrontación con los socialistas, es decir no tiene nada que ver con el movimiento anarquista de estas fechas: dirá Azaña que este último estaba financiado por March.
Por ambos sucesos la Guardia Civil será por el primero glorificada y por el segundo despreciada: cesarán a Sanjurjo. Este, que era su jefe, clamará contra los socialistas, echándoles a estos la culpa de la agitación social.
La sociedad del momento, era época de crisis económica, será una sociedad que despierta de una gran represión de la Dictadura y con unas ansias tremendas de reclamar contra las condiciones laborales y, también, vitales. El hambre, lo que lleva a la pérdida del miedo, incrementa las protestas. La sociedad está acostumbrada a resolver sus problemas violentamente, algunos van armados.
La Guardia Civil es un cuerpo represor por su naturaleza. El aislamiento y lo reducido de sus miembros ante núcleos importantes de población le lleva a actuaciones expéditas y contundentes, no solo para poder imponerse, si no también para su propia seguridad. Su eficiencia en las investigaciones vendrá acompañada de lo que se llamará 'hábil' interrogatorio: en la represión del 34 se denunciarán múltiples torturas y que recogerá Gordón Ordás en su informe. Su actuación le llevará al repudio de las clases populares que les ven siempre relacionándose y protegiendo los intereses del poderoso: curiosamente, muchos de los perseguidos, antes de la República, serán sus jefes en el ejercicio del orden público, o sea los alcaldes: lo cual no llevarán muy bien.
Como ya vimos en febrero de 1932 se crea la Guardia de Asalto para evitar estas situaciones; en principio, “bienio reformista”, no irán armados, excepto en situaciones extremas, después, en el 'bienio negro', irán siempre armados. En Astorga, tras un suceso violento con la Guardia Civil, se pedirá la Guardia de Asalto, la cual llegará a mediados de 1933.
A principios del 33 se producirá otra sublevación anarquista, dice Azaña que también financiada por March. Prácticamente finalizada ésta se producirán los sucesos de Casas Viejas, en ellos se declarará allí el comunismo libertario causando la muerte de dos miembros de la Guardia Civil. Resolverá el conflicto la Guardia de Asalto con la muerte de varias personas que se encontraban en una choza, la cual queman al resistirse estas a abandonarla y habiendo matado estas, también, a dos guardias de asalto: de los fallecidos, algunos no participaron en los sucesos. El conflicto por orden del Gobierno lo resuelve la Guardia de Asalto, al mando del capitán Rojas. Este, personaje funesto, es el que empezada la Guerra realizará una penosa represión por la carretera de Granada a Motril al mando de unidades falangistas. Rojas decide, ya finalizados los sucesos, fusilar a varios detenidos, unos doce. El escándalo fue mayúsculo porque se intenta tapar por el Director General de Seguridad, Meléndez. Rojas para salvarse intentará implicar a Meléndez, el cual parece que habla de rapidez y contundencia pero no de asesinatos. Se compinchean muchos de los implicados en el suceso y, también, los de la investigación, pero será un teniente el que se negará a participar en esto. Descubierto todo por este último, Rojas intentará implicar al Gobierno en ello, aunque al final reconocerá que no es verdad. Aparece entonces un documento firmado por varios oficiales que certifican que la orden procedía del Gobierno, este documento pasará por las manos del abogado de March, y más tarde, también, es cuando aparece otro personaje funesto, que será el capitán Barba, diciendo que Azaña había dado la orden “del tiro a barriga”. Barba, gran conspirador, será fundador de la UME, organización clandestina militar que se dedicará a propagar y agitar en los cuarteles hasta la sublevación del 36: fracasará, este año, en la sublevación de Valencia. Todo esto lo desmontará tanto el Tribunal Supremo como el Tribunal de Responsabilidades declarando a Meléndez y a Azaña sin responsabilidad. La finalidad de los conspiradores es pasarle factura a Meléndez, era militar, por haber hecho fracasar el Golpe de Sanjurjo y el objetivo principal será eliminar de la esfera política a Azaña. El mensaje del 'tiro a la barriga' caló en parte de la izquierda y esto tendrá mucha influencia en los resultados catastróficos de Azaña en las elecciones de 1933. De estos últimos sucesos algún anarquista implicado acusará a los dirigentes de este movimiento libertario de cobrar de la oligarquía, ya que les extraña su espontáneo bienestar económico y su impunidad, pues no fueron detenidos.
Tanto en febrero como en mayo de este año 1933 se intentará atentar contra Azaña dos veces, ambas preparadas por los anarquistas, aunque de la segunda se dirá que estaba financiada por March, que en ese momento está en la cárcel.
El objetivo de quitar a Azaña de la esfera política no se consigue, ya que, aunque los resultados electorales son malos, su influencia en toda la izquierda es trascendente, por lo que lo intentarán más tarde, en el año 1934, cuando lo implican en los sucesos revolucionarios de octubre: en principio como dirigente y, como esto no es viable, lo implicarán después por las armas procedentes del asunto Turquesa (desembarco de armas en Asturias). Lo procesarán y encarcelarán hasta que el Tribunal Supremo dirá: “no ha lugar”. Puesto en libertad, intentarán abrirle una investigación parlamentaria por una entrega de armas, en el año 32, a los portugueses disidentes con la dictadura de Salazar en Portugal: de esto último, en el Parlamento, le defenderá incluso José Antonio Primo de Rivera.
Es tal la persecución y obsesión con Azaña por parte de la derecha, la tradicional y la republicana, que llevará al centro-derecha republicano a plantear el Frente Popular y que firmará con la izquierda republicana el 12 de abril de 1935 con tres principios básicos: recuperar los derechos constitucionales, que se estaban perdiendo, recuperar la actividad sindical y conceder la amnistía por los sucesos del 34. Muy pronto, el 14 de abril, el socialista Indalecio Prieto se adhiere a este consenso.
La conspiración, también, será obsesiva con Azaña, hasta tal punto que preparan un atentado para el mes de mayo de este año 1935, en el que estarán implicados: el capitán Díaz Criado y el inspector Carlavilla. El primero implicado en el asesinato de unos obreros en Sevilla, en el verano de 1931, y empezada la Guerra represor en Sevilla con Queipo de Llano. El segundo, íntimo de Mola y ferviente anticomunista ya en la época de Primo, era el editor de los folletos que difundía la UME en los cuarteles. La Dirección General de Seguridad lo supo y no hizo nada.
Ya preparando las elecciones de 1936 el Partido Socialista presenta una propuesta de programa al Frente Popular y en alguno de sus puntos pedirá la disolución del Ejército y la Guardia Civil, los cuales no se aceptan. Esto lo explotará la UME difundiendo con gran éxito en los cuarteles que el Frente Popular quiere disolver el Ejército y la Guardia Civil, lo cual, como vemos, no es cierto. El Frente Popular ganará por muy poca diferencia las elecciones y Azaña será Presidente del Consejo de Ministros, seguramente las dos cosas fruto de tanto hostigamiento.