Lorenzo López Trigal / Grupo SEAS
Lunes, 28 de Junio de 2021

El Bierzo

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Si nos remontamos doscientos años atrás en la evolución histórica del Bierzo, aparece la secuela de un compendio de hitos de tipo institucional, social y económico, de infraestructuras y población, que sirve de muestra de un territorio no siempre bien identificado y delimitado a lo largo de la etapa contemporánea.

 

Un primer hito ocurre en el Trienio Liberal, cuando se ponen en marcha los trabajos de demarcación en el Reino de España, que se habían interrumpido tras la Constitución de 1812. Las Cortes plantean un proyecto de demarcación provincial, siguiendo el modelo departamental francés implantado pocos años antes y que defendía un criterio demarcador de cuencas y subcuencas hidrográficas de forma preferente, a la hora de diseñar un mapa provincial de límites geográficos idóneos en las líneas de cumbre y la divisoria de aguas.

 

La primera división provincial constitucional, aprobada en enero de 1822, tendría vigencia hasta abril del año siguiente, que retornó el poder absoluto. Tal provincia, de corto recorrido y pequeña extensión, fue la de Ponferrada, con sede en esta villa que venía a tener unos quinientos vecinos, más o menos los de la villa rival de Villafranca. Abarcaba El Bierzo intramontañoso y las cabeceras del Sil y afluentes hasta la salida del valle en la fosa de Quiroga, es decir, incluía también Laciana, Cabrera Baja, Valdeorras y El Bollo más algunas aldeas que vertían también aguas a la cuenca del Sil. La reorganización territorial administrativa de noviembre de 1833, vigente, eliminó el proyecto anterior y regulará también la administración local y judicial. El reajuste supuso un mapa provincial no tan diferente al anterior, al ensamblarse en la provincia de León los partidos de León, Astorga y Ponferrada, retirando la porción territorial de Galicia y trasladando la sede a la primera de las tres cabeceras.

 

A este primer hito institucional, seguirá, avanzado el siglo XIX, el de la Desamortización civil y eclesiástica con importantes efectos en la propiedad de la tierra y el campesinado; y en los años 1880, los hitos del trazado del ferrocarril Palencia-Monforte y la difusión de la filoxera en el viñedo berciano, que arrastró a una primera ola emigratoria.

        

El siglo XX comienza aquí con nuevos hitos, el de la minería del carbón y la transformación de núcleos rurales en mineros, que prosigue con la implantación de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) y el inicio del desarrollo urbano de Ponferrada a partir de 1920.

        

Los años 1950 son los de las infraestructuras e instalaciones energéticas de ENDESA, la explotación de los Cotos mineros de hierro, Embalse de Bárcena y el Canal del Bajo Bierzo. La progresión de la ciudad de Ponferrada y los núcleos mineros aboca a una oleada de inmigración.

        

A finales de siglo, años 1980 y 1990, se suceden los accesos a Galicia, la extracción y exportación de pizarra. A la vez, se inicia el declive del carbón, y la revalorización del Camino de Santiago. El siglo concluye con un desarrollo urbanístico y dotación de servicios en Ponferrada, la institucionalización de la comarca, la construcción de Polígonos industriales, así como la designación de varias Denominaciones de origen.

        

Por último, la secuencia de las pasadas dos décadas, reseña la nueva industria innovadora, la valoración del patrimonio y el turismo cultural, así como el cierre de la minería del carbón y centrales térmicas. Como consecuencia de sucesivas crisis, se asiste a un estancamiento de la “ciudad-comarca” (Ponferrada y Bajo Bierzo) y un acusado declive demográfico en las áreas rurales de la comarca.

 

A raíz del primer mapa provincial de 1822 que identifica Bierzo y Ponferrada, se pusieron las bases prematuras del “Bierzo político”, de una extensión territorial mayor que la actual comarca política berciana, vigente desde 1989. De ahí que tras los preparativos de organización del Bicentenario de la provincia de Ponferrada (no propiamente denominada Bierzo, al haber sido todas las provincias designadas por su capital), cabe pensar en una rivalidad, no ya como lo fuera entonces entre los concejos de Ponferrada y Villafranca, sino más bien, en otra escala, entre Ponferrada y la ciudad de León y de paso insuflar identidades y proclamas por un renacimiento político de aquella provincia, una demarcación administrativa a la vez que geográfica, sin definir aún si la “quinta provincia gallega” o la “décima provincia castellano-leonesa”.

 

De hecho, en los principios del Estado Autonómico español, el proceso se ha encaminado hacia la descentralización política del Estado como de cada Autonomía. Pero en el marco territorial de las Comunidades Autónomas no se trata de una revisión del mapa provincial, sino de una nueva demarcación de escala comarcal, que en Castilla y León fuera iniciada por El Bierzo e incluso posteriormente ampliada a algunos municipios reacios a su inclusión. Ahora bien, nuevos replanteos identitarios pueden aspirar al gran Bierzo, un salto escalar en la demanda política, como se puede advertir sin más en alguno de los mapas de fomento del turismo en El Bierzo que incluyen sin apenas precisión municipios de Cabrera Baja, de la Somoza maragata o de la Cepeda alta.

 

En su día, en las Cortes de Fuensaldaña, fui portavoz en defensa de la comarca, en la tramitación de la Ley del Bierzo, como modelo de comarcalización para toda la Comunidad Autónoma. Ahora cabe expresar, después de tres décadas, que la Tierra de Astorga y el resto de comarcas, debería ejercitarse en parecidas identidades comarcales, antes que declinen más muchas de sus cabeceras y buena parte de sus pueblos. Un tratamiento comarcalizador en la ordenación del territorio regional es aún posible como instrumento de mayor descentralización. El Bierzo puede ser acicate para ello.

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