Max Alonso
Sábado, 17 de Julio de 2021

Lecciones de periodismo

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Uno que ya es un viejo periodista fuera de vías y aspirante a tonto, no puede más que aprender con cosas que se ven en estos tiempos de fulgor. Los telediarios han perdido su antigua función esencial de informar y se dedican a verter opiniones de políticos, la estrategia del ‘dixit’,  de degenerados periodistas, que dan su soberbia opinión, o de gente sin oficio ni beneficio, para manipular la información, en la que hasta intercalan publicidad y, si es de la propia cadena, sin ningún pudor. Lo hacen sin recordar que en los deplorables tiempos del franquismo estaba prohibido mezclar información y publicidad, en defensa de la audiencia, y mezclar opinión con información.

 

Años atrás, que parecen siglos, existía algo que se llamaba periodismo y tenía la función de informar con veracidad, para satisfacer el derecho a la información de los ciudadanos. Eso ha desparecido y en su lugar se sirven sucedáneos sin ninguna explicación, ni justificación. No importa que un presentador de noticias aparezca vendiendo caldos de pollo o que otro, que tan mal pagado debe estar, haga horas extras vendiendo seguros.

 

Así se ha llegado a que haya medios que titulen ‘periodismo ciudadano’ a lo que es un verdadero ejemplo de mala ciudadanía, cuando se da como información lo que no es nada más que una versión de la realidad mal interpretada y peor contada, porque se hace con intención de engañar y confundir.

 

Se acusa-bajo el título de ¡Qué vergüenza!-, que haya material de obras depositado en una vía pública, ocultando que estaba allí colocado para arreglar esa misma plaza. Se proclama que está mal depositado, sin aclarar la necesidad por la que estaba allí, y hasta se llama la atención de que una señora se ha caído al suelo por esa causa cuando iba a misa. Lo que lo hace más terrible, a criterio del periodista ciudadano.

 

Se critica que allí están también unos contenedores de basura, sin sopesar que están colocados provisionalmente, por causa de las obras que se efectúan en la calle adyacente en donde estaban depositados. Se llega al colmo de los males cuando se acusa -es lo que se lleva ahora y denunciar, protestar y exigir, entre quienes no son demócratas, pero defienden que se imponga por la fuerza su ley-, que a su lado hay arrojada basura y se insinúa que la responsabilidad de tales desaguisados son las autoridades municipales y no el ciudadano desaprensivo que la arrojó fuera sin meterla en los contenedores.

 

Tal derroche de despropósitos no tiene una fácil explicación. El primero que confundió el periodismo con las témporas es el propio medio, con lo que difícilmente cumplirá bien con su misión de informar, y que se apropie del término para adjudicárselo a los ciudadanos, cuando no es su intención informar sino tergiversar y confundir, cierra este lamentable episodio que pretendía dar lecciones de periodismo.

 

Toda una confusión de conceptos y de cauces, como se hace a diario desde las mismas teles, cuando las alcahuetas profesionales desde las pantallas hablan de términos periodísticos, como ‘primicia’ o ‘exclusiva’, para camuflar sus opiniones, en su tarea diaria de esinformadores, cuando lo que son es berlusconas y berluscones al servicio de la bazofia. Cuántas lecciones aprendidas por esos ciudadanos que les son adictos. No es de extrañar que quieran imitarlas y nos den lecciones de periodismo.

 

Llegamos así a la paradigmática conclusión de rizar el rizo cuando en una Comunidad se mantiene una televisión privada con financiación pública. Cuando otra, que vende la libertad de las cañas de cerveza, cancela de mala manera una televisión pública, para convertirla en televisión de partido, financiada eso sí, con el dinero de todos sus ciudadanos. Menos mal que dicen que están en contra de la corrupción.

 

 

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