Templo de Juno convertía el Jardín de la Sinagoga en un gran salón de belleza romano
El fin de semana de Julio Asturromano finalizaba este domingo con el concierto del grupo Orpheus y el taller 'La belleza en Roma' organizado por el Templo de Juno. Los actos comenzaban el sábado con la exposición y las conferencias 'Tempora, tempore, tempera', sobre la historia de la medición del tiempo de las principales civilizaciones del Mediterráneo a través de sus instrumentos y relojes reconstruidos fielmente a cargo de Ars Ingenivs, además del desfile y séquito del césar Augusto por las calles de la ciudad.
![[Img #54892]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2021/1147_dsc_1018.jpg)
El Jardín de la Sinagoga se convertía en la tarde de este domingo en un gran salón de belleza romano en el que el grupo Templo de Juno mostraba las maneras de ataviarse, maquillarse y perfumarse de la mujer romana.
Los vestidos: Parece que dominaba cierta sencillez en las vestimentas, como la conseja de Ovidio: “¿Qué diré de las vestiduras? ¡Ni mencionaros quiero aquí a vosotras, pasamanerías, ni a ti, lana dos veces teñida con roja púrpura de Tiro! Cuando podrían aprovecharse tantos colores de más tolerable precio, ¿qué locura es esta de llevar sobre el cuerpo todas tus rentas? ¡Ahí tienes el color del cielo (cuando está sin nubes y el tibio Austro no provoca lluvias) Ahí está el que es semejante a ti, de quien dicen que en otro tiempo arrancaste a Frixo y a Hele de los engaños de Ino.”
Ropa interior sencilla: una braguita de un pañIizuelo enlazada como un pañal y la ‘fascia pectoralis’ como sujetador. Luego la túnica interior y una estola ceñida a la ‘domina’, el ceñidor, que era un indicador social de estatus, se ataba de diversas formas, según fuese soltera, cruzado al pecho si casada. Por encima iba el vestido sujetado con fíbulas. Los colores del vestido eran el púrpura de doble o simple teñido, el azul del cielo, el ‘amarilis'. A las morenas les conviene el blanco, los tonos oscuros favorecen a aquellas cuyo cutis es blanco como la nieve.
![[Img #54891]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2021/3928_dsc_1037.jpg)
El maquillaje: El peinado se fijaba con aceite de oliva y manteca de cerdo. Con la cabellera engrasada era preceptivo colocar unas agujas sobre el pelo para no manchar la pala (especie de velo amplio que colgaba sobre el vestido y que no cubría la cara). “A un rostro alargado le caen bien los cabellos lisos divididos por simple raya; tal era el elegante tocado de Laodamia. Las caras redondas piden que se les dejen en lo alto de la frente un pequeño nudo, para que las orejas queden al descubierto. Eche otra sus melenas por encima de los hombros(…). "Sabéis asimismo procuraros blancura mediante el maquillaje, -dice Ovidio- y aquella a la que su sangre nunca ruboriza recurre al artificio del colorete. Con arte rellenáis las desnudas proximidades de vuestras cejas, y con un toque de cosmético veláis el verdadero aspecto de vuestras mejillas. Ni os de vergüenza sombrearos los ojos con un poco de ceniza o azafrán del que nace en las riberas, transparente Cidno.”
La cara se quería pálida y se maquillaba con ponzoñoso plomo, con harina de alubia o de arroz. Se usaban mascarillas. Plinio el viejo, recomienda cocer huesos de vaca, o usar placentas de animales, por ello Ovidio recomienda a la ‘domina’ no dejarse ver en el proceso de maquillaje: “Pero que vuestro amador no sorprenda sobre la mesa todos los tarros y pomos: ayude a evitar esto el mismo arte con que os disimuláis la cara. ¿A quién no ofendería ver como os embadurnáis todo el rostro con heces de vino que os van resbalando por su peso hacia los tibios senos? Y, aunque sean enviadas desde Atenas, ¿a que van a oler las grasas y jugos extraídos del inmundo vellón de la oveja?"
Luego se aplicaba sobre esta piel blanqueada una tierra de color rojizo o los posos del vino indicados más arriba y se pintaban los labios con manteca de cerdo, o grasa de jabalí, o de oveja o, con pétalos de rosa.
![[Img #54894]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2021/199_dsc_1052.jpg)
Perfumado de la domina: El perfumado de la mujer era realizado por una esclava, la ‘ornatrix’, que aplicaba el perfume con una varilla o bien, ensalivado, con la propia boca. También se cuidaba de la higiene dental, con polvo de piedra pómez y con orina como blanqueador.
En cuanto a las joyas, predominaba esa sencillez, lo recomienda Ovidio: “Por lo que hace a vosotras no recarguéis vuestras orejas con esas costosas piedrecillas que el cetrino hindú coge en el agua verde, ni andéis bajo el peso de vestidos recamados de oro: las riquezas con que pretendéis conquistarnos nos llevan a menudo a rehuiros. Lo que nos conquista es el veros pulcras y arregladas.”
Muy aficionadas a las perlas y piedras naturales poco trabajadas, se ajustaban pulseras, collares y pendientes. Entonces se colocaba la pala sobre las agujas que la aislaban del peinado y ya estaría la ‘domina’ pulcra y aderezada para salir a la calle.
![[Img #54893]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2021/5244_dsc_1048.jpg)
Además del acicalado de una muchacha con casi todas las operaciones descritas, el taller proporcionaba informaciones muy curiosas acerca de las variaciones de las modas en cada uno de los periodos de la historia romana.
El Jardín de la Sinagoga se convertía en la tarde de este domingo en un gran salón de belleza romano en el que el grupo Templo de Juno mostraba las maneras de ataviarse, maquillarse y perfumarse de la mujer romana.
Los vestidos: Parece que dominaba cierta sencillez en las vestimentas, como la conseja de Ovidio: “¿Qué diré de las vestiduras? ¡Ni mencionaros quiero aquí a vosotras, pasamanerías, ni a ti, lana dos veces teñida con roja púrpura de Tiro! Cuando podrían aprovecharse tantos colores de más tolerable precio, ¿qué locura es esta de llevar sobre el cuerpo todas tus rentas? ¡Ahí tienes el color del cielo (cuando está sin nubes y el tibio Austro no provoca lluvias) Ahí está el que es semejante a ti, de quien dicen que en otro tiempo arrancaste a Frixo y a Hele de los engaños de Ino.”
Ropa interior sencilla: una braguita de un pañIizuelo enlazada como un pañal y la ‘fascia pectoralis’ como sujetador. Luego la túnica interior y una estola ceñida a la ‘domina’, el ceñidor, que era un indicador social de estatus, se ataba de diversas formas, según fuese soltera, cruzado al pecho si casada. Por encima iba el vestido sujetado con fíbulas. Los colores del vestido eran el púrpura de doble o simple teñido, el azul del cielo, el ‘amarilis'. A las morenas les conviene el blanco, los tonos oscuros favorecen a aquellas cuyo cutis es blanco como la nieve.
El maquillaje: El peinado se fijaba con aceite de oliva y manteca de cerdo. Con la cabellera engrasada era preceptivo colocar unas agujas sobre el pelo para no manchar la pala (especie de velo amplio que colgaba sobre el vestido y que no cubría la cara). “A un rostro alargado le caen bien los cabellos lisos divididos por simple raya; tal era el elegante tocado de Laodamia. Las caras redondas piden que se les dejen en lo alto de la frente un pequeño nudo, para que las orejas queden al descubierto. Eche otra sus melenas por encima de los hombros(…). "Sabéis asimismo procuraros blancura mediante el maquillaje, -dice Ovidio- y aquella a la que su sangre nunca ruboriza recurre al artificio del colorete. Con arte rellenáis las desnudas proximidades de vuestras cejas, y con un toque de cosmético veláis el verdadero aspecto de vuestras mejillas. Ni os de vergüenza sombrearos los ojos con un poco de ceniza o azafrán del que nace en las riberas, transparente Cidno.”
La cara se quería pálida y se maquillaba con ponzoñoso plomo, con harina de alubia o de arroz. Se usaban mascarillas. Plinio el viejo, recomienda cocer huesos de vaca, o usar placentas de animales, por ello Ovidio recomienda a la ‘domina’ no dejarse ver en el proceso de maquillaje: “Pero que vuestro amador no sorprenda sobre la mesa todos los tarros y pomos: ayude a evitar esto el mismo arte con que os disimuláis la cara. ¿A quién no ofendería ver como os embadurnáis todo el rostro con heces de vino que os van resbalando por su peso hacia los tibios senos? Y, aunque sean enviadas desde Atenas, ¿a que van a oler las grasas y jugos extraídos del inmundo vellón de la oveja?"
Luego se aplicaba sobre esta piel blanqueada una tierra de color rojizo o los posos del vino indicados más arriba y se pintaban los labios con manteca de cerdo, o grasa de jabalí, o de oveja o, con pétalos de rosa.
Perfumado de la domina: El perfumado de la mujer era realizado por una esclava, la ‘ornatrix’, que aplicaba el perfume con una varilla o bien, ensalivado, con la propia boca. También se cuidaba de la higiene dental, con polvo de piedra pómez y con orina como blanqueador.
En cuanto a las joyas, predominaba esa sencillez, lo recomienda Ovidio: “Por lo que hace a vosotras no recarguéis vuestras orejas con esas costosas piedrecillas que el cetrino hindú coge en el agua verde, ni andéis bajo el peso de vestidos recamados de oro: las riquezas con que pretendéis conquistarnos nos llevan a menudo a rehuiros. Lo que nos conquista es el veros pulcras y arregladas.”
Muy aficionadas a las perlas y piedras naturales poco trabajadas, se ajustaban pulseras, collares y pendientes. Entonces se colocaba la pala sobre las agujas que la aislaban del peinado y ya estaría la ‘domina’ pulcra y aderezada para salir a la calle.
Además del acicalado de una muchacha con casi todas las operaciones descritas, el taller proporcionaba informaciones muy curiosas acerca de las variaciones de las modas en cada uno de los periodos de la historia romana.