Eloy Rubio Carro
Domingo, 25 de Julio de 2021

Incendio mineral

María Ángeles Pérez López. Incendio mineral; Vaso Roto Poesía, 2021

 

 

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Ya en el comienzo del primer texto de 'Incendio mineral', de María Ángeles Pérez López, titulado 'Mi cuerpo choca contra los nombres' nos encontramos con dos mundos vinculados: el del lenguaje (los pronombres) y el del mundo material (mi cuerpo). Distancia, choque y extrañeza, pero copertenencia reflejada en ese ‘mí’, pues solo un pronombre designa y hace suyo ese cuerpo.

 

Esta distinción entre cuerpo y carne ya era habitual en el pensamiento estoico, donde carne y palabra son materia. También lo asevera Lacan en 'Función y campo'. "El lenguaje no es inmaterial. Es cuerpo sutil, pero es cuerpo (...) La prueba es que solo él (el cuerpo de lo simbólico) aísla (separa, identifica, zonas erógenas (...) ) el cuerpo (humano). Es decir que el ser que se sostiene en él (cuerpo humano) no sabe que es el lenguaje el que se lo otorga (...) Al nacer el viviente tiene cuerpo, es un organismo, es carne. El primer cuerpo (la palabra, la materia fónica, el significante) hace, crea al segundo (el cuerpo humano) al incorporársela."

 

Entonces, extrañarse de ese ‘mí’, de ese ‘yo’, de ese ‘nosotros’ es ya una metaincorporación que remite a lo carnal a sabiendas.

 

"Mi cuerpo choca con los pronombres. No sé a cuál de sus exigencias obedezco."

 

 "No es cierto que sean cáscaras vacías: son vísceras y plasma en la transfusión que cede cada uno de nosotros."

 

"Cuando va a amanecer y salimos desnudos a la habitación más fría del idioma, entregamos materia y ADN." (11)

 

Todo buen poema muestra más de lo que dice, y en estos poemas lo mostrado es inmenso. ¿Cómo se hace un cuerpo? ¿Es el 'nosotros' un cuerpo dividido? En el tejer de la corporeización participan Ariadna y Penélope hilando las vísceras sangrantes, cosiendo, engendrando un cuerpo, en un sentido de unidad, comienzo del nosotros:

 

"De la sangre que gotea por él (ese hilo común) muy deprisa caen los pronombres y manchan el suelo." (11)

 

Ese hilo común es un ‘nosotros’ primeramente en el lenguaje, luego en el ‘nosotros’ que urde el lenguaje en un entramado social: "¿Y ahora? '¿Quién crees que eres yo?'

Solo soy una herida en el lenguaje."

 

Ese ‘nosotros’ que entra en liza en el lenguaje, en sus nominaciones, repercute en mordeduras, en daños. 'Yo' y los 'nosotros' que se atraen y aman necesariamente. Pues ese ‘nosotros’ tiene sus ‘yoicidades', su diversidad atractora y repelente. Amor y odio como en Empédocles, unidad y disgregación. En el poema ‘Desciendo hasta tu cuerpo y me oscurezco’, un poema de amor carnal, de ‘confundimiento’, esa encarnación del amor consigue borrar también las palabras, se corporeiza en placer: "Cuando entro en ti, todo se borra." Semeja ese amor un camino inverso a la creación: todo se borra.

 

Cabe entonces que ese borrado converja la red de perspectivas en un punto, en una esfera: “el ser es, el no ser no es”. Pero no ser, al menos en el lenguaje es otra forma de ser, necesaria. En ese vínculo del ser y el no ser estaría la danza del renacer.

 

De ese 'amor no siendo' provienen los poemas del resto del libro. La diversidad en la que encaja proporciona una variación de perspectivas que la posición ‘yoica’ aislada no favorecía. Así la conmixtión primera con el polen a través de la corporeidad homeomérica: "Baja el polen como baja la nieve. ¿Qué hacen aquí si son flores de altura? ¿No era suya la aspiración de cima? ¿De coordenada impropia cuando rozan los dedos de los pies? (23) 

 

Está interpenetración es universal, solo si no evita la diversidad de las correlaciones. Otra cosa sería metafísica del ser: ¿qué sea ese ser que a todas las cosas tiene? tal vez la mayor de las simplezas, la más compleja. ¿Cuál es el ser que cada cosa revela en su conmixtión con-migo? Ah, entonces ya topamos con una enorme riqueza, si no me detengo solo en uno de los otros: "Asma podría ser amor, sin embargo ¿dónde quedan los pichones cuando los abejorros también dejan de venir?

 

Se preguntan, inquietos, los biólogos adónde han ido en estas cotas en que no se registra su presencia? Suben tal vez a las flores más altas? ¿Permanecen sus cuerpos en esa transitoriedad que es no morir? ¿En el festejo de las antenas que bailan ante las inminentes señales de apetito?

Más de 20000 especies de abejas distintas y solo una ha de herirme con su beso." (24)

 

Hay un paralelismo entre lo existente y el lenguaje (pues es otro existente), entre la forma de producirse las proteínas en cada célula y la doble articulación del lenguaje. En el ADN de cada célula están escritas las recetas de todas las proteínas para poder funcionar. En la lengua están inscritas todas las posibilidades de expresión del lenguaje, aunque fueran infinitas. ¿En cuál de ellas radica la infinitud más infinita? Esa posibilidad del lenguaje sería capaz de designar todas las variables inclusivas o no: "¿Podremos respirar en la nieve o el polen? ¿Hacia la altura que no termina de llegar?

Zoología del amor que alza la luz." (24)

 

Dándole vueltas a eso que todavía no somos se revela un acceso poético al reino de lo invisible. El reino de lo invisible en "El eccema y el asfalto" son esas hormigas que recorren las calles de cualquier ciudad; pero también el reino de invisibilidad de los sufrientes, y entonces en la posibilidad electiva se toma partido, se desvela la opción ética: las hormigas "pueden hacer suya la ciudad porque la hemos abandonado a su intemperie y ellas pertenecen también al mismo reino de lo invisible que las mendigas rumanas junto al supermercado. (27)

 

En estos poemas se desvelan esas invisibilidades. Se toma partido por ellas. En “La piedra que regala su apellido" "(...) Las largas migraciones de subsaharianos abandonando la tierra más osca, el comienzo del viento y la escritura, la rebelión de los mineros -hijos terribles del plumón que arde-" (35)

 

O también en ‘El ojo sin párpado de pez’: "(...) Pasan también, crujiendo, pateras agobiadas por su peso inhumano."

 

"De ellas (de las pesadillas, las pateras), caen cuerpos al agua que exhiben, boqueando, un leve rastro de espuma parecido al de la tabla que no quiere terminar de sumergirse." (53)

 

En fin, para no agobiar, en ‘Sobre el eccema del asfalto": "En el sueño de las larvas (las palabras) crecen veloces y avanzan disciplinadamente como niñas enlutadas que llevarán una tela de pañal en la cabeza, madres de otra plaza circular cuyo oscuro grito no termina de agotarse. Cuando el sueño se rasga, la luz primeriza del amanecer descubre a algunas de ellas hilando seda." (28)

 

Por ello el ‘nosotros’, la palabra ‘nosotros’ se entiende en un sentido inclusivo, inagotable: "Entonces Recuerdo de golpe que yo también he crecido con palabras que otros lamieron y han masticado hasta la extenuación." (28) 

 

Palabras de la tribu, ya salió, y la labor del poema en las palabras de la tribu: palabras que "yo las chupaba con fruición por si aún soltasen alguna perlita de sabor en mi boca" (28)

 

En ‘Termina el videojuego’ nos alerta sobre esa inercia impensada que contienen las palabras, sobre esa conjunción única y a un tiempo prefijada. Sin embargo, ahí en las palabras, María Ángeles Pérez, es donde rastrea la posibilidad de cohesión y coherencia, los engramas necesarios para un tiempo sin fronteras: "Con ellas (las palabras) me atrevo a reclamar perennemente un tiempo sin fronteras, aunque la palabra 'reclamo' ya contenga su propio alarido, su derrota pidiendo reiniciar la partida, que aparezcan las letras de 'Game over' con sus chispitas tristes y arrinconadas y que luego todo pueda volver a ser su siendo, su gerundio, su gerundísimo gerundio entre los labios." (32)

 

Ya hemos hablado de la comunión universal de lo existente, de esa desconocida raíz común, o del paralelismo de la transmisión genética con la lingüística que en el poema se manifiesta en la propia nominación bautismal, en el apellido 'Lòpez' y en esa materialización de las palabras que van un paso más allá de lo perlocucionario. Así en ‘Todo lo recubre la piel humana’, 'río' es, además de un flujo de agua la palabra 'río': "Como una moqueta despellejada y sola; como si nombres propios y comunes uniesen sus órganos, su temperamento desigual; como si lo heterogéneo pudiese estar contenido en lo homogéneo, todo lo recubre piel humana: puentes que unen sin mampostería las tres letras de la palabra 'río', lujosas viviendas desocupadas en las ciudades que muerden el extrarradio de su necesidad, maltrechos ascensores que siempre huelen a lejía, piscinas públicas y esas catedrales que albergan, bajo la vehemencia sorprendida de sus bóvedas, tendón y ligamentos de quiénes las pusieron en pie sobre los hombros." (39)

 

Más adelante en este poema la tilde de la palabra 'río' se materializa, se humaniza en piel humana recubridora: "muy cerca tiembla el trueno de la tilde en el grisú y bajo las redecillas para el pelo de las cocineras quedan atrapadas las declaraciones de libertad, igualdad y fraternidad. La comuna de París está tan lejos que es solo una línea imaginaria, un brevísimo apunte descarado que no termina de desaparecer de los manuales." (40)

 

Finaliza, ‘Todo lo recubre la piel humana’, reconociendo un origen común de todo lo corpóreo, como criaturas de la misma panera: "Piedra padre que todo lo ha fundado. Geología y canción de los nudillos" (45)

 

Esta búsqueda se exacerba en la propuesta que hace el poema. En ‘López, hijo de Lope, hijo del lobo’: "Camada de palabras en la boca. La madre las arrastra por el cuello, protege en la piedad de sus colmillos cada cría que nace hacia lo oscuro." (45)

 

en las palabras como brotando de la leche primigenia, inaugural de la loba que amamanta a sus ancestros, ejemplificados aquí en Rómulo y Remo: "Cuando llega la noche y tengo miedo, reconozco en mi nuca la correa con la que estoy atada al apellido. Pero en la sombra suenan mis hermanas. Su aullido me permite levantarme de mi propia estatura, de la legislación de lo real. Casi a tientas, entonces sacudo mi pelaje y, olisqueando la leche, subo a madre. A la inocencia extrema en sus colmillos y el fervor derramado de la luz."

 

"¿En qué momento se adhiere la manzana a su color?", Se pregunta de pronto. ¿En cuáles tíldes se delata el sabor? En una total Conmixtión de los cuerpos hasta fundirse en las diversas uniones desde las que acceder a la totalidad de lo real. Esta conmixtión lenguaje/mundo se expresa en multitud de situaciones, contiene lo bello y lo siniestro, lo ominoso y lo lumínico.

 

La conciencia como un ludión que sube y viaja traspasando todo lo que existe hasta tocar fondo. Vasos comunicantes entre la escritura, la página y los sucesos. Siendo el fondo el fondo de la página: "Bajamos boqueando y ella sigue ahí, sin ceder un milímetro, tiñéndolo todo de su energía translucida mientras la arena cae hacia el fondo de la página para luego levantarse y volver a caer, al menos dos veces cada día en eso que se llama, no sin ampulosidad, fuerza gravitatoria." ( 54)

"¿De qué Dios surgen cielo y mar, su azul confuso? Pez palabra saliendo de mi boca.

Pareciera que solo nos sostienen las corrientes pero también el pez se reconoce en su apellido, incluso sabiéndose disímil cada uno en las diez mil millones de toneladas de otros como él."

"Su nombre es Pedro el pescador de peces y de cruces. Ni Sísifo ni Krishna sino Pedro, padre de quienes forcejean, boqueando, en la red.

Anagrama que nada hasta morir.

Escama del idioma, anzuelo vivo." (55)

 

En definitiva, esa doble hélice lingüística nos permite comunicar/ser con lo demás, lo otro del lenguaje si es que lo hubiere: los vilanos, las avispas, la lombriz de tierra. Pensar es anidar en las diversidades: "En su sustancia algo viscosa y primordial que sostiene encendida la mañana: hasta cinco mil piececitas de ámbar impacientes acercan el sol al avispero" (59)

 

Pero la poesía debe de ir más allá en su búsqueda de lo real, al rastreo de todo lo posible hasta lo imposible, por lo que termina dando con frecuencia en lo imposible. Tengo mis dudas de que la labor ética que dirime lo posible en este libro sea una característica universal de la poesía. La poesía hace tentativas, encuentra, fracasa, anhela mejorías, derrapa en las imposibilidades, en algunas formas de 'nosotros', en el ciertas formas de 'yo': ¿Y si eres nadie? ¿A dónde irás cargando tú vacío? Resonancias de Jabés y su compromiso con lo existente: "Nada pesa lo que no tienes, pero no hay ligereza posible para ti porque el vacío te arrastra hacia sus pies. Ha arrasado con toda la flora, los días sin viento, las reservas de agua y de pardales. Quedan muchos más pájaros atrapados contra las vallas: vencejos, cormoranes, petirrojos."(71)

 "Desconoces quién eres y no importa."(72)

 

El 'yo' en vínculo con 'los nosotros’, todos los ‘nosotros’ de los que podríamos formar parte en una interconectada red de convivencias.

Pero en qué momento la poesía ha sido entendida, incorporada: En el momento en que te incorpores a ella, en el momento en que fueras atrapado y seducido cuando te oscurezca en su fulgor, en el momento en que se adhiere la manzana a su color.

 

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