El beso robado
![[Img #55017]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2021/9563_mercedes_dsc0114.jpg)
Ayer me encontré con mi querida amiga Enriqueta. La encontré algo cambiada, un no sé qué que qué se yo de regocijo con cierto soplo de jovialidad, cosa que me sorprendió porque llevaba una temporada larga luciendo una alegría matizada de ligera pátina de tristeza. No es que pudiera decirse que era una mujer triste, no, pero si podía traducirse de su expresión cierto matiz de melancolía. “¿Qué te pasa?”, le preguntaba yo con insistencia para saber en qué nuevas profundidades emocionales se encontraba, pero la respuesta no variaba, siempre la misma: “nada, no me pasa nada”, y la realidad respaldaba ese ‘nada’, pues no había ningún acontecimiento exterior que pudiera provocarle ese rasgo de abatimiento.
“Pero últimamente no eres la alegría de la huerta precisamente, algo te pasa”, insistía yo, y Enriqueta me argumentaba: “no puedo quejarme tengo una vida cómoda, vivo donde quiero vivir, tengo la casa que siempre quise tener, hago lo que quiero hacer, tengo hijos que están pendientes de mí, amigos que me quieren…, qué más puedo pedir!”; “Entonces, ¿por qué no se te ve feliz?”, persistía yo en mi obstinación por sacarle algún secreto profundo; “Sí, sí, si soy feliz, ¿quién ha dicho que no soy feliz?”
Enriqueta siempre ha tenido un punto un tanto trágico de la vida, un fondo de aflicción que pocas veces lo deja aflorar. En realidad es una mujer que combina en sus profundidades la alegría con el abatimiento de la existencia aunque casi siempre parece una persona tranquilamente feliz. Recuerdo ciertos pensamientos que me escribía hace tiempo.
Mi tristeza del mundo es tan grande como un gran abismo. Mi trajín con la vida pesa como enormes piedras de molino. Tengo que ocuparme para la vida, y me cuesta sólo el pensarlo. Me da fatiga esta preparación de la vida para vivir sin vivir.
Soy libre pero ¿quién es libre? Estoy atrapada en la vida. No quiero morir pero no quiero estar, sólo quiero ‘ser’. Y ¿cómo se llega a ‘ser’ sin estar’? me pregunto. No sé, quizás sólo dejándome estar llego al sólo ‘ser’.
Llevo una eternidad afanándome para crear un paraíso, mi paraíso, pero todo es disfraz, sólo el afán es verdad. Cierta melancolía y originalidad. Las ambiciones corrientes de la vida no me importan demasiado.
He salido a cenar con una gente absurda que no me ha interesado para nada. ¡Cómo se anestesia el alma con la vulgaridad, es un antídoto para el pensamiento!
Tener libertad emocional es no quedarse atrapado en una emoción o en un sentimiento. El sentimiento nunca debe agarrotar. El alma es de los sentimientos, el corazón de las emociones.
El miedo es el peor motor de los sentimientos. El miedo genera la agresividad en las personas, en el mundo ¡ojo con el miedo! es como un fantasma. No se le ve pero se le siente de una manera inconsciente. Es un sentimiento disfrazado, aparece en versiones diferentes: agresividad, desprecio, intolerancia, humillación, vanidad… El miedo está en casi todo lo negativo. El miedo puede ser muy cruel.
Sentir mis ‘arcas’ vacías me llena de incertidumbre y la incertidumbre me llena de tristeza. Sentir mis ‘arcas’ llenas me da seguridad, me llena de satisfacción pero no de alegría. No me aporta la felicidad de la vida.
Lo peor que le puede pasar a una persona es caer en la incertidumbre, es como atascarse en una duna del desierto.
Eso me escribía Enriqueta pero, más recientemente, me hablaba de su felicidad:
“Mira, amiga, la felicidad no tiene nada que ver con la alegría o la tristeza, ni con el tener o no tener. Puedo estar triste y ser muy feliz, como cuando ayudé a mi hermano a asumir su enfermedad y su marcha de este mundo, estaba triste pero yo era feliz, hacía lo que tenía que hacer y con gusto. Es un ejemplo muy radical pero en la vida diaria hay muchas cosas que te pueden poner triste y no por eso dejas de ser feliz.”
“Yo estoy triste por muchas cosas, no sólo por las que me afectan directamente sino también por las que afectan a la humanidad, pero sigo siendo feliz porque estoy muy a gusto conmigo misma, he conseguido vivir en cierta armonía interior y exterior, me dedico a hacer lo que siempre he querido hacer y vivo en el entorno que siempre he querido vivir. Creo que tener claro el sentido de tu vida te da la sensación de equilibrio y sosiego que es donde realmente se está la felicidad. Claro, no es fácil encontrar el sentido a la vida pero cuando lo encuentras, cuando se te aclara esa incógnita te cambia la mirada y te cambia el vivir de la vida. De vez en cuando el equilibrio se me desestabiliza algo pero trato de recomponerme rápidamente. Intento tener sentido del humor para reírme de mí misma y también ser muy agradecida ante grandes y pequeñas cosas. Dicen que esos son otros buenos ingredientes para la felicidad. A mí me funcionan”
Pero en el encuentro de ayer Enriqueta emitía un aroma diferente. Ayer parecía como que en esa felicidad en la que estaba asentada su vida había surgido un brote de primavera, un brillo de luz más intenso, más cálido. No le quise decir nada y fue ella la que se brindó a desvelarme de dónde venía esa media sonrisa misteriosa. Se arrancó contándomeque hacía dos días le habían robado un beso.“¿Cómooo?”- exclamé sorprendida- “¿Quién? ¿Dónde?”; “Sí”-me dice con mueca risueña- “me encontré con Antonio y de pronto, inesperadamente, me abrazó y me dio un beso”; “¿Antonio? ¡pero si estaba muy enfadado contigo y no os habláis desde hace un montón de tiempo!”;“Pues sí, así es, pero por misterios de la naturaleza humana eso pasó, y no te imaginas como me enterneció y me emocionó, mucho más de lo que hubiera pensado”; “Y qué pasó?”; “Nada, no pasó nada, simplemente eso, eso pasó, un abrazo tierno y un beso dulce ¿te parece poco?”; “bueno, pues sí, poco, pero…es algo”; “No es su estilo mostrar cariño y menos en la situación de desapego en la que estábamos, así que lo bueno, bonito y tierno, si es espontaneo e inesperado, es doblemente bueno, bonito y enternecedor”, me remató muy satisfecha.
Esta amiga mía, pensé yo, tan independiente, tan independiente, y tan feliz, tan feliz, pero en el fondo anda falta de quereres, como casi todo el mundo. Un poco de cariño de piel es más que necesario para seguir erguido por la vida. Es la savia de la existencia. “¿Cómo el sexo?” “Sí, como el sexo”. Enriqueta con ese tierno roce de afecto es un poco más feliz dentro de ‘su felicidad’. Qué bien.
O témpora o mores
Ayer me encontré con mi querida amiga Enriqueta. La encontré algo cambiada, un no sé qué que qué se yo de regocijo con cierto soplo de jovialidad, cosa que me sorprendió porque llevaba una temporada larga luciendo una alegría matizada de ligera pátina de tristeza. No es que pudiera decirse que era una mujer triste, no, pero si podía traducirse de su expresión cierto matiz de melancolía. “¿Qué te pasa?”, le preguntaba yo con insistencia para saber en qué nuevas profundidades emocionales se encontraba, pero la respuesta no variaba, siempre la misma: “nada, no me pasa nada”, y la realidad respaldaba ese ‘nada’, pues no había ningún acontecimiento exterior que pudiera provocarle ese rasgo de abatimiento.
“Pero últimamente no eres la alegría de la huerta precisamente, algo te pasa”, insistía yo, y Enriqueta me argumentaba: “no puedo quejarme tengo una vida cómoda, vivo donde quiero vivir, tengo la casa que siempre quise tener, hago lo que quiero hacer, tengo hijos que están pendientes de mí, amigos que me quieren…, qué más puedo pedir!”; “Entonces, ¿por qué no se te ve feliz?”, persistía yo en mi obstinación por sacarle algún secreto profundo; “Sí, sí, si soy feliz, ¿quién ha dicho que no soy feliz?”
Enriqueta siempre ha tenido un punto un tanto trágico de la vida, un fondo de aflicción que pocas veces lo deja aflorar. En realidad es una mujer que combina en sus profundidades la alegría con el abatimiento de la existencia aunque casi siempre parece una persona tranquilamente feliz. Recuerdo ciertos pensamientos que me escribía hace tiempo.
Mi tristeza del mundo es tan grande como un gran abismo. Mi trajín con la vida pesa como enormes piedras de molino. Tengo que ocuparme para la vida, y me cuesta sólo el pensarlo. Me da fatiga esta preparación de la vida para vivir sin vivir.
Soy libre pero ¿quién es libre? Estoy atrapada en la vida. No quiero morir pero no quiero estar, sólo quiero ‘ser’. Y ¿cómo se llega a ‘ser’ sin estar’? me pregunto. No sé, quizás sólo dejándome estar llego al sólo ‘ser’.
Llevo una eternidad afanándome para crear un paraíso, mi paraíso, pero todo es disfraz, sólo el afán es verdad. Cierta melancolía y originalidad. Las ambiciones corrientes de la vida no me importan demasiado.
He salido a cenar con una gente absurda que no me ha interesado para nada. ¡Cómo se anestesia el alma con la vulgaridad, es un antídoto para el pensamiento!
Tener libertad emocional es no quedarse atrapado en una emoción o en un sentimiento. El sentimiento nunca debe agarrotar. El alma es de los sentimientos, el corazón de las emociones.
El miedo es el peor motor de los sentimientos. El miedo genera la agresividad en las personas, en el mundo ¡ojo con el miedo! es como un fantasma. No se le ve pero se le siente de una manera inconsciente. Es un sentimiento disfrazado, aparece en versiones diferentes: agresividad, desprecio, intolerancia, humillación, vanidad… El miedo está en casi todo lo negativo. El miedo puede ser muy cruel.
Sentir mis ‘arcas’ vacías me llena de incertidumbre y la incertidumbre me llena de tristeza. Sentir mis ‘arcas’ llenas me da seguridad, me llena de satisfacción pero no de alegría. No me aporta la felicidad de la vida.
Lo peor que le puede pasar a una persona es caer en la incertidumbre, es como atascarse en una duna del desierto.
Eso me escribía Enriqueta pero, más recientemente, me hablaba de su felicidad:
“Mira, amiga, la felicidad no tiene nada que ver con la alegría o la tristeza, ni con el tener o no tener. Puedo estar triste y ser muy feliz, como cuando ayudé a mi hermano a asumir su enfermedad y su marcha de este mundo, estaba triste pero yo era feliz, hacía lo que tenía que hacer y con gusto. Es un ejemplo muy radical pero en la vida diaria hay muchas cosas que te pueden poner triste y no por eso dejas de ser feliz.”
“Yo estoy triste por muchas cosas, no sólo por las que me afectan directamente sino también por las que afectan a la humanidad, pero sigo siendo feliz porque estoy muy a gusto conmigo misma, he conseguido vivir en cierta armonía interior y exterior, me dedico a hacer lo que siempre he querido hacer y vivo en el entorno que siempre he querido vivir. Creo que tener claro el sentido de tu vida te da la sensación de equilibrio y sosiego que es donde realmente se está la felicidad. Claro, no es fácil encontrar el sentido a la vida pero cuando lo encuentras, cuando se te aclara esa incógnita te cambia la mirada y te cambia el vivir de la vida. De vez en cuando el equilibrio se me desestabiliza algo pero trato de recomponerme rápidamente. Intento tener sentido del humor para reírme de mí misma y también ser muy agradecida ante grandes y pequeñas cosas. Dicen que esos son otros buenos ingredientes para la felicidad. A mí me funcionan”
Pero en el encuentro de ayer Enriqueta emitía un aroma diferente. Ayer parecía como que en esa felicidad en la que estaba asentada su vida había surgido un brote de primavera, un brillo de luz más intenso, más cálido. No le quise decir nada y fue ella la que se brindó a desvelarme de dónde venía esa media sonrisa misteriosa. Se arrancó contándomeque hacía dos días le habían robado un beso.“¿Cómooo?”- exclamé sorprendida- “¿Quién? ¿Dónde?”; “Sí”-me dice con mueca risueña- “me encontré con Antonio y de pronto, inesperadamente, me abrazó y me dio un beso”; “¿Antonio? ¡pero si estaba muy enfadado contigo y no os habláis desde hace un montón de tiempo!”;“Pues sí, así es, pero por misterios de la naturaleza humana eso pasó, y no te imaginas como me enterneció y me emocionó, mucho más de lo que hubiera pensado”; “Y qué pasó?”; “Nada, no pasó nada, simplemente eso, eso pasó, un abrazo tierno y un beso dulce ¿te parece poco?”; “bueno, pues sí, poco, pero…es algo”; “No es su estilo mostrar cariño y menos en la situación de desapego en la que estábamos, así que lo bueno, bonito y tierno, si es espontaneo e inesperado, es doblemente bueno, bonito y enternecedor”, me remató muy satisfecha.
Esta amiga mía, pensé yo, tan independiente, tan independiente, y tan feliz, tan feliz, pero en el fondo anda falta de quereres, como casi todo el mundo. Un poco de cariño de piel es más que necesario para seguir erguido por la vida. Es la savia de la existencia. “¿Cómo el sexo?” “Sí, como el sexo”. Enriqueta con ese tierno roce de afecto es un poco más feliz dentro de ‘su felicidad’. Qué bien.
O témpora o mores