Antonio Martínez Fuertes
Domingo, 29 de Agosto de 2021

Cine, literatura y jóvenes airados.  Apuntes acerca de 'Free Cinema. Una nueva mirada'

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                     "Yo por una película dejaría a un hombre, pero por un hombre nunca dejaría una película"

                     -Diálogo de Jacqueline Bisset en "La noche americana", (François Truffaut, 1973)-

 

Resulta aventurado elegir determinados temas, ser francamente valiente para abordar el pasado reciente sin revisionismos y además de apostar con ingenio y duelo por un apartado concreto de la historia social y artística del nutriente siglo XX. Hablar de cine y hacerlo con amor y pasión en tiempos de algoritmos y frenesí de centro comercial, con salas de cine, calles y ciudades, como grandes parques temáticos, es del todo encomiable. Aparecen los chispazos de inteligencia y reflexivo discurso sobre una generación de directores de cine influidos por el mundo de la literatura, del cansancio de una época de austeridad y deseo vital, como lo sucedido en el ‘Free Cinema’ Británico y que Javier Gutiérrez analiza de manera pormenorizada en ‘Free Cinema. Una nueva mirada’ (2020)

 

En palabras del autor, se trata de un cine transgresor y rebelde, como lo fueron la ‘Nouvelle Vague’, el nuevo cine alemán o en otro momento el ‘Neorrealismo italiano’, que impulsará a las personas responsables de que el cine haya evolucionado a lo largo de los años. La creatividad exige el preguntarse y buscar nuevas fuentes de experimentación, de decir y filmar de otro modo; así el ‘Free Cinema’ fue impulsado por jóvenes realizadores que no estaban conformes, buscaba romper con la manera de hacer cine a finales de los cincuenta en Inglaterra. Se trata, y así lo detalla Javier Gutiérrez, de un movimiento surgido de la clase obrera británica, cansada de un cine propagandístico y neo-hollywoodiense post segunda guerra mundial, y que habla de la pérdida de identidad y que plasma la realidad existente en ese momento.

 

El libro dedica un capítulo a un movimiento artístico como fueron el movimiento literario ‘Angry Young Men’, conocidos también como ‘Jóvenes iracundos’ o ‘Jóvenes airados’. Fue a raíz de este movimiento impulsado por escritores de la talla de John Osborne o Kingsley Amis, cuando algunos cineastas empezaron a contemplar las mismas oportunidades de expresión para el mundo del cine. La obra de referencia para ambos movimientos fue la obra teatral de Jhon Osborne, ‘Look back in anger’ (Mirando hacia atrás con ira), de 1956 y de la que posteriormente haría una adaptación Tony Richardson; años después servirá de inspiración para la canción de Oasis, ‘Don´t lokk back in anger’. La obra expone el enfado y descontento de una sociedad, que sufría la penuria de sueldos pobres y derechos laborales prácticamente inexistentes.

 

Los jóvenes también rechazarían progresivamente la recién estrenada moral hipócrita de la Nueva Sociedad del Consumo, como ya la definía el pensador francés Guy Debord. Moral fundada en el dinero y el despilfarro, en no saber distinguir lo necesario de lo superfluo. Se abrió un proceso de mímesis social y las formas y modas de las clases altas de la sociedad fueron burdamente imitadas por la mayoría de gentes de la nueva clase media, nutrida en gran parte de las clases trabajadoras, incluidos los obreros industriales, aquellos a quienes Lenin definiera un día como la aristocracia obrera.

 

Ligado al hastío de los valores de la ‘Nueva Sociedad’, el rechazo de los jóvenes se orientaría hacia factores como la Familia y el Estado (junto con la política), entendidos como símbolos de la autoridad, y también hacia el Mercado, considerado símbolo del consumismo. Esas nuevas realidades, y especialmente la crisis de la familia tradicional, propiciarían el inicio de un movimiento social, el de la liberación de la mujer, movimiento que devino en los movimientos feministas

 

Javier Gutiérrez aborda todo el contexto histórico del siglo XX, para recalar en lo sucedido tras la posguerra británica y el cambio de mentalidad, y son ahora los jóvenes ingleses los que se rebelan contra esa ‘austeridad’ que tanto sirvió en los 40 y 50, propuesta por el primer ministro Clemen Attlee. La guerra mundial les queda lejana y piden un espacio en el cual fructificará la cultura británica a través del jazz, el rhythm and blues, el Swinging London y Carnaby Street. El punk británico de los setenta, participa de esa influencias artísticas del ‘Free Cinema’, que ayudó a esa ruptura con el pasado que se vivió en la sociedad británica de mitad del siglo XX.

 

Así como Francia y la ‘Nouvelle-vague’, tuvieron un medio de expresión, como fue ‘Cahiers de Cinema’, donde escribían Godard, Truffaut o Rhomer, Inglaterra tenía su publicación llamada ‘Sight and Sound’. Tal como señala Javier Gutiérrez, este cine fue ganando adeptos tanto dentro como fuera Inglaterra, de repente todo lo que se estaba produciendo a nivel artístico, creativo musical... acercó a importantes directores, alguno  ‘exiliados’ de Estados Unidos como Stanley Kubrick, Joseph Losey o M. Antonioni, que elogiaron y fue fuente de inspiración todo aquello que estaba surgiendo en Inglaterra, incluso llevando a cabo producciones con estética y lugares comunes al ‘Free Cinema’.

 

En los inicios, cuenta el autor, la mayoría de las películas rodadas del ‘Free Cinema’ ansiaban relatar la vida de seres humanos, como lo hacía el neorrealismo italiano. Se rodaba con pequeños equipos, exteriores, con una estética próxima al documental. Y en especial, pretendían reivindicar a la clase-media británica, es por lo que tiene un carácter muy social, considerando el acto cinematográfico como el discurso, el habla de la mayoría silenciosa y de la que el poder negaba dar voz. El movimiento dio libertad a los creadores de contar las historias que quisieran: la decrepitud social, las instituciones, la violencia estatal normalizada y dando cabida a cosas que años atrás eran impensables. Se suele decir que el ‘Free Cinema’ fue posible por los avances tecnológicos, película más rápida, especialmente la de 16mm, cámaras más ligeras, la película 400 ASA que hizo Ilford...

 

Todo aquel que se acerque a este último libro de Javier Gutiérrez encontrará un historia hilvanada entre ese amor por el cine en su totalidad, la pasión por el cine independiente, el fetichismo de las obras pequeñas y su dignidad; también un torrente de información, no solo de lo que fue el ‘Free Cinema’, sino del cine realizado en Inglaterra desde los comienzos, pasando por los años 40, donde disfrutó de una breve 'Edad de oro', con la producción de los estudios de J. Arthur Rank y Alexander Korda, con Alfred Hichcock, David Lean, Lauarence Olivier. Para llegar a autores herederos de esos ejes temáticos del Free Cinema como son Stephen Frears y  Ken Loach. Los manifiestos del ‘Free Cinema’ firmados por  Karel Reisz y Lorenza Mazzetti y el crítico David Robinson, las producciones documentales, nómina de directores, una apropiada bibliografía y en especial, el recorrido por ‘las pelis’ más representativas con unas potentes descripciones y fichas en cada una de ellas: desde ‘Mirando hacia atrás con ira’ (1958), ‘Sábado noche, domingo mañana’ (1960), "La soledad del corredor de fondo" (1962), "¡Qué noche la de aquel día!" (1964), hasta la inmensa "If..." (1968).

 

No deja de sorprender el acopio de obras, antecedentes y lugares comunes en épocas diferentes, todo ello a modo de ‘cinematografía comparada’, aplicación del método filológico, baño de horas de búsqueda y aproximación al sutil pasmo de lo nuevo, de lo que se desconoce. Este libro abre puertas a autores demasiado olvidados ante la invasión de ‘Harry Potter’ y su saga; a películas desconocidas en este país y fascinantes en su estética como ‘The Leather Boys’ (1964).

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