Las dos manzanas … de Alejandro G. Nistal
ANTONIO MARTÍNEZ FUERTES /
Recurriría al diccionario para aclarar qué es un reaccionario y cualquiera de las tres valdría para colocar cirios santificadores en el despacho de usted, aprendiz aventajado de Donoso Cortés. Nuevo mensajero del pasado, sin alzacuellos, y lenguaje que bien podría ser el del Arcipreste y no de Millán Astray; y dos son las veces que habla de Faustino Santos y sin ninguna gracia, porque alguna enjundia tendrá su pluma. Faustino y Eva no tenían nada porque todo lo habían dado y usted no sé si sabrá lo que eso significa, tanto joven católico como se muestra, espiritual y cristiano Viejo: ¿a qué iglesia pertenece, en qué circo actúa?
Hablar de un hombre bueno y decir que no lo fue es como maltratar a alguien y después confesarse o ¿mejor comulgar? También se ha hecho notar como casi parte del ministerio fiscal en la Causa General aquella… ya me entiende; debo confesar llegado este momento, que se la tenía guardada porque Faustino merece el respeto que su iglesia en muchos momentos le negó, que sus palabras tenían y tienen en esta segunda píldora, el amargor de la fealdad.
Dos han sido sus cartas envueltas en la caridad cristiana que como decía Ramón Irigoyen en un poema corto:
Caridad cristiana
Me diste una manzana
Y las dos podridas
ANTONIO MARTÍNEZ FUERTES /
Recurriría al diccionario para aclarar qué es un reaccionario y cualquiera de las tres valdría para colocar cirios santificadores en el despacho de usted, aprendiz aventajado de Donoso Cortés. Nuevo mensajero del pasado, sin alzacuellos, y lenguaje que bien podría ser el del Arcipreste y no de Millán Astray; y dos son las veces que habla de Faustino Santos y sin ninguna gracia, porque alguna enjundia tendrá su pluma. Faustino y Eva no tenían nada porque todo lo habían dado y usted no sé si sabrá lo que eso significa, tanto joven católico como se muestra, espiritual y cristiano Viejo: ¿a qué iglesia pertenece, en qué circo actúa?
Hablar de un hombre bueno y decir que no lo fue es como maltratar a alguien y después confesarse o ¿mejor comulgar? También se ha hecho notar como casi parte del ministerio fiscal en la Causa General aquella… ya me entiende; debo confesar llegado este momento, que se la tenía guardada porque Faustino merece el respeto que su iglesia en muchos momentos le negó, que sus palabras tenían y tienen en esta segunda píldora, el amargor de la fealdad.
Dos han sido sus cartas envueltas en la caridad cristiana que como decía Ramón Irigoyen en un poema corto:
Caridad cristiana
Me diste una manzana
Y las dos podridas