'El Mayordomo', la Infatigable lucha por los derechos humanos
Javier Gutiérrez, Saberius
![[Img #5928]](upload/img/periodico/img_5928.jpg)
El
director, productor y actor afroamericano Lee Daniels, cuya ópera prima fue ‘Shadowboxer’, estrenada en el Festival Internacional
de Toronto y candidato al premio Nuevos Directores en el Festival Internacional
de Cine de San Sebastián, se hizo célebre con su película ‘Precious’, ganadora de dos Oscar y candidata a
cuatro estatuillas más, acreedora del Gran Premio del Jurado y del Premio del
Público en el Festival de Sundance, candidata a ocho premios NAACP Image y
ganadora de seis, junto a cinco premios Independent Spirit en el 2010,
incluidos los de mejor película y dirección. El filme suponía la adaptación e
la novela 'Push' de Shapphire.
Daniels, cuya producción más reciente ha sido ‘El chico del periódico’, rubrica con 'El mayordomo' su película
más ambiciosa y personal. Con ecos al Spike Lee de producciones como Malcom X o al espíritu de películas de
denuncia social contra el racismo sudista que pervivía en los años cincuenta y
sesenta como Arde Missisipi de Alan
Parker, retoma el afán del periodista del Washington Post, Wil Haygood para
abordar el poderoso drama personal de Eugene Allen, único afroamericano que
había trabajado en la Casa Blanca durante el mandato de ocho presidentes y presenciado
desde su interior el movimiento por los derechos civiles.
El
milagro de la producción se debió a la productora Laura Ziskin (principal motor
de éxitos como 'Pretty Woman' o 'Mejor…Imposible'), que habiendo leído el valioso material de Haygood, tuvo el
presentimiento de que podía y debía transformarla en una película épica y
dramática, y a pesar de las ofertas recibidas jamás se deshizo de los derechos.
Tras un primer intento fallido junto a la Sony Pictures, Ziskin tuvo que
comenzar de nuevo y reunir la financiación de forma independiente, dirigiendo
el proyecto a empresarios entusiastas del cine con mensaje social, como la
cofundadora de BET Shaila Johnson, Earl Stafford, Harry I. Martin Jr., Charles
Saveur Bonan, y productoras independientes de producciones con transfondo
social como Film Partners y Al Film.
Tras el fallecimiento de Ziskin continuaría
esta ingente labor su socia en la producción Pam Williams, a quien debemos la
definitiva e impecable factura técnica y la impagable contribución interpretativa
de actores y personalidades del mundo de la comunicación y del espectáculo como
Oprah Winfrey y Forest Whitaker para los papeles principales, junto a otras
celebridades como Mariah Carey, John Cusack, Jane Fonda, Lenny Kravitz, Vanessa
Redgrave, Robin Williams, Cuba Gooding Jr., Alan Rickman, Terrence Howard,
Elijah y Minka Kelley, Yaya Alafia, James Marsden, Alex Pettyfer, Liev
Schrieber, etc…, que llegaron a cancelar compromisos profesionales y a recortar
considerablemente su caché para poder participar en la apasionante producción
independiente, que pudo realizarse en apenas 41 días a pesar de la complejidad
de la misma y del amplio periodo histórico que abarca (casi un siglo recreado
en la pantalla y una asombrosa labor de investigación documental).
Daniels nos introduce a bocajarro en la
durísima infancia y adolescencia de Eugene, aquí bajo el nombre del personaje
de ficción Cecil Gaines, que presencia el impune asesinato de su padre por un
vigilante en una plantación, lo que le obliga a huir de la misma para escapar
de la segregación racial del Sur, descubriendo otro infierno tan pavoroso como
el del hambre y la miseria, consecuencia directa de la negación continua del
empleo, hasta que encuentra al fin a una
persona de su misma raza que le ofrece la primera oportunidad como mayordomo…
![[Img #5931]](upload/img/periodico/img_5931.jpg)
Años más tarde, una vez que ha desarrollado
gran parte de las habilidades que requiere el oficio mientras forjaba una
personalidad constante y perfeccionista, el Cecil maduro, encarnado por Forest
Whitaker, improvisa una vida soñada para su familia, pudiendo ofrecer a sus
hijos la más idónea asistencia educativa y convirtiéndose en un testigo directo
de la Historia, así como del funcionamiento interno del Despacho Oval, lo que
le permite presenciar las conversaciones entre los mandatarios y sus asesores, que
en ocasiones terminarán materializados, en el mejor de los casos, en
arriesgados proyectos legislativos para la época, a medida que se fundan e
incrementan los movimientos por los derechos civiles, se producen los siempre
enigmáticos (aunque aquí algo más clarificados mediante una secuencia de
causa-efecto) asesinatos de John y Robert Kennedy, el de Martin Luther King,
los movimientos de los Freedom Riders y las Panteras Negras, la guerra del
Vietnam o el escándalo Watergate.
La concentración requerida en su trabajo y la
tensión acumulada que vive a través de los dilemas laborales y estratégicos de
los gobernantes a los que sirve, comenzarán a distanciarlo de su esposa, a
quien da vida Oprah Winfrey, mientras proporcionan la educación universitaria
merecida por su hijo Louis (David Oyelowo), que con el ejemplo de su padre
parece labrarse un prometedor porvenir.
Aquí
la historia adquiere derroteros bien diferentes y propone un interesante cambio
de perspectiva, desde la experiencia en primera persona de Louis, que padece
las consecuencias de la continuada segregación racial en la ciudad donde
estudia y conoce a una joven que terminará introduciéndole en lo que denominan como
un “movimiento de amor solidario”, desarrollando tácticas para soportar las
humillaciones a las que les someten los implacables racistas con tal de no
abandonar los lugares que previamente han ocupado, para lograr así evitar dar
marcha atrás en sus derechos adquiridos. Ante los sucesos acaecidos por
extremistas y los asesinatos de algunos compañeros, terminarán en el movimiento
de las Panteras Negras, que propugna el ataque frontal o una llamada ‘lucha
efectiva’ que responde con la misma moneda. Esta parte es la que adquiere
tonalidades más próximas al Spike Lee más reivindicativo, llegando a su clímax
en la cena que tiene con sus padres y que desemboca en una amarga discusión
tras la cual es expulsado del hogar familiar, ante cuestiones de las que su
padre le acusa (radicalización, pérdida de respeto, desprecio de los valores
que le inculcaron…)
![[Img #5932]](upload/img/periodico/img_5932.jpg)
Más adelante el propio Louis terminará
descubriendo, mediante las palabras de Martin Luther King cómo “la oscuridad no
se puede combatir con más oscuridad, sino con la luz…”, que no comparte el deseo
de combatir la violencia mediante la violencia, cuestionando el amor que la
joven pueda sentir por él, al tiempo que su padre se obstina, durante muchos
años, en una severa actitud que le niega toda relación.
Mientras tanto sucederán numerosos acontecimientos
que propiciarán el acercamiento definitivo: Louis, tras culminar una formación
impecable, se decide a combatir el Apartheid en Sudáfrica mientras Cecil, que
acaba de despedirse de la Casa Blanca tras presenciar unas declaraciones de
Reagan que perjudican la lucha contra la intolerancia racial en ese país,
comprende al fin los razonamientos de su hijo Louis y opta por comunicarle la difícil
decisión que ha adoptado, seguida de un esperado abrazo.
Otro
de los momentos culminantes de la película reside en la salida de Louis de las
Panteras Negras; a continuación se muestran imágenes documentales sobre la
encarnizada lucha, asesinatos y dura represión policial y acto seguido el
doloroso fallecimiento de uno de los hijos. Mientras Lee Daniels apunta a que
puede tratarse de Louis finalmente conocemos que ha sido el hermano pequeño,
que siempre ha actuado como conciliador, y que se había alistado como soldado
durante la guerra del Vietnam. La ausencia del hermano mayor en el funeral por
razones de conciencia será el detonante para que Cecil adopte la actitud
inflexible respecto al hijo.
La película posee otros momentos dignos del
mejor cine independiente, como los montajes paralelos que muestran una parecida
y estricta formación de los mayordomos en el interior de la Casa Blanca contrapuesto
a la formación clandestina de Louis (componiendo las mesas en un caso y
enseñándoles a soportar las insidias en el otro) pero a su vez destacando los
diferentes ambientes de ambos (la lujosa y cómoda vida ministerial frente las
espartanas condiciones de los grupos que deben reunirse en los sótanos
oscuros), la prolongación habitual en las decisiones y compromisos adquiridos
por los políticos y la necesidad de urgencia en la aprobación de leyes contra
la segregación racial cuando está en juego la vida de Louis y, por extensión,
la de sus compañeros, con las propias existencias pendientes de los
comportamientos ajenos.
![[Img #5929]](upload/img/periodico/img_5929.jpg)
Cada vez que esto ocurre, el drama familiar de
nuevo cobra peso y se magnifica merced a la calidad y calidez de las
interpretaciones de sus actores protagonistas…
Lee Daniels se aleja del maniqueísmo en la
descripción de los presidentes más afines (en su primera aparición, J.F.
Kennedy y su esposa Jacqueline ofrecen
una imagen sofisticada y de diseño, casi como representantes de una ‘beauty people’ ajena al pueblo,
mientras que su discurso exacerbado y lacerante contra el racismo, tal y como
lo siente ante la presencia de Cecil, desmiente esta imagen inicial e incluso
acabará con su propia vida en el sincero intento de llevar a cabo la
integración interracial); o respecto a los que muestra menos simpatía (Reagan
se afana por hacer llegar ayudas económicas a los más necesitados a través de
Cecil, ya que su mujer Nancy considera que no está bien visto, aunque poco
después observamos a Cecil insistiendo con su jefe en un justo aumento de
sueldo para evitar las diferencias entre los mayordomos blancos y los
negros. Finalmente este reconocimiento
lo logra bajo el mandato del mismo Reagan, sin embargo, las palabras de
desprecio y oposición hacia las políticas anti-apartheid proferidas por este
presidente provocarán su abandono definitivo de la Casa Blanca).
Esta eterna e inextinguible pugna por la
conquista y preservación de los derechos humanos que forja un espíritu
indomable, incluso fortalecido por las adversidades, queda plasmada en este honesto
retrato de un hombre que, tras huir de la lacra de los campos de algodón, ve
afianzado su sueño conformándose primero con la supervivencia y más tarde con un
empleo seguro. Mientras esto ocurre, las luces de la nueva generación que
simboliza su hijo primogénito alumbran una reflexión trascendental: “Si no nos
podemos sentar en los mismos lugares que nuestros convecinos, ¿merece la pena
esta vida?...”
Las disquisiciones en la mesa familiar sobre la figura de Sidney
Poitier y lo que representa para cada uno de ellos (Louis recalca que ofrece
tan sólo la imagen que los blancos desean tener de los negros), las luchas
civiles en las que se embarca y la comprensión definitiva del padre evoca a
producciones como 'En el nombre del padre'
si nos centramos en el drama paternofilial, aunque recompone el espíritu de
otras más focalizadas en torno a las disputas interraciales y las injusticias
cometidas por los asesinatos impunes como la mencionada 'Arde Missisipi' de Alan Parker, o incluso en el ambiente de dos
retratos de músicos insignes: 'Bird'
de Clint Eastwood, en torno a la vida de Charlie Parker y 'Ray' sobre la vida de Ray Charles, aunque sin duda la presencia del
Apartheid quizás traiga a la memoria otro título de Eastwood: 'Invictus'.
La
adecuada amalgama entre las secuencias recreadas en la ficción y los pasajes
documentales quizás nos retrotraiga a películas con la misma identidad
dramática como JFK de Oliver Stone, con la que comparte la
admiración por el malogrado presidente, además de la mezcla de formatos
(filmaciones en súper 8, 16 mm., formatos televisivos característicos de los
informativos), etc...
Este mosaico visual y narrativo compone una
obra definitiva, admirablemente construida, de esmerada realización y plausible
coherencia a la que no obstante el tiempo otorgará su verdadera entidad.
Javier Gutiérrez, Saberius
El director, productor y actor afroamericano Lee Daniels, cuya ópera prima fue ‘Shadowboxer’, estrenada en el Festival Internacional de Toronto y candidato al premio Nuevos Directores en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, se hizo célebre con su película ‘Precious’, ganadora de dos Oscar y candidata a cuatro estatuillas más, acreedora del Gran Premio del Jurado y del Premio del Público en el Festival de Sundance, candidata a ocho premios NAACP Image y ganadora de seis, junto a cinco premios Independent Spirit en el 2010, incluidos los de mejor película y dirección. El filme suponía la adaptación e la novela 'Push' de Shapphire.
Daniels, cuya producción más reciente ha sido ‘El chico del periódico’, rubrica con 'El mayordomo' su película más ambiciosa y personal. Con ecos al Spike Lee de producciones como Malcom X o al espíritu de películas de denuncia social contra el racismo sudista que pervivía en los años cincuenta y sesenta como Arde Missisipi de Alan Parker, retoma el afán del periodista del Washington Post, Wil Haygood para abordar el poderoso drama personal de Eugene Allen, único afroamericano que había trabajado en la Casa Blanca durante el mandato de ocho presidentes y presenciado desde su interior el movimiento por los derechos civiles.
El milagro de la producción se debió a la productora Laura Ziskin (principal motor de éxitos como 'Pretty Woman' o 'Mejor…Imposible'), que habiendo leído el valioso material de Haygood, tuvo el presentimiento de que podía y debía transformarla en una película épica y dramática, y a pesar de las ofertas recibidas jamás se deshizo de los derechos. Tras un primer intento fallido junto a la Sony Pictures, Ziskin tuvo que comenzar de nuevo y reunir la financiación de forma independiente, dirigiendo el proyecto a empresarios entusiastas del cine con mensaje social, como la cofundadora de BET Shaila Johnson, Earl Stafford, Harry I. Martin Jr., Charles Saveur Bonan, y productoras independientes de producciones con transfondo social como Film Partners y Al Film.
Tras el fallecimiento de Ziskin continuaría esta ingente labor su socia en la producción Pam Williams, a quien debemos la definitiva e impecable factura técnica y la impagable contribución interpretativa de actores y personalidades del mundo de la comunicación y del espectáculo como Oprah Winfrey y Forest Whitaker para los papeles principales, junto a otras celebridades como Mariah Carey, John Cusack, Jane Fonda, Lenny Kravitz, Vanessa Redgrave, Robin Williams, Cuba Gooding Jr., Alan Rickman, Terrence Howard, Elijah y Minka Kelley, Yaya Alafia, James Marsden, Alex Pettyfer, Liev Schrieber, etc…, que llegaron a cancelar compromisos profesionales y a recortar considerablemente su caché para poder participar en la apasionante producción independiente, que pudo realizarse en apenas 41 días a pesar de la complejidad de la misma y del amplio periodo histórico que abarca (casi un siglo recreado en la pantalla y una asombrosa labor de investigación documental).
Daniels nos introduce a bocajarro en la durísima infancia y adolescencia de Eugene, aquí bajo el nombre del personaje de ficción Cecil Gaines, que presencia el impune asesinato de su padre por un vigilante en una plantación, lo que le obliga a huir de la misma para escapar de la segregación racial del Sur, descubriendo otro infierno tan pavoroso como el del hambre y la miseria, consecuencia directa de la negación continua del empleo, hasta que encuentra al fin a una persona de su misma raza que le ofrece la primera oportunidad como mayordomo…
Años más tarde, una vez que ha desarrollado gran parte de las habilidades que requiere el oficio mientras forjaba una personalidad constante y perfeccionista, el Cecil maduro, encarnado por Forest Whitaker, improvisa una vida soñada para su familia, pudiendo ofrecer a sus hijos la más idónea asistencia educativa y convirtiéndose en un testigo directo de la Historia, así como del funcionamiento interno del Despacho Oval, lo que le permite presenciar las conversaciones entre los mandatarios y sus asesores, que en ocasiones terminarán materializados, en el mejor de los casos, en arriesgados proyectos legislativos para la época, a medida que se fundan e incrementan los movimientos por los derechos civiles, se producen los siempre enigmáticos (aunque aquí algo más clarificados mediante una secuencia de causa-efecto) asesinatos de John y Robert Kennedy, el de Martin Luther King, los movimientos de los Freedom Riders y las Panteras Negras, la guerra del Vietnam o el escándalo Watergate.
La concentración requerida en su trabajo y la tensión acumulada que vive a través de los dilemas laborales y estratégicos de los gobernantes a los que sirve, comenzarán a distanciarlo de su esposa, a quien da vida Oprah Winfrey, mientras proporcionan la educación universitaria merecida por su hijo Louis (David Oyelowo), que con el ejemplo de su padre parece labrarse un prometedor porvenir.
Aquí la historia adquiere derroteros bien diferentes y propone un interesante cambio de perspectiva, desde la experiencia en primera persona de Louis, que padece las consecuencias de la continuada segregación racial en la ciudad donde estudia y conoce a una joven que terminará introduciéndole en lo que denominan como un “movimiento de amor solidario”, desarrollando tácticas para soportar las humillaciones a las que les someten los implacables racistas con tal de no abandonar los lugares que previamente han ocupado, para lograr así evitar dar marcha atrás en sus derechos adquiridos. Ante los sucesos acaecidos por extremistas y los asesinatos de algunos compañeros, terminarán en el movimiento de las Panteras Negras, que propugna el ataque frontal o una llamada ‘lucha efectiva’ que responde con la misma moneda. Esta parte es la que adquiere tonalidades más próximas al Spike Lee más reivindicativo, llegando a su clímax en la cena que tiene con sus padres y que desemboca en una amarga discusión tras la cual es expulsado del hogar familiar, ante cuestiones de las que su padre le acusa (radicalización, pérdida de respeto, desprecio de los valores que le inculcaron…)
Más adelante el propio Louis terminará descubriendo, mediante las palabras de Martin Luther King cómo “la oscuridad no se puede combatir con más oscuridad, sino con la luz…”, que no comparte el deseo de combatir la violencia mediante la violencia, cuestionando el amor que la joven pueda sentir por él, al tiempo que su padre se obstina, durante muchos años, en una severa actitud que le niega toda relación.
Mientras tanto sucederán numerosos acontecimientos que propiciarán el acercamiento definitivo: Louis, tras culminar una formación impecable, se decide a combatir el Apartheid en Sudáfrica mientras Cecil, que acaba de despedirse de la Casa Blanca tras presenciar unas declaraciones de Reagan que perjudican la lucha contra la intolerancia racial en ese país, comprende al fin los razonamientos de su hijo Louis y opta por comunicarle la difícil decisión que ha adoptado, seguida de un esperado abrazo.
Otro de los momentos culminantes de la película reside en la salida de Louis de las Panteras Negras; a continuación se muestran imágenes documentales sobre la encarnizada lucha, asesinatos y dura represión policial y acto seguido el doloroso fallecimiento de uno de los hijos. Mientras Lee Daniels apunta a que puede tratarse de Louis finalmente conocemos que ha sido el hermano pequeño, que siempre ha actuado como conciliador, y que se había alistado como soldado durante la guerra del Vietnam. La ausencia del hermano mayor en el funeral por razones de conciencia será el detonante para que Cecil adopte la actitud inflexible respecto al hijo.
La película posee otros momentos dignos del mejor cine independiente, como los montajes paralelos que muestran una parecida y estricta formación de los mayordomos en el interior de la Casa Blanca contrapuesto a la formación clandestina de Louis (componiendo las mesas en un caso y enseñándoles a soportar las insidias en el otro) pero a su vez destacando los diferentes ambientes de ambos (la lujosa y cómoda vida ministerial frente las espartanas condiciones de los grupos que deben reunirse en los sótanos oscuros), la prolongación habitual en las decisiones y compromisos adquiridos por los políticos y la necesidad de urgencia en la aprobación de leyes contra la segregación racial cuando está en juego la vida de Louis y, por extensión, la de sus compañeros, con las propias existencias pendientes de los comportamientos ajenos.
Cada vez que esto ocurre, el drama familiar de nuevo cobra peso y se magnifica merced a la calidad y calidez de las interpretaciones de sus actores protagonistas…
Lee Daniels se aleja del maniqueísmo en la descripción de los presidentes más afines (en su primera aparición, J.F. Kennedy y su esposa Jacqueline ofrecen una imagen sofisticada y de diseño, casi como representantes de una ‘beauty people’ ajena al pueblo, mientras que su discurso exacerbado y lacerante contra el racismo, tal y como lo siente ante la presencia de Cecil, desmiente esta imagen inicial e incluso acabará con su propia vida en el sincero intento de llevar a cabo la integración interracial); o respecto a los que muestra menos simpatía (Reagan se afana por hacer llegar ayudas económicas a los más necesitados a través de Cecil, ya que su mujer Nancy considera que no está bien visto, aunque poco después observamos a Cecil insistiendo con su jefe en un justo aumento de sueldo para evitar las diferencias entre los mayordomos blancos y los negros. Finalmente este reconocimiento lo logra bajo el mandato del mismo Reagan, sin embargo, las palabras de desprecio y oposición hacia las políticas anti-apartheid proferidas por este presidente provocarán su abandono definitivo de la Casa Blanca).
Esta eterna e inextinguible pugna por la conquista y preservación de los derechos humanos que forja un espíritu indomable, incluso fortalecido por las adversidades, queda plasmada en este honesto retrato de un hombre que, tras huir de la lacra de los campos de algodón, ve afianzado su sueño conformándose primero con la supervivencia y más tarde con un empleo seguro. Mientras esto ocurre, las luces de la nueva generación que simboliza su hijo primogénito alumbran una reflexión trascendental: “Si no nos podemos sentar en los mismos lugares que nuestros convecinos, ¿merece la pena esta vida?...”
Las disquisiciones en la mesa familiar sobre la figura de Sidney Poitier y lo que representa para cada uno de ellos (Louis recalca que ofrece tan sólo la imagen que los blancos desean tener de los negros), las luchas civiles en las que se embarca y la comprensión definitiva del padre evoca a producciones como 'En el nombre del padre' si nos centramos en el drama paternofilial, aunque recompone el espíritu de otras más focalizadas en torno a las disputas interraciales y las injusticias cometidas por los asesinatos impunes como la mencionada 'Arde Missisipi' de Alan Parker, o incluso en el ambiente de dos retratos de músicos insignes: 'Bird' de Clint Eastwood, en torno a la vida de Charlie Parker y 'Ray' sobre la vida de Ray Charles, aunque sin duda la presencia del Apartheid quizás traiga a la memoria otro título de Eastwood: 'Invictus'.
La adecuada amalgama entre las secuencias recreadas en la ficción y los pasajes documentales quizás nos retrotraiga a películas con la misma identidad dramática como JFK de Oliver Stone, con la que comparte la admiración por el malogrado presidente, además de la mezcla de formatos (filmaciones en súper 8, 16 mm., formatos televisivos característicos de los informativos), etc...
Este mosaico visual y narrativo compone una obra definitiva, admirablemente construida, de esmerada realización y plausible coherencia a la que no obstante el tiempo otorgará su verdadera entidad.