La muralla de la Buraca y algo más. Por Juan José Alonso Perandones
![[Img #55634]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2021/5762_prensa-2-pano-postigo-pic.jpg)
Martín Martínez, entre sus muchos desvelos por nuestra ciudad, emprendió en sus últimos años la ingente labor de leer las actas municipales para ofrecernos el estudio 'La Muralla de Astorga. Bosquejo histórico'. Como buen cronista, sabía que era necesario diseccionar lo sucedido en la cerca perimetral de Astorga, en los diversos periodos de su historia, como aval de conocimiento para que corporaciones futuras no solo se preocupasen por reparar posibles derrumbamientos sino también de recuperarla, en lo posible, como acervo patrimonial y disfrute de la ciudadanía.
Bien se puede decir que leer las actas municipales y el estudio de Martín supone una gran amargura, pues sobre la muralla romana, reedificada en el Medievo (con su paseo de ronda, al que se accedía desde el suelo a través de escaleras adosadas), desde el siglo XIX se han cernido cuantos males pueden suceder a un bien patrimonial: la rapiña en su mortero de piedra, el derribo de sus puertas de entrada, la venta de algunos de sus tramos, la interrupción con ilegales muros del tránsito por su adarve, la ocupación de callejas que a ella conducían, el desmochamiento de su corona y de sus almenas… Muchas de sus piedras, vendidas por antiguas corporaciones, han servido como relleno de calles, o para la construcción de edificios. En el tránsito de los dos pasados siglos, de acuerdo con el criterio existente, no faltaron ilustres astorganos que veían sus muros como un “corsé” que impedía el desarrollo de la ciudad.
En esta última época democrática se han alzado algunos paños derruidos, consolidado otros, eliminado algunas edificaciones, asimismo han sido salvaguardadas, ante nuevas construcciones, zonas antaño vendidas o limítrofesEn todo caso, las anteriores actuaciones no son más que una gota de agua en la necesaria recuperación para la ciudadanía de un bien patrimonial, que ha sido saqueado, derribado definitivamente en algunos de sus tramos o indebidamente apropiado. Chorrillo de agua en el mar es, aunque parezca una cantidad abultada, la reciente subvención de dos millones de euros otorgados por el Gobierno de la nación para la muralla astorgana. No obstante, puede suponer un principio de una larga andadura (como ha sucedido para modernizar nuestra ciudad en sus equipamientos e infraestructuras) si corporaciones futuras no piensan en un rédito decorativo inmediato y se empeñan en su recuperación.
![[Img #55633]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2021/1337_prensa-2-ant-puerta-del-sol-pic.jpg)
La muralla comprendida entre el Postigo y Puerta Sol no cuenta con resto alguno de los arcos y puertas de entrada (como sucede con las otras tres entradas antiguas a la ciudad). El tramo desde la iglesia de San Francisco, hasta el Hospital de las Cinco Llagas, donde se hallaba la Puerta del Sol, fue derribado en 1918; y quedó en pie la parte colindante con el resto de este establecimiento hospitalario; es decir, se preservó la muralla en el ámbito de la pronunciada cuesta que baja hacia San Marcos y calle de la Iglesia. Este paño, como recordarán astorganos de considerable edad, cayó sobre las casas colindantes el 19 de agosto de 1952, y ocasionó una gran tragedia al resultar aplastadosalgunos de sus vecinos; quedó a salvo un cubo cercano a la puerta de entrada, que hubo de ser derribado en 1961.
En el ángulo que forman la calle de la Buraca y la subida a Puerta Sol se hallaba el cubo más relevante, el Mirador, porque se avistaba un gran arco con comunicaciones tan importantes como las que conducían a León y Benavente; desde su cima el pregonero anunciaba los edictos y disposiciones al barrio extramuros más poblado, San Andrés. En 1800 amenazaba ruina, y para contar con material para su restauración se demolieron los cubos primeros de la calle de la Buraca, entonces en penosoestado, con el fin de afianzarlo con estribos (aún visibles). No permanecería enhiesto muchos años, pues el general Santocildes en 1812, expulsados los franceses, ordenó su derribo para que las tropas enemigas no contaran, en caso de nuevo combate, con un punto estratégico para la defensa y de observación.
Donde conserva la calle de la Buraca su muralla es en el tramo comprendido entre el cubo ‘carcomido’ que linda con las Siervas, y el Cubo de los Sabios (hasta el Postigo). Viene padeciendo desde la segunda mitad del XIX problemas de humedades; humedades que han deparado varios derrumbamientos del paramento exterior en torno al tramo de evacuación de la cloaca romana que discurre bajo el Jardín. Puede que el primer deterioro se produjera por el cegamiento de esta cloaca a partir del kiosco, probablemente al inundarla con los rellenos indiscriminados para nivelar el propio parque, que se llevaron a cabo a finales de la cuarta década del XIX.
Desconocemos cuándo se produjo el primer derrumbamiento de la muralla, en dicho tramo de evacuación de la cloaca, en todo caso antes de 1940, pues en una foto aérea de ese año se aprecia el gran “boquerón” entonces existente. El ilustre arqueólogo astorgano José María Luengo, en 1946 acometió el estudio de este bien patrimonial, y limpió su último trayecto, hasta 1,70 m de profundidad. En torno a 1960 se levantó el paramento venido al suelo, y quedó oculto el último tramo de la cloaca. En 1998 se ejecutaron obras en el Jardín para que el público pudiera, desde dos salas profundas habilitadas, acceder al tramo de cloaca no cegado, desde la Ludoteca al kiosco; entonces se llevó a cabo el saneamiento de manantiales que la llenaban de agua, con la canalización de un tubo que la recogía y portaba, previa perforación de la muralla, con canaleta hacia el exterior. Se realizaron, asimismo, obras posteriores de canalización en 2013, a propósito de reparaciones de consolidación en el cubo que se conserva inmediato a la salida de la cloaca.
![[Img #55632]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2021/6605_pensa-cloaca-pic.jpg)
El arquitecto municipal, Eloy Algorri, ha elaborado un informe, con un repertorio histórico, sobre el derrumbamiento del pasado 16 de agosto, en el que aporta sus dimensiones (una luz de 4, 6 m y flecha de 6,0 m) y las posibles causas del desprendimiento: problemas que pueden haber surgido en el desagüe de la cloaca, o bien el regado intensivo del parterre del Jardín que se halla encima. Las obras necesarias para reponer el paramento arrumbado, pasan, en primer lugar, por retirar, para su posterior aprovechamiento, el escombro caído y apuntalar el arco de descarga; trabar el forro de piedra con el núcleo de la antigua muralla, encauzar la salida de las aguas procedentes de la cloaca y drenar de manera controlada las aguas del riego del alto parterre.
El presupuesto previsible de ejecución de las anteriores obras ronda los 24.000 euros, que han de ser financiados con recursos municipales o bien con subvención de otras administraciones (propósito cuya obtención ha de ser intentado).
Martín Martínez, entre sus muchos desvelos por nuestra ciudad, emprendió en sus últimos años la ingente labor de leer las actas municipales para ofrecernos el estudio 'La Muralla de Astorga. Bosquejo histórico'. Como buen cronista, sabía que era necesario diseccionar lo sucedido en la cerca perimetral de Astorga, en los diversos periodos de su historia, como aval de conocimiento para que corporaciones futuras no solo se preocupasen por reparar posibles derrumbamientos sino también de recuperarla, en lo posible, como acervo patrimonial y disfrute de la ciudadanía.
Bien se puede decir que leer las actas municipales y el estudio de Martín supone una gran amargura, pues sobre la muralla romana, reedificada en el Medievo (con su paseo de ronda, al que se accedía desde el suelo a través de escaleras adosadas), desde el siglo XIX se han cernido cuantos males pueden suceder a un bien patrimonial: la rapiña en su mortero de piedra, el derribo de sus puertas de entrada, la venta de algunos de sus tramos, la interrupción con ilegales muros del tránsito por su adarve, la ocupación de callejas que a ella conducían, el desmochamiento de su corona y de sus almenas… Muchas de sus piedras, vendidas por antiguas corporaciones, han servido como relleno de calles, o para la construcción de edificios. En el tránsito de los dos pasados siglos, de acuerdo con el criterio existente, no faltaron ilustres astorganos que veían sus muros como un “corsé” que impedía el desarrollo de la ciudad.
En esta última época democrática se han alzado algunos paños derruidos, consolidado otros, eliminado algunas edificaciones, asimismo han sido salvaguardadas, ante nuevas construcciones, zonas antaño vendidas o limítrofesEn todo caso, las anteriores actuaciones no son más que una gota de agua en la necesaria recuperación para la ciudadanía de un bien patrimonial, que ha sido saqueado, derribado definitivamente en algunos de sus tramos o indebidamente apropiado. Chorrillo de agua en el mar es, aunque parezca una cantidad abultada, la reciente subvención de dos millones de euros otorgados por el Gobierno de la nación para la muralla astorgana. No obstante, puede suponer un principio de una larga andadura (como ha sucedido para modernizar nuestra ciudad en sus equipamientos e infraestructuras) si corporaciones futuras no piensan en un rédito decorativo inmediato y se empeñan en su recuperación.
La muralla comprendida entre el Postigo y Puerta Sol no cuenta con resto alguno de los arcos y puertas de entrada (como sucede con las otras tres entradas antiguas a la ciudad). El tramo desde la iglesia de San Francisco, hasta el Hospital de las Cinco Llagas, donde se hallaba la Puerta del Sol, fue derribado en 1918; y quedó en pie la parte colindante con el resto de este establecimiento hospitalario; es decir, se preservó la muralla en el ámbito de la pronunciada cuesta que baja hacia San Marcos y calle de la Iglesia. Este paño, como recordarán astorganos de considerable edad, cayó sobre las casas colindantes el 19 de agosto de 1952, y ocasionó una gran tragedia al resultar aplastadosalgunos de sus vecinos; quedó a salvo un cubo cercano a la puerta de entrada, que hubo de ser derribado en 1961.
En el ángulo que forman la calle de la Buraca y la subida a Puerta Sol se hallaba el cubo más relevante, el Mirador, porque se avistaba un gran arco con comunicaciones tan importantes como las que conducían a León y Benavente; desde su cima el pregonero anunciaba los edictos y disposiciones al barrio extramuros más poblado, San Andrés. En 1800 amenazaba ruina, y para contar con material para su restauración se demolieron los cubos primeros de la calle de la Buraca, entonces en penosoestado, con el fin de afianzarlo con estribos (aún visibles). No permanecería enhiesto muchos años, pues el general Santocildes en 1812, expulsados los franceses, ordenó su derribo para que las tropas enemigas no contaran, en caso de nuevo combate, con un punto estratégico para la defensa y de observación.
Donde conserva la calle de la Buraca su muralla es en el tramo comprendido entre el cubo ‘carcomido’ que linda con las Siervas, y el Cubo de los Sabios (hasta el Postigo). Viene padeciendo desde la segunda mitad del XIX problemas de humedades; humedades que han deparado varios derrumbamientos del paramento exterior en torno al tramo de evacuación de la cloaca romana que discurre bajo el Jardín. Puede que el primer deterioro se produjera por el cegamiento de esta cloaca a partir del kiosco, probablemente al inundarla con los rellenos indiscriminados para nivelar el propio parque, que se llevaron a cabo a finales de la cuarta década del XIX.
Desconocemos cuándo se produjo el primer derrumbamiento de la muralla, en dicho tramo de evacuación de la cloaca, en todo caso antes de 1940, pues en una foto aérea de ese año se aprecia el gran “boquerón” entonces existente. El ilustre arqueólogo astorgano José María Luengo, en 1946 acometió el estudio de este bien patrimonial, y limpió su último trayecto, hasta 1,70 m de profundidad. En torno a 1960 se levantó el paramento venido al suelo, y quedó oculto el último tramo de la cloaca. En 1998 se ejecutaron obras en el Jardín para que el público pudiera, desde dos salas profundas habilitadas, acceder al tramo de cloaca no cegado, desde la Ludoteca al kiosco; entonces se llevó a cabo el saneamiento de manantiales que la llenaban de agua, con la canalización de un tubo que la recogía y portaba, previa perforación de la muralla, con canaleta hacia el exterior. Se realizaron, asimismo, obras posteriores de canalización en 2013, a propósito de reparaciones de consolidación en el cubo que se conserva inmediato a la salida de la cloaca.
El arquitecto municipal, Eloy Algorri, ha elaborado un informe, con un repertorio histórico, sobre el derrumbamiento del pasado 16 de agosto, en el que aporta sus dimensiones (una luz de 4, 6 m y flecha de 6,0 m) y las posibles causas del desprendimiento: problemas que pueden haber surgido en el desagüe de la cloaca, o bien el regado intensivo del parterre del Jardín que se halla encima. Las obras necesarias para reponer el paramento arrumbado, pasan, en primer lugar, por retirar, para su posterior aprovechamiento, el escombro caído y apuntalar el arco de descarga; trabar el forro de piedra con el núcleo de la antigua muralla, encauzar la salida de las aguas procedentes de la cloaca y drenar de manera controlada las aguas del riego del alto parterre.
El presupuesto previsible de ejecución de las anteriores obras ronda los 24.000 euros, que han de ser financiados con recursos municipales o bien con subvención de otras administraciones (propósito cuya obtención ha de ser intentado).