Tomás Valle Villalibre
Viernes, 08 de Octubre de 2021

Personas víricas

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Mi amiga Mercedes, Psicóloga de prestigio y coordinadora de un importante Programa de la Administración, me decía que el origen de este tipo de personas es bastante variado: “la envidia, el egoísmo, el mal genio, la falta de consideración, la falta de tacto y la estupidez”.

 

Se estaba refiriendo a las personas víricas. Esas que aparecen en nuestras vidas, nos contagian sus emociones negativas (el mal humor, la tristeza, el miedo, la  envidia) y nos dejan sin fuerzas porque han sido capaces de consumir toda nuestra energía, aunque poco a poco podremos recobrar nuestro estado natural y hasta con un poco de suerte olvidarlos.

 

Son esas personas que después de haber estado hablando con ellas o más bien escuchando sus quejas, durante un espacio de tiempo interminable, consiguen que nos vayamos desolados, pensando que no les pasa nada bueno, con la moral por los suelos y lamentándonos que el mundo se haya cebado con ellas. Personas a las que en ocasiones hemos visto su nombre en la llamada entrante del teléfono, y hemos pasado de cogerlo, porque ya sabemos que nos seguirán hablando de su monotema: ‘sus desgracias’.

 

El mundo está lleno de personas víricas, lo importante es que nos veamos con recursos suficientes para protegernos de su contagio, teniendo en cuenta que hay diferentes tipologías y que unas aunque dañinas lo son menos, y otras son tan extremadamente malévolas que sin  duda nos van a dejar cicatriz.

 

Están esas personas que echan la culpa de todo lo que les pasa a los que tienen alrededor o  las circunstancias. Ellos nunca se sienten responsables de nada. Se creen maltratados por la vida y desatendidos por la suerte. Se les conoce por víricos pasivos y debemos tener cuidado con ellos porque es fácil que nos contagien el virus de tristeza, frustración o apatía.

 

Hay otros definidos como víricos caraduras (víricos jetas). Los que siempre estarán pidiendo favores, pero que nunca los harán. Los que intentarán tirar de nosotros sin preguntarnos si estamos bien o estamos en condiciones de prestarle ayuda en ese momento. Son egocéntricos y egoístas, y en el momento que han sacado de nosotros lo que esperaban o parte, comenzarán con sus críticas o con el chantaje emocional. Con estas personas sufriremos el contagio del virus “siento que se están aprovechando, que abusan de mí” y nos resignaremos por ello.

 

También están los víricos criticones. Ese tipo de gente que viven de vivir la vida de los demás, porque no les vale con la suya. Tienen una vida tan aburrida que no tienen datos interesantes para hablar de ella, así que prefieren destrozar todo lo que les rodea y se sienten potencialmente frustrados como personas si ven que a los demás les va bien. Son como Atila, no saben competir si no es destruyendo al otro. Nunca hablan de forma positiva de nadie ni saben expresar palabras de reconocimiento. No debemos permitir que en nuestra presencia hagan juicios de otras personas cuando éstas no estén presentes, ya que lo harán con nosotros solo que les demos la espalda. No entremos en su juego, nos contagiarán de su virus y sentiremos vergüenza, desesperanza e incluso culpa si nos ha dado por participar en la crítica, algo que luego nos arrastrará al remordimiento.

 

Qué decir de los víricos con mala idea. A éstos es mejor mantenerlos lejos. Es gente resentida con la vida, que todo lo interpretan de forma negativa,  ven al resto de los humanos como mala gente y constantemente viven en ataque de ira, como si el mundo les debiera algo, no soportando que a los demás les vaya bien, que tengan éxito, porque con ello se sienten más ninguneados todavía. Si se nos acercan demasiado sufriremos el contagio del virus de indefensión, de inseguridad y ansiedad. No creo que merezcan la pena.

 

Pero para chungos, están ese tipo de personas que infligen dolor a los demás sin sentirse culpables, sin tener ningún tipo de remordimiento y sin pasarlo mal. Se les conoce como víricos psicópatas y de éste tipo de personajes hay muchos de guante blanco. Son los que humillan, faltan al respeto conscientemente, pegan, amenazan y provocan que la otra parte se sienta ridiculizada, menospreciada y sin autoestima. Ante ellos, tenemos que salir corriendo porque nos contagiarán el virus del miedo y el odio.

 

Estoy seguro que cualquiera de nosotros podríamos nombrar a más de algún conocido, familiar o político con alguna de estas características, pero debemos intentar separarnos de ellos por mucho que nos duela, tenemos derecho a ser felices y para ello rodearnos de personas que nos quieran y nos lo demuestren, que nos carguen las pilas. ¿Qué necesidad tenemos de pasarlo mal junto a personas víricas? Defendernos y protegernos de este tipo de personas es una obligación.

 

 

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