Paz Martínez
Sábado, 16 de Octubre de 2021

Un día en el tópico de cáncer

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Una de las finalidades a las que se dedica este mes trata de recordar y dar apoyo a todas las personas que sufren cáncer de mama. Podría pasar por ahí de puntillas y sin pararme a reflexionar sobre el tema, pero mi mesilla de noche está invadida de cosas que me obligan a tenerlo presente. Así que como el discurso actual posiblemente no se distingue del de ocasiones anteriores, porque seguimos reclamando lo mismo de hace un año, más investigación, me gustaría en esta ocasión aproximaros a la experiencia del modo menos académico posible, porque en lo que a medicina se refiere ya estamos todos doctorados desde que los posibles diagnósticos están a un solo clic, por lo que no tengo nada más que aportar.

 

El primer día que escuchas la palabra cáncer refiriéndose a tu persona es como si la escucharas por primera vez en la vida. Resuena en tu cabeza, te aturde y a partir de ese instante solo ves una silueta blanca dándote un montón de explicaciones sobre protocolos y procedimientos, pero la verdad es que hace ya un rato que eres incapaz de escuchar ni de entender nada. Por lo general, sales de la consulta con un montón de papeles que parecen escritos en otro idioma y recorres los pasillos del hospital de forma autómata, tratando de ubicar tu nueva vida en los diferentes mostradores.

 

Lo siguiente es despertarte cada mañana con la maldita palabra taladrándote, como para que termines de prestarle la atención que merece. No hay lucha, porque nadie puede luchar contra algo que es imposible de controlar conscientemente. La sensación de pérdida de control sobre la vida es más palmaria que nunca, es algo con lo que tienes que aprender a convivir, si te da tiempo.

 

Si te da tiempo… sí. Este es el tema del que podrás necesitar hablar y que en muchas ocasiones tu entorno se negará porque están más asustados que tú. Te haces fuerte por ellos y te lo crees tanto que terminas siendo fuerte de verdad.

 

Si todo va bien harás los tratamientos, cumplirás los protocolos y en un tiempo volverás a tu vida de antes, aunque nunca vuelva a ser igual porque el cáncer es la puñetera espada de Damocles que amenaza siempre con volver.

 

Yo no sabría decir si me ha ido bien o mal. Hace ya seis años que entré en el veinte por ciento de incurables. Las recaídas se suceden unas a otras en el plazo moderado de un año y medio. Que si unas metástasis óseas aquí y allá, que se palian con radioterapia mientras aprendes a vivir con ese mal, ese “roe roe” constante en los huesos. Que si cuando ya has juntado más de media docena de éstas encuentran un nódulo en el riñón que operan, pero que vuelve a brotar y te lo quedas ahí, sin más, esperando que no de mucho la lata. Que si después otro en un músculo, en tejidos… Vas subiendo estadios como el que sube a un rascacielos para terminar desplomándose en el momento menos pensado hacia abajo. ¡Ah!, perdón que ser realista está mal visto, hay que ser positivos. Nunca fui tan positiva como ahora que exprimo cada minuto haciendo lo que me gusta, disfrutando de la vida.

 

Al principio todo es muy escandaloso, pierdes el pelo, te hinchas, tienes mala cara y todo el mundo te mira con cierta pena. Con las recidivas te ponen otros tratamientos que resultan menos evidentes a los ojos y por lo menos vuelves a tener la suerte de que te miren como te miraron siempre, para bien o para mal. Muchas veces la gente piensa que te has curado porque tienes ‘buena cara’. Es un error tratar de aclarar que eso no va a pasar porque das en pensar que te has agarrado a cierto victimismo para seguir llamando la atención y te sigan tratando con condescendencia. Una vez, alguien insinuó que mi caso era como poco extraño. Que no tenía pinta de estar mal. Es una suerte, los avances médicos nos permiten tener calidad de vida y que no nos importunen los adictos al drama ajeno.

 

Nada consigue más frases hechas, más subterfugios que aquello que nos aterra. Seguramente mientras leías esto han pasado por tu cabeza una decena de pensamientos comunes, que si la actitud, que si la fe, la esperanza, las alternativas, los apoyos, etc. Yo te dejo otro par, valor y aceptación, porque como dijo Einstein solo hay dos maneras de vivir la vida: una como si nada es un milagro, la otra es como si todo es un milagro.

 

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