Aidan Mcnamara
Sábado, 23 de Octubre de 2021

Lo siento mucho, nieta, Princesa de Asturias. ¿No volverá a ocurrir?

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Perdonaremos a Arnaldo Otegui cuando haya escrito la historia definitiva de la Guerra Civil Libanesa y Cirugía Ortopédica para Principiantes.

 

La gente solía pedirme clases: “Explícame la situación en Irlanda del Norte”. Yo solía responder: “Vete a una tienda a comprar alimentos y refrescos para sobrevivir una semana, más unos conjuntos coloridos de mascarillas no ideológicas. Luego, antes de acampar en mi casa, pásate por la biblioteca a consultar la historia intelectual de los conceptos tras lo que llamamos naturaleza humana, poniendo hincapié en dos de sus enfoques emocionales contradictorios: la terquedad y la empatía”.

 

“Después de regresar de la biblioteca, pregúntate cuántas limitaciones les ha impuesto un Estado (sin rostro consultativo) a tus libertades personales como las sexuales o lingüísticas, y cuántas veces has entendido mal el concepto de nacionalismo y sus cambiantes conceptualizaciones, desde la caída del imperio austrohúngaro hasta el surgimiento del orgullo serbio (por ejemplo, y por no hablar de Chiapas)”. Las respuestas rápidas son peligrosas.

 

Sin embargo, las respuestas urgentes son necesarias en otros ámbitos. Por ejemplo, tu hija pierde sus extremidades en una explosión detonada por personas que nunca has conocido personalmente…y todavía no has tenido la oportunidad de discutir por qué tu hija tendría que perder sus extremidades en un acto de terror por azar (por mucho que tu familia te haya obligado a arrodillarte para rezar el rosario).

 

El orden moral y el orden político se solapan, Sus Señorías Presupuestadas del Estado. Ésta es la tragedia eterna de la estupidez humana. Sin embargo, una estructura política que no comprenda el conflicto, el mal, la injusticia, la opresión, el odio atávico, la propaganda religiosa y étnica, la esclavitud y la misoginia es una entidad completamente inútil, a pesar del aparato llamado Estado de Derecho.

 

¿De quién es la ley? (Y,¿por qué cientos de días para renovar el CPGJ?)

 

Cuando era niño (en La Era AG: Antes de Google), no nos enseñaban nada interesante en la escuela. Por ejemplo, ¿por qué hay reyes en el siglo XX?, ¿por qué querrías apuñalar a un toro varias veces? o ¿cuál es la prima de riesgo? Nos enseñaban los nombres de los ríos y algunas destrezas rudimentarias, como leer y un poco de aritmética. No me puedo quejar, fue una experiencia tremendamente provocadora.

 

Ya sé que la ignorancia extendida es conveniente para las clases poderosas. Para los fanáticos del poder. Para los evasores de impuestos.

 

Por cierto, mi sueño es producir un programa de televisión: Anuncios bobos de la temporada. Lógicamente es un sueño imposible.

 

También sé, por haber crecido (con el televisor puesto…los anuncios son una fuente magnífica de heroína[sic]) entre Belfast y Beirut, que las posiciones extremas no funcionan. Las posiciones absolutistas excluyen y el terror provoca terror. Ahora vuelvo a mi nuevo juego, que está muy de moda esto días. Mi imperio pecó menos que el tuyo.(Ya estoy en nivel avanzado: África, apartado S: La historia actual de Tinduf y sus comarcas).

 

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