Astorga Redacción
Lunes, 01 de Noviembre de 2021

De muertos y muertes en la noche de difuntos de Santa Colomba de Somoza

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Este domingo el Centro Cultural El Casino, de Santa Colomba de Somoza, se pobló de muertos y muertes en el III Filandón de Difuntos y dirigido por Paz Martínez y Mercedes G. Rojo.

 

Entre castañas asadas -cuyo crujido comparaba Paz con la caída de la hojas en otoño o, quién sabe, con su crujido al paso de la Santa Compaña-, sopas de ajo y delicioso vino con miel fue discurriendo el filandón espontáneo, si algo lo puede ser cuando te animan a ello.

 

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A la luz de las velas el público fue contando la variedad de costumbres sobre el cadáver. Las piras en la India y la diversidad de comensales en torno a los despojos, niños y animales que acuden al rebusco, cabras a las flores, gatos o perros que hurtan una falange aún encarnada entre el crascitar de la cuervería, y hasta una niña que, como la cerillera del cuento, tiembla y recauda una astilla a medio arder para calentar en su casa. Costumbres del Brasil, donde el muerto permanece largos días en espera de que acuda el último de sus familiares para la despedida; en fin, de Chile, de Cuba cuando las hambrunas y el doloroso dilema de robarle a los difuntos de la familia el ajuar de su tumba.

 

También hubo lugar para los fuegos fatuos, las luces de San Telmo y los fenómenos paranormales productos de la soledad, el miedo y los ruidos naturales; "el gato que runfla, la puerta que cruje, la gotera glo-glo-glo".

 

 

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No me resisto a recordar aquí las retahílas ventrílocuas de Velasco en ‘Invitación a la melancolía’ de Martínez Oria o las fabulaciones ‘merlincocaicas’ de Cunqueiro. La llamada del móvil de ultratumba, la petición del lisiado de Tabladillo de que le enterraran con un billete de 50 €, pues barruntaba que hubiera fotógrafo en ultratumba y lo retrataría sin la cojera. Ya enviaría unas copias. De la 'Estadea', de los toques de campanas de ánimas, del pan de ánimas al caer de la tarde. O de la cieguecita que con un velo sobre la cara pasea su soledad por los yermos maragatos y a quien osase levantar el velo le gritaría ¡Hiiii!, ¡Hiii!, como la golondrina que pregunta por la hijita que perdió mientras cazaba libélulas. O de los conciliábulos de la 'Compaña' en el párvulo camposanto de Lagunas de Somoza donde, recuerda Oria, se reúnen bajo el ciprés, en las noches de luna llena. O de la cera negra al pie de los cruceros, “la que gotean las almas de los condenados al ‘invierno frío’, en días penitenciales", etcétera.

 

 

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Aunque quizá lo más sabroso del filandón de Santa Colomba fueran las dos breves intervenciones teatrales en clave de humor negro: 'La muerte' y 'Las viudas', interpretadas por Elena Puyò y Marta Cuñado en honor al autor Alberto Bustillo recientemente fallecido.

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