Daniel Franco
Domingo, 03 de Noviembre de 2013

Cuatro historias españolas y una pregunta

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Historia 1. Messi y la fiesta del fraude

Apareció ante las cámaras después de haber sido imputado por defraudar más de cuatro millones de euros. Las portadas de la prensa deportiva, esa que en ocasiones parece que ha sido ocupada por la sección de humor, apuntaban con su dedo de papel hacia los bolsillos del pantalón de chándal de Leo Messi. Cosa seria, pensabas desde casa mientras se derramaba el café sobre el mantel. Pero, no nos engañemos, en un país donde los partidos de fútbol están considerados como la única alegría en estos tiempos de cámara lenta, y en donde el fraude está pintando de negro el pasillo que discurre entre el Cantábrico y el Mediterráneo…el comportamiento, enmarcado por el cuadrado (o rectángulo) de un televisor, estaba claro.
 
Aplausos y más aplausos. La puerta del juzgado se convirtió en el momento de la reverencia que se produce cuando una obra de teatro ha concluido. ¿Hay fraude? ¡Qué más da! Todos en menor o mayor medida defraudamos, ¿no? ¡A otra cosa! - “A mí me da igual si Messi roba, ¡soy del Barça!”, pronunció, y no me estoy inventado nada, ya que las palabras están sacadas de 'El País', un chico que imagino que estaba al borde de la lágrima. Una buena opción de negocio, ahora que las ideas deben fluir, sería una tienda de venta de neuronas. Comercio online, eso sí, hay que adaptase a los tiempos.
 
Historia 2. Montoro y el camino hacia la felicidad

Cristóbal Montoro presenta ciertas similitudes con un abuelo que siempre habla bien de su nieto. Puede que la nota más alta que haya sacado el chaval sea un cinco en religión o que cada noche se drogue en un portal; para el abuelo siempre será el más listo de la clase o, en su defecto, un pobre niño al que un día le metieron ‘algo’ en la ‘fanta limón’. Montoro y la economía mantienen una relación parecida. En la oposición, cuando el nieto era de todo menos propio, los brotes verdes, esos que se secaron con el primer suspiro, eran una ocurrencia que sólo buscaba sembrar votos en época preelectoral. Hoy por hoy, aunque las palabras ‘brotes y verdes’ estén prohibidas como tal han vuelto y el confeti vuelve a impregnar el pasillo del Congreso de los Diputados. Como Botín expuso, ahora entra más dinero que nunca en España y, claro, hay que poner en práctica los pasos de baile aprendidos en plena tormenta. 

A algunos, el optimismo llovido este otoño, les puede provocar alivio (aunque resulte difícil de asimilar, hay personas que se creen cada palabra pronunciada por el partido que han votado en los últimos treinta o cuarenta años, ¡qué cosas!). A otros, a los pobres incrédulos que prefieren esperar, el efecto que les producen afirmaciones como “los salarios no están bajando en España, moderan su crecimiento”, es equiparable al padecido como causa de un mordisco de perro después de haber sufrido un atropello. Hay que medir las palabras, señor ministro. 

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Historia 3. ERE y sindicatos enfurecidos

Andalucía y el caso de los ERE merecerían una semana de diálogo. Los recursos públicos que duermen en los contenedores, escoltados por latas de sardinas y peras a medio pelar, hace que tengamos que caminar con cautela y que la crítica tenga que salir sola, sin que nadie tenga que llamar a su puerta, para condenar un nuevo escándalo en un mapa que parece que los colecciona.
 
Nos mantenemos en la calle que conduce hacia los juzgados. Como podemos ver, el escenario es idéntico al dibujado en el caso de Messi y sus millones. Parece que estamos asistiendo siempre a la misma película y, aún más sangrante, a la misma sesión; incómoda sesión de las cinco de la tarde después de una comida copiosa. Bien, lo dicho, en este asunto estamos en Sevilla. Con alrededor de veinte sindicalistas imputados en dicho caso…¿qué espectáculo nos podemos encontrar? Los verbos increpar e insultar vuelven a ser protagonistas. Si en el caso de Messi se aplaudía al imputado, en los ERE, la juez que instruye el caso, Mercedes Alaya, es objeto de la ira endemoniada del descontento hiperactivo de los sindicalistas de UGT y CCOO. 

La cautela enunciada en el primer párrafo parece que se ha ido de vacaciones con la maleta a medio hacer. Ignoramos la forma en la que terminarán las cosas y si los sindicatos tienen motivos para el enfado o, por el contrario, deben estar más preocupados de lo que ya están.

Lo que está claro es que hay que respetar el trabajo de la justicia, protestar según los cauces legalmente marcados (la forma es más elegante, no cabe duda) y esperar a su desarrollo. No se puede condenar lo que luego se está dispuesto a hacer.
 
Historia 4. El engaño como arma verbal

Las palabras que nacen en la política pueden ser una trampa en el camino cuando el dinero se mete por el medio. En los últimos meses, son pocas las barbaridades que no hemos oído. Desde que los salarios no están bajando hasta que la emigración es buena para España. Quita la cara de sorpresa; ya no es creíble.
 
Hace un par de semanas, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, anunció que 520.000 personas habían sido descubiertas cobrando de forma ilegal el seguro de desempleo, es decir, cobran pero trabajan ajenas al sistema. Teniendo en cuenta que aproximadamente tres millones de personas están cobrando la prestación…la cifra era alarmante. Al minuto, como suele pasar con estas cosas, descubrimos que pinocho es de madera y que la cifra real era de 5.833 personas.
 
Las rectificaciones, como casi siempre, nunca nos miran a la cara. Basta con una nota de prensa para que las palabras pasadas se diluyan y, hay que desistir de antemano, no busquemos culpables porque nunca los hay. 

Hay que ser cautos con el manejo de las palabras públicas. Son armas peligrosas que siempre están cargadas. Palabras en forma de engaño, aunque sean involuntarias, pueden meterse en las conversaciones de bar en forma de certezas. Hay que tener cuidado con ellas para evitar tal confusión aunque, bueno, tal vez es lo que se pretende crear…

Y para terminar…una pregunta: ¿El PSOE sigue existiendo? 



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