Una conversación con Josep Pla
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Me apetece compartir en este espacio las cáusticas e irónicas opiniones del escritor Josep Pla (a sus 69 años bien vividos) que discurren en una conversación con el filósofo Salvador Pániker, allá por los años sesenta. Y me apetece compartirlas porque me parecen muy ocurrentes y me he reído mucho con ellas.
Josep Pla considerado como uno de los mejores prosistas en lengua catalana (también escribió en castellano), se define como un tipo anticonvencional. “A mí todo este mito del hombre de letras y la vida intelectual de París, no me interesa nada. Lo odio. Al intelectual, en tanto que intelectual, lo odio. Es un ente que no tiene nada que ver con nada. Es un monstruo. No es nada. Nada. Y dentro sólo tiene una inmensa vanidad. Sin embargo, dicen que para vivir todo esto es útil.”
Opina de la función de escritor que es “una cosa agotada como la escultura griega.” “Teniendo en cuenta esta especie de media cultura que se va implantando por el mundo, la gente sólo leerá novelas policíacas. Cuando digo la gente quiero decir la masa. No creo en la igualdad humana; creo que la cosa funciona de otro modo. Éste es un tema sobre el cual nunca se habla; pero tenemos que reconocer que hay gente absolutamente cerrada. Y es que el hombre no es un animal racional; el hombre es un animal sensual. Por eso yo estoy a favor de las religiones. En el sentido de que la religión es una cosa antisensual.”
“El recurso de la sensualidad es un admirable recurso. La gente encuentra un camino en el comer, en las mujeres y en todo esto. Seguro. Un camino importantísimo, enorme. Yo todo esto sólo lo sé por lo que he leído. Yo, desgraciadamente, he sido un hombre poco sensual. Es una cosa de la cual me arrepiento profundamente. Me he pasado la vida leyendo: Sin resultado alguno, porque he leído a tontas y a locas. He leído cuanto me ha caído a mano.”
“Yo, hasta la fecha, carezco de sensibilidad religiosa. Me encuentro como un mediterráneo más, y ya sabe que los mediterráneos no tenemos sensibilidad religiosa. Nosotros creemos aquello de que la vida es una aventura, a menudo desagradable, situada entre una Nada inicial y una Nada final. Esta frase es una tontería, pero es una frase inmortal. Nosotros, la religión la utilizamos cuando estamos enfermos y cuando nos tenemos que morir. No sé porqué.”
Pla llegó a París como corresponsal para el semanario Destino en 1919, con 22 años, recién terminada la primera guerra mundial. “El momento más grande de la historia de Francia”, dice,“cinco años estuve en París y ninguna relación con el mundo exterior, salvo el periodismo y la lectura.” Y, después, como periodista escribiendo crónicas para la revista Destino vivió en Italia, Rusia, Alemania durante la inflación, Inglaterra y España, hasta que llegó la guerra civil.
“Cuando llegó la Republica me enviaron a Madrid, donde viví el experimento republicano español día a día, los años que duró. Ya sabe lo mal que acabó todo aquello. Horrible. La gente más inteligente del país, la gente oficialmente más inteligente del país, y ya sabe usted cómo acabó.”
“La Republica fracasó porque al parecer, en el mundo hay una especie de hombres, que los llaman tontos, pero que son muy listos, y otra especie muy lista, que son unos puros tontos. Esto ocurre en política. Creo yo. El nivel medio político del mundo es muy bajo; pero contiene cierto sentido común, un cierto instinto de no molestar a los demás y de no ocasionarles más sufrimientos del que ya tienen. Este es el objetivo general de la política en el mundo. Éste y el mantenimiento de la paz.” Pla está hablando de los años sesenta, todavía con el rebufo de la segunda guerra mundial; estoy convencida de que hoy no pensaría lo mismo del objetivo político.
“El pueblo desea que los restaurantes estén abiertos, que las cloacas funcionen, que haya sitio en los autobuses. Yo he visto a las amas de casa alemanas volverse histéricas en las colas del pan durante la inflación. Porque el caso es que todo tiene un límite. Esto de que el hombre posee una resistencia ilimitada es una leyenda, que probablemente inventó Plutarco, totalmente falsa y totalmente estúpida. El hombre es un ser limitado, muy limitado. Creo yo.”
Acabada nuestra guerra a Pla le retiraron el pasaporte durante 17 años. Después, con pasaporte, Destino le propuso que recorriera Europa y contara como vivía después de la guerra. “Salí y demostré que en Europa se vivía muy bien. Esta es una de las pocas cosas positivas que yo he hecho en esta vida.”
La clave del éxito de la devastada Europa la explica así: “Si usted tiene una fábrica de pañuelos y sus propios obreros no tienen facilidad para comprar, tarde o pronto tendrá usted que cerrar la fábrica; pero si usted va subiendo los jornales usted irá fabricando pañuelos indefinidamente. Es la manera de acabar con el capitalismo antiguo.”
“Japón me parece un país más bien desagradable; creo que los japoneses no tienen sentido moral. Pero darán guerra porque son muchísimos. Usted no se puede llegar a imaginar la cantidad de japoneses que hay. Un amigo, que estuvo en el Japón hace poco, me dijo que siempre tenía la impresión de encontrarse delante de mil quinientos japoneses. Tanto si iba al campo como si daba un paseo en autobús, siempre había mil quinientos japoneses delante. Algo tremendo.”
Josep Pla no se considera escritor a pesar de su extensa producción literaria, se considera tan sólo un payés que escribe. Y cuando le pregunta Pániker si no cree que con su obra haya enriquecido a los demás contesta rápidamente y con contundencia “¿Yo? No, nada. Vamos; mi sentido del ridículo llega hasta aquí.”
“Yo no sé nada de nada. Me gustaría saber cómo se las agencian esos profesores que no tienen nada que decir y que no paran de hablar, y que encima viven de lo que hablan. Es un curioso misterio todo esto. Es como los médicos que sólo utilizan la penicilina. No va muy bien el mundo. Con esta leyenda de que todos somos iguales se cree que el mundo marchará, y la verdad es que hay muy poca gente que de verdad sepa algo real. Llegará el momento en que la gente sabrá manipular un complicado mecanismo, pero no sabrá encender un fuego.”
“Esto no quiere decir que el mundo deje de funcionar. Hay muchas cosas que van mal y que funcionan; quiero decir que funcionan sin ningún resultado. Probablemente la historia es una de estas cosas que funcionan sin ningún resultado.”
“¿Y qué quiere que vayamos a hacer a la Luna? Todo esto son historias para entusiasmar a los chiquillos y a los norteamericanos. Usted sabe muy bien que en la Luna no hay restaurantes y el ambiente allí es de lo más inhóspito. Ahora bien: los chicos norteamericanos, que están hartos del Maine y del Connecticut y del atlas terráqueo, quieren la geografía de la Luna. A los chicos norteamericanos les divierte salir de su casa, y quizá por esto mantienen siempre alguna guerra fuera de su país. La historia funciona así.” Los ‘chicos americanos’ llegaron a la Luna en 1969, justo tres años después de estas consideraciones de Pla, y sí que les divirtió, y mucho.
“Yo aplicaba al fenómeno de la muerte un cierto racionalismo que ahora me ha fallado (hace 15 días que ha muerto su madre). Creía, como todo el mundo, que es más fácil morir que vivir. Decíamos: la muerte es una cosa natural. Pero de pronto usted ve un muerto en su casa y dice: no estoy conforme. Los viejos pensamos que no tenemos que morirnos nunca, y es completamente erróneo. Pero la gente se aferra a esta sensación y haría cualquier sacrificio por ello. Extraordinario. Pues bien, llega un momento en que todo este racionalismo, aplicado a la muerte, se derrumba. Llega un momento en que todo falla. El fenómeno de la eternidad es inmenso. ¡Esto de que te encierren en…un agujero cualquiera para siempre más! ¡Un hecho impresionante! Pero estas ideas sólo las tenemos los contemplativos. La gente que se dedica a ganar dinero y a comprar autos no tiene tiempo para pensar. El mundo moderno ha inventado la acción para distraerse de la muerte.”
Pla vive solo en una antigua masía del Bajo Ampurdán heredada de su familia. “Es muy agradable vivir aquí. Soy un payés pero no se labrar la tierra porque no me enseñaron. A mí me hicieron estudiar pero tal vez esto haya sido un error. Soy un solitario y un contemplativo, poco aficionado a hablar con la gente. Leo y escribo y a veces voy al estanco”.
Josep Pla murió en, su masía en 1981, a los ochenta y cuatro años. Dejó un muy interesante y particular testimonio de la historia del siglo XX.
O témpora o mores
![[Img #56423]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2021/2905_3696taulaportic.jpg)
Me apetece compartir en este espacio las cáusticas e irónicas opiniones del escritor Josep Pla (a sus 69 años bien vividos) que discurren en una conversación con el filósofo Salvador Pániker, allá por los años sesenta. Y me apetece compartirlas porque me parecen muy ocurrentes y me he reído mucho con ellas.
Josep Pla considerado como uno de los mejores prosistas en lengua catalana (también escribió en castellano), se define como un tipo anticonvencional. “A mí todo este mito del hombre de letras y la vida intelectual de París, no me interesa nada. Lo odio. Al intelectual, en tanto que intelectual, lo odio. Es un ente que no tiene nada que ver con nada. Es un monstruo. No es nada. Nada. Y dentro sólo tiene una inmensa vanidad. Sin embargo, dicen que para vivir todo esto es útil.”
Opina de la función de escritor que es “una cosa agotada como la escultura griega.” “Teniendo en cuenta esta especie de media cultura que se va implantando por el mundo, la gente sólo leerá novelas policíacas. Cuando digo la gente quiero decir la masa. No creo en la igualdad humana; creo que la cosa funciona de otro modo. Éste es un tema sobre el cual nunca se habla; pero tenemos que reconocer que hay gente absolutamente cerrada. Y es que el hombre no es un animal racional; el hombre es un animal sensual. Por eso yo estoy a favor de las religiones. En el sentido de que la religión es una cosa antisensual.”
“El recurso de la sensualidad es un admirable recurso. La gente encuentra un camino en el comer, en las mujeres y en todo esto. Seguro. Un camino importantísimo, enorme. Yo todo esto sólo lo sé por lo que he leído. Yo, desgraciadamente, he sido un hombre poco sensual. Es una cosa de la cual me arrepiento profundamente. Me he pasado la vida leyendo: Sin resultado alguno, porque he leído a tontas y a locas. He leído cuanto me ha caído a mano.”
“Yo, hasta la fecha, carezco de sensibilidad religiosa. Me encuentro como un mediterráneo más, y ya sabe que los mediterráneos no tenemos sensibilidad religiosa. Nosotros creemos aquello de que la vida es una aventura, a menudo desagradable, situada entre una Nada inicial y una Nada final. Esta frase es una tontería, pero es una frase inmortal. Nosotros, la religión la utilizamos cuando estamos enfermos y cuando nos tenemos que morir. No sé porqué.”
Pla llegó a París como corresponsal para el semanario Destino en 1919, con 22 años, recién terminada la primera guerra mundial. “El momento más grande de la historia de Francia”, dice,“cinco años estuve en París y ninguna relación con el mundo exterior, salvo el periodismo y la lectura.” Y, después, como periodista escribiendo crónicas para la revista Destino vivió en Italia, Rusia, Alemania durante la inflación, Inglaterra y España, hasta que llegó la guerra civil.
“Cuando llegó la Republica me enviaron a Madrid, donde viví el experimento republicano español día a día, los años que duró. Ya sabe lo mal que acabó todo aquello. Horrible. La gente más inteligente del país, la gente oficialmente más inteligente del país, y ya sabe usted cómo acabó.”
“La Republica fracasó porque al parecer, en el mundo hay una especie de hombres, que los llaman tontos, pero que son muy listos, y otra especie muy lista, que son unos puros tontos. Esto ocurre en política. Creo yo. El nivel medio político del mundo es muy bajo; pero contiene cierto sentido común, un cierto instinto de no molestar a los demás y de no ocasionarles más sufrimientos del que ya tienen. Este es el objetivo general de la política en el mundo. Éste y el mantenimiento de la paz.” Pla está hablando de los años sesenta, todavía con el rebufo de la segunda guerra mundial; estoy convencida de que hoy no pensaría lo mismo del objetivo político.
“El pueblo desea que los restaurantes estén abiertos, que las cloacas funcionen, que haya sitio en los autobuses. Yo he visto a las amas de casa alemanas volverse histéricas en las colas del pan durante la inflación. Porque el caso es que todo tiene un límite. Esto de que el hombre posee una resistencia ilimitada es una leyenda, que probablemente inventó Plutarco, totalmente falsa y totalmente estúpida. El hombre es un ser limitado, muy limitado. Creo yo.”
Acabada nuestra guerra a Pla le retiraron el pasaporte durante 17 años. Después, con pasaporte, Destino le propuso que recorriera Europa y contara como vivía después de la guerra. “Salí y demostré que en Europa se vivía muy bien. Esta es una de las pocas cosas positivas que yo he hecho en esta vida.”
La clave del éxito de la devastada Europa la explica así: “Si usted tiene una fábrica de pañuelos y sus propios obreros no tienen facilidad para comprar, tarde o pronto tendrá usted que cerrar la fábrica; pero si usted va subiendo los jornales usted irá fabricando pañuelos indefinidamente. Es la manera de acabar con el capitalismo antiguo.”
“Japón me parece un país más bien desagradable; creo que los japoneses no tienen sentido moral. Pero darán guerra porque son muchísimos. Usted no se puede llegar a imaginar la cantidad de japoneses que hay. Un amigo, que estuvo en el Japón hace poco, me dijo que siempre tenía la impresión de encontrarse delante de mil quinientos japoneses. Tanto si iba al campo como si daba un paseo en autobús, siempre había mil quinientos japoneses delante. Algo tremendo.”
Josep Pla no se considera escritor a pesar de su extensa producción literaria, se considera tan sólo un payés que escribe. Y cuando le pregunta Pániker si no cree que con su obra haya enriquecido a los demás contesta rápidamente y con contundencia “¿Yo? No, nada. Vamos; mi sentido del ridículo llega hasta aquí.”
“Yo no sé nada de nada. Me gustaría saber cómo se las agencian esos profesores que no tienen nada que decir y que no paran de hablar, y que encima viven de lo que hablan. Es un curioso misterio todo esto. Es como los médicos que sólo utilizan la penicilina. No va muy bien el mundo. Con esta leyenda de que todos somos iguales se cree que el mundo marchará, y la verdad es que hay muy poca gente que de verdad sepa algo real. Llegará el momento en que la gente sabrá manipular un complicado mecanismo, pero no sabrá encender un fuego.”
“Esto no quiere decir que el mundo deje de funcionar. Hay muchas cosas que van mal y que funcionan; quiero decir que funcionan sin ningún resultado. Probablemente la historia es una de estas cosas que funcionan sin ningún resultado.”
“¿Y qué quiere que vayamos a hacer a la Luna? Todo esto son historias para entusiasmar a los chiquillos y a los norteamericanos. Usted sabe muy bien que en la Luna no hay restaurantes y el ambiente allí es de lo más inhóspito. Ahora bien: los chicos norteamericanos, que están hartos del Maine y del Connecticut y del atlas terráqueo, quieren la geografía de la Luna. A los chicos norteamericanos les divierte salir de su casa, y quizá por esto mantienen siempre alguna guerra fuera de su país. La historia funciona así.” Los ‘chicos americanos’ llegaron a la Luna en 1969, justo tres años después de estas consideraciones de Pla, y sí que les divirtió, y mucho.
“Yo aplicaba al fenómeno de la muerte un cierto racionalismo que ahora me ha fallado (hace 15 días que ha muerto su madre). Creía, como todo el mundo, que es más fácil morir que vivir. Decíamos: la muerte es una cosa natural. Pero de pronto usted ve un muerto en su casa y dice: no estoy conforme. Los viejos pensamos que no tenemos que morirnos nunca, y es completamente erróneo. Pero la gente se aferra a esta sensación y haría cualquier sacrificio por ello. Extraordinario. Pues bien, llega un momento en que todo este racionalismo, aplicado a la muerte, se derrumba. Llega un momento en que todo falla. El fenómeno de la eternidad es inmenso. ¡Esto de que te encierren en…un agujero cualquiera para siempre más! ¡Un hecho impresionante! Pero estas ideas sólo las tenemos los contemplativos. La gente que se dedica a ganar dinero y a comprar autos no tiene tiempo para pensar. El mundo moderno ha inventado la acción para distraerse de la muerte.”
Pla vive solo en una antigua masía del Bajo Ampurdán heredada de su familia. “Es muy agradable vivir aquí. Soy un payés pero no se labrar la tierra porque no me enseñaron. A mí me hicieron estudiar pero tal vez esto haya sido un error. Soy un solitario y un contemplativo, poco aficionado a hablar con la gente. Leo y escribo y a veces voy al estanco”.
Josep Pla murió en, su masía en 1981, a los ochenta y cuatro años. Dejó un muy interesante y particular testimonio de la historia del siglo XX.
O témpora o mores






