Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 25 de Diciembre de 2021

Hoy es Noche Buena y mañana Navidad

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Tengo la cocina abarrotada de viandas, unas a medio cocinar y otras esperando su turno. Es temprano, por la mañana, pero empecé a trajinar con las cacerolas ayer por la tarde para no estresarme hoy y poder disfrutar con más holgura de la ‘feliz noche de Noche Buena”.

 

A pesar de que ya viene anunciando su llegada hace semanas  resulta que esta noche mágica se me ha echado encima sin darme cuenta y ayer tenía la despensa vacía, así que me eché a los supers a abastecerme de todo lo necesario para estas reuniones familiares alrededor de una mesa engalanada rica en manjares.

 

Por supuesto fui lo primero al cordero. Una Navidad sin cordero es como una casa sin tejado, a mi entender y, sobre todo, a mi tradición. El aroma del cordero al horno circulando por la cocina y aledaños, es un factor importante del espíritu de la Navidad en una casa.  Veintimuchos euros el kilo de la paletilla del cordero lechal ¡qué barbaridad! Bueno pue me iré al no lechal, qué le vamos a hacer, se rebajaba  el precio a dieciséis, pero ah, de ese ya no había.“Lógico”, pensé, “a todos le ha pasado lo que a mí. Qué gran contrariedad, son muchos euros el lechal, ¿y si en lugar de cordero compro una paletilla, o una pata, de cerdo? El precio es infinitamente más asequible a mi pensión de merde de autónoma”. Doy vueltas a la duda en mi cabeza y doy vueltas ante el mostrador de la carnicería tratando de decidir si traiciono a mi bolsillo o al espíritu de la Navidad. Finalmente decido ser fiel a esa pequeña porción de espíritu navideño que todavía me queda y me decido por el cordero. Me hubiera atragantado con el cerdo. Compro dos paletillas. Cordero que no falte. La Navidad es una vez al año.

 

Sigo comprando frutos secos a montones; los langostinos que son la fiesta para el hijo mayor; el pollo para hacer la ‘pastela’ (plato árabe) que es la comida favorita de mi hijo menor; el foi que es mi tradicional capricho navideño, el salmón ahumado, los quesos, los aguacates, los ingredientes para el caldo ‘xochitl’ (origen mejicano, como su nombre indica; otro clásico imprescindible en la Navidad de esta casa)… Tengo que volver al super varias veces por olvidos de última  hora. Todo eso ayer por la mañana, a la carrera.

 

Por fin ¿cuantos vamos a ser? No se sabe. Mi hijo Ulises con su familia, mi hijo Simón con varios amigos, y algún amigo mío. Podemos ser once. En la tarde de ayer, día 23, me pongo a cocinar para once. Pongo a macerar las ciruelas y lo hijos y las pasas en ‘triple seco’ para hacer una tarta que me voy a inventar. Ya veremos cómo queda. El cordero lo macero con especias. Aso el pollo para la pastela y pocheo las cebollas, que lleva tiempo porque son muchas. No me llega el tiempo ni para mirar si me ha tocado la lotería. Mi boleto acaba en ocho, como el gordo, pero no se más. Está claro que mi esperanza es nula porque no me he arrebatado con el tema. Por lo menos me habrá tocado el reintegro; bueno, es a lo que humildemente siempre aspiro. Mañana seguiré temprano preparando las comidas.

 

Hoy es ya 24. Tendría que estar en la cocina con el mandil puesto, pero estoy en escribiendo esto. Resulta que donde éramos once esta noche, Noche Buena, seremos dos, mi hijo Simón y yo. Y mañana, Navidad, seremos tres a comer, porque viene mi amigo Max a compartir mesa. Ahora es Ómicron, antes Delta y más antes Covid19 quienes nos boicotean con saña las fiestas navideñas. Vuelta este año a lo mismo del pasado. Los ataques masivos de este nuevo virus, el miedo, las restricciones, los agobios familiares… Qué aburrimiento de virus.  ¿Cómo nos van a quedar ganas de cantar villancicos? Ni de cantar villancicos, ni de engalanar la casa, ni casi casi de comer cordero.

 

Pero comeremos cordero y cantaremos villancicos a pesar de los virus, aunque estemos solos o poco acompañados. Un pequeño esfuerzo para ahuyentar  al maligno y despertar al espíritu festivo. Que no nos falte cierto contento y regocijo a pesar de los pesares.

 

Felices fiestas y felices mesas.

 

O témpora o mores

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