Sol Gómez Arteaga
Sábado, 15 de Enero de 2022

Entusiasmo

 

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A José Jaime Melendo Granados, que gusta de la palabra entusiasmo y lo lleva dentro.

 

 

Estos primeros días del año vienen acompañados de largas caminatas por el campo de mi pueblo, Valderas, en el que diviso huertas sembradas, cuyas semillas, poco a poco, de forma silenciosa, casi invisible, irán germinando. En medio de la turbulencia en la que vivimos, las comparo a pequeñas islas a las que arriba, como la embarcación que llega a puerto, la ilusión de gentes sencillas, sin grandes pretensiones, gentes de buena conformidad, que dirían en lenguaje coloquial aquellos que nos precedieron. Las vi también este verano en el pequeño pueblo de la Sierra de la Culebra, mitad español, mitad portugués, dividido artificialmente por una raya fronteriza -todas las fronteras son artificiales- que es Rihonor. Huertas que, regadas por el río Fontano, eran atendidas por personas tan mayores que casi no se tenían en pie, pero que se aferraban a sus sembrados -plantaciones de patatas y tomates, ristras verticales de judías más altas que ellas-, como a un último eslabón de vida. Su contemplación en la distancia me produjo envidia. En contra del dicho popular “si quieres ver a un jubilado muerto ponle un huerto”, estoy convencida de que tal menester es, para esos hombres y mujeres hortelanos, lo que da vida y pleno sentido a su existencia. Como a cada uno de nosotros nos la da la actividad o proyecto que hayamos decidido emprender, ya sea plantar ajos, restaurar casas, bordar bodoques sobre tela, escribir libros, o comprender la vida a través de su lectura. Hagamos lo que hagamos lo importante es tener ganas, sentirnos vivos y conectados. Hagamos lo que hagamos lo importante es mantener la ilusión, la esperanza, el entusiasmo.  

 

El entusiasmo, me dijo recientemente José Jaime, es una palabra preciosa si nos atenemos a su origen. Es, acaso, la palabra. Mi amigo, sabio entre los que saben, suelta cosas de este calibre todo el rato. Cosas que son luminosas. Con intriga la busco y encuentro que se trata de una voz de procedencia griega compuesta de “en”, “theou” y “asthma” que significa soplo interior de Dios o el que lleva un Dios dentro. Entusiasmo es el furor o arrobamiento de las sibilas al dar sus oráculos, es inspiración divina de los poetas antiguos y de los profetas que les elevaba por encima de los mortales y es, creo que a esto se refería mi amigo, la exaltación, excitación del espíritu humano que sale de su estado reflexivo y tranquilo, conmovido generalmente por un impulso desconocido hacia lo bueno y hacia lo bello.

 

Son tiempos complejos en los que, en determinados momentos, la incertidumbre exterior nos produce angustia, parálisis, desánimo. Al menos a mí me los produce. Entonces intento racionalizar, pensar que esto ya me ha pasado antes y que mañana, como otras veces, estaré mejor. Y ocurre. Al día siguiente estoy mejor. He llegado a la conclusión de que lo más sensato  en estos tiempos imantados de una extraña locura (gente que asiste a macrofiestas o macroconciertos de 15.000 personas -raves los llaman ahora-, calles abarrotadas como si no hubiera mañana, información que  se confunde con contrainformación…) es intentar quedarse quieto, muy quieto, mientras pasa la tormenta. Y guiados por esa luz interior hacer esas cosas pequeñas que nos entusiasman y conforman, ya sea plantar ajos, restaurar casas, bordar bodoques sobre tela, escribir libros, seguir comprendiendo la vida a través de su lectura.

 

Y parar, darse ese permiso, que tampoco es fácil, cuando nos invada el cansancio. Decir “hasta aquí por hoy, basta”. Porque ya sabemos, ya lo hemos aprendido, como un “déjà vu” muchas veces experimentado, que no todos los días son iguales. Luego seguir.

 

Enero. Mes dedicado al dios Jano, un personaje que tenía dos caras. Podemos tomarnos las cosas con actitud positiva o negativa, con desesperanza o con calma. “Todo lo que somos está en nosotros”. Elijamos, pues, la opción que nos haga sentir bien. Hagamos de nuestros días e intentamos hacérselos a los que nos rodean, días luminosos.

 

Mientras vivimos todos los días amanece, y alcanza su clímax, y anochece, que no es poco.

 

Mientras vivimos la vida siempre dice sí. Solo hay que seguirle, mansamente, la corriente.

 

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