Tomás Valle Villalibre
Sábado, 22 de Enero de 2022

María y un síndrome raro

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Su nombre imaginario podría ser María. Es de origen muy humilde, vive con sus padres y cinco hermanos en el único barrio marginal que hay en la ciudad. Un lugar crítico dónde se bloquean las aspiraciones de la gente para avanzar en la vida, pero en el que pese a la innegable precariedad que se respira, se debe resaltar la dignidad  que tienen los vecinos, que a lo que más aspiran es a una vivienda digna y a la integración en la ciudad, con un seguimiento y un acompañamiento que no reproduzca un nuevo gueto.

 

Una alimentación desequilibrada, está provocando desde hace muchos años graves consecuencias en la salud de esta comunidad. Entre otras podemos hablar de diabetes, obesidad, enfermedades en la piel, alergias… También otras que pueden afectarles en el desarrollo pleno de sus capacidades a la hora de adquirir conocimientos, lo que limita aún más las posibilidades de contar con nuevas oportunidades que les permitan salir del círculo de la pobreza.

 

En  la segunda ola de la pandemia, prácticamente todos los habitantes de este barrio vulnerable, se contagiaron con el virus. Durante su cuarentena, se pudo apreciar la marginalidad que sufren, ya que aunque Cáritas, Cruz Roja y muchos particulares se prestaron a ayudarles, desde el Ayuntamiento prácticamente a lo único que se limitaron fue a programar una serie de reuniones que en realidad se han ido perdieron en el tiempo y que solo sirvieron para una foto en la prensa  ya que nada más se ha sabido del estudio que anunciaron a bombo y platillo sobre este barrio vulnerable.

 

María, tiene dieciséis años y se vacunó al igual que todos los habitantes de este barrio. Pero dice el refrán que “a perro flaco todo son pulgas” y  María, la víspera de Reyes, comenzó a sentirse mal. Sus padres la llevaron urgentemente al centro de salud, desde donde la enviaronde inmediato para el hospital, al que llegó con el cuerpo paralizado del cuello para abajo.

 

(Si extrapolamos el refrán anterior a las personas, podemos darnos cuenta que  en multitud de ocasiones cuando algo falla, inmediatamente falla algo más).

 

Los médicos de la UCI, ante la desesperación de la familia, le dieron una noticia que no lograban entender:“su hija tiene el síndrome de Guillain-Barré”. Su madre me llamó para contarme lo sucedido y ante mi ignorancia al respecto, consulté con un médico amigo, quien me explicó qué era este síndrome y las causas que podían ocasionarlo. Según él, es un trastorno del sistema inmunitario que ataca al sistema nervioso y que puede paralizar todo el cuerpo. La causa exacta parece ser que no se conoce, pero la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (Aemps), dependiente del Ministerio de Sanidad, ha informado que se ha identificado esta enfermedad como una “posible reacción adversa muy rara” asociada a un tipo de vacuna contra el COVID-19. Según este médico amigo, en España se han contabilizado 32 casos entre las casi diez millones de dosis que se habían administrado de este fármaco. Ochocientas treinta y tres a nivel mundial.

 

María es muy probable que tenga que estar en el hospital durante bastante tiempo, confiando tanto la familia como la gente próxima a ellos que cuando regrese a su casa venga sin muchas secuelas o limitaciones.

 

Ahora a sus padres se les presenta un panorama bastante difícil. El ir a ver a su hija les va a reportar una serie de gastos que les va a resultar muy difícil asumir. Cuándo María regrese al gueto, se va a encontrar con la misma infravivienda en la que nació y se crió, pero que ahora, además, le pondrá muy difícil la recuperación de su enfermedad.

 

Nuestra ciudad, al igual que otras, juega un papel muy importante en la lucha por la pobreza en la infancia y en la ruptura del ciclo intergeneracional. Es, o al menos debería ser, el gobierno más cercano a la gente, las autoridades locales tienen que ser las primeras en ver y responder a las necesidades de sus habitantes y muchos Ayuntamientos están llevando a cabo estrategias para reducir la pobreza infantil, combinándolo con un enfoque sistemático de apoyo a las familias vulnerables.

 

Creo que María y su familia necesitan una respuesta contundente por parte de nuestros gobernantes locales, provinciales o autonómicos. Aunque tengo claro que quienes deben iniciar el proceso son los primeros  a los que me he referido. Es el momento de comenzar, previo estudio serio de la situación (creo que el caso al que me refiero lo es), la ayuda a éstas familias para que puedan moverse de esta zona de alta pobreza a otras áreas de la ciudad menos deprimidas.

 

 

 

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