Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 05 de Febrero de 2022

Lo útil, lo justo y lo bello

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Hoy pensaba hablar de algo ligero y agradable pero… se nos ha colado en el panorama político, este jueves, una bochornosa sesión parlamentaria, y no me aguanto sin comentarla.

 

Vuelven a aparecer traidores en el ámbito político. Pertenecer a un partido implica pertenecer a una comunidad con unas reglas. Si no se quieren acatar las reglas de la comunidad a la que te has apuntado entonces no pertenezcas a ella, vete por libre. Pero el escaño en el Parlamento pertenece al partido, se concede por ser un número determinado en las listas de un partido, no por ser Pepito Pérez. Si Pepito Pérez quiere estar sentado en el Congreso de los diputados y cobrar el suculento sueldo de 4.000€ mensuales pues tiene que seguir las reglas de partido y, si no, tiene que dedicarse a otra cosa. Eso es básico, elemental, lo entiende cualquier niño.

 

Es como si en una final de copa de un partido de fútbol a Sergio Ramos le diera por tirar un gol a la portería de su equipo, el gol definitivo con el que el París Saint Germain perdiera el partido, o casi lo perdiera.“Ese tío está loco”. Sería el gran escándalo. “Tongo, tongo”. Todo el mundo se preguntaría cuánto le han podido pagar para hacer esa traición a los suyos. Culpable sería Sergio Ramos pero igual o más culpables serían los traidores que corrompen las reglas de juego.

 

Pues eso. Este jueves en nuestra política ha habido una gran traición a las reglas democráticas por parte de un partido desatinadamente enajenado y dos judas nada deseables. El beneficio de la traición, porque tiene que haber alguno, todavía no ha salido a la luz y me da mucha curiosidad saber por cuánto se vende la gente.

 

Lo más curioso, y gracioso, del caso es que a la astuta estrategia urdida por la oposición de comprar a dos diputados para que votaran un NO cuando  tenían que votar SÍ por reglamento de su partido, le salió el tiro por la culata y, el entusiasmo y los saltos de júbilo ante un resultado a su favor se tornaron en un atónito mutismo cuando cambió el resultado a su contra al confundirse uno de los ‘suyos’ y ‘picar’ consecutivamente el botón equivocado.

 

Los que creían que tenían muy  bien preparada una estrategia de ganadores se les desbarató por un pequeño incidente, o accidente, de consecuencias enormes. La exultación de felicidad repentinamente cambió de bando. Los perdedores se volvieron de pronto eufóricos ganadores. Qué divertido espectáculo y qué vergonzoso también.

 

Así y todo fue una fantástica lección. Actuó la ley del boomerang. El boomerang es un arma australiana de madera, con un perfil aerodinámico, que se lanza con la mano y que si no llega a impactar en el objetivo hace un giro en el aire y vuelve otra vez al punto de partida de lanzamiento debido a su diseño aerodinámico. Así que la ley del boomerang  dice que todo lo que hagamos a los demás, sea bueno o malo, nos será devuelto. En este caso concreto de la votación en el Parlamento, para  aprobar la reforma laboral, el partido de la oposición que lo tenía todo preparado para ‘reventar’ la votación  acabó siendo él mismo el que ‘reventó’ ante el ‘despiste’ de uno de  los suyos. Y estos malos perdedores convierten el estupor ante el fracaso en rabieta  incontrolada e imputan a la democracia bajo la acusación de ‘tongo’ y  ‘traición’ del Parlamento.

 

El poeta  T.S.Eliot consideraba que: “Hacer lo útil, decir lo justo y contemplar lo bello es bastante para una vida de hombre”.

 

Sería estupendo, magnífico, que nos concentráramos en estos tres puntos: útil, justo y bello. La vida sería muchísimo más agradable para nosotros y para la gente que nos rodea y para el mundo mundial. La humanidad caminaría más equilibrada y más feliz.

 

Lo útil. Por ese camino se desbarra muchísimo. La energía humana se desgasta con mucha facilidad empeñándose en cosa inútiles. Por ejemplo, me voy a centrar en la clase política que es lo que más nos tiene entretenidos en este momento.

 

¿Es todo lo útil y dice lo justo que debiera la clase política?

 

Tenemos 350 diputados con unsueldo base 3.050€ + suplementos 935€ si eres de Madrid y 1.959,62€ de provincias, en 14 pagas. O sea entre 55.803,86 € y 70.143,36 € al año, más suplementos dependiendo de los cargos. Tener varios cargos dentro del Congreso es habitual. Si se es integrante en la mesa de la Junta de Portavoces o de alguna Comisión el sueldo puede ascender hasta los 100.000€ al año. Meritxell Batet, presidente de la Cámara y de una Comisión cobra 230.930,98€ brutos al año, el sueldo más alto de la política española. Iván Espinosa de los Monteros, portavoz de Vox y de la comisión mixta para la Unión Europea cobra 120.243,18€ al año. A  estos sueldos hay que añadir 3.000€ para taxis al año y dietas de viaje de 120 en España y 150 en el extranjero .

 

Presidente del senado 185.049,48€. Tenemos 264 senadores  con funciones muy limitadas y  con un sueldo de 42.709,24€ al año sin contar con indemnizaciones ni complementos.

 

Los ministros cobran alrededor de 76.355.28€ y el presidente del gobierno 86.542.08€ tres vicepresidentes 81.341,16€. Siempre hablando del sueldo base, sin contar los incentivos y complementos que son muchos.

 

Entre los sueldos de los 17 altos cargos  de las autonomías, seis tiene un salario más alto que el presidente de Gobierno.

 

Tan solo contando con esta muy pequeña representación de la clase política (quedan todos los personajes  y el personal de los ministerios, con altos cargos de asesorías y demás), y contando tan sólo lo básico, para darnos una idea, estamos destinando 39 millones de euros. La pregunta es ¿están bien invertidos esos millones? ¿la utilidad de la clase política es equiparable a los dineros que cobra?

 

Curiosamente el reglamento del Congreso  dice: “Los diputados tienen el derecho de asistir con voto y participar en las sesiones del Pleno y de las Comisiones.”(Hay 21 Comisiones permanentes, no me parecen muchas para tantos diputados). No, no dice ‘el deber’, no, tan sólo dice ‘el derecho’; algún ‘deber’ tendrán en su contrato laboral, digo yo,  para que sean productivos los dineros invertidos en ellos, porque derechos, derechos y ningún deber…, no sé yo, me suena chungo. Sólo faltaba que no tuvieran derecho de asistir al Parlamento y votar, que es su cometido más elemental, y de hecho parece que muchos es lo único que hacen.

 

“En materia de control.Pueden presentar preguntas al Gobierno, por escrito u oralmente, en Comisión o en Pleno. Y tienen la facultad de recabar de las Administraciones Públicas los datos, informes o documentos.”Algo también básico. Sólo faltaba que no pudieran hacer preguntas, ni utilizar los documentos de las administraciones.

 

“En el procedimiento legislativo, pueden presentar proposiciones de ley y enmiendas.”

 

“Tienen inmunidad parlamentaria, que quiere decir que no podrán ser inculpados ni procesados sin la autorización de la Cámara.” (casi, casi como el Emérito).

 

Francamente no parece demasiado trabajo, muchos ‘derechos’ y pocos ‘deberes’.Si lo más importante es votar es un trabajo chollo, muy pero que muy chollo. La utilidad aquí anda floja.

 

Decir lo justo. En esto vamos mal, pésimo. De esto los políticos practican poco. Su discurso es últimamente blablablabla, “y tú más”. Hablan mucho pero cuentan poco de lo que interesa a la sociedad y mucho de lo que les interesa a ellos para sus fines políticos.  Pocas veces dicen lo justo, más bien se centran en utilizar las palabras como armas destructoras arrojando insultos y mentiras como bombas. Se les calienta la boca prometiendo cuando les interesa (elecciones) es agradable prometer, como Suarez (“puedo prometer y prometo”). Ese es el juego de la política, prometer y no cumplir, embaucar y defraudar, es decir, enredar con la palabra para evitar decir lo justo.

 

Hace tiempo que el único juego a lo que juegan los políticos es a ver quién desacredita  más arteramente al contrario, que no debería ser el contrario sino el compañero de juego. ‘La unión hace la fuerza’ hay políticos que lo entienden como ‘divide y vencerás’. Bien, ya vemos que a los políticos tampoco les va la consideración de T.S.Eliot de “decir lo justo”.

 

T.S.Eliot también pensaba que: “La mayor parte de los problemas del mundo se deben a la gente que quiere ser importante.” Estas palabras, seguro, provocan una sonrisa sardónica a esa gente.

 

Y en cuanto a la “contemplación de lo bello” que dice Eliot. Entiendo por ‘bello’ aquello que nos proporciona complacencia, gozo, deleite, contentamiento, exultación. Bello puede ser un campo bien cultivado, un gesto de amor, unas bonitas palabras, el vuelo de la libélula, un trabajo bien hecho, una actitud ética y, por supuesto, miles de expresiones de la Naturaleza. La belleza la encontramos fuera de lo vulgar, lo mediocre y lo falso; algo un tanto difícil porque hay tanto de eso…

 

 “Hacer lo útil, decir lo justo y contemplar lo bello es bastante para una vida de hombre”. Es una buenísima consigna a seguir para los que vivimos fuera del colectivo político aunque no podamos dejar de sufrirlo.

 

O témpora o mores

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