Observar. Contemplar. Reparar en: Intérprete-testigo-poeta
Santiago Úbeda Cuadrado. Al encuentro de no sabemos qué cosa; Pról. de Ramiro Guardia. El sastre de Apollinaire, Poesía 54, Madrid 2021
![[Img #57219]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2022/2563_al-encuentro-de-no-sabemos-que-cosa.jpg)
El título del poemario ya advierte al lector de que lo inesperado puede aguardar en la página siguiente, de cualquier cosa o situación en la que tal vez se encuentre a lo largo de un supuesto itinerario, trayecto o desvío; habrá de continuar su camino al paso de cada verso y desvelar. Sin duda, la palabra debiera servir de ayuda. ¿Encuentro o desencuentros?
El poeta va construyendo una realidad, la suya, desde su lugar de observador. Tal vez esa realidad no exista “por no ser esta ni objetivable ni mensurable / ni reducible al objeto en sí o como tal, sino que es solo pura / configuración de dentro afuera, desde vosotros, vuestra.” (Día de baja laboral).
Así el poema se irá construyendo con la cotidianeidad que él mismo crea, o por qué no, la singularidad de la vida de unas gentes con sus cosas; momentos y golpes de realidades minúsculas para alzar la realidad que el poeta busca. Tan solo hemos de adentrarnos en el primer momento, tal vez estancia, del poemario, ‘En algún lugar del camino’ -observe nuevamente el lector lo indefinido e impreciso de esas palabras- y en el poema ‘Road poem’, no tan extenso como la distancia entre Madrid y Barcelona, pero con la amplitud y tiempo suficientes para reparar en los pasajeros vecinos, escuchar sus cuitas o descuidos mientras el autobús recorre kilómetros y kilómetros por un paisaje del extrarradio de Madrid, bloques y bloques de pisos grises y tristes, incrustados en la altura,naves industriales varadas en tierra firme, almacenes rematados por enormes rótulos donde nunca colocarán sus nidos las cigüeñas más atrevidas, restaurantes abandonados...Y el poeta va apareciendo como parte del relato, no ajeno al mismo. “Me dedicaré mejor a observar / … / observar sin expectativas como quien solo viviera / o solo viera y sintiera y no pensara / o pensara acaso sin la certeza de estar pensando” (Road poem). A pesar de la batalla mental entre pensar o no, sumido en su realidad, escribe y avanza el poema.
![[Img #57218]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2022/7509__dsc3600.jpg)
‘Encuentros (y desencuentros)’, o segunda estancia, se detiene especialmente en ‘Día de baja laboral’, poema extenso en el que cabe todo cuanto puede dar de sí un día, o más, de baja: noche entre sábanas, cerveza o gin tonics sobrados de ginebra, cosa que “no es común en la hostelería madrileña de los últimos tiempos”, servido con la amabilidad de un camarero que “no se mosquea”, aceras que se curvan de regreso a casa, noche incierta entre sábanas, teléfono móvil… Poemas. Celebración de un forúnculo del que no sabes “cuándo dejará… de pronunciarse / acerca de los últimos acuerdos políticos de los parlamentarios”. En el hospital le dijeron que siguiera de baja, al menos un día más. A Santiago Úbeda le sale al encuentro, o al desencuentro, en un poema, ‘En imitación de Nicanor Parra’, el poeta chileno, patriarca de la antipoesía, para recordar que “Todo es poesía menos la poesía”. Desde ese punto kilométrico prosigue Santiago Úbeda indagando ¿dónde estás, poesía? Y la halla. “Mi perra recién esterilizada es poesía /… / Pensar en que probablemente sea mi coche mi única posesión a crédito, mi único hogar, es poesía”. Y concluye, “Todo es poesía, incluso la poesía”, tal vez convencido de que, para el poeta que sabe mirar sin urgencia –“Siempre los ojos, la mirada: ahí está todo”-- , ha de ser así.
Llegados a ‘Trascendencias’, estancia tercera del libro, en el poema ‘El Desterrado’ –“Buenas noches / les presento al desterrado / al desterrado que trabaja como auxiliar administrativo / en el único hospital de un erial azotado por los vientos”— reúne el poeta a todo desterrado en su propia tierra cargado con su angustia, con sus pérdidas, un desarraigo que se pierde en el tiempo “invadiéndole el alma”. Es el desterrado y son todos; la palabra retorno se perdió en un diccionario cualquiera. Al fin “…todas las historias son en el fondo la misma historia / una sola historia que es a la vez todas las historias” (Road poem), lo mismo que “todos los decathlons son el mismo Decathlon”. Monotonía del vivir, de escuchar la misma lluvia contra o tras los cristales.
![[Img #57217]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2022/325__dsc3528.jpg)
Y con ‘Algunas conclusiones’ se cierra el libro sin haber hallado ‘La clave de la vida’, enredados por costumbre entre el tedio, la inutilidad de proyectos a plazos y en cómodas mensualidades, tantas veces sin sentido y un vacío que…
Los versos, los poemas, la poesía de ‘Al encuentro de no sabemos qué cosa’, conviven en y con la vida de gente común de la ciudad; reflejan la mirada de los bloques de pisos; han recorrido autovías, alguna carretera y las calles necesarias: paisaje monocolor, triste y desvaído. Y el poeta también se detiene para preguntarse en uno de sus poemas “A qué llamamos poesía”, cómo dilucidar si lo escrito es o no un poema. Habíamos acordado con él, no con Nicanor Parra, que todo es poesía. Versos amplios, vividos o no, y sí libres, que no vaciados, pues, como escribiera Eliot, “ningún verso es libre para quien lo quiere hacer bien”. Versos de palabras claras y transparentes, sin artificio, en los que el relato y la narración se imponen al ritmo, a la cadencia, sin impedir la sorpresa de lo inesperado, de no sabemos qué cosa. No debemos pasar por alto destellos irónicos e imágenes críticas que el lector atento encontrará de sopetón cuando menos lo espera.
El yo que cuenta, el yo que crea y contempla, sueña su realidad y en ella se mueve desdoblado en un tú, en el otro, “…otro que es un tú desdibujado y absorto / un tú que es un tú mismo, también o solamente / … absurdamente sumido / en la tramposa y banal concupiscencia de los argumentos” (Road poem). Juego de pronombres contemplándose en el espejo.
En cada uno de los poemas, como podría haber apuntado Ezra Pound, encontramos “poesía pegada al hueso”, libre de adornos innecesarios, es decir, de florituras que cieguen al lector y le impidan salir al encuentro de no sabe qué.
Santiago Úbeda Cuadrado. Al encuentro de no sabemos qué cosa; Pról. de Ramiro Guardia. El sastre de Apollinaire, Poesía 54, Madrid 2021
![[Img #57219]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2022/2563_al-encuentro-de-no-sabemos-que-cosa.jpg)
El título del poemario ya advierte al lector de que lo inesperado puede aguardar en la página siguiente, de cualquier cosa o situación en la que tal vez se encuentre a lo largo de un supuesto itinerario, trayecto o desvío; habrá de continuar su camino al paso de cada verso y desvelar. Sin duda, la palabra debiera servir de ayuda. ¿Encuentro o desencuentros?
El poeta va construyendo una realidad, la suya, desde su lugar de observador. Tal vez esa realidad no exista “por no ser esta ni objetivable ni mensurable / ni reducible al objeto en sí o como tal, sino que es solo pura / configuración de dentro afuera, desde vosotros, vuestra.” (Día de baja laboral).
Así el poema se irá construyendo con la cotidianeidad que él mismo crea, o por qué no, la singularidad de la vida de unas gentes con sus cosas; momentos y golpes de realidades minúsculas para alzar la realidad que el poeta busca. Tan solo hemos de adentrarnos en el primer momento, tal vez estancia, del poemario, ‘En algún lugar del camino’ -observe nuevamente el lector lo indefinido e impreciso de esas palabras- y en el poema ‘Road poem’, no tan extenso como la distancia entre Madrid y Barcelona, pero con la amplitud y tiempo suficientes para reparar en los pasajeros vecinos, escuchar sus cuitas o descuidos mientras el autobús recorre kilómetros y kilómetros por un paisaje del extrarradio de Madrid, bloques y bloques de pisos grises y tristes, incrustados en la altura,naves industriales varadas en tierra firme, almacenes rematados por enormes rótulos donde nunca colocarán sus nidos las cigüeñas más atrevidas, restaurantes abandonados...Y el poeta va apareciendo como parte del relato, no ajeno al mismo. “Me dedicaré mejor a observar / … / observar sin expectativas como quien solo viviera / o solo viera y sintiera y no pensara / o pensara acaso sin la certeza de estar pensando” (Road poem). A pesar de la batalla mental entre pensar o no, sumido en su realidad, escribe y avanza el poema.
![[Img #57218]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2022/7509__dsc3600.jpg)
‘Encuentros (y desencuentros)’, o segunda estancia, se detiene especialmente en ‘Día de baja laboral’, poema extenso en el que cabe todo cuanto puede dar de sí un día, o más, de baja: noche entre sábanas, cerveza o gin tonics sobrados de ginebra, cosa que “no es común en la hostelería madrileña de los últimos tiempos”, servido con la amabilidad de un camarero que “no se mosquea”, aceras que se curvan de regreso a casa, noche incierta entre sábanas, teléfono móvil… Poemas. Celebración de un forúnculo del que no sabes “cuándo dejará… de pronunciarse / acerca de los últimos acuerdos políticos de los parlamentarios”. En el hospital le dijeron que siguiera de baja, al menos un día más. A Santiago Úbeda le sale al encuentro, o al desencuentro, en un poema, ‘En imitación de Nicanor Parra’, el poeta chileno, patriarca de la antipoesía, para recordar que “Todo es poesía menos la poesía”. Desde ese punto kilométrico prosigue Santiago Úbeda indagando ¿dónde estás, poesía? Y la halla. “Mi perra recién esterilizada es poesía /… / Pensar en que probablemente sea mi coche mi única posesión a crédito, mi único hogar, es poesía”. Y concluye, “Todo es poesía, incluso la poesía”, tal vez convencido de que, para el poeta que sabe mirar sin urgencia –“Siempre los ojos, la mirada: ahí está todo”-- , ha de ser así.
Llegados a ‘Trascendencias’, estancia tercera del libro, en el poema ‘El Desterrado’ –“Buenas noches / les presento al desterrado / al desterrado que trabaja como auxiliar administrativo / en el único hospital de un erial azotado por los vientos”— reúne el poeta a todo desterrado en su propia tierra cargado con su angustia, con sus pérdidas, un desarraigo que se pierde en el tiempo “invadiéndole el alma”. Es el desterrado y son todos; la palabra retorno se perdió en un diccionario cualquiera. Al fin “…todas las historias son en el fondo la misma historia / una sola historia que es a la vez todas las historias” (Road poem), lo mismo que “todos los decathlons son el mismo Decathlon”. Monotonía del vivir, de escuchar la misma lluvia contra o tras los cristales.
![[Img #57217]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2022/325__dsc3528.jpg)
Y con ‘Algunas conclusiones’ se cierra el libro sin haber hallado ‘La clave de la vida’, enredados por costumbre entre el tedio, la inutilidad de proyectos a plazos y en cómodas mensualidades, tantas veces sin sentido y un vacío que…
Los versos, los poemas, la poesía de ‘Al encuentro de no sabemos qué cosa’, conviven en y con la vida de gente común de la ciudad; reflejan la mirada de los bloques de pisos; han recorrido autovías, alguna carretera y las calles necesarias: paisaje monocolor, triste y desvaído. Y el poeta también se detiene para preguntarse en uno de sus poemas “A qué llamamos poesía”, cómo dilucidar si lo escrito es o no un poema. Habíamos acordado con él, no con Nicanor Parra, que todo es poesía. Versos amplios, vividos o no, y sí libres, que no vaciados, pues, como escribiera Eliot, “ningún verso es libre para quien lo quiere hacer bien”. Versos de palabras claras y transparentes, sin artificio, en los que el relato y la narración se imponen al ritmo, a la cadencia, sin impedir la sorpresa de lo inesperado, de no sabemos qué cosa. No debemos pasar por alto destellos irónicos e imágenes críticas que el lector atento encontrará de sopetón cuando menos lo espera.
El yo que cuenta, el yo que crea y contempla, sueña su realidad y en ella se mueve desdoblado en un tú, en el otro, “…otro que es un tú desdibujado y absorto / un tú que es un tú mismo, también o solamente / … absurdamente sumido / en la tramposa y banal concupiscencia de los argumentos” (Road poem). Juego de pronombres contemplándose en el espejo.
En cada uno de los poemas, como podría haber apuntado Ezra Pound, encontramos “poesía pegada al hueso”, libre de adornos innecesarios, es decir, de florituras que cieguen al lector y le impidan salir al encuentro de no sabe qué.






