La rebelión de las mujeres
![[Img #57476]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2022/2463_captura-de-pantalla-3.png)
No sabría decir la cantidad de videos absurdos que recibo a diario en mi teléfono, videos virales que pretendenhacer gracia, ridiculizar a alguien o algo, o lo que es peor, meterme una idea antagónica a todo lo que creo en la cabeza.
Pero hace un par de días recibí un video que me ha emocionado, que me ha dado esperanza; y es que en estos tiempos convulsos hay pequeñas batallas que deben librarse, batallas sin vencedores ni perdedores, batallas en las que todos ganan.
Lo que os voy a contar —espero saber ceñirme con suficiente certeza los hechos— ocurrió hace unos días en los carnavales de un pueblo de Cáceres, Villanueva de la Vera, un pueblo que conserva en esta festividad tradiciones ancestrales y sus propios ritos carnavaleros.
Por ponerles en antecedentes, les diré que en esta fiesta se hace un pelele de trapo y paja, con cabeza de madera conocido como el Peropaloque—debo resumir mucho, muchísimo, pues es una ceremonia de tres días con gran envoltura de misterio en su procedencia— es juzgado bajo la dirección de los ‘peropaleros’ y condenado por delitos de la carne.
Al mismo tiempo, se procede a la entrega de la bandera al capitán y a la capitana de la fiestadel carnaval, elegidos para este año. En esa entrega se hace el baile de la bandera, permitido únicamente a los hombres que se la van pasando unos a otros y que termina con el baile del nuevo capitán que la recoge y la lleva al ayuntamiento.
Pero desde hace varios años una mujer revindica su derecho a bailar la bandera. Y cada año Nieves, que así se llama, recibe una negativa por parte de los hombres porque la bandera ha de bailarse únicamente por ellos. Pero Nieves no se rinde, insiste, se acerca, ruega que le permitan bailar porque tiene un gran deseo de participar de ese ritual. Y la respuesta es siempre la misma: “Esto es cosa de hombres”.
Dice la escritora americana Letty Cottin, fundadora de la revista feminista Ms que “Oprimidos los hombres, es una tragedia. Oprimidas las mujeres, es tradición”.
Sin embargo, este año brotó la esperanza y la insurgencia. Todas las mujeres al grito de “sí se puede” se unieron a Nieves invadiendo la plaza del pueblo en mitad del baile, impidiendo que éste terminara sin que Nieves pudiera bailar. La tradición se vio enfrentada por primera vez al cambio, la renovación y la rebelión de las mujeres pidiendo su participación y los ‘peropaleros’ retiraron la bandera para que el rito no pudiera ser transformado.
Pero la raigambre de éstos solo sirvió para dar más fuerza a un deseo y para dar impulso al cambio. Muchos y muchas entendieron que hasta el folklore debe ser inclusivo, igualitario, capaz de atesorar las raíces y regenerarlas sin perderlas. Mientras Nieves llora por la emoción que supone el grito de apoyo de las otras mujeres y la decepción de haber sido rechazada una vez más, alguien consigue un palo de escoba y un mantón y compone una sencilla bandera que le entregan para que la baile entre gritos y ovaciones. Termina el baile y la mujer entrega la improvisada bandera al capitán entrante, como es costumbre, y él, sin dudarlo, la acepta como si fuera la oficial, hace la última danza y como manda la tradición la lleva al ayuntamiento.
La rebelión de las mujeres de Villanueva de la Vera y de los hombres que las apoyaron en su empeño, es un gesto que abre una nueva ventana, no solo para otras mujeres sino una ventana inmensa de esperanza, porque los pequeños gestos crean historias grandes y en tiempos de oscuridad como los que vivimos, necesitamos ese rayo de luz que nos confirme que aún podemos trabajar y crecer juntos por el bien común.
Esta batalla, como dije, sí merece ser luchada. No hay vencedoras ni vencidos, solo se gana, ganamos todos.
¡¡¡Sí se puede!!!
No sabría decir la cantidad de videos absurdos que recibo a diario en mi teléfono, videos virales que pretendenhacer gracia, ridiculizar a alguien o algo, o lo que es peor, meterme una idea antagónica a todo lo que creo en la cabeza.
Pero hace un par de días recibí un video que me ha emocionado, que me ha dado esperanza; y es que en estos tiempos convulsos hay pequeñas batallas que deben librarse, batallas sin vencedores ni perdedores, batallas en las que todos ganan.
Lo que os voy a contar —espero saber ceñirme con suficiente certeza los hechos— ocurrió hace unos días en los carnavales de un pueblo de Cáceres, Villanueva de la Vera, un pueblo que conserva en esta festividad tradiciones ancestrales y sus propios ritos carnavaleros.
Por ponerles en antecedentes, les diré que en esta fiesta se hace un pelele de trapo y paja, con cabeza de madera conocido como el Peropaloque—debo resumir mucho, muchísimo, pues es una ceremonia de tres días con gran envoltura de misterio en su procedencia— es juzgado bajo la dirección de los ‘peropaleros’ y condenado por delitos de la carne.
Al mismo tiempo, se procede a la entrega de la bandera al capitán y a la capitana de la fiestadel carnaval, elegidos para este año. En esa entrega se hace el baile de la bandera, permitido únicamente a los hombres que se la van pasando unos a otros y que termina con el baile del nuevo capitán que la recoge y la lleva al ayuntamiento.
Pero desde hace varios años una mujer revindica su derecho a bailar la bandera. Y cada año Nieves, que así se llama, recibe una negativa por parte de los hombres porque la bandera ha de bailarse únicamente por ellos. Pero Nieves no se rinde, insiste, se acerca, ruega que le permitan bailar porque tiene un gran deseo de participar de ese ritual. Y la respuesta es siempre la misma: “Esto es cosa de hombres”.
Dice la escritora americana Letty Cottin, fundadora de la revista feminista Ms que “Oprimidos los hombres, es una tragedia. Oprimidas las mujeres, es tradición”.
Sin embargo, este año brotó la esperanza y la insurgencia. Todas las mujeres al grito de “sí se puede” se unieron a Nieves invadiendo la plaza del pueblo en mitad del baile, impidiendo que éste terminara sin que Nieves pudiera bailar. La tradición se vio enfrentada por primera vez al cambio, la renovación y la rebelión de las mujeres pidiendo su participación y los ‘peropaleros’ retiraron la bandera para que el rito no pudiera ser transformado.
Pero la raigambre de éstos solo sirvió para dar más fuerza a un deseo y para dar impulso al cambio. Muchos y muchas entendieron que hasta el folklore debe ser inclusivo, igualitario, capaz de atesorar las raíces y regenerarlas sin perderlas. Mientras Nieves llora por la emoción que supone el grito de apoyo de las otras mujeres y la decepción de haber sido rechazada una vez más, alguien consigue un palo de escoba y un mantón y compone una sencilla bandera que le entregan para que la baile entre gritos y ovaciones. Termina el baile y la mujer entrega la improvisada bandera al capitán entrante, como es costumbre, y él, sin dudarlo, la acepta como si fuera la oficial, hace la última danza y como manda la tradición la lleva al ayuntamiento.
La rebelión de las mujeres de Villanueva de la Vera y de los hombres que las apoyaron en su empeño, es un gesto que abre una nueva ventana, no solo para otras mujeres sino una ventana inmensa de esperanza, porque los pequeños gestos crean historias grandes y en tiempos de oscuridad como los que vivimos, necesitamos ese rayo de luz que nos confirme que aún podemos trabajar y crecer juntos por el bien común.
Esta batalla, como dije, sí merece ser luchada. No hay vencedoras ni vencidos, solo se gana, ganamos todos.
¡¡¡Sí se puede!!!