Un roble muerto, trescientos robles vivos
Juan José Alonso Perandones recoge en su muro de Facebook y en su blog juanjoaperandones.blogspot.com.es, la pérdida irrecuperable del roble del Camino de Santiago de Rabanal. En la red social, la entrada dio pie a diferentes comentarios y propuestas como que se deje el tocón y se ponga un recordatorio, porque el carballo del Camino era un monumento natural e histórico.
El roble centenario fue refugio de peregrinos en Rabanal del Camino.
Este es el texto publicado en el blog:
Un roble muerto, trescientos robles vivos
Eso me dice caída la tarde de este jueves nebuloso Popi, el encargado del albergue de Rabanal del Camino, mientras agasaja a dos peregrinos burgaleses recién llegados y que son para él como amigos de la toda la vida. Si el roble tenía trescientos años, pues plantemos trescientos nuevos, para que este cromatismo, cárdeno, amarillento, este bosque tan solo interrumpido por el tajo embetunado de la carretera no se pierda nunca. Era todo un símbolo, con su gigantesca copa, tan densa que los bancos amañados con lajas de pizarra, y que lo bordean, antes eran insignificantes cuentas de fruto negro y ahora declaradas ánimas de soledad y luto. Al caer esta tarde, ramonean las ovejas a su alrededor como es su costumbre, y los mastines andan un tanto desorientados entre las ramas recién cortadas, y os puedo decir que las huelen como si supuraran un nuevo olor, quizás hedor para su fino olfato.
Al olmo viejo de Machado lo calcinó el rayo, y a este roble del Camino fue el viento de este lunes, las oleadas huracanadas que cimbrearon su hueco tronco, desgarro tras desgarro, crujido tras crujido como un alarido de la madrugada, hasta doblegarlo. Pues aunque sea oquedad su tronchado tronco que perviva, pues a buen seguro que la maraña inmensa de sus raíces seguirán alimentándolo, y de él brotarán pequeños esquejes, efímeros sí, pero se renovarán siempre, como los brezos y retamas que a su alrededor en otoño se oscurecen y que, llegada la primavera, revientan floridos como flores de rosal y fruto de limonero.
Los restos del carballo, en una fotografía realizada por Juan José Alonso Perandones.
Juan José Alonso Perandones recoge en su muro de Facebook y en su blog juanjoaperandones.blogspot.com.es, la pérdida irrecuperable del roble del Camino de Santiago de Rabanal. En la red social, la entrada dio pie a diferentes comentarios y propuestas como que se deje el tocón y se ponga un recordatorio, porque el carballo del Camino era un monumento natural e histórico.
![[Img #6176]](upload/img/periodico/img_6176.jpg)
El roble centenario fue refugio de peregrinos en Rabanal del Camino.
Este es el texto publicado en el blog:
Un roble muerto, trescientos robles vivos
Eso me dice caída la tarde de este jueves nebuloso Popi, el encargado del albergue de Rabanal del Camino, mientras agasaja a dos peregrinos burgaleses recién llegados y que son para él como amigos de la toda la vida. Si el roble tenía trescientos años, pues plantemos trescientos nuevos, para que este cromatismo, cárdeno, amarillento, este bosque tan solo interrumpido por el tajo embetunado de la carretera no se pierda nunca. Era todo un símbolo, con su gigantesca copa, tan densa que los bancos amañados con lajas de pizarra, y que lo bordean, antes eran insignificantes cuentas de fruto negro y ahora declaradas ánimas de soledad y luto. Al caer esta tarde, ramonean las ovejas a su alrededor como es su costumbre, y los mastines andan un tanto desorientados entre las ramas recién cortadas, y os puedo decir que las huelen como si supuraran un nuevo olor, quizás hedor para su fino olfato.
Al olmo viejo de Machado lo calcinó el rayo, y a este roble del Camino fue el viento de este lunes, las oleadas huracanadas que cimbrearon su hueco tronco, desgarro tras desgarro, crujido tras crujido como un alarido de la madrugada, hasta doblegarlo. Pues aunque sea oquedad su tronchado tronco que perviva, pues a buen seguro que la maraña inmensa de sus raíces seguirán alimentándolo, y de él brotarán pequeños esquejes, efímeros sí, pero se renovarán siempre, como los brezos y retamas que a su alrededor en otoño se oscurecen y que, llegada la primavera, revientan floridos como flores de rosal y fruto de limonero.
![[Img #6177]](upload/img/periodico/img_6177.jpg)
Los restos del carballo, en una fotografía realizada por Juan José Alonso Perandones.





