El capital erótico
![[Img #57840]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2022/8823_cruz-mayo-bilbaenses-004.jpg)
Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve. No es lluvia abundante sino una lluvia racheada con el viento y alternada con ráfagas de un sol radiante. La clásica lluvia de primavera. Ya está aquí, ya llegó esta pujante estación inundando de energía a la naturaleza. Los árboles deseosos de mostrar que tienen vida van enseñando sus brotes y sus flores. Las plantas despiertan con alegría y los pájaros entonan su contento de vivir. Un grandísimo placer escuchar los distintos cantos de las aves en coros interminables; son tantos y tan diferentes que a veces me da la impresión de tener una selva a mi alrededor (bueno, una pequeña selva sí tengo). Deben celebrar, entre otras cosas, el que se hayan terminado esas tremendas heladas nocturnas que deben soportar con dificultad.
Los carpinteros llevan unos días picoteando perseverantes en los árboles para hacer la cavidad de su hogar, el toc, toc toc se oye desde muy temprano, son madrugadores. Los petirrojos son familiares y siempre están alrededor, sin temor alguno, con su canto un tanto agudo. Los jilgueros también se acercan, pero menos. A las abubillas se les oye más lejos y se las ve poco. El cuco es constante e incansable en su reclamo, su cu-cu es como un mantra, parece que le cuesta encontrar pareja (eso también les pasa a muchos, humanos). Felizmente el tejado del molino tiene unos grandes alerones y ahí se refugia una gran familia de gorriones. Las oropéndolas con sus brillantes plumas amarillas, los mirlos, etc…, toda la fauna arborícola se ha despertado y canta alegremente celebrando la nueva estación que acaba de empezar. Yo les dejo a mano los pelos de Baloo después de cepillarlo, que son como lana, para que los utilicen en acomodar sus nidos (Baloo es un encantador mastín que me cuida celosamente). Es una maravilla, una gran alegría sentir y escuchar este eufórico despertar. Las ranas ya han anunciado, también, que empiezan a resucitar; imprescindible para la armonía primaveral del molino el alegre y bullicioso canto de las ranas en el estanque.
Mi espíritu se ensancha, se sosiega, se dulcifica y se concilia con la alegría de la naturaleza que en esta tarde lluviosa admiro a través de los grandes ventanales; la oigo, la observo y me siento algo nostálgica de la vida.
Me entretengo ojeando uno de los cuadernos de mi amiga Enriqueta y leo una entrada en agosto del 91 que dice: “Estoy sufriendo una auténtica transformación interior. Mi enfrentamiento a la vida, al mundo, es totalmente diferente al de hace dos años. Dos años en los que me he dado la vuelta como un calcetín. Antes pasaba por la vida como de puntillas, dejaba discurrir los acontecimientos participando de todo lo que se ponía a mi paso, no perdiendo ninguna oportunidad, siempre con la idea de acumular experiencias. No tenía tiempo de analizar, de pararme a reflexionar, y era consciente de que los acontecimientos me manejaban, de que yo no interfería, me dejaba ir hasta ver a dónde llegaban las situaciones.”
“Fue muy ilustrativo, muy cómodo, muy gratificante y fui feliz. Durante este tiempo mi físico y mi capacidad de seducción han sido mis más eficaces armas. Unas veces siendo consciente de su fuerza y utilizándola, y otras muchas ha funcionado de manera natural, con una total inconsciencia por mi parte. Armas que me han sido muy útiles pero que a la vez han oscurecido las válidas facultades que eran en realidad las que quería poner en valor”.
Cuenta Enriqueta en otra entrada: “tuve que pelear con la administración de una revista para cobrar un dinero atrasado. Después de largo tiempo de discusión tuve que optar por la vía de la seducción y así conseguí el dinero para poder ir de vacaciones.”
Leo esto y pienso cuánto ha cambiado desde entonces. Ha cambiado sí, porque las mujeres se han hecho más fuertes y más reivindicativas y también más valoradas, pero el poder de seducción sigue funcionando porque eso es algo difícil de evitar y no tiene nada que ver con el reivindicado feminista. Se seduce con el físico, con el encanto personal, con el intelecto… , entendiendo la seducción como una manera de agradar al contrario. Pero (aquí una visión machista) la seducción femenina ha tenido socialmente una interpretación negativa: “la capacidad de las mujeres de engatusar intencionadamente, y con malas artes, al hombre para conseguir un objetivo”.
Es así. Las personas dotadas de atractivo físico y encanto personal es indudable que tienen una ventaja en todos los aspectos de la vida, son activos personales que favorecen el éxito. Esta reunión de las encantadoras cualidades físicas y personales en una misma persona empieza a ser considerado como un activo humano equiparable a otros activos, y la socióloga inglesa, Catherine Hakim, los reunió hace unos años en el concepto de ‘capital erótico’.
Y ella lo explica. Para movernos en la sociedad ya teníamos como valores humanos el ‘capital económico’ que, como su nombre indica, se refiere a los dineros que uno tiene; a más dinero mejor te mueves en sociedad. Además teníamos el ‘capital humano’, que se refiere a una buena educación, una buena preparación y una experiencia laboral; importante para situarte en un buen nivel social. También cuenta ¡y cuenta mucho! en una persona su ‘capital social’, lo que se llama coloquialmente tener una buena agenda, buenos amigos, buenos contactos… ; casi, casi, hoy en día eso es lo que más se valora. Y por último parece que empieza a considerarse de gran valor personal el ‘capital erótico’. Este nuevo activo es igual de importante que los demás porque “la belleza y el atractivo, se valora en todas partes” apunta Catherine Hakim, y específica que “la belleza se centra en la cara y el atractivo en el cuerpo”.
¿En qué consiste el ‘capital erótico’? La socióloga inglesa acuñó este concepto y lo describe como el conjunto personal de belleza, atractivo sexual, vitalidad, energía, buen humor, gracia, encanto, facultad de caer bien, arreglarse en el vestir y en el acicalamiento, una manera estética de estar en el mundo y de relacionarse socialmente, y, por supuesto, energía sexual… Evidentemente cualquier persona que reúna todos esos atractivos activos y los maneje adecuadamente tiene todas las posibilidades de triunfar fácilmente en la vida. Ejemplos de personas que han vivido o viven de su capital erótico pensando en todas estas cualidades que describe la socióloga como un capital importante a tener en cuenta socialmente, hay muchos, me vienen, así de pronto, a la mente el histórico veneciano Casanova o nuestro don Juan Tenorio, y, ya en la actualidad, la ínclita Isabel Presley, entre otras muchas y muchos.
Esa manera personal de vivir la vida no es algo nuevo, evidentemente, pero sí es nuevo el hecho de conceptuarlo y valorarlo como activo humano a tener en cuenta. Eso sí es nuevo. Y está estupendamente que se valore y se considere positivamente este nuevo capital porque la vida cada vez es más hostil y es bueno, y hasta necesario, embellecerla, adornarla y entretenerla con atractivos, con gracia, con seducción, con sexo y con lúdica inteligencia. No es fácil tener un capital erótico porque la mayoría de los factores que se manejan son dones de la naturaleza y hay muy poco margen para la adquisición, así que quien lo tenga que lo disfrute y quien no lo tenga que lo valore.
La lluvia sigue racheando detrás de los cristales.
O témpora o mores
Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve. No es lluvia abundante sino una lluvia racheada con el viento y alternada con ráfagas de un sol radiante. La clásica lluvia de primavera. Ya está aquí, ya llegó esta pujante estación inundando de energía a la naturaleza. Los árboles deseosos de mostrar que tienen vida van enseñando sus brotes y sus flores. Las plantas despiertan con alegría y los pájaros entonan su contento de vivir. Un grandísimo placer escuchar los distintos cantos de las aves en coros interminables; son tantos y tan diferentes que a veces me da la impresión de tener una selva a mi alrededor (bueno, una pequeña selva sí tengo). Deben celebrar, entre otras cosas, el que se hayan terminado esas tremendas heladas nocturnas que deben soportar con dificultad.
Los carpinteros llevan unos días picoteando perseverantes en los árboles para hacer la cavidad de su hogar, el toc, toc toc se oye desde muy temprano, son madrugadores. Los petirrojos son familiares y siempre están alrededor, sin temor alguno, con su canto un tanto agudo. Los jilgueros también se acercan, pero menos. A las abubillas se les oye más lejos y se las ve poco. El cuco es constante e incansable en su reclamo, su cu-cu es como un mantra, parece que le cuesta encontrar pareja (eso también les pasa a muchos, humanos). Felizmente el tejado del molino tiene unos grandes alerones y ahí se refugia una gran familia de gorriones. Las oropéndolas con sus brillantes plumas amarillas, los mirlos, etc…, toda la fauna arborícola se ha despertado y canta alegremente celebrando la nueva estación que acaba de empezar. Yo les dejo a mano los pelos de Baloo después de cepillarlo, que son como lana, para que los utilicen en acomodar sus nidos (Baloo es un encantador mastín que me cuida celosamente). Es una maravilla, una gran alegría sentir y escuchar este eufórico despertar. Las ranas ya han anunciado, también, que empiezan a resucitar; imprescindible para la armonía primaveral del molino el alegre y bullicioso canto de las ranas en el estanque.
Mi espíritu se ensancha, se sosiega, se dulcifica y se concilia con la alegría de la naturaleza que en esta tarde lluviosa admiro a través de los grandes ventanales; la oigo, la observo y me siento algo nostálgica de la vida.
Me entretengo ojeando uno de los cuadernos de mi amiga Enriqueta y leo una entrada en agosto del 91 que dice: “Estoy sufriendo una auténtica transformación interior. Mi enfrentamiento a la vida, al mundo, es totalmente diferente al de hace dos años. Dos años en los que me he dado la vuelta como un calcetín. Antes pasaba por la vida como de puntillas, dejaba discurrir los acontecimientos participando de todo lo que se ponía a mi paso, no perdiendo ninguna oportunidad, siempre con la idea de acumular experiencias. No tenía tiempo de analizar, de pararme a reflexionar, y era consciente de que los acontecimientos me manejaban, de que yo no interfería, me dejaba ir hasta ver a dónde llegaban las situaciones.”
“Fue muy ilustrativo, muy cómodo, muy gratificante y fui feliz. Durante este tiempo mi físico y mi capacidad de seducción han sido mis más eficaces armas. Unas veces siendo consciente de su fuerza y utilizándola, y otras muchas ha funcionado de manera natural, con una total inconsciencia por mi parte. Armas que me han sido muy útiles pero que a la vez han oscurecido las válidas facultades que eran en realidad las que quería poner en valor”.
Cuenta Enriqueta en otra entrada: “tuve que pelear con la administración de una revista para cobrar un dinero atrasado. Después de largo tiempo de discusión tuve que optar por la vía de la seducción y así conseguí el dinero para poder ir de vacaciones.”
Leo esto y pienso cuánto ha cambiado desde entonces. Ha cambiado sí, porque las mujeres se han hecho más fuertes y más reivindicativas y también más valoradas, pero el poder de seducción sigue funcionando porque eso es algo difícil de evitar y no tiene nada que ver con el reivindicado feminista. Se seduce con el físico, con el encanto personal, con el intelecto… , entendiendo la seducción como una manera de agradar al contrario. Pero (aquí una visión machista) la seducción femenina ha tenido socialmente una interpretación negativa: “la capacidad de las mujeres de engatusar intencionadamente, y con malas artes, al hombre para conseguir un objetivo”.
Es así. Las personas dotadas de atractivo físico y encanto personal es indudable que tienen una ventaja en todos los aspectos de la vida, son activos personales que favorecen el éxito. Esta reunión de las encantadoras cualidades físicas y personales en una misma persona empieza a ser considerado como un activo humano equiparable a otros activos, y la socióloga inglesa, Catherine Hakim, los reunió hace unos años en el concepto de ‘capital erótico’.
Y ella lo explica. Para movernos en la sociedad ya teníamos como valores humanos el ‘capital económico’ que, como su nombre indica, se refiere a los dineros que uno tiene; a más dinero mejor te mueves en sociedad. Además teníamos el ‘capital humano’, que se refiere a una buena educación, una buena preparación y una experiencia laboral; importante para situarte en un buen nivel social. También cuenta ¡y cuenta mucho! en una persona su ‘capital social’, lo que se llama coloquialmente tener una buena agenda, buenos amigos, buenos contactos… ; casi, casi, hoy en día eso es lo que más se valora. Y por último parece que empieza a considerarse de gran valor personal el ‘capital erótico’. Este nuevo activo es igual de importante que los demás porque “la belleza y el atractivo, se valora en todas partes” apunta Catherine Hakim, y específica que “la belleza se centra en la cara y el atractivo en el cuerpo”.
¿En qué consiste el ‘capital erótico’? La socióloga inglesa acuñó este concepto y lo describe como el conjunto personal de belleza, atractivo sexual, vitalidad, energía, buen humor, gracia, encanto, facultad de caer bien, arreglarse en el vestir y en el acicalamiento, una manera estética de estar en el mundo y de relacionarse socialmente, y, por supuesto, energía sexual… Evidentemente cualquier persona que reúna todos esos atractivos activos y los maneje adecuadamente tiene todas las posibilidades de triunfar fácilmente en la vida. Ejemplos de personas que han vivido o viven de su capital erótico pensando en todas estas cualidades que describe la socióloga como un capital importante a tener en cuenta socialmente, hay muchos, me vienen, así de pronto, a la mente el histórico veneciano Casanova o nuestro don Juan Tenorio, y, ya en la actualidad, la ínclita Isabel Presley, entre otras muchas y muchos.
Esa manera personal de vivir la vida no es algo nuevo, evidentemente, pero sí es nuevo el hecho de conceptuarlo y valorarlo como activo humano a tener en cuenta. Eso sí es nuevo. Y está estupendamente que se valore y se considere positivamente este nuevo capital porque la vida cada vez es más hostil y es bueno, y hasta necesario, embellecerla, adornarla y entretenerla con atractivos, con gracia, con seducción, con sexo y con lúdica inteligencia. No es fácil tener un capital erótico porque la mayoría de los factores que se manejan son dones de la naturaleza y hay muy poco margen para la adquisición, así que quien lo tenga que lo disfrute y quien no lo tenga que lo valore.
La lluvia sigue racheando detrás de los cristales.
O témpora o mores