Sesgo de confirmación
![[Img #58216]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2022/7481_pazlecturasescanear0013.jpg)
Me pregunto desde hace días porqué razón la filosofía ya no interesa. Por qué si es un fin en sí misma y nos muestra el camino hacia el sentido crítico la juzgamos tan poca cosa a sabiendas que cualquier juicio viene derivado de ella como derivan de ella nuestros pensamientos y las relaciones que establecemos.
Pensar y Ser es el principio filosófico de la existencia que tan banalmente tratamos. Es nuestro principio mismo y nuestra existencia la que denostamos.
Reza una noticia que los que mandan (aquí deberíamos preguntarnos quiénes mandan, yo no lo sé) han decidido eliminar de la formación básica la asignatura de Filosofía como optativa y la introduce en Valores Cívicos y Éticos. En dichas asignaturas se impartirán conocimientos como la memoria histórica, los derechos de la comunidad LGTBI o los valores de los cuidados. Todos estos conocimientos sobre el funcionamiento de nuestra sociedad y sus opciones son claramente imprescindibles, pero opino que la necesidad de llegar a ellos haciéndose preguntas, explorando el propio interior, es mucho más pedagógico que llegar por la manifestación de las certezas atribuidas a cada enseñanza.
Hemos entrado en la peligrosa inercia de no preguntarnos absolutamente nada y buscar, interpretar, o llegar a hipótesis de manera selectiva que niegan las alternativasmás opuestas, aunque solo sea para ponerse en otro papel, mirar el prisma desde otro ángulo y hacer un juicio o tomar una decisión consciente, con la totalidad de los datos y no únicamente con aquellos que interpretamos de manera parcial. Solo damos valor a aquello que concuerda con nuestras propias creencias y eso es lo que ha hecho que cuestiones como la igualdad, las libertades y los derechos hayan sido tan difíciles de conciliar. Hubo un tiempo en que el conocimiento no llegaba a todo el mundo y requería un gran esfuerzo que obligaba a las personas a pensar, a ingeniárselas para adquirirlo. Ahora, con toda la información de que disponemos pensar nos parece secundario porque tomamos lo que nos ofrecen sin hacernos preguntas, sin cuestionarnos si nos conviene, si podría ser mejor o cómo nos afecta.
Cuando era jovencita y de pronto en mi pueblo saltaba cualquier rumor que corría como la pólvora, escuché en muchas ocasiones la frase: “Será verdad, cuesta menos creerlo que averiguarlo”. Esta frase representa la aniquilación de la filosofía. Dejar de enseñar a los niños la importancia de hacerse preguntas y encontrar sus propias respuestas supone la muerte del pensamiento libre.
Si únicamente nos interesamos por puntos de vista que ya tenemos no aprendemos nada nuevo. Esta avenencia para comprender lo que ya conocemos y aquello que nos es afín y descartar o minusvalorar el resto se llama sesgo de confirmación y puede llevarnos fácilmente a llegar a conclusiones engañosas, e incluso poco íntegras, nos hace más vulnerables porque nos impide estar suficientemente abiertos a las evidencias, a otras creencias y a otras teorías. En definitiva, a otras experiencias.
No basta con que nos digan que somos libres tenemos que preguntarnos ¿somos libres? No basta con que nos digan que la felicidad está en las cosas sencillas. Tenemos que preguntarnos ¿qué es la felicidad? ¿qué cosas son sencillas? ¿Qué cosas nos dice la historia sobre nosotros? ¿Qué derechos sentimos inalienables? ¿Dónde radica la liberación interior?¿Creemos lo que de verdad creemos o lo que queremos creer?
El mundo siempre es más amplio de lo que hemos experimentado, por eso las preguntas son los cimientos del conocimiento y de las mentes abiertas. Porque la respuesta jamás será tan importante como la pregunta. Es plantearse cuál es la esencia de las cosas, su idiosincrasia, las causas y los efectos, los principios y los finales de las vicisitudes naturales y especialmente de las personas y el universo. Eso es la filosofía. Ustedes sabrán si les sobra.
Me pregunto desde hace días porqué razón la filosofía ya no interesa. Por qué si es un fin en sí misma y nos muestra el camino hacia el sentido crítico la juzgamos tan poca cosa a sabiendas que cualquier juicio viene derivado de ella como derivan de ella nuestros pensamientos y las relaciones que establecemos.
Pensar y Ser es el principio filosófico de la existencia que tan banalmente tratamos. Es nuestro principio mismo y nuestra existencia la que denostamos.
Reza una noticia que los que mandan (aquí deberíamos preguntarnos quiénes mandan, yo no lo sé) han decidido eliminar de la formación básica la asignatura de Filosofía como optativa y la introduce en Valores Cívicos y Éticos. En dichas asignaturas se impartirán conocimientos como la memoria histórica, los derechos de la comunidad LGTBI o los valores de los cuidados. Todos estos conocimientos sobre el funcionamiento de nuestra sociedad y sus opciones son claramente imprescindibles, pero opino que la necesidad de llegar a ellos haciéndose preguntas, explorando el propio interior, es mucho más pedagógico que llegar por la manifestación de las certezas atribuidas a cada enseñanza.
Hemos entrado en la peligrosa inercia de no preguntarnos absolutamente nada y buscar, interpretar, o llegar a hipótesis de manera selectiva que niegan las alternativasmás opuestas, aunque solo sea para ponerse en otro papel, mirar el prisma desde otro ángulo y hacer un juicio o tomar una decisión consciente, con la totalidad de los datos y no únicamente con aquellos que interpretamos de manera parcial. Solo damos valor a aquello que concuerda con nuestras propias creencias y eso es lo que ha hecho que cuestiones como la igualdad, las libertades y los derechos hayan sido tan difíciles de conciliar. Hubo un tiempo en que el conocimiento no llegaba a todo el mundo y requería un gran esfuerzo que obligaba a las personas a pensar, a ingeniárselas para adquirirlo. Ahora, con toda la información de que disponemos pensar nos parece secundario porque tomamos lo que nos ofrecen sin hacernos preguntas, sin cuestionarnos si nos conviene, si podría ser mejor o cómo nos afecta.
Cuando era jovencita y de pronto en mi pueblo saltaba cualquier rumor que corría como la pólvora, escuché en muchas ocasiones la frase: “Será verdad, cuesta menos creerlo que averiguarlo”. Esta frase representa la aniquilación de la filosofía. Dejar de enseñar a los niños la importancia de hacerse preguntas y encontrar sus propias respuestas supone la muerte del pensamiento libre.
Si únicamente nos interesamos por puntos de vista que ya tenemos no aprendemos nada nuevo. Esta avenencia para comprender lo que ya conocemos y aquello que nos es afín y descartar o minusvalorar el resto se llama sesgo de confirmación y puede llevarnos fácilmente a llegar a conclusiones engañosas, e incluso poco íntegras, nos hace más vulnerables porque nos impide estar suficientemente abiertos a las evidencias, a otras creencias y a otras teorías. En definitiva, a otras experiencias.
No basta con que nos digan que somos libres tenemos que preguntarnos ¿somos libres? No basta con que nos digan que la felicidad está en las cosas sencillas. Tenemos que preguntarnos ¿qué es la felicidad? ¿qué cosas son sencillas? ¿Qué cosas nos dice la historia sobre nosotros? ¿Qué derechos sentimos inalienables? ¿Dónde radica la liberación interior?¿Creemos lo que de verdad creemos o lo que queremos creer?
El mundo siempre es más amplio de lo que hemos experimentado, por eso las preguntas son los cimientos del conocimiento y de las mentes abiertas. Porque la respuesta jamás será tan importante como la pregunta. Es plantearse cuál es la esencia de las cosas, su idiosincrasia, las causas y los efectos, los principios y los finales de las vicisitudes naturales y especialmente de las personas y el universo. Eso es la filosofía. Ustedes sabrán si les sobra.